Bueno que decir, esta historia surgió prácticamente de la nada porque había estado trabajando en otras, pero no terminaban de convencerme y ayer se me ocurrió esto y me gustó mucho el resultado. Realmente no se si alguien ya había escrito algo parecido, pero para variar, es bastante AU, y bueno, algo un poco mas diferente dentro de mi linea de AUs. Espero que les guste, todo review es bienvenido! :)

Histo dedicada a Luly, para que veas que si te quiero eh ;).

PD: Será en primera persona desde el punto de vista de ambos protagonistas.


Nunca he sido fan de los sistemas. Si, quizás mantienen las cosas en funcionamiento, pero hay que decir que son una mierda. Sobre todo el sistema en el que se maneja el último año de secundaria. Es como si desde el primer año en el que pisamos un salón de clases, estuviésemos destinados a participar en un sistema que no solo se alimenta de tu miserable alma, sino que además, te oprime si no eres lo suficientemente inteligente para sobrevivir a él.

Mi punto es, que en la secundaria tienes que pertenecer a un grupo. No importa si no quieres hacerlo, porque si no perteneces a ningún grupo entonces eres del grupo de "los marginados", ¿lo veis?, la gente termina etiquetándote de forma contundente.

Realmente toda esa insensatez de querer pertenecer a un grupo es una cuestión que no solo puedes ver en los grupos de humanos, los animales también tienden a moverse en grupo, y me parece algo bastante natural, pero lo que me enerva, es esa constante búsqueda de aceptación, que hace que la gente la mayor parte del tiempo haga estupideces.

Y es que aparentemente la secundaria está llena de esos momentos y simplemente no puedes escapar de ellos, aunque no seas el protagonista.

Nunca me veréis intentando encajar, porque, según mi punto de vista, intentar imitar a un grupo te limita, y al igual que un sistema, te oprime y no te deja ser quien realmente eres.

Por eso mi grupo de amigos es tan diferente y variado. Y cada quien opina y piensa de la forma que quiere. No nos importa encajar realmente, pero gozamos de cierta popularidad por nuestras causas.

"Los vegetarianos" nos llaman. Sin embargo, somos más que eso. No solo nos centramos en la importancia de no comer carne, sino que además, nos centramos en cosas como la protección de los derechos de los animales, el medio ambiente y actualmente estamos llevando a cabo una campaña para la preservación de ciertas áreas verdes de la ciudad. Porque hey, alguien tiene que hacerlo.

Y esa popularidad de la que gozamos nos resulta bastante beneficiosa para nuestras causas, pero nada más. No la buscamos y no sacamos provecho de ella mas allá. Intentamos llevarnos bien con todos, bueno, casi todos.

¿Habéis tenido alguna vez en vuestras vidas a esa persona que por más que tratéis simplemente no podéis tolerarle?, yo sí. Y la peor parte es que le conozco desde que estamos en el jardín de infantes porque, por alguna razón, hemos vivido en el mismo distrito y nuestros padres se encargaron de que fuésemos al mismo colegio y luego a la misma secundaria.

Es como si el destino se confabulara para que mi peor enemigo acabara siempre en el mismo lugar que yo. Y por supuesto ese enemigo es la persona más imbécil y gilipollas sobre la faz de la tierra.

Sobra decir que forma parte de un grupo bastante especifico y se enorgullece al decir que tiene un record en ese estúpido juego en el que gana el que beba mas cerveza. Una mente poco brillante, claro está. Ah, también es deportista, es bueno en lo que hace, pero no deja de ser imbécil.

El caso es que ambos nos hemos dedicado a expresar nuestro desdén mutuamente desde el primer momento en el que, a la edad de siete años, el señor imbécil metió una de mis dos coletas dentro del frasco de pegamento. Mi madre tuvo que cortarme el pelo porque el pegamento no salía.

Estuve llorando durante un día entero porque adoraba mi pelo.

Luego en tercer grado, antes de entrar al salón de clases, colocó una de esas bolsas con sonido en mi asiento y todo el mundo pensó que… si exacto, que esos sonidos venían de mi lindo trasero.

En sexto, esparció el rumor de que tenia varicela y que si se acercaban a mí se contagiarían. Estuve dos semanas comiendo sola.

Hasta que, me cansé de él y le di un puñetazo en el ojo. Ambos terminamos en la dirección y nuestros padres nos dieron un sermón, no por separado, con los dos juntos, de lo importante que era tener una buena amistad con todos tus compañeros y blah blah blah. Realmente no funcionó, y eso puedo asegurarlo porque seguimos odiándonos hasta ahora. Y él sigue siendo imbécil.

