Traducción de la maravillosa historia de RebeccaRoy.

Gracias a LatexoHPo por betear esta historia

Adoptando a Harry: Ojo Loco y el Hombre Lobo

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Después del ataque en Godric Hollow y la muerte de James y Lily Potter, el Mundo Mágico celebra la "muerte" de Voldemort. Mientras, Harry Potter es atendido en San Mungo. Testigos ven a Sirius Black confrontar a Peter Pettigrew; cuando el polvo se aclara, Peter y Sirius son declarados presumiblemente muertos. ¿Entonces dónde entra en todo esto un viejo y malhumorado Auror con sólo una pierna? Lee para enterarte…

Capítulo Uno. Un Huérfano y una Adopción.

Remus Lupin entró en San Mungo y se dirigió al área dónde el pequeño era atendido. No podía permitir que el niño fuera donde los muggles, sabía que Dumbledore pretendía aquello, pero no lo permitiría. Él era todo lo que el niño tenía y, aunque fuera un licántropo, amaba al niño como si fuera suyo y no lo dejaría ir. Sirius los había traicionado a todos. James y Lily estaban muertos por su culpa, y Peter, el pobre y valiente Peter también, pero al menos había destruido a Sirius antes de morir. Harry no perdería a nadie más, no cuando Remus Lupin estaba aquí. Harry se iría con él y esa era la decisión final.

Entró a la guardería y encontró al pequeño dormido en una cuna. Se acercó, envolvió al niño y lo tomó en brazos. Se giró y se encontró de frente con una enojada sanadora.

— ¿Qué cree que está haciendo?— preguntó ella.

—Él se va conmigo. Como último guardián del niño, ahora es mi responsabilidad— contestó Remus sacando su varita—. Me iré ahora, con Harry.

—Señor, espere, el director…

—Oh. Dígale al director que se vaya a la mierda, el niño se va conmigo— dijo Remus con firmeza.

Envolvió a Harry de forma segura y salió del hospital. Nadie lo detuvo al salir a las calles de Londres. No tenía idea de a dónde ir con el bebé, pero de una cosa estaba seguro: el niño no iría con esos muggles. No es que a él no le gustaran los muggles, le gustaban, pero no los tíos de Harry. Eran personas egoístas y horribles y su Harry no iría con ellos.

Se sentó en la banca de un parque y afirmó al bebé con fuerza entre sus brazos mientras lloraba silenciosamente al darse cuenta que todo lo que le quedaba en el mundo era Harry, y en realidad no tenía forma de mantenerlo. Sin embargo, trabajaría duro para proveer a su Harry, su bebé, todo lo que le quedaba de sus mejores amigos.

— ¿Te quedarás ahí llorando o vas a hacerte cargo del chico?— dijo la voz ronca de Alastor Moody. Su horrible rostro cubierto de cicatrices, que era tapada por una larga capa.

—No lo perderé, jamás lo entregaré— respondió Remus sin dejar de llorar—. ¡Él es todo lo que tengo!

—Ven conmigo, chico. Tengo una casa, no es mucho, pero puedes quedarte allí con Harry.

— ¿Y qué sucederá con Du-Dumbledore?

— ¿Qué importa? Si quieres hacerte cargo del niño me aseguraré de que puedas— dijo Moody, su normalmente duro corazón se había ablandado con el llanto del hombre lobo, y ahora los chillidos del hambriento bebé—. Vamos, chico, no queremos que el pequeñín se resfríe.

Remus se puso de pie y acercó a Harry a su cuerpo, luego dejó que Moody lo tomara de un brazo para Aparecerse en su casa.

Remus vio una casa de piedra de dos pisos con un garaje en la puerta trasera de la propiedad. Una cerca de madera rodeaba el patio trasero, el jardín de al lado corría a lo largo de la calzada, terminando en una gran puerta. Había una cerca blanca en el patio delantero, y no era lo que Remus esperaba de la casa en la que Alastor "Ojo Loco" Moody vivía. Aunque en realidad él no conocía mucho a Moody, lo había visto unas cuantas veces en las reuniones, pero jamás había pensado que era tan preocupado, como se veía ahora.

—Vamos, hablaremos adentro— dijo Moody.

— ¿Usted vive aquí?— preguntó Remus asombrado.

—Si, entra chico— contestó el otro moviendo su varita para que Remus pudiera entrar.

Remus se percató enseguida de que la casa estaba bien protegida, no podría aparecerse en la casa o en el jardín, y más aún, a menos que Moody anunciara que vivía ahí (como a él), cualquier persona con magia pensaría que era una casa muggle. Estaba protegida contra hechizos, encantamientos y maldiciones. Y si alguien que tuviera magia llegaba a poner los pies en la acera de entrada, no podría llegar más lejos. Sólo aquellos con magia, invitados por Moody, podrían entrar. Era casi tan segura como Hogwarts.

