"Tomamos el mismo tren al colegio todos los días. La miro disimuladamente por la esquina de mi ojo cada vez que pueda, siempre esta en la compañía de otras chicas charlando y riendo con disimulada melancolía. Solo por ver la forma en que actúa puedo ver que es una chica amigable y tranquila. También me di cuenta que a ella le gusta leer; siempre esta en el tren leyendo un libro. Esto es solo un descubrimiento pequeño entre muchos otras cualidades, aun así, cada día que pasa se pone mas hermosa, con su pelo delicado de color castaño vistiendo su cara mientras lee. Hemos atendido el mismo colegio por tres años y ahora estamos en el principio del cuarto año. Creo que su nombre es Cristal, ya que sus amigas la llaman así. Oh, como deseo que ella fuera mía."
Septiembre
Era el primer día de clases y ya estaba tarde. Cogiendo Estudios Sociales a las ocho de la mañana no estaba entre mis mejores ocurrencias. Llegue tarde y escogí un asiento atrás, intentando esconderme entre las sombras. El Profesor Oquendo enseñaba este curso, y el se conocía como uno de los maestros mas caprichosos que existían. Ahí estaba, escaneando con sus pequeños ojos a algún alumno que crucificar.
-¿Reynaldo De León?
-¡Maldita sea! ¡Por supuesto que va a empezar a pasar lista tan pronto llegue un buen diez minutos tarde!- Esto pasaba por mi mente mientras levantaba mi mano incómodamente y me viraba para mirar al maestro parecido a un enanito lleno de malicia.
-Siéntese acá,- dijo el profesor con la mano haciendo señas hacia la mesa del medio en la primera fila. Me gruñía mil maldiciones a mi mismo mientras me movía a la mesa. Este profesor ya me estaba empezando a caer mal.
A mi izquierda se sentaba el sujeto que cogía Ciencias conmigo. El era un verdadero pedante y te puedo garantizar que te reventaba encima un millar de palabras y no entenderías nada. A mi derecha había una chica, de las cuales pudiera ser bien bonita si lo intentaba. Tenia pelo largo y rubio que parecía que danzaba alrededor de ella cada vez que se movía. Yo la recuerdo del club de escritura en donde estaba en mi primer año. Era tímida y reservada y se absolvía a ponerse la corbata roja que era parte del uniforme. Pudiera seguir diciendo que aburrida y monótona fue esta clase y como parecía que nunca terminaba. Pero vamos a decir que cuando finalmente sonó la campana, salimos con la carga de deber un ensayo de cuatro mil palabras para el próximo viernes.
El resto de mi día no se puso mejor. Yo estaba esperando el tren donde podía admirar discretamente a Cristal. Cuando me aborde el tren, Cristal no estaba en ningún lugar sentada. Tal vez estaba en alguna reunión de alguna actividad extracurricular. Desde que me sacaron del club de escritura en mi primer año no he vuelto a interesarme en actividades extracurriculares. Prefiero estar en mi apartamento solitario escuchando música.
La próxima mañana ella estaba tan hermosa como siempre. Su pelo revelaba delicadas y sedosos cabellos rojos cuando el sol le daba del ángulo perfecto.
Al llegar, subí sin ánimo al salón de Estudios Sociales y tome mi asiento al lado del Pedante. A mi derecha no estaba la nena rubia de ayer y estaba vacante la silla. Suspirando, mire hacia al frente donde el profesor estaba preparando el proyector para una presentación PowerPoint de dos horas. Por la esquina de mi ojo vi a alguien acomodarse disimuladamente a mi derecha, al mirar hacia al lado, me sorprendió ver que era Cristal. Ella me miro con su cara perfectamente esculpida de mármol y piedras preciosas y con su sonrisa de perlas destellantes me dijo, -¿Puedo sentarme acá por el resto del semestre? No podía ver bien desde allá atrás,- ella hizo señas hacia donde estaba sentada la rubia en la parte de atrás, - así que le pedí a Susana que cambiase conmigo.- Ella me miro calmadamente mientras yo asentía estúpidamente con la cabeza y después de varios segundos incómodos, volvió a incorporar la atención a la clase aburrida de al frente.
Diez minutos dentro de la presentación ella escribe algo en la esquina de su libreta y la empuja al frente mío:
-Hola.-
Yo le conteste con otro "hola", esta vez con una sonrisita y le pase la libreta. Ella sonrió y dio una risita y escribió unas palabras, las borro y volvió a escribirlas, después me paso la libreta.
-¿Nosotros no andamos en el mismo tren?-
Esta vez le conteste asintiendo suavemente con mi cabeza en vez de escribirle.