Probablemente se preguntaran el porqué, si le odio tanto, continuo hablando de él. El tema es que, hace cinco años, mi madre falleció. Un ataque al corazón, algo bastante inesperado para alguien tan joven y con una comprensión del mundo enorme.

Fue la cosa más dolorosa que he vivido en mi vida, sobretodo porque, son cosas que no esperas que pasen. Ves que les pasan a los demás, ves que pierden a sus seres queridos, a sus padres, ves que sufren accidentes, pero nunca te imaginas que pueda ocurrirte a ti. Nunca te imaginas que pueda ser tu madre, la famosa psicóloga que ha escrito una docena de libros la que pueda sufrir un ataque al corazón, dejando tu propio corazón destrozado, convertido en pedacitos.

Es difícil de explicar ese tipo de dolor, porque cuando el dolor es físico, puedes decir: "bueno me duele un poco o me duele mucho, o me duele como cuando te duele el estomago o tienes un dolor muscular", probablemente con esos ejemplos la gente te entienda porque todo el mundo ha tenido dolores de estomago y dolores musculares. Pero el dolor de perder a uno de tus padres, bueno ese no todo el mundo lo ha experimentado.

Y realmente solo se me ocurre una palabra para explicarlo: devastador.

Mi madre se fue dejándonos a mí y a mi padre solos. Él se sumergió en su trabajo y yo en mis causas y en tratar de que mi dolor no afectara mis notas.

Y pueden decir que el tiempo lo cura todo, pero a veces, siento que el tiempo no ha pasado, aunque intento simplemente seguir viviendo. Al igual que mi padre. Le he visto pasar por momento difíciles pero ahora está enamorado otra vez, y yo, aunque suene difícil de creer por todo el tema de los celos, me alegro por él, de verle sonriente y feliz.

El único problema es de quien se ha enamorado.

Supongo que ahora os empezasteis a hacer una idea de quién podrá ser.

Voy a daros otra pista: el padre del "señor imbécil" se fue hace años dejándolos a él y a su madre.

Y por supuesto, como no habían más mujeres solteras en toda la ciudad, Jim Beckett tuvo que enamorarse de la madre de Richard Castle, mi peor enemigo en el mundo.

-¿Katie?-Escucho la voz de mi padre en el piso de abajo y giro la vista. La puerta de mi habitación como siempre está abierta.

Termino de actualizar mi blog y cierro el portátil colocándome de pie.

Mis pies descalzos se relajan con el contacto de la alfombra.

Siempre me ha gustado esa sensación.

-Hey-Le saludo asomándome en las escaleras.

-¿Qué tal el día?-Me pregunta con una sonrisa cansada.

-Fatal. Hemos llevado nuestra petición a la municipalidad y no nos han recibido ¿te lo puedes creer?

Él suspira.

-Estaba hablando de las clases.

-Ah. Bien, supongo-Mi padre me mira divertido.

Siempre me ha apoyado en mis causas, pero todo los días me repite que quizás debería tomármelas menos enserio.

-¿Qué te parece si vamos a cenar fuera?

-¿Podemos ir al nuevo restaurant vegano que está en Chelsea?

Él pone una mueca.

-Eh, de hecho… bueno, iremos con Martha.

Yo enseguida siento el desdén invadir mi cuerpo. Y no por Martha, ella me cae genial, sino porque si yo estoy invitada, el imbécil de Rick probablemente también lo esté.

-De verdad me gustaría que vinieras…-Dice mi padre dejando su maletín a un lado, mirándome suplicante.

Esta es la cosa: cuando tienes un solo padre, tiendes a concentrar todo tu cariño en él, así que, era imposible que le dijera que no cuando me miraba de esa forma.

-Vale, muy bien, iré-Digo con un suspiro.

Él sonríe.

-Muy bien. Nos iremos en una hora. No tardes.

Yo doy media vuelta apretando la mandíbula. Esto tiene que ser algún castigo del karma por algo que hice en mi otra vida.

Me ducho rápidamente y me pongo un vestido de algodón con un estampado en blanco y negro, una camisa azul con cuadros celestes por encima y un gorro celeste sobre mi cabello suelto. El mismo cabello que no me creció hasta que estuve en quinto, gracias a Castle y al pegamento.

