DISCLAIMER: Solo la trama me pertenece, lamentablemente Killian no.
Me limpie las lagrimas nuevamente.
¿Como había ocurrido eso? No podía creerlo, sin embargo allí estaba, en el pasillo del hospital.
En cuanto vi a Killian se levanto, sus ojos estaban rojos y demostraban la misma desesperación que los que probablemente los míos tenia, sin embargo ninguno dijo nada.
El se limito a estrecharme entre sus brazos y acariciarme el cabello, intentando consolarme. Pero ambos sabíamos que un abrazo no repararían la perdida de Mary Margaret y David.
Y luego estaba Leo. El pequeño niño que ahora ya no tenia padres, al que ahora deberían buscarle un nuevo hogar.
Una presencia nos hizo separarnos, una delgada mujer de cabellos castaño rojizos y ojos azules.
—Hola, soy Aurora. Soy la asistente social de Mary Margaret y David, lamento mucho su perdida.
—¿Como esta Leo?
—Bien, podrán verlo dentro de un rato. He venido para avisarles que debemos hablar sobre la tenencia del pequeño—¿Habrían alguna vez hecho un testamento? ¿De verdad ellos si habían pensado en su muerte?
—¿A quien han dejado la tenencia?
Me pareció bien que Killian hablara, aun me sentía demasiado abrumada como para hablar.
—A ustedes.
De pronto sentí que me quedaba sin respiración. ¡¿A nosotros?! ¡¿A Emma Swan y Killian Jones?! No, no puede ser…
Nunca había pensado en la muerte de ellos, así que mucho menos hubiera pensado en tener la tenencia de Leo.
¿Como lo cuidaríamos?
Killian tenia sido el hermano menor así que no sabia demasiado de cuidado de niños y solo tenia una sobrina de cinco años, aunque había gran diferencia entre un bebe de un año y una niña de cinco.
Y yo, había sido una niña de acogida y en realidad no tuvo buenas experiencias con familias adoptivas. Mi vida amorosa tampoco era buena, así que nunca había considerado tener un hijo.
¿Se suponía que Killian y yo debíamos vivir en la misma casa? Nosotros eramos buenos amigos y el solía coquetearme (aunque lo hace con casi cualquier chica que conozca), la mayoría de veces yo no le hacia caso.
Antes de que me diera cuenta, Aurora ya se había ido y Killian y yo estábamos solos de nuevo.
—¿Que piensas?—Dijo el, luego de un rato. Sacudí la cabeza.
—Que estaban locos…—Susurre.
¡Apenas sabia cargar a un bebe!
—Deberían habérnoslo dicho—Concordó.
Me había quedado a dormir en la casa de Killian. El no tenia ropa de mujer, pero me presto una remera suya y un pantalón algo grande. No me importo, de todos modos yo no había podido pegar ojo en toda la noche.
Cada vez que cerraba los ojos veía a Mary Margaret y a David, cada momento compartido con ellos llegaba a mi mente. Era tan doloroso saber que nunca volvería a verlos, nunca mas nos reiríamos juntos, nunca mas volvería a ver sus rostros.
Había perdido a muchas personas en mi vida, ellos se sumaban a la lista y ahora, nuevamente había quedado huérfana, porque ellos eran como mi familia, los tres eramos como hermanos.
Por la noche había dado mil vueltas en mi cama y llorado como nunca en mucho tiempo, posiblemente solo había dormido dos o tres horas.
Rato después de levantarme había recibido llamadas y montones de mensajes de Ruby, Regina y Robin, diciendo que mas tarde irían a la casa de Mary Margaret y David.
Killian y yo desayunamos en silencio (si por desayuno se toma en cuenta dos tazas de café, ya que yo no podía tragar nada y suponía que Killian también) y nos fuimos rápidamente a la reunión con el abogado de Mary Margaret y David.
—Buenas tardes, lamento mucho su perdida.
Lamento mucho su perdida.
Odio esas palabras, me recuerdan que ya no están conmigo. Ya me la han dicho al menos unas cuatro personas en las ultimas veinticuatro horas, se que no parece demasiado pero en realidad duele que lo digan. Demasiado.
—Gracias—Digo secamente y aunque el abogado lo nota no dice nada. Killian me da una mirada de advertencia, aunque no es dura, sino suave. Supongo que no quiere que me explote con alguien que no tiene la culpa de nada.
—David y Mary han escrito en el testamento que quisieran que ustedes fueran los tutelares de Leopold. ¿Han pensado en ello? Han dicho que no tenían familiares y dejaron como posibles opciones a una tal Ruby Lucas y Regina Mills.
