Bueno, chicas y chicos, espero que les guste la historia. Como énfasis, esta historia es una continuación de Sesión Con La Encantadora Ladrona, Rouge; por lo cual se recomienda leer esa historia antes de leer esta. Sin más que decir, adelante

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Venganza Implacable

Capítulo 01: Volviendo A Los Recuerdos.

La tormenta caí con fiereza en la ciudad, mientras al mismo tiempo los relámpagos iluminaban sus cielos. A pesar de lo mucho que había sufrido esta ciudad y del miedo que aun yacía en sus habitantes, estos tratarían de seguir adelante pese a sus temores, ya que no tenían más opción. En ello, en un apartamento lleno de bellos objetos de arte y de tesoros invaluables, una murciélago leía unas cartas que, sin importar cuantas veces las leyera, su contenido siempre la sorprendía. Sin aviso, escuchó unos golpes de llamado en su puerta. Ella vio la hora en el reloj de su sala y le sorprendió que alguien tocara tan tarde en la noche. Se acercó a la puerta de la entrada y, por la mirilla de esta, observó quien se encontraba del otro lado. Al ver que se trataba de alguien de mucha confianza, no dudó en abrirle la puerta.

- Enzo, ¿Qué haces aquí? – Preguntó Rouge a la nutria antropomórfica, a quien se le notaba sus ropas algo empapadas por la lluvia de afuera. Enzo abrió la boca para contestarle, pero se detuvo al ver que ella tenía puesto sobre su cuerpo una bata negra que se ajustaba y delineaba su bella figura. – Hey, mi cara está acá arriba. – Dijo, regañando un poco a la nutria.

- Lo siento, es que te ves muy hermosa. – Se disculpó, alagando, y sonrojando, a la murciélago. – Vine para decirte algo. – Comentó con serenidad.

- ¿Lo que venias a decirme puede esperar unas horas? – Preguntó Rougé a Enzo. – Lo que pasa… es que debo decirte algo. – Él vio en los ojos de Rouge un sentimiento de tristeza y dolor. Vio que lo que ella tenía que decir era más importante que la noticia que iba a informarle.

- Of Course. – Le contestó, mostrándole una sonrisa. Ella le permitió la entrada a su apartamento y, secando un poco sus ropas en el baño, se sentó en la sala. – Entonces, ¿Qué debes contarme? – Preguntó Enzo, viendo como Rouge tomaba unas cartas de la mesa y se los entregaba en sus manos. Él, con rapidez, lee su contenido y se sorprende antes lo que sus ojos le muestran. Dejó de ver las cartas y fijó su vista en Rouge. – Esto… esto es… ¿por qué no me lo mencionaste la vez pasada? – Preguntó Enzo, aun sorprendido.

- No lo sé. Tal vez no quería decir todo de mí en la primera sesión. – Le respondió, sintiéndose apenada.

- ¿Quieres hablar de ello? – Le preguntó, a lo que Rouge asintió con confianza. Ella tomó un vaso de agua y, bebiéndose su contenido, se sintió lista para hablar.

- Cuando descubrí las cartas tenía entre catorce y quince años. Esto pasó en una época en donde para mí las palabras "amor" y "novio" en una misma oración me eran un asco… – comenzó con estas palabras Rouge para relatar parte de su vida.


Inicio del Flashback (Inicio POV Rouge)

Vi en mi reloj la hora y noté que faltaban minutos para que me soltaran. Llevaba una semana en la celda de castigo, por los problemas que inicié. Para mí, escapar de ella me hubiera sido muy fácil, pero si lo hacía me metería en muchos problemas (más de los que estaba). Sentí los pasó fuera de la celda y ya me sentía cómoda al pensar todo volvería a la normalidad. Esta se abrió y vi a unos de los soldados de G.U.N, quien sostenía en una de sus manos los papeles de mi aprensión y de los motivos de este.