Mientras vamos en el auto hablo con mis amigos en un grupo de chat en el móvil. Contándoles con quien estoy a punto de cenar. Algunos se ríen diciendo que es de lo más divertido y otros se compadecen de mí.

-Estás callada…-Me dice mi padre mirándome de reojo-Escucha, Kate, se que quizás esto… lo de Martha ha sido difícil…

Yo niego con la cabeza.

-Martha es genial, papá, estoy feliz por ti, de verdad. Sabes perfectamente que a quien no tolero es a su hijo.

-Bueno…-Comienza a decir, pero se calla de repente-Estoy seguro de que podrás hacer una excepción esta noche-Dice mirándome en forma de disculpa.

Y esa es mi confirmación de que cenaremos los cuatro.

Cuando llegamos la mesa aun esta vacía. Por lo que tengo tiempo para hacerme a la idea. Esperamos unos diez minutos, hasta que Martha y Rick entran al lugar mirando a todos lados. Mi padre levanta la mano y Martha sonríe acercándose.

La cara de Rick es más bien parecida a la mía.

Fastidio y frustración.

Está vestido con unos vaqueros oscuros, una camisa a cuadros rojos y azules, una deportivas Nike negras y rojas y encima lleva la chaqueta del equipo de Baloncesto de la secundaria.

Siempre me ha parecido muy alto, pero en ese momento, me pareció gigante al lado de su madre.

-Hola, ¿hace mucho que esperáis?-Dice Martha cuando ya está cerca.

-Oh no, llegamos hace nada-Responde mi padre dándole un beso en los labios.

Noto la mirada de Castle sobre mí y se la devuelvo. No nos saludamos. Él se limita a saludar a mi padre y yo me limito a saludar a Martha.

Lamentablemente y porque la mesa es para cuatro, Rick está a mi lado izquierdo. Y puedo sentir constantemente su mirada sobre mí. Me revuelvo incomoda y simplemente cojo la carta para ordenar mi cena.

-Una ensalada de espinacas y champiñones por favor-Digo cuando el camarero viene a tomar nuestros pedidos.

-Yo quiero las costillas de cerdo con salsa agridulce-Yo le miro con los ojos entrecerrados y él me sonríe con suficiencia.

-Puedes reducir tus años de vida por el simple hecho de consumir tanta carne ¿sabes?-Le digo mientras nuestros padres charlan entre ellos.

-Prefiero reducir mis años de vida que vivir la vida comiendo hojas de mierda.

-Eres un obtuso.

-Y tú eres una engreída.

-¿Engreída?-Río-¿Te has mirado en un espejo?

-Todos los días. Pero entiendo que tu no, con esa cara yo tampoco lo haría.

-Te aseguro que tu cara se ve mucho peor. Claro que no lo sabes porque no eres tu quien tiene que verla.

-¿De que estáis hablando?-Nos pregunta Martha divertida.

-Nada-Decimos ambos a la vez.

La cena es servida y Castle y yo seguimos picándonos de vez en cuando con cosas como: "Espero que te atragantes con las costillas" y "Y yo espero que te envenenes con los champiñones", pero en su mayoría yo intento ignorarlo porque no soporto su sonrisa arrogante y sus ojos azules.

-¿Qué os ha parecido el postre?-Pregunta mi padre cuando el postre es servido.

-Chachi-Dice Castle repantigado en la silla con una mano en su momentáneamente, crecido estomago.

Generalmente el muy imbécil tiene un abdomen bastante plano, que hace que las chicas se amontonen en el gimnasio cada vez que el equipo de baloncesto entrena, porque Rick suele entrenar sin camiseta.

Tontas. De verdad no se que le ven.

Yo pongo los ojos en blanco y me concentro en mi tarta de fresa.

-Bueno…-Continua mi padre.

-Realmente os hemos traído aquí porque queremos hablaros de algo-Lo interrumpe Martha

Yo me inclino en la silla.

-Hemos estado pensando mucho… realmente… y… bueno…-Continua diciendo Martha.

Por favor, no, que no sea lo que yo creo… pienso aferrándome con fuerza a la silla sintiendo como mi corazón late con fuerza.

-Hemos decidido unir nuestras familias-Dice ella de repente.

-Vamos a casarnos-Asiente mi padre sonriendo.

Tanto Castle como yo nos enderezamos en las sillas y nos miramos con el ceño fruncido, mirando luego a nuestros padres:

-¿Qué?-Decimos ambos al mismo tiempo.