—La casa tiene cuatro dormitorios, dos baños (uno arriba y otro abajo). Cocina, sala de estar, un comedor y una sala familiar; también tengo un sótano y puedo conseguir cadenas para cuando te transformes— le dijo Moody—. Sé que eres un licántropo, y no me molesta. No es tu culpa.

—Es muy amable, señor— respondió Remus. Entonces se dio cuenta—. Espere, usted dijo que conseguiría cadenas para cuando me transforme… ¿Quiere que me quede aquí con Harry?

—Si. El chico necesita un lugar seguro. Y te necesita a ti.

—Dumbledore dirá que necesita estar con sus parientes— dijo Remus y sucumbió de nuevo a las lágrimas—. Se lo llevará.

—Eso no será necesario. El niño estará seguro aquí, no permitiré que se lo lleven— habló Moody con firmeza—. Y lo que es más importante: le enseñaré cómo defenderse. Voldemort volverá, no está muerto.

—Lo sé. Gracias, señor— dijo Remus secándose los ojos—. Es usted un buen hombre.

Siguió a Moody a través de su impecable casa hasta el lugar dónde dormiría. Estaría en la habitación al lado de Harry, y antes de entrar a esa habitación transformó la cama en una cuna y acostó al niño. Lanzó un hechizo que advertiría si Harry tenía pesadillas, luego colapsó en su cama y se durmió de inmediato.

Durmió bien pese a todo lo sucedido y despertó temprano. Fue directo a la habitación de Harry, que ya estaba despierto y de pie en la cuna. El pequeño levantó sus pequeñas manos hacía Remus, y éste lo tomó en brazos. Le dio un baño, lo cambió y vistió con la única prenda que tenía para el niño. Luego bajó con él a desayunar.

—Buenos días, señor— saludó Remus mientras transfiguraba una silla para sentar a Harry en ella.

—Buenos días, Remus— devolvió el Auror el saludo—. ¿Harry durmió bien?

—Si. No tuvo pesadillas, el hechizo no me indicó nada.

—Iremos a comprar cosas para él hoy— indicó Moody—. Necesita varias cosas.

—Si, señor…

Remus dejó de hablar cuando una pequeña elfina doméstica entró a la habitación, y el misterio de la impecable casa quedó resuelto. La elfina vestía con una correcta funda de almohada, y después de hablar con Moody un momento, se dirigió a la cocina y enseguida regresó con el desayuno para Harry. Remus ayudó al pequeño con su desayuno y cuando el bebé terminó, él comenzó con el suyo. Estaba impresionado ante la cantidad de café que bebió Moody, y se preguntó si acaso eso contribuía a la personalidad nerviosa del Auror. Cuando terminó el deayuno y Harry fue cambiado nuevamente, alguien golpeó a la puerta. Sólo una persona mágica podría pasar las defensas y Remus palideció al saber quién estaría allí. Lo sabía, sabía que al otro lado de la puerta se encontraba el director de Hogwarts, Albus Dumbledore.

—¡Oh, no!— gruñó.

—Quédate aquí, chico— le ordenó Moody.

Remus tomó con fuerza a Harry y Moody fue a abrir la puerta. La elfina se quedó en la sala con Remus y Harry, y al primero le agradó la pequeña elfina de inmediato. Sin embargo, no tuvo tiempo de hablar con ella, porque en ese momento entró el director a la sala. Remus dejó escapar un gemido perruno y aferró a Harry, pensando que no dejaría que Dumbledore se lo llevara. Moody no tomó asiento, sino que se paró a lado de Remus, mientras que el director se sentó enfrente de él. Harry miraba con interés a Dumbledore. Remus nuevamente lloraba en silencio, y se veía tan miserable. No podía evitar llorar, como tampoco podría evitar pensar que se llevarían a Harry.

—Remus, él estará más seguro con sus parientes— comenzó Dumbledore.

—No, director. Se quedará conmigo— rogó Remus— ¡Es todo lo que tengo!

—Estoy de acuerdo con el chico, Albus— dijo Moody—. Se puede quedar aquí con Harry, lo ayudaré a criarlo.

—Hay mortífagos por ahí, Alastor. Mortífagos que quieren lastimar a Harry— argumentó el director—. Necesita las protecciones de sangre para estar seguro.

—No con ellos, sería terrible para todos— dijo Remus afirmando aún más a Harry, protegiéndolo—. Por favor, déjeme conservarlo. No sobreviviré si no puedo hacerme cargo de él.

—Podemos poner la casa bajo un Fidelius— secundó Moody—. Podemos usar a mi elfina como guardián secreto, confió en ella completamente.

—Nunca antes había escuchado el utilizar a un elfo— agregó Dumbledore pensativo.

Miró al joven hombre que sostenía al bebé de ojos verdes y al viejo Auror. Remus Lupin eran un joven delgado pero fuerte, vestía una sencilla túnica marrón. Su cabello castaño estaba un poco largo y desordenado, y sus ojos color miel brillaban por las lágrimas; le había comenzado a crecer un pequeño bigote que hacía que ya no luciera como un chiquillo.