- Por órdenes del Coronel de este cuartel, debe dirigirse inmediatamente a su oficina. – Me informó el soldado, a lo cual lo comencé a seguir. En menos tiempo de lo que pensé ya me encontraba frente a su oficina. El soldado que me trajo se retiró y, suspirando un poco, entré. Casi inmediatamente al verme, comenzó a reprenderme por la actitud que tomé al término de una misión, en la cual causé un pequeño daño físico a uno de mis compañeros del escuadrón. Mientras él aún seguía reprendiéndome, yo comencé a reírme. Vi como mis risas lo dejaron desconcertado por mi actitud.

- ¡¿Qué es tan gracioso?! – Preguntó en grito, denotándose sumamente enojado por interrumpirlo. Dejé de reírme y lo vi con rabia.

- Que no me importa lo que usted piense. Sea como sea, no estoy bajo su mando. No debo darle razones o motivos de mis acciones. Si me disculpa, me devuelvo a Central City. – Le informé, mientras le daba la espalada y comenzaba a marcharme.

- Me temo que se equivoca. – Dijo, petrificándome por su comentario. Me di la vuelta, viéndolo fijamente. – Tengo en mi poder una orden en donde usted es degradada de su puesto y siendo transferida bajo mí custodia. – Me informaba, pero me parecía que era una broma de mal gusto.

- Necesito hablar con…– Comencé a decir, pero me negó con la cabeza.

- Y para que sepa, el mismísimo Comandante fue quien dio la orden de esto. – Cuando dijo esto, yo casi no podía creerlo. "No podía creer eso". – En sus palabras, usted es una gran agente y espía, pero si no aprende a mantener el orden y la compostura, debería planear en conseguir otro trabajo. – Con esto último me entristecí. Está era la nueva vida a la que me había acostumbrado y, en cierta manera, no me imaginaba pensar que otra vida podría llevar (además de cazadora de tesoros). – Creo que ahora soy yo quien debo reírme. – Comentó, mostrándome una sonrisa de burla. Luego de eso, me entregó el número de cuarto en donde residiría durante el tiempo que estaría bajo su mando. Con todo eso, me retiré con resignación, dirigiéndome a mi habitación. No podía creer lo bajo que había caído por mis acciones. Sin darme cuenta, ya me encontraba frente a la habitación que me tocaría durante los próximos meses (si tenía suerte y otra vez me devolvían a mi estatus de espía). Con la nueva tarjeta de identificación que me entregó el Coronel de la base, lo pasé por el lector de la puerta para abrirla. Entré a la habitación y, para mi sorpresa, me alegré de ver quien era mi compañera de cuarto.

- Topaz. – Dije al verla, mientras le mostraba una sonrisa. Su apariencia no había cambiado en casi nada desde la última vez que la vi, con su cabello castaño claro como la arena al mojarse seguía igual de corto, llegándole hasta un poquito debajo de las orejas, sus ojos eran de un color violeta y su tez de su piel era blanca, con un pequeño toque de bronceado; Ella se acercó a mí y me abrazó con cariño. – Hace tiempo que no te veía, anciana. – Le comenté, burlándome por esto último. Ella se separó de mí, pero en su rostro se mantuvo con una sonrisa esbozada.

- Yo también te extrañé, ladrona. – Me dijo, mientras seguíamos riéndonos.

- ¿No estabas en una misión en Sudamérica? – Le pregunté, sentándome en una de las camas.

- Terminé esa misión hace dos meses. Si llamaras de vez en cuando estarías más informada. – Me refutó, pareciendo algo molesta.

- En ese caso, tú tampoco lo haces. – Le refuté ante su comentario, viendo cómo se quedaba pensando ante mis palabras.

- Good point (buen punto). – Me dio la razón al final, mientras volvíamos a reírnos.

La mayor parte de la tarde, y unas horas de la noche, charlamos acerca de nuestras vidas. Nos pusimos al tanto de todo y, mientras yo me sorprendía de las misiones que le habían tocado durante todo este tiempo, ella también se sorprendía de lo que yo le contaba.

- Me habían dicho que te castigaron debido a tus acciones, ¿quieres hablar de eso? – Me preguntó, a lo que aparté un poco mi vista de ella.

- No. – Le contesté secamente.

- Please Rouge, dime por qué golpeaste a tu compañero del escuadrón. – Me pedía, con un tono de voz suave, a lo que no pude negarme.

