UN ACUERDO PELIGROSO
DISCLAIMER: Sailor Moon no me pertenece. Su creadora es la Grandiosa Naoko Takeuchi. Yo solo tomo prestados sus personajes con propósitos solamente destinados a nuestra entretención.
VISITAS INESPERADAS
Acababa de entrar a su lujoso apartamento de acabados exquisitos y paredes color crema, absolutamente rendido después de una ardua semana de trabajo. Por suerte hoy era viernes y por el momento, sus actividades laborales estaban terminadas. Soltó su portafolio en una de las poltronas de la sala, al tiempo que aflojaba el nudo de su delicada corbata de seda y acto seguido, se despojada de sus zapatos y su saco que deja en el espaldar del gigantesco sofá, para dirigirse al teléfono y ordenar una pizza tamaño familiar con queso extra, que sería su cena de esta noche. Era muy bien parecido y su aplomo y buenas maneras, contrastaban con su frescura y sencillez. El lugar definitivamente era el informante más confiable de que era un soltero ocupado, pero cuidadoso. Y es que ser uno de los médicos más prestigiosos del país a una edad tan corta para su trayectoria, no era hazaña nada despreciable. Totalmente minimalista y neutral, solo blanco, negro o crema eran los colores que adornaban aquel espacio impecablemente ordenado, pero que de alguna manera lograba mantener un toque cálido y reconfortante. Tal vez era porque su madre no lo dejaba en paz con eso de mantener las plantas vivas y cuidadas para que aquello no pareciera el polo norte, como solía decir. O a lo mejor eran todos esos retratos familiares que adornaban desde las paredes haciendo juego con los cuadros de arte, hasta cuanta superficie plana se cruzaba por el camino. Ahí se contaba la historia de su vida; tantos recuerdos bonitos, tantas situaciones. Familia y amigos, plasmados en instantes detenidos en el tiempo. Cuando miraba todas esas fotografías evocaba todos y cada uno de esos recuerdos, y solía pensar más de la cuenta en ella. Muchas de esas fotos las había tomado justamente ella.
Cuando los recuerdos se convierten en una pena intensa y a la vez en el único aliciente, es difícil distinguir el mejor antídoto para evitar el dolor. ¿Qué hacer cuando los momentos pasados se han transformado en profundos intersticios en el corazón por donde se cuela la melancolía? ¿Cómo adivinar que hace más daño? ¿Será mejor dejarlo todo atrás o aferrarse al lazo agridulce de la memoria?
Se debatía entre las dos posibilidades todos los días y siempre ganaba la segunda. De quien más había fotografías, era de sus dos grandes amigos, quienes ocupaban hasta el privilegiado puesto de la mesa de noche el cual compartían con una foto de él, sus padres y su hermana. Terminó de ordenar la pizza y cuando se dirigía a la cocina para servirse algo de tomar, fue detenido por el timbre de la puerta. Se extrañó, porque no esperaba a nadie y la pizza no podía haber llegado tan rápido. Tenía que ser alguien familiar para el portero. De otra forma, nadie habría podido llegar hasta su puerta sin ser anunciado. Se encaminó hacia la entrada y allí encontró a la persona que menos esperada.
-¿Tú? –Dijo perplejo.
-Hola Darien. –contestó tímidamente. –Se que te debe parecer extraño que este aquí después de tanto tiempo, perdóname…
No pudo terminar la disculpa, porque el pelinegro ya la tenía aprisionada entre sus brazos; ese era su lugar.
-Serena, eres tú… en realidad eres tú. –Decía, mientras con los ojos cerrados recorría con sus manos la estrecha espalda femenina, como reconociéndola de nuevo luego de dos años de no verse. Concentró sus sentidos y enredó sus dedos en la sedosa cabellera rubia que ondeaba, desprendiendo nuevamente ese aroma dulce que cuando se concentraba lo suficiente recordándola, casi podía sentir en su nariz. –No puedo creer que estés aquí. –Susurró
-He sido una tonta, yo lo se. –Se recriminó.-Lo siento tanto.
-No digas eso. ¿Por qué no pasas? –La invitó cortésmente soltándola, no sin mucho esfuerzo.
-Veo que Dai aun te obliga a mantener bien cuidadas las plantitas ¿no? Haces bien en hacerle caso. –Dijo divertida al observar el lugar.
