Disclaimer: Nada de esta historia, NADA es mío.
Bellatrix estaba contenta de haber aceptado salir con Rodolphus en su último año en Hogwarts, ya que ahora al fin había conseguido lo que quería: estar casada con un sangre pura muy respetable. Claro que aún no estaban casados, solo comprometidos.
Bellatrix dibujó una sonrisa de satisfacción en su rostro. Lestrange se creía que ella lo amaba. Iluso, pensó. Le había costado mucho fingir al principio un verdadero sentimiento, pero con el tiempo se había vuelto una buena actriz.
Bella se dejó caer sobre su cama de sábanas negras, aún con una sonrisa algo maniática.
Rodolphus tampoco parecía muy interesado en la relación, pero a Bella le daba bien igual mientras llegaran a casarse. Y lo había conseguido al fin.
Se sentía muy bien por haber logrado su objetivo, después de años de actuación.
La chica de cabellos negros rizados soltó una pequeña carcajada, recordando cuando en su cena en el afamado restaurante mágico "Las mil y un delicias de Scruger", Rodolphus torpemente sacó un anillo de plata de su bolsillo, con la forma de una serpiente y detalles de esmeraldas. Bella instintivamente miró su mano izquierda, buscando tener una imagen del anillo. Era bonito, al fin y al cabo.
Bellatrix a veces tenía pensamientos extraños. Casarme por amor, pensó. De vez en cuando, cuando estaba cansada no le parecía tan descabellada esa idea. No, decía su parte de sangre pura, mira lo que le pasó a... esa traidora. Bella no entendía el porqué ni cómo llegaba a pensar tales cosas como casarse por amor, o con un mestizo, un nacido de muggles o peor aún... un muggle. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal al pensar en los muggles. Los odiaba y repudiaba, le parecían seres pusilánimes que no tenían nada que ver en el mundo y no alcanzaba a comprender por qué engendraban hijos magos algunas veces, pues no tenían na gota de sangre mágica corriendo por sus venas.
—Te estás volviendo loca, Bella, ¿cómo has llegado a pensar en los muggles?—se preguntó.
No importa, se respondió —lo hacía muy a menudo, aunque otras personas podrían considerar que estaba desarrollando un trastorno mental—, yo ya estoy comprometida con Rodolphus Lestrange, un mago de sangre pura de buena y respetable familia.
—Es verdad, aunque no sea por amor...—susurró—ya he cumplido, he hecho lo que se espera de mi. Lo que se espera de una sangre pura.