- Él… me invito a una cena, para cuando volviéramos a Central City. – Le contesté a su duda con suma serenidad.

- ¡¿Le rompiste la nariz a tu compañero por una cita?! – Gritó sorprendida al escuchar mi respuesta.

- En resumen, sí. – Le respondí, pero notaba que aún seguía impactada por mi respuesta.

- Y ¿valió la pena haber bajado rangos por no saber decir un "no"? – Me preguntó, siendo algo más figurativo, aun cuando la respuesta era obvia.

- Tú no lo entiendes. – Decidí responderle, pero sabía que

- ¿Qué no entiendo? Explícame. – Me pidió y yo solo suspiré un poco.

- No te voy a negar que él es guapo y muy amable. Pero, lo que pasa es que… me da algo de repugnancia el amor entre parejas. – Me detuve, suspirando un poco, escuchándome como caía en sollozos.

- Rouge, sabes que a tú mamá no le hubiera gustado verte y que pensaras así. – Con sus palabras trató de persuadirme de mi idea, pero tal vez era algo difícil para mí.

- Lo sé, pero…– En ese momento sentí como como las lágrimas brotaban de mis ojos. – A veces pienso que lo mío no es enamorarme de otra persona. Que mejor estaría sola y evitar darle mi corazón a otro. – Decía, y a cada palabra Topaz parecía sufrir por esto.

- Rouge, eso no está bien. – Me dijo como si fuera un regaño.

- Yo sé todo eso, pero cuando trato de pensar en mi futuro solo puedo ver lo que le hicieron a mi mamá. – Colocándome las palmas de mis manos en los ojos traté de evitar que Topaz viera mi sufrimiento. – Él la forzó convertirse en una mujer antes de tiempo. Él evitó que ella conociera ese amor del que me hablas (y veo en varias partes). – Sentía como las palmas de mis manos ya estaban húmedas por mis lágrimas.

- ¿Cómo puedes estar tan segura de eso? – Preguntó, pero en eso sentí como si la sangre me hirviera.

- Si lo que digo es mentira, y mi mamá tuvo un novio antes de que Strauss la lastimara, ¿Dónde estuvo ese "novio" cuando la dejaron libre y en estado de locura? ¿Dónde estuvo durante su embarazo o mi nacimiento? ¡¿Dónde estuvo cuando ella murió?! – Pronuncié esto último en gritos de rabia. – La respuesta es simple: "No había ningún novio". – Dije fríamente, sin emoción alguna.

- Rouge, yo…– Trató de pronunciar Topaz, pero mi argumento la dejó sin más palabras para decir.

- Buenas noches. – Exclamé, acostándome inmediatamente en la cama en la que me había sentado durante toda la tarde. En ello, siento como Topaz se abriga a mi lado. – ¿Qué haces? – LE pregunté un poco disgustada.

- Bueno, teóricamente esta es mi cama. – Comentó. En ese momento quise pararme y acostarme en la otra cama, pero el abrazo dado por ella me persuadió de eso. "Ese abrazo me hacía sentir protegida de todo".


Durante toda la semana me entrené en las estrategias y métodos usados por el grupo al que me asignaron, el cual estaba Topaz (para mi suerte). A pesar de la diferencia de categoría, ya que yo pertenecía a los grupos de espías, con misiones de sigilos (donde pelear era nuestra última opción), este era un grupo de asalto (combate), listo para enfrentarse a cualquier terrible amenaza en cualquier momento del día. Con todo ello, logré adaptarme con facilidad. La verdad, no podía negar que sus entrenamientos eran casi tan duros como los nuestros, a tal punto que me sentía igual de exhausta cuando se terminaban.

- ¿Cansada? –Me preguntó Topaz jadeando un poco por el cansancio, mientras le colocaba el seguro a su subfusil MP5N, de calibre 9mm.

- ¿Yo? No me hagas reír. – Me reí ante sus palabras mientras le ponía seguro a mi pistola, la cual era una Berreta M9 (arma estándar de las fuerzas armadas del país).