-Ya conoces a mamá. Ella no da su brazo a torcer y menos cuando se trata de meterse en mis cosas.
-Imagino que te preguntarás que hago aquí. –Comentó mientras entraba, descargaba sus cosas donde reposaba el portafolio de él y se sentaba en el sofá.
-¿Ha pasado algo?-Preguntó al percatarse del cambio de tono que había empleado la rubia.
Ella negó con la cabeza. –Es solo que no quiero ir a casa esta noche y el único lugar en el que pensé fue este.
-Que bueno que no olvidaste el camino. ¿De quien te estas escondiendo, cabeza de chorlito?
-(¬¬) Sabes que no me gusta que me llames así. ¿O a caso tengo que recordarte la lección?- A pesar de que le molestaba en sobre manera que le dijera ese odioso sobrenombre, sentía a la vez, un inmenso alivio y mucha alegría de tener la sensación de que a pesar de que habían pasado dos largos años, parecía que nunca se hubieran alejado, que todo permanecía tal y como ella lo dejó y que él la trataba como siempre.
-Jajajaja, no, no, no. Por favor, aun la tengo muy presente. –Rió al recordar las 'lecciones didácticas' de su amiga.-Pero no me has contestado lo que te pregunté.
-Me escondo de papá. –Él la miró con cara de no entender. –Diamante y yo hemos terminado y no quiero escuchar sus reproches. Por lo menos no hasta el lunes, cuando me sea imposible evitarlo.
-Lo siento mucho. –Dijo sin sentirlo en realidad.
-No lo hagas. Yo no lo siento. La verdad es que nunca debimos estar juntos tanto tiempo. Ahora miro atrás y no puedo creer lo mucho que dejé que controlara mi vida. ¡Dios! ¿En que estaba pensando? En realidad no se siquiera si lo amé. Esa relación fue un capricho de papá y yo quise complacerlo, pero ya fue suficiente.
Diamante había sido el responsable de que ellos ya no se vieran. Era tan celoso, que poco a poco le había prohibido frecuentar a sus amigos varones con el argumento de que no era bien visto que siendo ellos figuras de la vida pública y novios, ella fuera vista con hombres diferentes a él, y ella por evitar conflictos y reprimendas de su padre, había accedido, renunciando a sus amistades. Casi le parecía que era otra persona, cuando recordaba todo aquello. De pronto el timbre sonó nuevamente.
-¿Esperas a alguien?-Indagó algo inquieta.
-¡La pizza! –Contestó efusivo.
-Mmm- Se saboreó. -¿Queso extra?
-Es nuestra favorita ¿no? ¿Por qué no vas a la cocina y traes algo para tomar?
El pelinegro se dispuso a recibir el pedido, mientras Serena iba por las bebidas.
Una hora y media más tarde, se encontraban tirados en la alfombra de la sala recostados contra el sofá, rodeados de empaques vacíos de todo lo que se habían comido, entre lo que estaba la caja de la pizza, algunas cajas de comida china, ya que la pizza no había bastado, el envase de un litro de helado de chocolate que habían devorado hasta terminarlo completo, y ahora ponían a prueba sus hígados con una botella de vodka la cual ya casi terminaban. Riendo como locos, embargados de recuerdos, se ponían al día de sus vidas.
-Aquí nada ha cambiado. –Dijo ella poniéndose en pie, para acercarse a uno de los estantes repletos de fotos que se recostaba contra la pared frente al sofá, mientras tomaba un sorbo de su vaso casi vacío.
-¿Por qué lo dices?
-Es solo que siento como si aquí el tiempo no transcurriera. –La rubia tomó uno de los retratos del estante y lo observó largamente. –Recuerdo el día de esta foto. –En la imagen aparecían Darien y Seiya (el otro componente de los tres mosqueteros, como los habían bautizado sus allegados, a ella y al par de chicos), haciendo muecas el uno con la cara del otro.
-Fue la primera foto que tomaste con la cámara que Seiya y yo te regalamos de cumpleaños. La primera de muchas. Después de eso no hubo poder humano que te separara de esa cámara.
-¿Sabías que aun la conservo?
-¿En serio?
-Claro que sí. Es mi reliquia personal. De vez en cuando, cuando la nostalgia me gana, tomo alguna fotografía de algo que me conmueve.
-Bueno, creo que ese es tu mejor trabajo. El que haces por el placer de hacerlo. Son esas tus obras maestras. Ya sabes, soy tu fan número uno.
