Sé que se supone que los one-shots son de un capítulo, pero ya me moría por subir esto, así que sólo faltaría una parte, el desenlace.
Espero de verdad que les guste, y lo disfruten, que sólo por eso escribo :3
Not while I'm around
Las puertas del gimnasio de McKinley se abrieron dejando pasar a las tres personas más hermosas y populares del lugar, enfundadas en sus estrechos uniformes de porristas. Los estudiantes les abrían paso con tan sólo recibir una mirada, y es que nadie se atrevía a interponerse en el camino de ese trío.
Eran imponentes, prácticamente deidades adolescentes y, ¿ya dije lo hermosos que eran? De alguna forma habían logrado tener el mismo horario, eso significaba que estaban siempre juntos, perfectamente coordinados, en el mismo orden.
A la izquierda, con su cabello negro recogido y la mano derecha en la cintura, estaba Santana López, la sarcástica y a veces hiriente latina, tan atrevida como sólo ella podía serlo. Después, a la derecha, de cabello rubio y unos ojos verde oscuro, se encontraba Quinn Fabray, la presidenta del club de celibato y protagonista de rumores acerca de usar las gradas detrás del campo de futbol con Puckerman de formas no muy puritanas; pero claro, son sólo rumores.
Y luego en el centro, siempre un paso delante de las chicas, con el cabello castaño perfectamente peinado hacia arriba, con las dos manos a la cadera, su piel blanca de porcelana teñida de un suave rosa en las mejillas, sus perfectos y delgados labios rojos y sus ojos azules grisáceos, cuidadores de un gran secreto, delineados con un poco de sombra, estaba el capitán de las Cheerios, el poderoso y poseedor de un gran talento, Kurt Hummel.
Un chico misterioso a decir verdad. Nadie sabía de donde había salido cuando entró por la puerta principal el primer día de clases del último año de preparatoria, tan irreconocible, y hubo muchos sorprendidos al enterarse que siempre había estado en esa escuela, pero invisible, bajo un reputación que no le hacía justicia. Un sucio homosexual.
Era cierto, Kurt era homosexual, y durante dos años soportó todo el acoso que le daban los atletas de su escuela; pero se mantuvo fuerte y después de mucho esfuerzo logró que todos lo olvidaran y sólo vieran el talento que parecía exhalar por los poros. Para empezar era increíblemente inteligente, cuadro de honor cada semestre, y gracias a eso ganó varios trofeos para la escuela; las artes escénicas eran otro de sus fuertes, una hermosa y bien educada voz de contratenor junto con sus habilidades actorales le habían dado varios principales en las obras de la escuela; y por último, lo más importante, y lo que le daba su estatus, era fuerte, rápido y muy flexible, lo que le permitía estar en las porristas, se sentía cómodo ahí, no tenía que andar correteando un balón. Mejor apoyaba a los que lo hacían.
Pero regresemos al pasillo.
Se veía claramente que ellos querían provocar admiración tanto como la necesidad de respirar, y hacían un muy buen trabajo. Difícilmente alguien podía quitarles la vista de encima cuando pasaban cerca. Y ahí, junto al aula de inglés, estaba una persona profundamente enamorada de Kurt Hummel.
Lo tachaban de nerd aunque no lo era, lo juzgaban por su ropa, sus pantalones a los tobillos, sus camisas y playeras completamente abotonadas, sus corbatines, su cabello negro peinado con gel y sus hermosos ojos verdes medio ocultos por sus lentes. A Blaine Anderson sólo le gustaba leer en exceso que era lo estaba haciendo en ese momento, pero al sentir el silencio en el pasillo característico de la presencia del trío, levantó un segundo la mirada, tenso, posándola en los labios de Kurt un momento y subiendo a sus ojos, viéndolo fijamente hasta que se percató de la media sonrisa no disimulada que le brindaba ese porrista. Se relajó al instante, regresando a su libro.
Y ambos, al estar tan ensimismados en el recuerdo del otro, no se percataron de la forma tan significativa en que las dos chicas se miraron.
Los dedos pasaban por las teclas del piano como si fueran alas de mariposa, apenas le rozaban y ya construían una hermosa melodía. La melodía paró de repente. Blaine le dio un vistazo a su reloj por quinta vez en diez minutos y con un suspiro se levantó. Era claro que Kurt no se presentaría ese día, ya eran 30 minutos de retraso.