Moody era el vestigio terrible de un ser humano. No era su culpa, era el mejor en su trabajo y siempre se ofrecía ir primero a enfrentarse a algún mago o bruja oscuros. Su rostro estaba marcado salvajemente y apenas parecía un rostro humano. Su largo cabello gris caía sobre ese rostro, el rostro que tenía un ojo pequeño y brillante, y uno mágico color azul intenso. Dumbledore se preguntó si sería prudente permitir que este par criara a Harry, pero sabía que ambos tenían corazones de oro y harían lo mejor para el niño.

—Bueno, pues lo haré, ahora— dijo Moody—. Mantener alejados a los visitantes no deseados. Debí hacer esto desde hace años.

—Por supuesto, puedo ver por qué los visitantes no deseados podrían ser una molestia para ti, Alastor— dijo Dumbledore con una sonrisa en el rostro y los ojos brillantes— Alerta permanente, como tú dices. Muy bien, haz el encantamiento, mantén seguro al niño. Remus, tú serás su tutor y eso significa que estarás a cargo de su dinero hasta que él crezca.

—¿Seré qué?— inquirió Remus mirando a Dumbledore en estado de shock.

—Bueno, si deseas hacerte cargo del niño deberás hacerte cargo del dinero y las inversiones que sus padres y abuelos hicieron. Deberá ser sencillo para ti, después de todo, eres el mago más inteligente de tu generación— respondió Dumbledore poniéndose de pie.

—Entonces… ¿es todo? ¿Harry es mío?— preguntó Remus con los ojos llenos de esperanza.

—Si. Cuida muy bien de él. Te necesita.

—Si, señor. Lo haré, señor— sonrió Remus mirando con lágrimas en los ojos a Harry— ¿Escuchaste, Harry? ¡Vivirás con el tío Lunático!

Dumbledore se marchó y Moody realizó el encantamiento Fidelio con su elfina ese mismo día. Después de eso, Remus, Harry y Moody fueron al Callejón Diagon para comprar ropas y reemplazar las cosas que se habían perdido en… No, mejor no pensar en eso, si no Remus lloraría otra vez. Le compraron todo lo necesario, escoba incluida, juguetes (algunos mágicos y otros muggles, porque Lily y James deseaban que Harry pudiera desenvolverse en ambos mundos con facilidad). También compraron libros y, con los bolsillos llenos, volvieron a casa de Moody.

Encontró al viejo Auror en el piso jugando con el niño. Si, el viejo Auror jugaba con el pequeño niño y Harry se divertía. A él no le importaba lo viejo que el Auror se veía, o las cicatrices que tenía, o el hecho de que había reemplazado su ojo perdido con uno azul mágico. Remus sabía que Moody realmente lo había hecho él mismo, había tomado un ojo artificial normal y lo había hechizado no sólo para ver con él, sino para ser capaz de ver a través de las cosas.

Dejó a un lado las compras y miró fascinado cómo un guerrero tan duro jugaba con un niño pequeño.

—Veo que ya te atrapó— comentó Remus sonriendo.

—Es un chiquillo lindo— respondió Moody mientras Harry gateaba alrededor de una silla, riendo de alegría.

—Si, lo es. Se parece mucho a sus padres, espero que herede la inteligencia de su madre, porque por lo que veo, ya vuela como su padre.

—Umh, ¿de verdad?— inquirió Moody mirando a Remus con su ojo mágico.

—Bueno, más o menos, míralo.

Remus fue a buscar la escoba de juguete del niño.

—¿Lo hiciste volar en la casa?— gruñó Moody.

—No puede ir rápido o muy alto— contestó Remus ayudando a Harry a sentarse en la escobita— ¿Lo ves?

—Míralo, ¡y a su edad!— exclamó Moody mirando al niño volar lentamente en la sala—. Eso me recuerda… ¿Hay algún problema si le traigo una mascota? ¿Un gato o algo como eso?

—Un gato estaría bien, me gustan los gatos. No para comerlos, no creo haberme comido nunca un gato. Los gatos y los hombres lobo se llevan bien, más o menos.

—Bien. Le traeré un gato a Harry, y las cadenas para ti, chico. Sé que las necesitarás.

—Si. No quiero que haya ninguna manera en que pueda latimarte a ti o a Harry.

—Bueno, ya tuve un encontronazo con Grayback, así que no creo que me dejaras más feo— concluyó Moody intentando hacer una broma.

Remus sonrió y se giró a ver a Harry, que estaba insistentemente persiguiendo a Abby, la elfina, sobre su escoba. Ella miró a su amo y Moody asintió, así que la elfina sonrió y dejó que Harry la siguiera persiguiendo. A ella le gustó el juego y Harry reía al seguirla por la casa. Moody sonrió y su endurecido corazón comenzó a derretirse después de tantos años. Harry Potter estaba ayudando a más de una persona a olvidar el dolor y sentirse más vivo, era un niño maravilloso…