Lo había profetizado el día de su juicio.

Se levantó de la silla gritando con rabia y odio.

-"¡El Señor Tenebroso se alzará de nuevo! ¡Métenos a Azkaban, podemos esperar! ¡Se alzará de nuevo y vendrá a buscarnos, nos recompensará más que a ningún otro de sus partidarios! ¡Sólo nosotros le hemos sido fieles! ¡Sólo nosotros hemos tratado de encontrarlo!".jajajajaja.-

-Silencio Bellatrix.-Le gritó el ministro Barty Crouch.

La enfurecida fiera, se sentó maldiciendo por lo bajo.

Junto a ella hbaia otros mortifagos, hombres, entre ellos su marido Rodolphus Lestrange.

Todos ellos condenados a cadena perpetúa por usar la maldición imperdonable Crucio, contra los dos aurores Longbottom, quienes fueron torturados hasta enloquecer.

Querían sacarles información, ya que estos sabían donde es que estaba el señor de las tinieblas.

Pero no lo lograron, ninguno de los dos soltó palabra alguna.

Fueron trasladados juntos hacia la temida prisión de máxima seguridad.

AZKABAN.

La pesadilla comenzaba para cualquiera de ellos.

Fueron recibidos por un comité de aurores y 2 peligrosos dementores para evitar que se escaparan.

Los guiaron hacia el interior del grotesco edificio tétrico, los hicieron cambiar, ponerse la ropa de prisionero y tomar las fotografías con las placas.

Después los guiaron hacia el sector de máxima seguridad para los más peligrosos y los colocaron a cada uno en un pútrido calabozo diferente y contiguo uno de otro.

Los días pasaron, también los meses y también los años.

La belleza desbordante de esa mujer quedó marchitada, se la arrancaron a besos los dementores, que cada tanto visitaban las celdas despojando a cada prisionero de los últimos recuerdos felices que les quedaban.

No había forma de salir de allí, de esa fortaleza, únicamente en un cajón cerrado, es decir muerto.

Rodolphus no volvió a ver a su amada esposa desde que los encerraron allí.

La extrañaba con lujuria, no la podía ver, ni tocar su mano.

Lo único que podía sentir eran sus gritos desgarradores cada vez que la visitaba algún detentor.

Sin embargo, por la cabeza retorcida de la desquiciada morocha solo se cruzaba una cosa, solo una la hacia detener sus ganas de llevarse las manos al cuello y ahorcarse a si misma.

El nombre de su señor….VOLDEMORT.

15 Años, 15 años han pasado metidos allí dentro, sufriendo como jamás lo habían hecho antes.

Pero una de esas noches algo pasó.

La melancólica y desquiciada mujer se encontraba jugando frente a un espejo sucio y roto, movía su uniforme de prisionera como si fuera la falda de un elegante vestido.

Uno de esos, lindos y caros que solía llevar cuando estaba libre.

A mitad de la noche, una sirena comenzó a sonar, los aurores corrían de un lado al otro con varitas en mano y los dementores se multiplicaban.

Armaron tanto alboroto que la interrumpieron, sacándola de ese sueño que tenia estando despierta.

3 Explosiones se escucharon cerca de su celda.

Se acercó hacia la puerta de madera gruesa y tomó con sus raquíticas manos 2 de lo pequeños barrotes que había a la altura de sus ojos y asomó su nariz por entre estos para intentar lograr ver algo, pero no logró ni distinguir ni una sombra fuera de la celda.

Soltó los barrotes por un dolor que le comenzó a punzar el antebrazo, justo donde tenía su marca tenebrosa.

Allí lo había entendido todo.

-Volvió,…si,… el volvió.-Pensó.

Otra explosión se escuchó, esta vez en la celda de la pelinegra.

Hicieron volaron la pared que daba hacia fuera de la prisión.

Se acercó a husmear hacia fuera por entre los escombros y con una alegría incontenible la mujer comenzó a reír desquiciadamente.

-Lo sabía, sabía que mi señor volvería por nosotros.-Gritaba con euforia e histeria.

No demoró ni un segundo, se trasladó en forma de nube negra hasta tierra firme, ya que Azcaban estaba rodeada por agua.

Allí los esperó un mortifagos enmascarado que les dijo a todos los mortifagos que habían logrado escapar, ya que no solo había 4 mortifagos.

-El ha vuelto, ya saben que hacer. Vayan todos a la mansión de los Malfoy, allí los estarán esperando a todos.-

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