Estaba a punto de dar los últimos pasos fuera del auditorio cuando escuchó a alguien corriendo hacia él. Se dio vuelta y ahí estaba la razón de su vida. Con la respiración agitada y la cara más rosada por la carrera, estaba su novio sonriendo, y los 30 minutos desaparecieron al instante.
- Me esperaste- dijo el castaño haciendo su sonrisa más grande.
- Viniste- contestó el moreno estirando una mano para que Kurt la tomara.
- Por supuesto,- dijo a su vez Kurt, y transformó esa sonrisa en una mueca tan sensual que Blaine podía jurar que su pantalón se sentía más pequeño- no iba a perderme de esto.-finalizó dirigiendo a Blaine al piano y recargándose casi por completo sobre él.
Al principio el beso fue inocente, sus labios reconociéndose después de varios días separados, las manos acariciando lugares ya explorados. Kurt se apoyó en su novio y pasó sus manos por sus hombros, tratando de enredar sus dedos en su cabello, mientras que su boca se hacía camino por el cuello ya despojado de los botones la camisa de Blaine, besando su mandíbula, mordiendo ligeramente su lóbulo y finalmente delineando con la lengua el delicado contorno de su clavícula.
Sutilmente, Blaine logró meter sus manos debajo de la playera de Kurt, sintiendo los tonificados músculos de su espalda y acariciando la curva de su columna que lo volvía loco. Lo levantó ligeramente, movimiento que Kurt aprovechó para enredar sus piernas en la cintura de Blaine y lograr que este comenzara a marcar su cuello con besos agresivos y mordidas suaves.
La cabeza de ambos parecía querer explotar a cada segundo que pasaba, el calor se estaba volviendo cada vez más insoportable y el aire cada vez más indispensable. Tenían que parar. Pronto.
Cuando se separaron ambos tenían la respiración agitada, sus ojos ligeramente oscurecidos y aun posados en los labios del otro; Kurt parecía dispuesto a seguir ya que se negaba a retirar las manos de Blaine de debajo de su ropa, pero sabía que eso sería demasiado para su novio.
Le dio un par de besos castos antes de bajarse de un salto de sus brazos, juntar sus frentes y entrelazar sus dedos como forma de una promesa. No hacía falta que dijeran algo, habían aprendido a hablar con solo miradas, y así estuvieron durante un rato hasta que recordaron la hora y tuvieron que revivir ese incómodo momento de la despedida.
Blaine había resultado ser un novio paciente, su innegable amor hacia Kurt lograba que no le importara en absoluto su extraña necesidad de mantener su noviazgo bajo perfil y de vez en cuando no hacer preguntas sobre eso. Se mantenía contento esperando el próximo año, donde ambos estarían viviendo en Nueva York, Chicago o alguna otra gran ciudad, y no importara que se tomaran de las manos.
Ambos salían del auditorio juntos pero por diferente puertas, y cuando iban a medio camino Kurt volvió hablar.
- ¿Blaine?- él se giró un poco impresionado por cómo las luces hacían que se viera más hermoso aún, se le quedo viendo esperando a que siguiera hablando, y un escalofrío le recorrió la espalda cuando Kurt le dijo: Siempre serás el indicado para mí.
Las puertas del coche gris se cerraron con fuerza y dentro comenzaba una lucha por saber el próximo movimiento.
- Tenemos que separarlos, Santana- dijo cierta rubia mientras se acomodaba el cabello- ¿tienes idea de lo que provocaría que esto se supiera?
- No sé, Quinn. No creo que sea buena idea, Kurt ha estado tan feliz últimamente, ¿de verdad sería grave que todos se enteraran? Quiero decir que todos ya saben que es gay, no veo el porqué de tener pareja cambie algo.
- No digo que la escuela sea el problema, aunque lo sería con Karofsky de capitán. Solo piénsalo Santana, si los padres se enteran el infierno explotará, querrán que lo quiten como capitán de las Cheerios y lo necesitamos para ganar.
- Pero la entrenadora…
- Gracias a esa tonta postulación al Congreso va a hacer lo que sea que los padres digan, lo sabes.
- Bien, digamos que los vamos a separar. Exactamente, ¿cómo vamos a hacer eso?