-Eso pensé. . . mi nombre es Cristal, ¿como te llamas?-
- Reynaldo.-
Este sistema de notas siguió su curso durante la primera semana y media del semestre. En retrospectiva, esta idea no fue tan buena porque me concentraba más en hablar con Cristal en vez de prestar atención cuando el repaso del examen fue discutido. Yo no estaba tan sorprendido cuando recibí mi examen con una "F" grande y sangrante al frente, sino por lo que me paso mientras salía del salón.
El Profesor Oquendo me dijo que me quedara en el salón y me aseguro que no era nada malo.
Nada malo, el diablo. ¡Ningún maestro en el mundo le dice al estudiante que se quedara a hablar con el por ser un buen estudiante! - pensé amargamente.
El Profesor me dijo que si seguía con ese patrón que tenia, yo iba a fracasar la clase por el semestre. El hablo con uno de los tutores de Estudios Sociales que me ayudara a estudiar para ver si puedo pasar la clase.
Cristal me alcanzo mientras salía del edificio.
-¡Reynaldo, espera!- Ella grito atrás de mi mientras casi corría a mi encuentro.
-El profesor me pidió que te ayudara a estudiar para el próximo examen, ¿Cuál seria un buen día para ello?-
Me tomo tiempo en contestar, mi mente daba torbellinos y estaba sorprendido de aquella ocurrencia. El pensamiento de ella dándome tutorías me hacia extremadamente feliz. Yo solo me le quede mirando estúpidamente. Murmulle algo ininteligible.
-¿Qué tal los sábados por la tarde?- Me pregunto Cristal antes de que yo pudiera articular algo coherente.
Yo asentí mi cabeza entusiásticamente.
-Excelente, te veo el sábado a las dos,- ella dijo antes de unirse al grupo parlante de chicas de su edad y caminar hacia otro lado.
El sábado vino rápido. Le había dado a Cristal las direcciones desde la estación de trenes hasta mi apartamento y también mi número de celular por si acaso tenia problemas encontrando el lugar. Estaba feliz, además de Cristal ser hermosa, yo no sabía mucho de ella, así que yo vi estas sesiones de estudio como la oportunidad de llegar a conocerla mejor.
Alguien toco la puerta varios minutos después de las cinco. Yo le abrí la puerta y la lleve adentro. Mi apartamento no era algo lujurioso. Era un apartamento de una habitación con una sala espaciosa, una cocina y un baño. Ah, y tiene una vista hermosa de la playa. Cristal parecía sorprendida.
-¿Esperabas un chiquero?- Le dije, notando su cara de sorpresa.
-No, pero esto es un poquito más de lo que esperaba para un estudiante transferido de otro estado,- contesto mientras dejaba su abrigo en el mueble como si fuera hecho de vidrio y curiosamente tiro su cartera ruidosamente sobre la mesita de vidrio.
-¿Cómo es que puedes pagar esto?- Ella finalmente pregunto.
-Mis padres pagan el apartamento y la escuela, pero tengo que producir mi propio dinero para otros gastos, es un arreglo decente. Bueno Estudios Sociales, ¿verdad?- Le dije mientras me sentaba en el mueble acolchonado. Cristal se quedo parado sobre la alfombra color rubí y saco su libro y libreta.
De estas sesiones no solo aprendí Estudios Sociales y subí a unas notas más decentes, sino que descubrí que tenemos varias cosas en común. Le mencione que tocaba la guitarra y me forzó a tocarle una canción; no sonó bien, pero a ella le pareció gustar mi mediocre intento de la canción "Tú y yo nada más, por siempre". Ella menciono que le gustaba el tenis así que prendí el juego de sensor de movimiento que tenia para que juguemos. Me sorprendí de la gracia con que se movía y lo bueno que jugaba. Estas sesiones continuaron hasta la semana antes del trimestral ya casi a principios de octubre.
-¿Tú crees que estas listo para el examen el lunes?- Ella pregunto mientras metía su libro y libreta al bulto.
-Definitivamente que si.- Yo le conteste. No me refería que me sentía confidente por el examen, sino con lo que iba a hacer después.
-Pues te veo el lunes en el tr-- - antes de que Cristal pudiera decir tren la bese en los labios. Ella se había echado hacia atrás después de un momento, y se fue, sonrojada. Creo que la vi sonreír mientras cerraba la puerta suavemente. Ella no fue al tren el lunes, estaba seguro que si había algún enlace de amistad entre nosotros, ya lo había dañado de por vida. Ella vino al salón diez minutos tarde. Me sonrió cuando me paso el examen. No menciono el beso.
