Kageyama lo miró haciendo una mueca de desagrado y concentración. Sus mejillas estaban un tanto enrojecidas y tenía el ceño fruncido.
Tanto sus brazos como sus piernas temblaban inconscientemente. Su espalda y hombros estaban tensos, y no podía apartar la mirada del mas bajito, el cual estaba bastante confundido con toda la situación.
Caminaban juntos a sus casas, como todos los días luego de la escuela, hasta que llegó la esquina en la que debían separarse e ir cada uno por su lado, pero Tobio, en vez de despedirse con un "Nos vemos mañana" o algo así, se volteó totalmente serio y le lanzó esa mirada.
Y así estuvieron por unos cuantos segundos.
El mas alto tenso, sonrojado y con el ceño fruncido, mientras que Hinata estaba confuso. Su cara también comenzaba a enrojecer por la mirada fija del otro, pero intentó tranquilizarse. ¿Qué le pasaba? ¿Es que había hecho algo malo?
Lo veía tan ansioso... Era como si tuviese algo que decir pero no pudiera hacerlo.
El mas bajito abrió la boca para gritarle algo como para quitarle los nervios, pero en ese preciso instante fue cuando Kageyama decidió adelantarse unos cuantos pasos, agacharse y abrazarle.
Hinata sintió el cuerpo más alto apegarse a él. Los brazos de Tobio rodeándole la espalda, apretándole con fuerza, casi lastimándole.
Abrió los ojos como platos y se quedó quieto sin saber qué hacer.
Sus brazos rodearon el cuello del otro y se puso de puntas de pies para que el otro no tuviera que permanecer tan exageradamente agachado.
Se quedaron así por unos segundos, con los cuerpos totalmente pegados, las caras rojas como tomates y un leve temblor en las piernas por parte de Shoyo debido a la altura de Kageyama.
Luego de un ratito, se soltaron, a penas separándose unos centímetros, y Tobio se acercó lo que quedaba de separación entre ellos, dándole un suave beso al otro. A penas un roce de labios, esta vez bastante brusco y rápido por la verguenza, que hizo que el mas bajito tuviera que retroceder un paso para no caérse.
Volvieron a separarse.
Se quedaron mirándose otros segundos, hasta que el de cabellos oscuros, con las mejillas y orejas sonrojadas, sin siquiera mirarle, murmuró un "Buenas noches, Shoyo", y se fuera a pasos rápidos hacia su casa.
Hinata sonrió, con la cara ardiendo y los ojos brillantes.
¡Lo había abrazado, lo había besado! Y.. ¡Le había llamado por su primer nombre!
Sintió su corazón latiendo con fuerza.
Kageyama era tan lindo...