Quinn se quedó pensando antes de que su ceño se frunciera ligeramente.
- Se ve que Kurt lo ama realmente, si lo hacemos creer que terminar es lo mejor para Blaine…
- Él lo hará- terminó la latina sintiendo repentinas ganas de vomitar, aunque no muchas personas lo sabían ella era muy amable y no se sentía bien con eso.
- Él lo hará.- sentenció Quinn, arrancando el auto.
Kurt estuvo nervioso desde el momento en que puso un pie fuera de la cama, algo le golpeo el estómago haciéndolo nudo y estaba terriblemente confundido. ¿Cómo decían las mamás que se llamaba esa sensación? Presentimiento, pero de algo definitivamente malo.
Durante el desayuno y todo el camino a la escuela se concentró en lo positivo. Ese día era miércoles, lo que significaba que se vería con Blaine en el auditorio después de clases. Su hermoso, inteligente y… secreto novio. Suspiró. No era que le molestara a veces el hecho de no poder gritarlo al mundo, o al menos tomarse de las manos en público; en absoluto.
Él le había dicho que era porque le atemorizaba todo lo que podrían decir o hacer las personas si se enteraban de lo suyo y eso Blaine lo entendía por completo, pero había días en los que su novio aseguraba que era por él. ¿Era por qué le decían nerd?, ¿o porque era bajo y usaba lentes y corbatines? Había días que apestaba ser Kurt Hummel.
No se dio cuenta que ya había llegado a la escuela hasta que se equivocó por cuarta vez en su contraseña del loker. Se concentró un poco más y cuando pudo abrirlo, sacar sus libros para la próxima clase y guardarlos en su mochila, unas manos pequeñas y delgadas lo empujaron por la espalda hasta el aula desocupada más cercana.
Reconoció de inmediato esos perfumes, lo acompañaban todo el tiempo. Se giró con una ceja levantada y se encontró con los rostros inexpresivos de sus amigas. Estaba claramente confundido, pero las chicas evitaron dar explicación alguna hasta que ambas estaban cómodamente sentadas encima del escritorio.
- Lo sabemos- dijo Quinn al poner su mejor expresión de sospecha. Kurt empezó a sudar frío y tenía un pequeño temblor en los dedos, el hecho de que tartamudeara no sirvió de mucho.
- ¿De qué me están hablando?- ahora fue Santana la que habló.
- Por favor, Kurt. No somos tontas. Sólo basta ver esa sonrisa ladeada que pones cada que nos cruzamos con Anderson en los pasillos y ver cómo corres al auditorio después de clases, ciertos días de la semana.
- ¿Y a qué viene todo esto, de todos modos? ¿Vinieron a darme la despedida antes de que los del equipo de americano me pateen el trasero?
- No, Kurt. Al contrario, - Quinn vio a Santana por el rabillo del ojo, intentando saber que estaba tramando- queremos protegerlos.- Kurt se relajó notablemente pero tenía una cara confundida también.
- Y, exactamente, ¿cómo?
- Creemos que lo mejor para ambos es que terminen.- el castaño se quedó con la boca abierta por una fracción de segundo, antes de oscurecer su expresión de tal forma que las dos chicas se removieron incomodas.
- Yo. Jamás. Voy. A terminar. Con Blaine, eso es algo fuera de discusión.
- No lo creo, Kurt.
- ¿Por qué?
- A Blaine lo trasladaron de una academia privada este año, él no sabe cómo son los neandertales de este lugar, ¿quieres que lo averigüe por el mismo?, o mejor aún, ¿qué se gané una copia de las cicatrices en tu espalda?- Kurt siempre le había tenido miedo a lo que le harían a alguien como su novio, alguien tan dulce, tierno y amable. Probablemente lo terminarían rompiendo; pero, ¿dolería tanto como estar separados?
- No puedo, Santana, No puedo dejar a Blaine, yo lo…
- Amas, lo sé, nos hemos dado cuenta.
- Los del equipo no se enterarán, ellos…- Santana se dio cuenta de que era hora de una pequeña mentirilla.
- Ellos sospechan.
- ¿Qué?