-Tú, Seiya y mamá, fueron los que siempre me impulsaron. Les debo todo lo que soy ahora, profesionalmente y como persona.
-No seas tonta. Lo que eres profesionalmente, lo debes a tu inmenso talento.
-Pero si ustedes no hubieran hecho todo lo que hicieron por mí, tal vez hoy en día no sería una fotógrafa, sino una aburrida ama de casa, como siempre ha querido papá.
Y es que estas tres personas eran el eje central de su vida. Luego de haber descubierto su pasión por la fotografía, los tres se habían propuesto no dejar que se desperdiciaran sus evidentes capacidades. Fue así, como en conjunto, tomaron 'prestado' un hermoso retrato de Michiru, la novia de su prima Haruka en donde brillaba en todo su esplendor, el toque especial de Serena y su gran don para capturar la esencia de la personas a través del lente de su cámara. La chica se había peleado con su novia y había recurrido a ella. Estaban en la terraza del cuarto de la rubia y en el cielo estrellado, una hermosa luna brindaba una tenue luz de plata. Allí se encontraba michiru, mirando al cielo como pidiendo consuelo al inmenso satélite y una lagrima de cristal bajaba por su mejilla. Ese fue el instante exacto que había escogido preservar para la eternidad, Serena. Era simplemente perfecto; la fragilidad del perfil de Michiru, el romanticismo lunar, la vulnerabilidad desplegada de la situación. Así que entre los tres, enviaron la foto en su nombre, al concurso que organizaba la escuela de fotografía de la universidad de Japón, una de las más prestigiosas del país. La imagen gustó enormemente, de tal suerte, que le valió una beca completa en la institución, de donde se graduó con honores. De ahí en adelante todo fue éxito profesional, pues su trabajo hablaba por ella y ahora era una de las fotógrafas más reconocidas de todo Japón.
-Ven aquí. –Le pidió, indicando con su mano, el lugar en la alfombra junto a él. Ella se trasladó hasta él, con el retrato aun en las manos. –Eso jamás lo habríamos permitido. No cuando tus sueños estaban de por medio. Tú sabes, que adoro a tu papá, pero en ese tema no comparto sus opiniones.
-Lo se. ¿Ves como si les debo mucho? –Contestó recostando su cabeza en el amplio pecho de él.
-Tal vez contribuimos un poquito, pero fueron tus habilidades y tus ganas, las que en últimas, te llevaron hasta donde has llegado. Tú has luchado muy duro por todo lo que tienes ahora y todo te lo mereces. Que de eso no te quede duda.
Le regaló una de esas sonrisas luminiscentes que lo sumergían todo en luz blanca. Muchos años habían pasado desde que se conocieron, pero todo se sentía tan bien como siempre. Ella todavía lo miraba con sus grandes ojos diáfanos y el candor, que nunca abandonaba su rostro. Fue su gran corazón lleno de compasión, espontaneidad e impulsividad, el que los hizo amigos.
FLASHBACK
Serena se había mudado hacía poco a la casa de al lado de los Chiba; en la residencia siguiente vivía Seiya. Darien le llevaba cuatro años al chico, pero eso no fue ningún impedimento para que se hicieran amigos. Un día, Seiya estaba jugando en la acera frente a la casa de los Chiba, esperando por él, que le había avisado que en unos minutos saldría, para que pudieran jugar fútbol. El pequeño de ocho años, esperaba paciente, cuando de pronto llegaron otros niños del vecindario. Comenzaron a agredirlo para quitarle la pelota. Darien se ponía sus zapatos deportivos, cuando escuchó el escándalo de los chicos afuera. Seiya batallaba por no dejarse quitar la pelota, pero lo superaban en número y eran más grandes que él. Trató de terminar lo más pronto posible para ayudar al chico, pero un pequeño tornado de cabellera de oro, díscola de pies a cabeza, se le adelantó.
-¡Oye! ¡¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?!-Le gritó la nena que compartía edad con Seiya, al abusón.
-Cállate niña, porque para ti también hay.
-¡Uy, que miedo!-Se mofó.
-Pobre de ti. –Dijo el mocoso, mientras se acercaba a la pequeña, con intensiones nada buenas.
