Cap 1

¿Qué estarías dispuesto a pagar?

Vivo cerca de un picadero. Es curioso: al oír el nombre mucha gente se piensa que es una especie de matadero. Allí se cuidan caballos y se dan clases de hípica. Me siento afortunada de tener uno tan cerca, pero las clases son caras y están mal organizadas. Además, los profesores nos caen mal.

Os cuento esto porque creo que es allí donde empezó todo:

Siempre me han gustado los animales. Mis padres, de pequeñas nos pagaban clases para ir a montar, pero no muy de seguido: teníamos que atender a los estudios, y hacer otras cosas. A la edad de 17 años acabo de aprender a trotar; y todavía no muy bien…

Con todo, cada vez que paso cerca (siempre voy en bici) freno un poco para verlos auque sea de lejos. El verano pasado tenía cursos en el instituto de al lado. Los compañeros eran unos engreídos y los profesores no eran de gran ayuda. Suspendí, pero entre clase y clase podía visitar a los caballos.

Los conozco por su nombre, y se donde se guarda el pan con el que ganarme su cariño. Tengo mas de una anécdota con ellos y…

Creo que la gente que trabaja por allí me empezaba a conocer.

Mas que nada por lo que pasó luego.

Un tipejo vestido de negro apareció en el metro cuando volvía de comprar en Madrid unos bollos de carne chinos que no se venden en cualquier parte. Se que parece una tontería, pero voy a menudo de compras por allí.

Aquel tipo se me acercó por la espalda, se agarró a la misma barra del metro, y me habló como si fuera a venderme droga.

-Niña. ¿te gustan los animales?

-No suelo hablar con desconocidos- respondí. Me daba muy mala espina: tenía voz ronca…

-¿Qué darías por un animal especial? ¿Cómo los de la tele? ¿los de los dibujos…?

¿a que animales se refería?

-No pienso comprarle nada. En un segundo saldré corriendo y gritando y ni se le ocurra seguirme

Entonces aquel tipo hizo algo que cambiaría mi vida por siempre:

Levantó el brazo a una altura de forma que quedase a mi vista, pero lejos de la del resto del tren. De debajo de la manga de su chaqueta apareció una criaturita pequeña y peluda, como del tamaño de una coballa. Tenía unas orejas enormes, una colita pequeña como la de los linces, y su cuerpo y cabeza estaban en la misma proporción que un jerbo. El animalillo, todo él amarillo con pintas negras en las puntas de las orejas, cola y el cuello se puso sobre sus dos patitas traseras y olfateó el aire con curiosidad.

Tenía dos manchas redondas rosas en los carrillos, casi como las ninfas. Yo no podía creérmelo. A una señal de su amo, saltó sobre mi pecho.

En un acto casi reflejo lo tomé en brazos.

-Comprueba que es real. Haz todo lo que sea necesario.

Lo acaricié una y otra vez, comprobé su sexo (sospecho que era hembra) busqué el ritmo acelerado de sus pulsaciones, y le hice abrir la boca. Aquello fue curioso: parecía en todos sus aspectos un roedor, pero, a parte de unos incisivos bien desarrollados, tenía colmillos. Debía ser omnívoro.

-¿Sabes lo que es, niña?

Me sentí estúpida mientras formulaba la respuesta, pero no pensaba en ello:

-…es un pichu.

-¿Y sabes lo que es un pichu?

Miré a aquel tipo como si viniera de Narnia

-…la evolución anterior a pikachu.

-veo que lo has entendido- dijo él, y a una nueva señal el animalito saltó de vuelta a su mano y desapareció bajo su abrigo.

-Supongo que te gustan los pokemon. Dime: ¿te gustaría tener una mascota especial? una que entienda tus palabras, te obedezca y te proteja…

Dudé. Le miraba con la boca abierta como si estuviera en el cine

-…no solo eso: tendrías un localizador: eso te permitiría encontrar a otros pokemon…y convertirte en una auténtica entrenadora.

Por un segundo me lo imaginé: ¿Qué aspecto tendrían los pokemon en la vida real? ya no tendría que temer que me asaltasen por la calle: ¿Qué cara pondría un violador si le atacase un pikachu? ¿Y si fuera un charizard? …incluso podría ganar dinero con ellos…podría independizarme pronto y…

-¿niña que pasa?

Ni me di cuenta de que se pasaba la estación

-ah, es que…¿sabe? Nunca me imaginé que escogería a pikachu como primer pokemon, de hecho prefería los digimon, pero a la hora de la verdad aceptaría cualquier pokemon que me ofreciese.

Supongo que me entusiasmé y hablé demasiado, pero cuando quise darme cuenta, aquel tipo buscaba algo en su bolsillo.

-Con que un digimon…hum…claro, son mas dependientes y hablan…

Yo me estaba quedando aún mas de piedra, si cabe.

