Disclaimer: Hetalia no es mío, es de Hidekaz Himaruya.

Advertencia: Posible OoC, UA, uso de nombres humanos. Título horrible. Continuación para "Until the end", pero no creo que haya necesidad de leerlo para entender.


Promesa

Cada noche lo sostenía entre sus brazos y le llenaba el rostro de besos, cariñosos y dulces. Limpiando todo rastro de lágrimas, haciendo brotar una sonrisa de aquellos labios que tanto adoraba.

Los ojos violáceos se abrían desenfocados y cansados, buscándole.

— Shh, shh. Duerme, mi bebé—. Susurraba regalando algunos besos más por su rostro.

El pequeño sonreía, y algunas lágrimas más se deslizaban por su rostro, mientras era atraído hacia aquel cuerpo.

Los brazos cálidos lo rodeaban y el retumbar de aquel pecho llenaba sus oídos, pero era imposible escuchar su corazón. Matthew lloraba a penas un poco más, hasta que los besos conseguían convencerlo de que era real.

Estaba ahí, tal como lo había prometido.

El mañana los hubo alcanzado, sin importar cuanto soñaron con que no lo haría, sin importar cuanto desearon que jamás llegara.

Sólo su promesa se había mantenido.

—Gil-

—Shh. ¿Soñarás conmigo? —Casi podía ver aquella sonrisa autosuficiente, casi podía percibir aquel brillo en sus ojos. Aquel tono juguetón le traía miles de recuerdos y tantas ganas de llorar. Ese casi dolía tanto. Y hubiera dado todo con tal de quitarlo del camino.

El tenerlo ahí, el tenerlo así. Se sentía tan irreal y a la vez tan correcto. Como si no hubiese vivido más que una pesadilla, pero no era así.

Aquella canción lo inundaba todo, buscando dormirle.

—No quiero—se quejaba, como si se tratase de un niño pequeño, mientras ocultaba el rostro en aquel pecho que si bien no veía podía sentir claramente.

—Todo estará bien—. La voz se volvía suave acariciándole el rostro y atrayéndolo más hacía sí. Aquellos labios se posaban en su frente y comenzaban a tararear contra su piel.

Y sus ojos se cerraban agotados. Incapaces de resistir más tiempo.

—No quiero—repetía. Pero esta vez la nana no se detenía—. Te irás cuando me quede dormido.

Las lágrimas corrían por sus mejillas, mientras la conciencia lo abandonaba.

Y el arrullo seguía hasta que la respiración del canadiense se volvía acompasada y sus sollozos se apagaban. Y sólo entonces Gilbert sonreía, de una manera tan inusual que resultaba incomoda, triste y cansado.

—Yo nunca te dejaría, yo nunca te dejaré.

Era difícil, pero de algún modo estaba ahí. De algún modo estaría ahí, siempre. Por eso…

—No tengas miedo.


N/A: Creo que tengo un problema, extrañamente torcí las cosas y después de escuchar una canción dulce y perfecta para escribir fluff, terminé escribiendo algo extrañamente triste. De todos modos estoy feliz con el resultado, exceptuando el título.

¡Ya saben comentarios, sugerencias, correcciones, etc. dejen reviews!

¡Gracias por leer~!