¿Por qué estoy escribiendo tantos romances últimamente? Bueno, ni yo misma lo sé. Este es un drabble cursi, como todo lo que he estado escribiendo de Free! Fue realmente difícil que se ajustara a la regla del número de palabras, pero lo logré, ¡500 palabras exactas!
Disclaimer: Los personajes de Free! son propiedad de Kōji Oji, Hiroko Utsumi y KyoAni.
Aviso: Este fanfiction participa en el Reto: "Entre las flores de cerezo", perteneciente al Foro Iwatobi swim Club.
Silenciosa proposición
Los cerezos comenzaban a florecer. La gente comenzaba a aglomerarse en el parque Yoyogi. Los hombres que recién salían del trabajo se deshacían de sus sacos y corbatas, mientras se relajaban contemplando el espectáculo que les regalaba la naturaleza. Las parejas más jóvenes, tímidamente, se tomaban de las manos, mientras sus ojos brillaban con la promesa de una nueva época. No era de extrañarse que uno que otro hombre se declarase a su novia, prometiendo amor eterno y el comienzo de una nueva vida. En otro momento, en otras circunstancias de la vida, definitivamente hubiese pensado que aquello era demasiado cursi. Vamos, ¿esperar el Hanami para declararse? Sí, antaño le habría parecido una tontería. Pero ahora no. No cuando tantas cosas buenas habían sucedido en su vida durante aquella época.
Lo recordaba como si hubiese sido ayer. Por aquellas fechas lo había conocido. Al principio le había parecido ridículo reunirse con los chicos de Iwatobi para el Hanami. Es decir, eran los amigos de Rin y realmente no le interesaba relacionarse con ninguno de ellos. Se habían reunido bajo un inmenso árbol de Sakura y, antes de darse cuenta, sólo estaban él y el capitán de Iwatobi, Tachibana Makoto. Se habían mirado de reojo un par de veces, sin decir nada. Él porque en realidad no le interesaba, – y maldecía internamente a Rin por haberlo abandonado, aunque ya se lo esperaba – el otro chico porque… bueno, no lo sabía en realidad, pero según Rin, Makoto era algo… tímido. Quizás demasiado, porque sus orejas se enrojecieron cuando finalmente lo miró por más de un par de segundos.
No supo cómo pasó, pero esa noche habían terminado bebiendo té y comiendo dango. Tampoco supo cómo era que habían terminado volviéndose buenos amigos y, eventualmente, algo más. Y ese mismo árbol era en el cual Sousuke se había declarado. Bueno, no sabía si un "a partir de ahora serás sólo mío" contaba como una declaración, pero el caso era que Makoto no se había negado y ya habían pasado siete años desde que ese cerezo había sido testigo de su declaración.
Ahora, siete años después, el mismo árbol sería testigo de otro gran paso que daría en su vida. Ese día era el indicado. Sólo podía ser en el Hanami, ninguna otra época del año sería tan significativa como aquella. Mientras sostenía la cajita entre su mano, dentro del bolsillo de su pantalón, escuchó su nombre. Él había llegado y le había sonreído de esa forma que rompía todas sus defensas, todas sus barreras. No lo dejó hablar siquiera. Simplemente sacó la cajita y presentó el anillo ante el apuesto caballero que tenía enfrente. El otro lo miró, sorprendido. Luego se sonrojó. Luego le brillaron los ojos. Luego comenzó a llorar. Luego lo abrazó, asintiendo frenéticamente con la cabeza. Sousuke no pudo evitar sonreír también.
—Lo único que falta es que nos casemos bajo este árbol.
Sousuke rió ante las palabras de su futuro esposo. Su silenciosa proposición no había podido salir mejor.