-…¿no tendrás por casualidad algún cacharro electrónico, no? Un teléfono…un tamagochi…

Pensé en mi móvil, pero el bolso que suelo llevar es enorme, y le gusta jugar al escondite. Lo primero que encontré fue a Cheza.

Cheza es mi DS. Una DS modelo Little, la segunda que sacaron. Es blanca y le puse una pegatina pequeña que imitaba una señal de tráfico de advertencia.

(si, coño. El triangulito amarillo con una exclamación)

Cada dos por tres tengo que llevarla a arreglar porque se le estropea la pantalla de arriba, y me voy a comprar una 3DS del zelda…pensaba conserbarla para conectarlas de vez en cuando…

Yo y mi manía por ponerle nombre a todo. ¡es que me la regalaron y me hizo mucha ilusión!

Aquel tipo sacó un portátil toshiba enano, realmente enano, y un manojo de cables. Escogió uno que encajaba en la clavija de Cheza, y me lo ofreció.

-¿Qué estarías dispuesta a pagar…por un digimón?

Yo no respondí. ¿Qué sería capaz de dar cualquier niño por una aventura como las de la tele? ¡fuera cual fuese! Hasta estaba dispuesta a aceptar al pichu…

Agarré el extremo del cable y lo conecté a la batería de Cheza. Se me hizo extraño que pudiera acceder a la base de datos o lo que fuera necesario desde la batería, pero estas cosas escapan a mi comprensión:

Cheza, que estaba apagada, dio un pantallazo, y en la pantalla superior apareció un signo de exclamación amarillo. De repente toda ella empezó a brillar, al principio por las pantallas y por las lucecitas de carga, después por cada agujero en la carátula…luego vibró como el mando de la Play 2 y de repente…empezó a cambiar.

Se estrechó, se retorció y se volvió redonda y un poco ovalada. Cuando el cable se soltó en mis manos quedaba un aparato muy distinto que yo no había visto nunca:

Imitaba un poco la forma de un huevo; la parte puntiaguda hacia abajo. Tenía dos pantallas, una rectangular y estrecha, y una redonda mas grande, abajo. Era aplanado y se podía colgar de un cinturón o un enganche. Por uno de los laterales tenía una conexión y por el otro una ranura para tarjetas.

La carátula era blanca con motivos amarillos, y un punto negro arriba y otro debajo de las pantallas.

Me quedé de piedra y temblando. No sabía que hacer, hasta que un letrero empezó a parpadear en la pantalla superior, con letras grandes y pixeladas, como las de un tamagochi:

LOADING…

El tipo puso una sonrisa de triunfador y le dio la vuelta al portátil para que pudiera ver lo que estaba ocurriendo en la pantalla: la imagen pixelada de un enorme huevo palpitante se volvía mas y mas clara, alcanzando el 3-d…y saliendo de la pantalla. Literalmente.

Rodó sobre el teclado y calló en mis brazos. Me pareció sentir que una fuerza lo aprisionaba contra mi pecho, como si quisiera rodar hacia mi, y me dio la sensación de que me acababa de encontrar con un amigo muy especial al que no veía desde hace años. Fue tal la emoción que se me hizo un nudo en el pecho y casi me hecho a llorar.

-esta es mi parada- dijo el misterioso hombre de negro, y caminó hacia la puerta que se acababa de abrir.

-¡espere! ¿cómo le doy las gracias?

Aunque el huevo no llegase a abrirse, y todo hubiera sido un fraude, había sido muy emocionante.

-No me las des…¿Qué estarías dispuesta a pagar?

Me quedé medio traspuesta. Tenía que haberme bajado en la parada anterior, pero en aquel momento no me dio tiempo a reaccionar, y no me di cuenta: las puertas del metro se cerraron delante de mi, y tuve que bajarme en la siguiente parada, montar en el otro metro, esperar dos paradas mas, y volver a casa…cargando mi huevo.

-¿quieres saber qué digimon romperá el cascarón? ¿o prefieres saber que digimon rompería el cascarón que TÚ te hubieras llevado a casa? ¿tal vez habrías escogido tú al pokemon?

si te gustan los animales, ¿Qué fue lo último interesante que te pasó con ellos? Piensa en cualquier cosa, aunque sea pura rutina: te paraste a acariciar a un perro, entraste en una tienda de animales…

¿Qué compañero pokemon o digimon tendrías? Y si no te decides, ¿de qué tipo sería?

Un desconocido te ofrece un pokemon. Al principio no te lo crees, hasta que saca un pichu de la manga ¿Qué pasa?

¿Le pones nombre a tu pokemon? ¿es macho o hembra? ¿Se lo cuentas a alguien?

¿Qué estarías dispuesto a pagar por ser entrenador de pokemon o niño elegido?

En caso de un digimon, ¿Qué aparato electrónico llevabas encima? (móvil, reloj digital…) ¿qué digimon quieres? Si quieres uno original, ¿de que tipo sería?

Déjame un comentario con las respuestas y entrarás en la historia.

¡bienvenido al mundo digital…o al pokemon!