- Ellos se enteraron de que Blaine es gay, por alguna extraña razón decidieron no hacerle daño. Oímos a Karofsky y a Azimio hablar, empezaron a hacer conjuraciones y no pasó mucho tiempo antes de que tu nombre saliera a colación. Si lo empiezan a acosar, llegaran a ti tarde o temprano, y ambos lo lamentarán.
Kurt se veía claramente derrotado. ¿Era cierto?, ¿esa era la única forma de quererlo?, ¿alejándose de forma que nadie le hiciera daño? Tomó una decisión cundo el timbre sonó por segunda vez. Protegería Blaine no importaba qué. No importaba que su corazón saliera destrozado en el proceso
Los últimos minutos de la última clase se pasaron más lento que una vida, sus manos sudaban y su corazón daba vueltas cada que recordaba lo que estaba a punto de hacer. Eran los últimos minutos que pasaba siendo novio de Blaine y eso le dolía más que las palizas de los últimos años, y eso era mucho decir. El timbre sonó, pero no tenía suficientes fuerzas para caminar a prisa y tampoco lo quería. Salió de su aula de historia con una caricia de sus amigas como despedida, y se dirigió con las piernas temblándole al auditorio.
Estaba a pocos pasos de la puerta cuando escuchó las notas del piano. Su corazón se encogió al punto de dejarlo sin respirar; esto no podía estar bien, ¿cómo podía estarlo si dolía tanto? Se quedó afuera escuchando la voz de Blaine. Tan suave y al mismo tiempo tan fuerte. Esperaba que Blaine fuera así de fuerte durante los próximos 15 minutos.
And if you have a minute why don't we go, talk about it somewhere only we know.
¿Por qué Blaine había decidido cantar algo cómo eso justo ahora? ¿No era lo suficientemente malo con que Kurt quisiera morir en ese instante al escuchar cantar al moreno de esa forma? No podía permitir que las lágrimas acumuladas cayeran, eso sería una clara señal de que algo estaba mal, y ya era bastante malo que Blaine pudiera leer todas sus expresiones.
Entró sintiéndose como la peor persona del mundo al ver los rizos de la nuca de Blaine, esos que jamás se peinaba con gel porque sabía cuánto le gustaba a Kurt jalarlos cuando se besaban.
This could be the end of everything,so why don't we go,
somewhere only we know.
Blaine siguió cantando y Kurt se detuvo justo detrás de él, sin que el otro se diera cuenta, viendo su perfil, contemplando la longitud de sus pestañas y la forma en que se veían cuando abría y cerraba los ojos concentrado; sus labios, tan suaves, sedosos y cálidos que se curveaban en una sonrisa contra su cuello cuando le susurraba al oído; sus cejas triangulares, tan encantadoramente expresivas; sus pómulos, sus gafas que se resbalaban, su nariz. Él.
Kurt le acarició el hombro y se sentó junto a él de espaladas al instrumento, mientras que terminaba la canción.
Somewhere only we know.
Blaine se giró y le sonrió a Kurt despreocupadamente, una sonrisa que antes hubiera podido detener el mundo y solucionar todo. Pero ahora no. La sonrisa del castaño en cambio fue fría, no llegó a los ojos y consistió en curvar las comisuras de sus labios pálidos.
Y se desató el infierno.
Blaine se inclinó para comenzar un beso, y Kurt se levantó del banquillo dándole la espalda al rostro confundido de Blaine.
- Kurt, ¿qué pasa?
Kurt se giró y estaba mirando tan intensamente a su novio que éste se comenzó a sonrojar un poco, se dirigió hasta Blaine, lo tomó con solo brazo de la cintura y lo atrajo hacia él. Se le quedó viendo a esos ojos verde-dorado perfectamente enmarcados con sus gafas negras y casi con voz imperceptible dijo:
- Voy a extrañar tanto esto.- e irremediablemente lo soltó. Blaine no entendía esas palabras, ¿qué era lo que iba a extrañar?, y más importante, ¿por qué?
- ¿De qué estás hablando, cariño?
Tenía todo ensayado, era hora de la actuación. Se abrazó a sí mismo, procurando su papel.
