Tema: Drama, romance, misterio, angustia y obviamente MÍA, sé original y NO copies.

Personajes: Sakura Haruno & Sasuke Uchiha

Contenido: Lemon, lenguaje obsceno, fuerte OOC en algunos personajes.

Disclaimer: Los personajes NO me pertenecen si no al gran Masashi Kishimoto.

Edad mínima (lectores): 18+

NOTA DEL AUTOR: Esta historia se llamará "No juegues con el diablo", en fin espero que sea de su agrado, cada idea que se me pasa por la cabeza la escribo es algo inevitable, prometo no tardar tanto como en las anteriores veces.

Recuerdos y/o pensamientos de los personajes: "CURSIVA"


"Don't play with devil"

By

MoonBlue24


Capitulo I: Una tentadora propuesta

El hombre encargado del lugar, escuchaba a lo lejos el sonido de unos tacones acercarse, curioso dirigió la mirada hacia el lugar de donde provenía aquel ruido, vio una silueta delgada y algo pequeña acercarse. Era ella, como era de costumbre iba cubierta con un largo abrigo gris de este podía distinguirse aquel corto vestido provocativo negro con un notable escote en V, resaltando sus pronunciadas caderas y sus pechos respectivamente, podía notarse que llevaba puestas unas pantis de color negro que resaltaban sus bronceadas piernas.

Aquella vestimenta incentivaba mucho la imaginación masculina, pues este era el objetivo el de provocar y atraer – hola muñeco – saludó con una sonrisa incitadora, el tipo le devolvió el saludo. El hombre sabía a qué venía pues era costumbre de la mujer visitarlos de vez en cuando para ver el ambiente, si había hombres interesantes.

El lugar aún no se encontraba abierto para el público, pero ella siempre se las arreglaba para entrar. Se adentró a los baños de aquel bar que la mayor parte de su tiempo concurría, vio su rostro reflejado en los espejos, su maquillaje era perfecto, sacó un labial de su cartera y empezó a surcar la curvatura de sus labios, tiñéndolos de un rojo carmesí, color que resaltaba y hacía un contraste perfecto con su nívea piel.

Dio un suspiro y acomodó aquellos cabellos rosados traviesos que opacaban ligeramente su verdosa mirada, posteriormente se ajustó el vestido asegurándose que mostraba lo suficiente, nuevamente vio el reflejo de su cuerpo con una pizca de vanidad, era tan perfecto que ningún hombre se resistía ni resistiría.

Su manera de caminar era algo llamativa, siempre caminaba con la vista en alto, orgullosa de su belleza y porte, aspecto que también despertaba el interés de los hombres. Su mirada visualizó la salida, pasó de nuevo por la barra donde estaría su amigo Nagato, se despidió más tarde volvería cuando probablemente el lugar esté reventando de gente. En la calle le esperaba su colega y amiga de trabajo – tía, como eres de vanidosa.

Ella solo sonrió con sorna y altanería – la belleza lleva su tiempo.

La otra chica rubia solo asintió – al parecer no hay mucho movimiento, los urgidos se han esfumado, de seguir así el negocio se nos va para abajo.

- Tranquila, no seas tan negativa – dijo animándola mientras se sentaba en un banco, mostrando todo los dotes de una prostituta, pues eso era a lo que se dedicaba Sakura Haruno, ¿las razones?, tenía muchas y de sobra.

De pronto una limosina color negro se estacionó frente a las afueras del bar donde anteriormente había ingresado. De allí salió un hombre de un traje oscuro como si fuese un guardaespaldas y en verdad lo era – ¿Sakura?

- Hola, Hidan – saludó coquetamente, el hombre se limitó a devolver el saludo, hacía todo lo posible para que su mente evite maquinar pensamientos oscuros e irracionales, la chica era realmente hermosa. Pero estaba prohibida para él, pues era la favorita de su jefe.

- El jefe quiere hablar contigo – Hidan mantenía la puerta abierta, indicándole con la mirada que entrara, Sakura solo asintió y se despidió de su amiga.

Ingresó en la gran limosina y se acomodó como pudo, en el interior se encontraba un hombre de aproximadamente unos 35 años de edad, poseía una larga cabellera oscura, poseía una mirada fría, aterradora a la vista de cualquiera – son 15000 yenes la hora, Madara.

