Este fic, en mera realidad no es mío, cierto, yo hice toda la trama y la ideas salieron de mi cabeza, pero el que me inspiro a realizar este fic no fue mi alma o amor por Vegeta, fue una pequeña personita llamada Kitsuneta, esta personita, al parecer de mi edad, me ha dicho que quería hacer esto desde hace un tiempo, y me sentí tan alagada de que me eligiera a mi para escribir esta pequeña trama, que no he podido negarme, pequeña he tardado mucho debido a que quería que saliera perfecta solo para ti, espero y no te hayas olvidado de mi.

Bulma.

Mas allá de la vida.

Capitulo uno: Encuentro en el mas allá.

Bulma estaba que se moría de ganas –no literalmente, mas muerta no puede estar- de que llegara el momento que había esperado desde que falleció, no podía creer que ella deseara eso, era demasiado egoísta, solo por el bien de ella, PERO AL DEMONIO CON LA ETICA Y LA MORAL, no podía seguir viviendo de este modo.

Habían pasado casi diez años desde que ella había fallecido, DIEZ, conoció a sus nietos, sí, conoció a sus bisnietos, uno pero sí, que mas podía desear, algo que claramente extrañaría hasta que estuviera de nuevo con ella, algo que no podría reemplazarse con nada.

Un corazón que le tendiera la mano y le diera calor en las frías noches del paraíso.

Sorprendentemente ella no había querido ir al paraíso de los mortales, no salió de la oficina de Enma-Daioh-Sama, hasta que este le había otorgado el permiso de pasar la eternidad en el paraíso de los guerreros, argumentando que tal vez no peleo, pero que su ingenio muchas veces los había llevado a la victoria en repetidas ocasiones, aunque realmente sus motivos eran otros.

En parte estaba complacida de estar muerta, tenían la clara ventaja de tener la apariencia de su época de oro, y gracias a Kami-sama, la época de oro de Bulma fue a los veintinueve y no a los cuarenta como otras personas, como Chi-chi, que por tener conocimiento en artes marciales había entrado al paraíso de los guerreros, pero tenia la apariencia de una mujer de algunos cuarenta y tres años

Y aun así la envidiaba, estaba en compañía de sus hijos, y de su marido, siempre se había enorgullecido de que a pesar de ser mayor que Chi-chi, se veía mas joven, y alardeaba ser mas inteligente, pero quien la viera en estos momento, la gran Bulma Briefs, celosa de su mejor amiga de la cual siempre se sintió superior.

Era cierto, se seguía viendo mas joven y seguía siendo mas inteligente, pero ella no poseía a nadie de su familia en ese lugar, sus padres había indo al paraíso de los mortales, hacia donde ella había sido destinada a ir, pero que con sus rabietas de niña mimada se había negado.

Ahí estaban todos sus amigos, Krilin y N°18 con su hija Marron, Goku y Chi-chi con Goten y Gohan, que a su vez estaba con Videl, y ella, sola, como desde hace diez años.

Ninguno de sus hijos había muerto aun, y ciertamente no deseaba que lo hicieran, pero extrañaba estar con su familia, pero pronto eso cambiaria.

Agito fuertemente su cabeza para alejar todos esos pensamientos de ella, este día era especial para ella, y ciertamente el papeleo con en gran dios del otro mundo no duraba cinco minutos, había que evaluar el alma, aunque ella ya sabia el resultado que daría ese "examen"

Llevaban ahí alrededor de media hora, ella y todos sus amigos la acompañaban, solo faltaba él para que toda la primera generación de los Z Tenshi estuviera de nuevo reunida, sorprendentemente, Ten-shin-han, acompañado de Chaoz y Yamcha estaban ahí, no le sorprendió tanto ver a Ten, después de todo era un monje y la paz era su credo, y Chaoz nunca se separaba de él, pero Yamcha nunca se había acostumbrado a la idea del cambio en el corazón de la oji-azul, pero ahí estaba, esperando con ella que su mas grande sueño se hiciera realidad.

La gran puerta del despacho de Enma-Daioh-Sama se abrió, dando el paso a la entrada del paraíso guerrero donde ellos estaban, sonrisas se formaron el los rostros de todos, sin ecepicion alguna, pero en ella tubo una reacción diferente, sonrió, pero sus ojos se llenaron de una salada agua a la que ya estaba acostumbrada desde que lo conoció.

Ahí estaba el, con sus brazos cruzados, su cabello volvían a ser las grandes llamas de antes, seguía sin creer que se había dejado cortarlo, su cuerpo y cara eran los de antes, parecía tener de nuevo treinta años, pero lo que nunca había cambiado, desde que lo conoció, eran esos profundos ojos azabaches y su sincera sonrisa de lado, no se pudo contener mas y corrió hacia él, que sin dudarlo un momento y para sorpresa de todos, había extendido sus brazos para recibirla, cuando por fin estuvieron de nuevo juntos, sintieron que un gran peso desaparecía de sus hombros.

-Tardaste demasiado.- Susurro ella en su oído.

-Ya estoy aquí.- Dijo él mientras la besaba.

Kitsuneta y en general ¿Qué les pareció? Próxima semana el capitulo siguiente.