DISCLAIMER: Los personajes no son míos, ya lo saben ^^U son de Rumiko Takahashi. La siguiente narración es creación propia y está hecha sin fines de lucro, con el propósito de entretener a los lectores.

SUMMARY: [Serie de drabbles] Algunas estaciones son culpables no sólo del clima, sino que pueden tener efectos que van más allá del cambio de temperatura.

Fic participante en la actividad "RONDA DE RETOS: Mini-reto estacional del foro "¡Siéntate!".

Variables: Verano y placer.

Season's Fault

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I

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El sol regaba bondadoso sus cálidos rayos sobre la ladera, mientras el sudor le corría por la frente, pero eso no le importaba mucho. Años soportando el abrasante calor en ese traje, ya se había acostumbrado. Además, por nada del mundo cambiaría esa vista, ni aunque el calor fuese el del mismo infierno.

Y claro, tenía el horizonte al frente, con una hermosa perspectiva de las montañas, un estrecho río a sus pies y a sus amigas y al pequeño Shippō jugando en el agua. Quizá si ellas mostraran sus piernas y saltaran así de despreocupadas más seguido, él no tendría que aguantar todo ese calor sólo por disfrutar de esa imagen. Sus labios dibujaron una sonrisa un tanto boba cuando las dos chicas le hicieron el quite a los chorros de agua que había comenzado a lanzarles el pequeño zorro, dejando más a la vista sus muslos.

Joder, estaba en el Cielo y sus compañeras eran ángeles, hermosos ángeles…

— ¿Miroku, te ocurre algo?

Su platinado amigo llegó a su lado un poco desorientado, luego siguió la mirada de él hacia las chicas, que seguían refrescándose sin preocupaciones y se sonrojó al comprender porqué el bonzo tenía esa expresión enfermiza. Lo golpeó en la cabeza, molesto y avergonzado.

— ¡Eres un pervertido!

— ¡Hey! No me maltrates, sólo… disfruta.

Volvió a dirigir la mirada hacia las féminas, al igual que el hanyō. Lamentablemente para ellos, su corta charla había llamado la atención de ellas, quienes los descubrieron mirando más de la cuenta. Los castigos no se hicieron esperar, azotando al pobre oji dorado en el suelo y dejando una hermosa marca roja en el rostro del oji azul, finalizando así el juego en el río.

— Todo esto es tu culpa, monje libidinoso…

— No me arrepiento de nada, esa imagen jamás se borrará de mis recuerdos…

Claro que no, porque a pesar de los castigos que recibía, el placer que sentía al ver – o tocar – más de la cuenta, valía la pena. Debía admitirlo, sí era un pervertido, pero no era su culpa que el calor del verano se confabulara con el refrescante río para que sus amigas lo tentaran de esa forma.


No sé cuántos serán, ni de que personajes, ni mucho menos qué me tocará después, pero espero que les guste. Estaré al tanto de sus comentarios, y pasen al foro para que lean las otras historias :)

¡Saluditos!