- El otro día fui de compras a Westerville con papá y Finn, estábamos un poco cansados y paramos en una cafetería en el centro comercial, la que está junto a la paletería,- Blaine asintió, había vivido en Westerville hasta los quince- mis muchachos comenzaron a hablar de equipos de futbol y otras cosas, así que yo automáticamente me desconecté.- Kurt se giró y abrazó por la cintura a Blaine, acariciando los rizos de su frente con una mano y haciendo círculos en su espalda con el pulgar de la otra- En eso unos cinco chicos salieron de la paletería, los tres que iban hasta adelante parecía que se estaban molestando por algo y los dos de atrás, iban de la mano. Se detuvieron un momento y se dieron un beso en los labios, tan puro y casto, tan hermoso. De inmediato me tensé, esperando a que alguien les gritara algo ofensivo, o tal vez algún "valiente" les diera un golpe. Pero no pasó nada, siguieron caminando y se fueron. Yo me quedé en shock. Y me di cuenta de todas las cosas que te estoy quitando.
- ¿Qué? Tú no me estás quitando nada Kurt, me estás dando muchas cosas.
- Quiero que tengas un novio con el que puedas ir al cine, con el que hagas algo lindo en su aniversario, que te invité a su casa a cenar, o que te tome de la mano en el pasillo de la escuela.
- Kurt, tendré todo eso, contigo, en cuatro meses nos iremos de aquí.
- No lo entiendes, Blaine.- se soltó del agarre de Blaine y caminó hasta la mitad del escenario- En cuatro meses seremos diferentes, tendremos mucha más responsabilidad, no seremos estos locos adolescentes, calientes por las hormonas, quiero que vivas algo que yo no puedo darte. Y no te estoy dando a elegir.
- ¿De qué demonios está hablando?- los ojos verdes se veían borrosos por las lágrimas.
- Lo siento, Blaine, pero esto- dijo mientras se giraba para verlo de frente y hacia un gesto con las manos que abarcara a los dos- ya no está funcionando para mí.
Kurt podía jurar que se estaba desvaneciendo, pero Blaine parecía querer vomitar, ese chico que veía enfrente de él no era su Kurt, este era cruel, desconsiderado y sus ojos se veían tan duros y fríos. De seguro estaba soñando, todo esto era sólo una pesadilla, sólo eso.
- ¿Qué quieres decir, Kurt?- decir las palabras sólo hacía más real- ¿estas…estas rompiendo conmigo?
Inevitablemente las lágrimas brotaron de sus ojos si poder controlarlas más, avergonzado se tapó la cara, sollozando. No vio la forma en que Kurt se acercó a él con la intención de envolverlo en un abrazo y se retiró después con expresión arrepentida, tampoco vio la lágrima solitaria antes de que la limpiara con el dorso de su mano. El castaño logró recomponerse y regresó a ese tono duro que había adoptado para iniciar la conversación.
- Desde este momento estas en plena libertad de salir con quien quieras, Blaine. Alguien que no sea tan cobarde como yo.
Y dicho eso, tomó su morral y se fue. Estaba muriéndose y a dos pasos de la puerta cuando escuchó la voz rota de Blaine. No se molestó en voltearse, no lo toleraría.
- Kurt, siempre serás el indicado para mí.
Y ambos corazones, por un mínimo instante, se conectaron de nuevo para alejarse de forma dolorosa.
Dos semanas después Blaine no había planeado darle celos a Kurt, él ni siquiera sabía que estarían en el mismo cuarto, dividido por casilleros rojos llenos de ropa limpia o sudada y productos de higiene personal, y el hecho de que Blaine acababa de terminar de boxear y tuviera una delgada e inesperadamente atractiva capa de sudor, no ayudaba con el asunto de los celos.
Kurt estaba poniéndose una camisa limpia después de una difícil hora con las porristas, pensaba que estaba solo, por eso el timbre de un teléfono lo sobresaltó un poco. Teenage dream de Katy Perry, ¿en serio? Estaba intentando no recordar a Blaine con cada paso que daba y ahora todos usaban la misma canción como tono de llamada. Y lo que le sacó de balance fue escuchar la fuerte voz de Blaine contestar.
- ¿Bueno?- silencio- Sebastián, hola- explosión de celos en el interior de Kurt, silencio- ¿Hoy a las ocho?- otra explosión, silencio- ¿En tu casa?- risa de Blaine, tres explosiones seguidas, silencio- Claro, ¿quieres que lleve…?- multi-explosión nuclear de celos, silencio- Oh, claro, lo entiendo. Nos vemos entonces.- azote de la puerta del loker de Kurt, silencio.