Darien intentaba desesperadamente terminar con sus zapatos, pero los cordones no le ayudaban. Cuando vio que el niño iba en busca de su nueva vecina, sintió una angustia que jamás había experimentado. Corrió con los cordones a medio atar, pero para cuando llegó, el bravucón se retorcía del dolor producto de la patada que la rubia le atestó en sus partes vulnerables. Los demás niños se asustaron y corrieron dejándolo solo, mientras Seiya reía contento, al ver el resultado. A partir de ese instante fueron inseparables.
FIN DEL FLASHBACK
-¿Cómo está él?-Preguntó observando la imagen, refiriéndose a Seiya.
-Extrañándote como todos. Ya sabes que le va muy bien con el grupo a él a Yaten y a Taiki. Creo que las chicas te han de mantener informada al respecto.
-Pero no es lo mismo saberlo por otras voces. Tú lo sabes. Yo también los extrañé muchísimo.
-Bueno, él está muy concentrado en su trabajo y creo que anda involucrado con alguien, porque de vez en cuando se desaparece y no cuenta que hace, pero aun no le he podido sacar nada. Tal vez ahora que estás de vuelta, tú logres mejores resultados. Ya no te vas a alejar de nuevo ¿cierto?-Interrogó algo temeroso.
Ella negó con la cabeza, en un gesto pueril, que le enterneció al pelinegro hasta el último rincón del corazón. La recostó en su pecho nuevamente y le dijo con infinita dulzura,
-¿No me vas a contar que pasó con Diamante?- Casi le daba urticaria mencionar ese nombre.
-Desde hace mucho que no funcionaba. No se como le aguanté tanto. Estaba a punto de asfixiarme. Nunca pensé que las relaciones fueran así de agotantes.-Dijo unpoco evasiva.
-Es que no deberían serlo. –Respondió secamente. –No se porque siento que me estás ocultando algo. –Acusó suspicaz.
-¿Yo? ¿Ocultarte algo? No tengo idea de que estás hablando. –Se defendió de manera no muy convincente.
-No voy a insistir, pero espero que cuando estés lista, me cuentes la historia completa.
-Darien, me siento agobiada. Siento como si Diamante me hubiese absorbido todo y me hubiese dejado seca. Estoy tan cansada de todo esto; de estar haciendo malabares para tener contento a papá, de tener que estarlo convenciendo de que soy mucho más que una mujer destinada a atender un hombre.
La miraba ahí entre sus brazos, tan indefensa. Se le rompía el corazón de nada más observarla.
-Lo que necesitas es relajarte. Tienes que sacar toda esa tensión.
No pensar, cerrar los ojos y arrojarse al vacío. A veces eso es todo lo que se necesita para liberarse. Pero dejarse llevar por un pequeño impulso, puede traer grandes consecuencias.
En un arranque de valor o tal vez de estupidez, tomó su rostro para que lo mirara y la besó. Fue un beso profundo y arrebatado. Se había lanzado, arriesgando el todo por el todo.
-¿Qué fue eso? –Preguntó anonada.
-Yo… fue un impulso…
Ella solo miraba sus labios, como perdida en sí misma. No aguantó mucho, antes de lanzarse a ellos, ahora tomando la iniciativa. Comenzaron a levantarse del suelo, acelerados por las hormonas.
-Espera… -Dijo ella intentado reunir cordura. –No podemos hacer esto. –Y acto seguido, nuevamente devoró su boca, para separarse súbitamente otra vez.
-¿Por… por… qué… no? –Preguntó con la respiración agitada buscando la boca de la rubia. –Yo estoy solo, y tú estás sola. No le hacemos daño a nadie. Tú necesitas descargarte y yo estoy MÁS que dispuesto ayudarte. –Explicaba, acercándola más hacia él y hablándole tan cerca, que podía sentir su aliento incinerándole los labios.
-Yo… no sé… que… pensar. –Contestó con el poco aire que tenía.
-No pienses. –Fue lo último que agregó, antes de oprimir sus labios contra los propios con las ansias a flor de piel.
¿Qué hacer cuando se está frente a semejante encrucijada? ¿Seguir a la cabeza o escuchar al corazón?
El siempre perfecto Darien Chiba, el que siempre hacía lo correcto, siempre tan propio, le estaba aconsejando mandar de vacaciones a su razón. ¡Dios! esta noche llovería para arriba o se acabaría el mundo. Fuera lo que fuera, esta era una propuesta demasiado tentadora como para rechazarla. Empezó a desabrochar los botones de la camisa de él, al tiempo que daban tumbos por la sala y luego por el pasillo que llevaba a la habitación.
