El Breve espacio en que no estás

Presente

Caía el ocaso en aquella colina, su mirada gris inexpresiva divagaba buscándole, y entonces la encontró, caminaba hacia Potter y se irguió a su lado, altanera, segura de sí misma…era una fiera, él lo sabía, él conocía muy bien su fiereza…su escrutadora mirada notó las heridas, rastros de la reciente lucha, que con maestría ella ocultaba de sus enemigos y de sus amigos, no podía saber la dimensión de su dolor porque ella parecía no sentirlo; buscó en sus ojos castaños, endurecidos por las largas batallas, tres años de guerra no era menor…las muertes, las pérdidas, la traición, la locura, habían ensombrecido su cándida mirada. Entonces, en esos ojos, encontró lo que buscaba, ella ya había tomado su decisión y supo cuál era… en ese momento, su glacial mirada se tornó sombría, el leve rictus en sus labios era lo único que denotaba que él también había decidido, la impavidez de su rostro sería su mejor arma.

Alejado de ellos se encontraba el cuerpo inerte de su padrino, la ira y la sed de venganza le inundaron, Severus había sido todo para él, sus ojos gélidos se detuvieron un minuto en el cuerpo de su mentor y comprendió que estaba vivo, el débil vaivén de su pecho así lo mostraba, inconsciente…estaba con vida, supo que eso se lo debía ella, a su compasión, su mayor defecto y su más grande virtud, la admiraba por eso y la amaba aun más, si Potter lo hubiese notado…Potter no hubiese dudado, no le hubiese temblado la varita para enviarlo al otro mundo, se parecía mucho a su señor, que en ese minuto estaba a unos pasos delante de él, Potter era la otra cara de la misma moneda, su odio y su rencor encausados hacia la justicia lo hacían tan temible como su señor, indomable, casi oscuro…

Hermione respiraba dificultosamente, pero no dejaría que Harry lo notara, podría debilitarlo y ese no era el momento, ese era el final, la batalla final. Se alzó al lado de Harry, y sus ojos divagaron viendo a Voldemort con su sonrisa desafiante y a su lado, con expresión insondable, y tan temible como su señor, a Draco… un temblor recorrió su espalda, sólo por un segundo quiso que mil aurores estuviesen tras de si dispuestos a dar batalla junto a ellos, no era la primera vez que se enfrentaba a Malfoy y sabía de lo que era capaz, lo había visto, lo había sentido…

La noche anterior

El crepitar de las llamas anunciaba su llegada, él la esperaba como siempre…la deseaba cerca cada noche, pero las circunstancias se lo impedían, él sabía que sólo podía esperarla y que ella llegaría, alguna vez, ocasionalmente, cuando el tiempo y la vida lo permitían. Ella era la única que podía encontrarle cuando quisiera, burlaba impunemente todos los sortilegios que le protegían en su hogar…y la verdad, es que él se dejaba encontrar…

Su rubio pelo caía en mechones húmedos sobre su rostro, solía sentarse junto a la chimenea, mientras leía y esperaba…esperaba por ella, por su aroma, su sonrisa, su entrega…llegase o no llegase, la sola ensoñación de su presencia le calmaba y le ofrecía un pequeño paliativo al desbordante amor que sentía por ella.

Hermione limpió sus ropas mientras salía de la chimenea y le sonrió juguetonamente mientras él se enderezaba y le devolvía una cálida mirada, se acercó a ella y la besó, la besó profundamente, entregándole su vida en ese beso; sabía que sería la última vez que la vería y sin preguntar y sin decirse nada, él supo que ella también lo sabía…

Se sonrieron, cual si fueran niños; cada uno en diferentes bandos, jugaban su vida por sus ideales, ideales que no compartían y que no transarían ni por el amor que los unía. Nunca hablaban de su lucha, jamás se confidenciaban los secretos de sus aliados, los ataques, los desarmes ni se culpaban por las muertes, era la guerra, así era la guerra…un acuerdo tácito entre dos enemigos que llevaban más de dos años unidos por un amor que los consumía.

Mientras reían de pequeñas anécdotas, y volcaban en el otro todo el tiempo de ausencia, actualizando conocimientos del mundo del otro, (nunca se cansaban de conocerse, eran tan diferentes)

-Draco, hay algo que debo decirte hoy-

La solemnidad de sus palabras se contraponía a la pequeña lágrima q surcaba su rostro de tanto reírse, de tanta alegría.

Draco la calló, por un momento, recordó el episodio anterior en el que ella comenzó una confesión dolorosa de esa manera, que arrancó de si, parte de su alma; no quería volver a sentirse así, desvalido, frustrado, golpeado ante una realidad imposible de contrarrestar, sostuvo su índice sobre sus pequeños labios y le susurró:

-Te amo¿lo sabías?- quería cambiar el cause de esa confesión.

Ella volvió a sonreír y en un pequeño aliento, sentada en su falda, acercó su rostro imperceptiblemente a su oído y murmuró:

-lo sé y por eso te amo aún más-

Ya no pudo contenerse, se había quebrado el momento de confidencias, ya lo retomarían, por ahora él sólo quería fundirse en ella, que fuesen sólo uno y ella no lo hizo esperar, sus ansías se translucían en los pequeños temblores que la embargaban, mientras sus delgadas manos recorrían el torso casi descubierto de su amado y él con furia letal arrancaba a jirones su ropa, se amaban, eso era seguro y se calcinaban en ese amor. No importaba nada más, al otro día despertaría solo, su aroma estaría en su almohada y su espacio vacío, pero él había aprendido a aceptarla así, la idolatraba de cualquier forma, no sabía como había llegado a eso….

Todavía quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no está...