- ¡Bueno, niñitas! – Nos gritó, a todos los presentes (sin importar que la mayoría eran hombres), el encardo de la sala de entrenamiento y simulación de combate. – Ya se pueden retirar, así que lárguense a las duchas ya que todos apestan a fosa séptica. – Dijo de manera más calmada, mientras nosotros hacíamos un saludo militar y nos salíamos del lugar. Ya en las duchas de las chicas, mientras limpiábamos la suciedad de nuestros, escuchaba los cotilleos (chismes) de las demás. Escuchaba como unas a las otras hablaban de lo que hacían en sus horas y/o días libres.

- Topaz, no terminamos la charla de la vez pasada. – Dijo una de las compañeras, quien terminaba de enjabonaba su cuerpo.

- No me acuerdo de que hablábamos. – Le contestaba desconsertada, ya saliendo de la ducha.

- No te hagas la despistada. ¿Dinos como va tu relación con ese muchacho de Station Square con el que tanto hablas? – Le preguntaba, con una sonrisa pícara sobre su rostro.

- Bueno, este…– Comenzó a titubear, pareciendo apenada de contar sobre su vida.

- Eso no lo sabía. – Comenté, dejando en silencio a Topaz, mientras yo me pasaba la toalla, de color verde oscuro, por todo mi cuerpo, secando mi pelaje y piel.

- Really (enserio)? Vaya, me sorprende un poco. – Me dijo la compañera, mientras yo me ponía mi ropa y salía del baño de manera seria. Ya llegando a la habitación, sentí como colocaban una mano sobre mi hombro y me volteaban.

- ¿Qué te pasa? – Me preguntó Topaz, a quien se le notaba que salió de las duchas con rapidez (ya que su pelo aún se veía húmedo).

- Nada. – Fue lo único que le contesté.

- No te creo. – Refutó, viéndome fijamente a los ojos.

- Bien, si quieres saber, me molesta que no me comentaras eso. – Al responderle con la verdad, vi como pareció entristecerse y avergonzarse un poco. – ¿Desde cuando tienes novio? – Le pregunté.

- Desde hace dos años. – Me respondió, agachando un poco la cabeza. – Lo conocí durante mi estancia en Station Square. En un día libre de mis labores, comencé a caminar por la ciudad para distraerme y, por estar distraída viendo hacia otro lado, choqué contra él, derramándole su café encima de su traje. Traté de pagarle un nuevo café, pero él se negó. Me dijo: "No puedo permitir que una chica tan linda como usted pague por algo a un hombre tan ordinario como yo". – Con esto último soltó una leve carcajada. – Luego de eso, comenzamos a charlar poco a poco. Él trabaja como mayordomo en una mansión de una familia de estatus alto, pero que, según sus palabras, son muy humildes y amables con las personas. – Me explicaba.

- ¿Por qué no me lo dijiste? – Le pregunté, sintiéndome traicionada al no contarme algo tan importante en su vida.

- A pesar de que te mostré que parecía sorprendida cuando me contaste sobre tu aversión a las parejas, yo ya sabía esto hace tiempo. – Ante esto, me sorprendí de sus palabras. – En mis días libres y te visitaba en Central City, en muchas de nuestras conversaciones fuera de los cuarteles, observé como mirabas a las parejas que pasaban cerca de nosotros y las mirabas con odio. Yo quería contarte esto, pero tenía miedo que luego que te contara tú… comenzaras a evitarme. – Me explicó detalladamente.

- Creo que tienes razón. Aunque traté de negarlo, tal vez eso hubiera pasado. – Le comenté.

- Rouge, yo quiero contarte algo que…– En ese momento sonó la alarma en nuestros comunicadores de muñeca. Vimos como las letras que aparecían allí nos decían de una reunión urgente en el salón 7LB en quince minutos, donde teníamos que estar listas para el combate. Viendo este mensaje, nos alistamos y, llegando a tiempo, todo el grupo estaba reunido, siendo un máximo de 15 personas (incluyéndome).