Ruby. No creo que ella tampoco este lista para cuidar a un bebe, ademas también estaba Victor, su novio.
No seria tampoco para nada justo que yo me negara a cuidar de Leo y le dejara a Ruby al pequeño, no creo que ni Ruby o Victor hayan pensado en un bebe, estan avanzando aun en su relación (están saliendo hace tan solo tres meses).
Regina. Ella tenia un niño adoptado, Henry. Aunque también tenia un novio (Robin) y su hijo, aunque ambos eran excelentes padres no se si quisieran agregar un bebe a su familia.
—¿Podría darnos un poco mas de tiempo?—Pregunte.
—Por supuesto, pueden pensarlo. Un niño es una gran responsabilidad.
—Por cierto, me han dicho que en caso de que algo les sucediera, les diera esto—Nos extendió dos sobres.
En uno de ellos decía "Emma y Killian" y en el segundo escribieron "Emma, Killian, Regina, Robin y Ruby".
El abogado nos dejo solos unos minutos para leerlas. La abrí, temerosa de lo que me encontraría en la carta.
Queridos Emma y Killian:
Si están leyendo esta carta, entonces significa que algo nos ha sucedido. Teníamos la esperanza de que en realidad nunca la leyeran, pero aquí están.
Sentimos mucho no decirles que os dejábamos a Leo, pero temíamos que no aceptaran o se enfadaran. No tienen que aceptar, comprendemos si no quieren, un niño es una gran responsabilidad y mucho mas si no es tuyo.
Esta carta sera corta, solo porque queríamos decirles que sea lo que sea que paso, lamentamos que sucediera. Que los extrañaremos mucho y: Adiós.
Estamos en la casa de Mary Margaret y David. Su casa era espaciosa, acogedora y bonita, un lugar perfecto para cuidar de un bebe.
Habíamos venido para recoger sus cosas y guardarlas.
¿Que iba a hacer? ¿Y si Killian no aceptaba? ¿Y si aceptaba?
Fui paseando por la casa, perdida en mis recuerdos. Aquí había vivido tantos momentos felices con ellos, tantos momentos que ahora quedarían como eso, melancólicos recuerdos de la felicidad que tuve.
La casa gritaba prácticamente su nombre, con las paredes llenas de fotos de Leo, Mary Margaret, David, y algunas en donde aparecíamos Killian y yo. Era un collage, por lo que había varias fotos de esa ocasión.
Killian llego a mi lado justo cuando contemplaba una foto donde estábamos en un restaurante de comida rápida, festejando el embarazo de Mary Margaret y David. Ese día también habían ido Regina y Robin.
Aquel, había sido uno de los días mas felices de mi vida. Los ojos se me llenaron de lagrimas de solo pensarlo.
—¿Crees que deberíamos dejarlas?
—Si—Respondió Killian—Así, sabremos que siempre, sea donde sea que están, estarán también a nuestro lado.
Adoraba a Killian, aunque nunca me atrevería a decirlo en voz alta. Aunque su personalidad descarada me pusiera un tanto nerviosa a veces, el era una buena persona y podía ser serio cuando quería.
Asentí con la cabeza.
—¿De acuerdo?—Inquirió. Asentí nuevamente.
—De acuerdo.
Mas tarde, cuando llegue a su habitación, no sabia si entrar. Puse mi mano en la manija pero luego me decidí si entrar y mirar todo. Las fotos que Mary Margaret tenia (algunas sobre mi), me hicieron pensar muchísimo en tener la tutela de Leo.
El era no tenia padres, ellos querían que yo lo cuidara.
Yo solía ser una solitaria niña (y aun luego de crecer seguía siéndolo) pensando en porque mis padres me habían abandonado en un hospital, pensando que quizás yo no era suficiente.
Un día me llego una carta, de una tal Ingrid, que había encontrado algo acerca de mis padres.
Mis padres tenían solo dieciocho años cuando mi madre me dio a luz, se llamaban James y Blanca, desaparecieron misteriosamente poco después de darme en adopción. En ese momento entendí que en realidad, quizás ellos quisieron lo mejor para mi.
No podían cuidarme, solo tenían dieciocho años.
¿Como pude pensar en no aceptar?
El era como yo ahora, el era huérfano, aunque odiara esa palabra. No, no lo abandonaría. El seria mi responsabilidad ahora. Se lo debía a Mary Margaret y David, después de todo, ellos habían sido mi primera familia.