El aludido solo sonrió y la atrajo hacía él, mientras la besaba con desmesurada pasión y deseo, ella despertaba muchas sensaciones que pocas mujeres habían despertado en él, en razón a ello era su favorita. Cualquier de sus subordinados estaban prohibidos tenerla, las circunstancias en las que se habían conocido fueron peculiares, una chiquilla desafiante y altanera, era perfecta. Su personalidad despertaba interés y curiosidad en él, ya que nadie se atrevía a contradecirlo. Pero ella había tenido las agallas de hacerlo.

Madara Uchiha, era un hombre poderoso, influyente y se pudría en dinero (literal). Pertenecía a las familias más respetadas y antiguas de Japón, por ende siempre pudo y podía tener todo lo que quisiera, nunca recibía un "no" por respuesta. Su presencia era imponente, fría, calculadora. Ostentaba todo tipo de negocios, se relacionaba con todo tipo de personas – tan cara como siempre, mi querida Rosada.

Ella también sonrió, mientras él recorría hacia su cuello de cisne – sabes que puedo pagar el precio que pidas y también darte los gustos que desees, pero esta vez…me gustaría que me hagas un gran favor.

- ¿Favor? – dijo algo jadeante por las caricias del hombre, sin inmutarse por la presencia de uno de sus subordinados - ¿qué clase de favor?

- Favor que será muy bien recompensado – aseguró al ver la duda inscrita en el rostro de la joven.

- ¿Y de qué se trata? – cuestionó, algo curiosa por las palabras del hombre.

Madara, solo hizo una seña para que Hidan le alcanzara una portátil, allí se encontraba plasmada la imagen de un joven, le calculaba unos años adicionales a los de ella. Tenía el pelo negro algo alborotado, sus oscuros ojos profundos le daban una miraba penetrante, haciendo un perfecto matiz con su piel ligeramente bronceada.

- Este es mi sobrino – la chica escuchaba mientras se servía una copa de champagne - quiero que lo seduzcas, lo enamores…- le dolía de cierta forma tener que usar a Sakura ya que era posesivo y no le gustaba compartir lo que era suyo – quiero que se enamore de ti, hasta tal punto que te pida matrimonio.

Sakura raras veces se impresionaba en su corta vida, había visto tantas cosas que de cierta forma habían endurecido su mente y su corazón. Un poco más y se atragantaba al oír la palabra "matrimonio" - es una broma ¿cierto? – bufó.

- Querida mía…no bromearía con estas cosas – la vio fijamente, en todo este tiempo había podido conocerlo (hasta cierto grado) y cuando él se traía algo en manos, siempre lo lograba, siempre ideando maquiavélicos planes. Sacrificaba muchas cosas, personas hasta familias, el alto precio del poder decía su mente. Sería difícil decirle que no, era insistente, por otro lado no era tarea difícil, pero no le agradaba mucho la idea de atarse alguien así sea parte de un plan – él podría darte todo lo necesario para una vida decente, después de todo es parte de mi familia…por desgracia – dijo con cierto tono de desdén – ya no estarías en la necesidad de vivir en las calles, ofreciendo tu hermosura.

- Algo tramas… – que tan lejos podría llegar el Uchiha, tenía la ligera sospecha que era algo grande y problemático, al extremo de recurrir a una prostituta.

Madara era buen jugador, lo admitía siempre apostaba por cosas grandes y que valían la pena, no le gustaba su forma de maniobrar, pero nada podía hacer porque así era él y ya no tenía remedio. Tampoco le preocupaba en lo absoluto, era el cliente que mejor pagaba, no la maltrataba al contrario la trataba como si fuera su trofeo personal, no le gustaba mucho eso, pero ni que hacerle.

- Paciencia mi pequeña – la sostuvo por el mentón, viendo los rasgos faciales perfectos de la chica – lo sabrás todo a su tiempo…eres astuta e inteligente, y por eso eres perfecta para esto – pese a los halagos aún dudaba en aceptar, quizás se estaba metiendo en algo peligroso y sucio

- ¿Y qué gano yo con todo esto? – cuestionó impaciente, por unos segundos se mordió el labio inferior, aún insegura en aceptar.

- Dinero y mucho – dijo tratando de convencerla – a mí lo que menos me falta es el dinero y lo sabes.

Madara conocía a la perfección la debilidad de la chica, le encantaba el dinero, los lujos y esas cosas – tentador…está bien lo haré.

El chofer había llegado al destino final: el típico hotel de cinco estrellas que solían visitar, ella bajó primero ayudada por la mano de Hidan y seguidamente bajó el Uchiha - bien, la próxima semana te llamaré ¿entendido? – solo asintió con la cabeza. Madara enroscó su brazo derecho alrededor de la pequeña cintura de la ojiverde y juntos se adentraron en la recepción del susodicho lugar.