- Hoy nos han asignado una misión que, para muchos, puede ser simple. – Explicaba el capitán, de tez negra, quien era atlético y se notaba a simple vista que hacia ejercicio en el gimnasio. – Según varios informes, diversos cargamentos de armas han llegado a diferentes localidades de la costa oeste de la Federación de Estados Unidos; Pero la de mayor cantidad parece implicar que ha llegado a la localidad de Los Santos, del estado de San Andreas (que es donde estamos).

- ¿La policía no puede hacerse cargo de esto? – Preguntó un chico que no aparentaba tener más de veinte años, de tez caucásica (blanca), cabello negro el cual mantenía parado en puntas con gel, y de ojos café.

- Agente Rick, a pesar de que la policía podría encargarse de este asunto, la información obtenida nos describe que las armas que se están distribuyendo son de alta gama, suficientes para tomar a una ciudad en cuestión de minutos. – Le respondía al agente.

- ¿Cómo es posible que las aduanas no impidieran este tipo de tráficos ilegales? – Preguntó otra una compañera.

- Bueno, es fácil de contestar. Estas armas no fueron importadas (traídas) de otros países. – Le respondía. – Según nuestras fuentes, una o dos propiedades, que se encuentran en este estado, que fueron abandonadas por Robotnik o Eggman, ya ni siquiera sé cómo llamarle,… – Esto último parece que se lo dijo a sí mismo. –… fueron allanadas y saqueadas por grupos desconocidos. Sea lo que sea que sacaron de adentro pueden causar daño irreparable a la comunidad y nuestro deber es evitar eso a toda costa. Así que, ¡¿están listos?! – Preguntó con ánimo confianza el capitán del grupo.

- ¡Siempre estamos listos, señor! – Contestamos todos a la vez con la misma confianza con la que nos preguntó el capitán.

- ¡Así me gusta! – Vi en sus ojos como se mostraba orgulloso de todos nosotros.


Durante los siguientes minutos, el capitán nos explicó los puntos en donde nos desplegaríamos y las ubicaciones de las distintas posibles bases donde se concentrarían los posible "enemigos". Debido a que eran en varias partes de la ciudad, y afuera de ella, no podíamos tomarlas una a una, ya que alertaríamos a los otros y posiblemente espaciaran y nos dejarían sin respuestas. Por ello, el capitán ideó separarnos en grupos de tres y cada quien se encargaría de ir a una ubicación. Él grupo que me tocó fue con Topaz y Rick.

- Con todo lo que entrenamos, apuesto a que no serás una molestia. – Dijo, como si fuera un cumplido, Rick con una sonrisa esbozada en su rostro.

- Te voy a sorprender. – Fue lo único que le refuté, devolviéndole la sonrisa.

- La misión ya comenzó. Así que silencio. – Mencionó Topaz, mientras el vehículo nos dejaba en una ubicación cerca a nuestro objetivo. Al minuto de irse, nosotros nos pusimos en marcha. Sabíamos que nos podían estar esperando, pero eso no nos detendría. Con sigilo, me encargué del sujeto que custodiaba la puerta. La verdad, fue muy fácil. Con Topaz y Rick ya a mi lado, no preparamos para entrar. Pude tratar de infiltrarme por los ductos de ventilación, pero estos tenían rejillas protectoras, los cuales al quitarlos solo harían ruido y llamarían la atención de los de adentro. Sin más que hacer, abrimos con sigilo la puerta. A los pocos pasos de entrar, tres enemigos aparecieron frente a nosotros. Sin poder mediar palabras, vimos como comenzaban a apuntarnos con unas especies de armas. Uno de ellos disparó, pero perdió el control, dándole a su compañero. Notamos que el arma era alguna pistola de láser y, con rapidez, lo noqueamos y apresamos con esposas. Subimos al segundo piso, a lo cual volvieron a atacarnos (con armas normales). Tras algunas ráfagas de fuego, eliminamos a los enemigos y seguimos avanzando, notando las diferentes cajas que contenían armas de peligrosas. Ya en el cuarto piso, solo vimos un sospechoso.

- ¡No se muevan o los lastimaré! – Nos amenazó, pero yo le disparé con rapidez con Berreta M9 en la mano y en la pierna, inhabilitándolo.