Las prendas caían sin control; su corbata, las camisas de ambos. La urgencia de estar juntos era insoportable. Abrió la puerta del cuarto y empujó a la rubia contra la pared junto a esta; inmovilizó sus brazos subiéndolos por encima de su cabeza y sosteniéndola por las muñecas, atacó su cuello, frenético por probarla. Mordió, lamió y se deleitó sin piedad de ella que gemía sin control, sintiendo el contacto de sus manos fuertes que la detenían y se apoderaban de su cuerpo que respondía a él como si finalmente hubiese encontrado a su dueño, completamente rendida ante sus encantos seductores. Le soltó las manos para pegarla más contra él y profundizar el apasionado beso que le daba, y ella aprovechó el segundo de libertad, para portarse muy mal y tantear como estaba el terreno. Suavemente posó su mano sobre su miembro acariciándolo lentamente, logrando ponerlo más rígido de lo que estaba. –Mmm… -Fue el ronco sonido que salió del pelinegro.
-Vaya, vaya, ¿Pero que tenemos aquí? Parece que el pequeño Darien también quiere participar en la fiesta. –Susurró en su oído divertida.
-¿Es que no está invitado? –Dijo siguiéndole el juego.
-Jajajaja. Claro que sí. Si es el invitado de honor. –Respondió, acariciándolo una vez más. –Aunque creo que es grosero de tu parte que lo tengas por allá, aislado. Pero no te preocupes por eso. Lo podemos remediar.
Desabrochó el pantalón y dejó que la gravedad hiciera lo suyo. Acto seguido, le quitó la última prenda y admiró con detalle sus dotes. Pasó su mano, ahora sobre la piel desnuda y él de manera automática, cerró los ojos despidiendo un gruñido colmado de placer. –Mmm… mucho mejor. –Concluyó la rubia. Con su mano libre, atrajo su rostro y buscó sus labios, explorando con su lengua su boca, sin dejar lo que hacía con la otra mano.
¿Quien diría que Serena se comportaría de esa manera? Él, que siempre la imaginó tímida y recatada, ahora confrontaba una realidad muy distinta. Definitivamente, sin importar hacía cuanto la conocía, ella siempre tenía alguna sorpresa guardada por ahí, y esa era una de las cosas que más le atraían de ella; poder redescubrirla de vez en cuando, encontrar algo desconocido en ella, era algo que disfrutaba en sobremanera.
Comenzó a quitarle el pantalón casi arrancándoselo y con destreza magistral se deshizo del sostén. Besó sus hombros encendiendo cada receptor sensible de la rubia. Descendió lentamente hasta sentarse en el borde de la cama King size y con suma delicadeza, deslizó la tanguita, mientras besaba sus senos, el contorno de su cintura y su vientre. Lo empujó, haciéndolo caer suavemente en la cama y se subió a horcajadas sobre él. Besó sus fuertes pectorales y sus apretados hombros; subió a su cuello, culminando en su boca. En un ágil movimiento, la giró quedando sobre ella sin romper el beso. Introdujo su lengua enérgico y ella gimió bajito. Lo rodeó con sus piernas y él supo que no podía esperar más. La embistió potente y por completo. Comenzó moviéndose despacio pero con vehemencia.
Al juzgar por su carácter, siempre imaginó a Darien como alguien gentil y cuidadoso en la cama, pero ahora encontraba con sorpresa que ni el mismísimo infierno encerraba tanto fuego adentro, y ella ardía más que gustosa en él. Alguna vez, alguien le había dicho que los más educados siempre eran los más atrevidos en el dormitorio, y cuan complacida estaba de comprobar la teoría y encontrarse con la fiera sexual que Darien había resultado. El ritmo y la intensidad de cada embate aumentaba llenándolos de exaltación y el éxtasis llegó, llegó arrasándolo todo.
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NOTAS
¡He vuelto! Bueno, he aquí, el primer capítulo. Como ya había anunciado, esta historia va estar un poco más atrevida que 'Miedos, Dudas, Deseos De Amor' y parafraseando a nuestra colega Duvelsa, o ForeverSerena, será repugnantemente sensual. Espero que les guste y muchas gracias a las que se han tomado el tiempo de leer. Por favor no se olviden de mi review, su opinión es muy importante,
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Darienlover.