[…]

Eran aproximadamente las cinco de la madrugada del día sábado y ella caminaba descalza por la acera, con los zapatos en mano, los tacones elevados habían agotado y cansado sus pies. El pelinegro siempre insistía en llevarla a casa, pero Sakura se las arreglaba para desistir tal idea, eso es lo que odiaba del hombre sus intentos por inmiscuirse en su vida (así sea indirectamente).

No deseaba que conociera la otra cara de su vida, tanto su trabajo como su vida personal, eran totalmente independientes. Su familia no sabía ni tenía que saber el tipo de trabajo que ostentaba de cierta forma temía por ellos, ya que se relacionaba con gente algo peligrosa. Pero de alguna u otra forma siempre se las arreglaba para pasar desapercibida cuando la cosa se ponía fea, cabe agregar que contaba con la protección que le otorgaba Madara, no deseaba tenerlo nunca como enemigo, podría afirmarse que tenía al diablo de su lado. Quien sabe cuánto duraría eso.

Uno puede llegar a cuestionarse y hasta atreverse a juzgar las acciones de una persona, Sakura era joven, inteligente y como lo había dicho el propio Uchiha era astuta ¿Por qué meterse a un mundo así, oscuro y corrupto? ¿Qué la había llevado a eso? Necesidad.

Si eso era…la necesidad de sobrevivir, la vida la había golpeado muy duro desde sus cortos 15 años, su padre había fallecido, dejándolos en la orfandad. Su valiente madre había afrontado el rol de madre y padre, intentando ser el sustento de toda la familia. Sakura apenas había terminado la secundaria, cuando su madre había enfermado gravemente al punto de quedar parapléjica, consecuencia de haberse sobrepasado, ya que no solo bastaba un solo trabajo sino dos hasta tres.

Frustrada por tanta desgracia y sin saber qué hacer, la desesperación de encontrar cualquier trabajo espontáneo, hicieron que dejara de lado los estudios, los sueños de ser una gran doctora. Como era joven e inexperta, la rechazaban de muchos lugares y si era aceptada la explotaban demasiado, y el pago no lo compensaba, no lo valía.

Hubo momentos donde quiso rendirse, pero no podía ser egoísta y abandonar su hogar, su familia, sobre todo a su madre y también estaba su hermana menor. Todas estas circunstancias la habían empujado a aquel mundo, no tenía muchas opciones que digamos. La necesidad nos mueve y lleva a muchas cosas…

Cuando tenía 18 había empezado como mesera en un bar nocturno que quedaba en el centro de la ciudad. El dueño no era tonto, se había percatado de la belleza singular de la chica, tentando su suerte le había propuesto ser algo más que una mesera. Dudosa había aceptado, si la paga lo valía entonces nada más importaba.

Se inició como una dama de compañía, posteriormente subió de rango empezó a probar suerte con el tubo, siendo una bailarina exótica. Con el paso de los años habían mejorado un poco más las cosas pero aun así necesitaba más, ya que el dueño se llevaba un porcentaje de sus ganancias, ya era hora de independizarse y trabajar por sí misma. Finalmente terminó en las calles desempeñándose como una prostituta. Curiosamente no le iba nada mal…

Esa era la vida de esta chica, con el tiempo su corazón se había endurecido, ya no podía llorar por idioteces, simplemente no podía, tenía que ser fuerte por su familia, por ella, no podría sobrevivir. Era humillante sí, pero era productivo, pues ganaba un dineral, sobre todo gracias a su principal benefactor: Madara. Su vida ya se había torcido, no tenía salida ni solución era consciente que no tendría un buen final, pero ya se había resignado. No tenía salvación.

Un automóvil se encontraba aparcado frente a su casa, lo conocía muy bien – Naruto – susurró.

Sus ojos azules la veían inquisidoramente – hola Sakura – saludó con nostalgia, odiaba verla metida en ese asqueroso mundo, había hecho tantas cosas por ella, podría afirmarse que hasta lo imposible para ayudarla y salir adelante, sin la necesidad de andar por las calles vendiendo su cuerpo. Pero ella se negaba a dejarlo, siempre terca en que no tendría salvación, insistiendo que no perdiera el tiempo.

- ¿Ahora qué pasa? – podía ver en sus ojos la palabra reproche, ahí iba de nuevo la tonta discusión en la que ambos siempre terminaban.