- Danos toda la información que tengas. – Amenazó Topaz al sospechoso, manteniendo su dedo cerca del gatillo, haciéndolo que temblara de miedo un poco.

- Todo está en el portátil. – Con su mano herida, señaló lentamente hacia una mesa. Rick, sacando de los bolsillos de su uniforme, le puso vendas al sospechoso en sus heridas, al mismo tiempo que lo esposaba a un tubo de la pared. Yo fui en dirección al portátil y, colocando una USB especial, comencé a mandar la información contenida a G.U.N. El sospechoso no mentía, todo estaba allí con muchos detalles, los cuales eran suficientes para atraparlos a todos los malos.

- Hey, Topaz. ¿Te gustaría divertirte esta noche conmigo? – Escuché como Rick le proponía eso a ella, haciéndome paspar un poco los dedos de mis manos.

- ¿Cuántas veces tengo que decirte que tengo novio? – Le respondía con otra pregunta, un poco molesta por tales planes.

- Pero tu novio está en Station Square y tú aquí. No es malo alocarse una vez al año. – Seguía insistiendo inútilmente.

- Yo no soy de esas chicas. – Refutó ella.

- ¿Podrían callarse los dos? – Les pregunté con rabia, dejando de teclear en el portátil y viéndolos fijamente.

- No lo haré, ya que quiero que esta preciosura esté esta noche conmig…– En menos de un segundo, como si el tiempo comenzara a ralentizarse, vimos Topaz y yo como parte del cráneo de la cabeza de Rick explotaba, cayendo al suelo su cuerpo, mientras un charco de sangre comenzó manchar el piso. Por instinto, tratamos de alejarnos de las ventanas. Lamentablemente, las ventanas eran sumamente grandes; y lo que temíamos pasó. Vi como Topaz cayó abruptamente al suelo, al momento en el que sentía como algo impactaba en mí, haciéndome caer. Por un minuto creí que mi final había llegado, hasta que me di cuenta que seguía viva. Acerqué mi mano a donde me había impactado, y allí sentí una especia de objeto incrustado en mi cuerpo. Lo saqué con fuerza y me di cuenta que era un dardo tranquilizante. Sea cual fuese la razón por la que no me desmayé al instante (tal vez la droga no entró totalmente en mi cuerpo aún), no podía perder tiempo, debía pedir ayuda. Traté de usar mi comunicador de muñeca, pero ahora veía todo borroso, y no sabía distinguir entre los botones, además de que no tenía control total de mi cuerpo. Con pocas opciones, decidí arrastrarme hacia Topaz y ver que estuviera bien. Ya a su lado, noté que estaba desmayada (aunque sus parpados estuvieran abiertos); Pero entonces, sentí unos pasos cerca de la puerta. Al alzar la mirada, mis ojos, mi cuerpo y mi alma se aterraron profundamente en todos los sentidos.

- Tus estas muerto. – Dije al verlo, siendo algo imposible. Veía, a pesar de que ahora toda mi percepción del mundo parecía distorsionada, como su sonrisa me mataba tan solo con verla. – Yo te maté… Strauss. Yo te maté. Yo te maté. Yo te maté…– Comencé a decir una y otra vez sin detenerme, mientras me aferraba con la poca fuerza que tenía a Topaz, como si quisiera evitar que la lastimara. Con cada paso que él daba, todo a su alrededor oscurecía, quedando únicamente la silueta de su aspecto. Sin contar su ropa, su aspecto era casi el mismo. Él era idéntico a mí, exceptuando sus mechones negros del pelaje de su cabeza y membranas en sus brazos en lugar de alas. Ya frente a mí, alzó un poco su pierna.

- Es hora de dormir, porquería. – Dijo, mientras con un rápido movimiento bajaba la pierna, golpeándome con la suela de su zapato en mi rostro y perdía el conocimiento inmediatamente.


Bueno, no olviden dejar sus reviews, ya que su opinión me ayudará a hacer mejores historias. Si tienen preguntas, pueden mandarme un MP a mi perfil. Les deseo suertes y felicidad en sus vidas. Hasta la próxima.