Y si dos días después del incidente en los vestidores, y a conciencia de que estaba actuando ridículo y un poco incongruente, un Kurt Hummel algo cambiado entró por la puerta principal de la secundaria McKinley, en absoluto fue porque quisiera probarle un punto a alguien.
¿Kurt Hummel podía ser tan sexy como Sebastián "Cara de suricato" Smythe? Por supuesto, eso lo probaban todos los jadeos de chicas (y secretamente de algunos chicos) que lograba sacar a su paso.
Se había vestido como si fuera a modelar y su trabajo fuera destacar cada una de las prendas que llevaba puestas: unas botas de cuero negro hasta la pantorrilla apretadas por agujetas, unos pantalones negros asquerosamente ajustados a las kilométricas piernas y a la fuerte cadera, una camisa azul real con los tres primeros botones sueltos y un chaleco negro que remarcaba su diminuta cintura.
Y el rostro. Ese rostro. Sus ojos se veían (créanlo o no) más azules gracias al sutil incremento de delineador negro, y ese cabello claramente despeinado pero no descuidado, que parecía que uno, se acababa de despertar o dos, (seamos honestos) acababa de tener un buen revolcón, además sus labios más rojos de lo normal no ayudaban a negar la teoría dos.
Así que, sí. Kurt quería demostrarle a Anderson que era tan sexy como Sebastián, aun cuando él había sido el que había terminado con él e inteligentemente le dijo que saliera con alguien más. Tonto Hummel. Si supieras que Blaine sólo te desea a ti y gracias al atuendo de ese día habías logrado que tomara una torpe "ducha de lavabo" en la enfermería.
La verdad era que para la semana cuatro de estar separados las cosas se habían puesto bastante extrañas para muchas personas. Principalmente, para esos dos chicos que se amaban y por mera falta de comunicación (y una mentirijilla de Santana) estaban separados. ¿Era tan difícil obligarse a hablarse de nuevo y darse cuenta de que estaban exagerando algo que ambos podían solucionar? ¿Juntos? Duuh.
Y después estaban esas terceras personas. Gracias al estado anímico en decaimiento de su capitán, las coreografías de las Cheerios ahora estaban co-dirigidas por tres personas; Santana y Quinn, felices al principio, se dieron cuenta de que estaban perdiendo a su mejor amigo, porque ese fue sólo el principio. Los del club de teatro, los de ciencia avanzada y los de literatura le habían mandado varios ultimátum al castaño, mismos que se había negado a responder.
Y Chandler, mejor amigo de Blaine, también notó ciertos cambios en el moreno, que se había ido a los extremos. A la semana dos había dejado sus lecciones de piano y guitarra, la clase de cocina y su nombre había desaparecido del cuadro de honor, provocando rumores acerca de drogas y mafia. Lo que más le llamó la atención a Santana y Quinn y a Chandler fue la repentina obsesión por las actividades físicas, si antes practicaban de seis a ocho horas a la semana, ahora triplicaban es tiempo; sus respectivos amigos se habían vuelto insoportablemente irritables y fue pura suerte que no se encontraran en detención, pues los castigos eran parte de su cambio.
A la semana cinco, Santana ya no lo pudo soportar. Logró deshacerse de Quinn durante media hora, sentó a Kurt en una de las gradas del campo de futbol y le confesó todo. Si tan sólo hubiera servido de algo para cambiar la opinión del castaño.
Cuando el monólogo acabó Kurt tomó su morral, bajó un par de escalones y se giró para hablar.
- No importa si mentiste, Santana, porque cada cosa que dijiste tenía en parte un buen fundamento. Me diste darme cuenta de cosas que había descuidado por el amor hacia Blaine, que simplemente me cegó. Mi deber es protegerlo, no importa qué, y es lo que he estado haciendo, manteniéndome lejos de él.
Y si Santana había hecho que cierto moreno de ojos verde con dorado estuviera debajo de las gradas, escuchando, bueno, eso sí que ayudaría.
¿Qué pensara hacer Blaine para recuperar a Kurt y su atención? Lo sabrán muy pronto, chicos :3 Si les gustó, dejen review y recomiéndenlo, por favor :3 7u7