- Tenemos que hablar, sube – abrió la puerta del lado de copiloto, dudosa subió, posteriormente él se ubicó en el asiento de piloto.

Estaba muy cansada, pero ya sabía lo insistente que era el chico, así que simplemente se resignó a escucharlo - ¿y bien?

- Veo que la anterior plática que tuvimos – pausó un poco – te entró por un oído y te salió por el otro – lo vio con fastidio, siempre juzgándola. Nunca la entendía.

Puso los ojos en blanco y - primero, no eres nadie para decirme que hacer y qué no hacer – afirmó molesta - segundo, estoy cansada de este tipo de conversaciones – cogió la manija de la puerta, amenazando con salir del auto.

- Sakura – su voz era suplicante – realmente te quiero…no me gustaría que todo esto, la vida que llevas, te dirija a un triste y pésimo final, odio ver cómo se va destruyendo tu vida poco a poco ¿no lo entiendes? – ella evadía la mayor parte del tiempo la mirada del chico, de ser lo contrario no lo soportaría más y terminaría llorando – te dije que siempre contarías con mi apoyo, siempre me ofrecí ayudar en lo que sea necesario, pero ahí vas de orgullosa…

Hizo un sobre esfuerzo mental y emocional, por mantener la compostura - bonitas palabras, pero en verdad no bastan, y lo sabes – apretó el pliegue del abrigo – ya no somos unos niños Naruto, así es la vida, así es la vida que me tocó vivir, no tengo opción, el dinero mueve montañas, todos giramos alrededor de él – el rubio seguía escuchándola aparentemente calmado, pero por dentro hervía de rabia e impotencia – no necesito tu ayuda ni la de nadie, así que deja de meterte en mis asuntos - bajó del auto, un fuerte portazo pudo escucharse.

- Esta será la última vez…Sakura, porque cuando ya sea tarde, no estaré allí – la paciencia se le acababa poco a poco, solo faltaban milímetros para llegar al límite, pero al amor y cariño que sentía hacia ella, lo mantenía ahí. Un amor aparentemente no correspondido, le había dolido tanto aquellas palabras tan frías y secas, aquella dulce joven de secundaria no era la misma, ya no existía. Eso le provocaba un profundo dolor - es momento que abras los ojos por ti misma y aprendas las consecuencias de tus propios actos – dijo entre dientes, aparentaba serenidad, pero por dentro había gran explosión de emociones, sentía que de un momento a otro rompería todo lo que se le cruzara en su camino.

Se mantuvo estática, dándole la espalda escuchando cada palabra, aguantando las lágrimas, sin más que decir se adentró en el interior del edificio donde vivía, no quería que la viera llorar yo también te quiero, decía mentalmente mientras gota a gota iban resbalando por sus mejillas. Sentía tanta nostalgia al recordar aquellos bonitos momentos junto al rubio, él siempre había sido incondicional, era una persona en la cual podía confiarle su vida, y ella solo era ingrata, fría y orgullosa.

Naruto no merecía tanta mierda, era lo mejor, era lo mejor que podía hacer por él, salir de su vida, ya no tendría preocupaciones, podía seguir con su vida tranquilamente, sin cargar con el peso de lidiar con los problemas y sopesares de Sakura. Yo no te merezco, eres demasiado bueno para alguien tan mala como yo.

Tomó el ascensor y pulsó el botón número 5 se encontraba realmente cansada, el "trabajo", las discusiones insulsas con Naruto. Tendría al menos dos o tres horas para descansar. Horas más tarde tendría que seguir fingiendo la vida que aparentaba ante su familia, y que bien lo hacía, era una excelente actriz.

Dio un bostezo y se metió a la cama, el cansancio la vencía…


Adelantos del próximo capítulo:

Sasuke, ella es Sakura Haruno, tu nueva asistente y secretaria – dijo mientras la señalaba con afabilidad.

Sakura puso su mejor sonrisa y le dio la mano, él no podía creer que existiera tanta belleza junta.

El plan de Madara iba en viento y popa…

NOTAS FINALES:

Espero que haya sido de su agrado. ;)

[...] Con corchetes y puntos suspensivos, se dará a entender los cambios de escenas (no hallé otra forma, pues se borra en el editor de la web) tengo entendido que los puntos suspensivos y los paréntesis da entender que se ha suprimido una parte del texto, pero en este caso no es así...simplemente lo estoy usando para separar y dar entender los cambios de escenas y tiempos en la historia. Gracias por entender.