Antes que nada, hola.

Este fanfic lo escribí hace más o menos medio año, en inglés. Y hasta hace poco lo traduje para publicarlo en wttpd (donde está completo), y olvidé que quería también publicarlo aquí (?

En cualquier caso, esto lo escribí para la semana de James x Keith, con prompts cada día y terminando en un octavo día que fue "A su lado", publicado aquí mismo y en wttpd.

Espero les guste la lectura y ésta será la única nota de mi parte, lo juro akjfadjsdgf


Realmente no creyó que en algún punto de su vida se encontraría en tal situación. Pero dando una vista al pasado, ciertamente había subestimado su futuro.

El aliento contra su cara, pesado y corto, le hizo volver a tumbos a la realidad, los ojos fijos en la boca abierta a centímetros de la suya. Y su cabeza, tan atareada y falta de oxígeno después de tanto esfuerzo, no podía recordar cómo había llegado ha estar en esa situación, en esa posición.

Ciertamente recordaba que estaba en un pequeño entrenamiento antes de sus actividades diarias, en éstas incluidas la práctica con los MFE y un par de reuniones oficiales después de recuperar a la tierra de una raza alienígena. Y aunque hasta cierto punto le pareciera rutinario, era increíblemente emocionante el día a día conociendo más sobre el universo que nunca creyó ser capaz de conocer más a fondo.

Era de esos días en los que quería pelear mano a mano, derrotar a sus compañeros y a uno que otro senior o junior que se atreviera a retarlo, y seguir con su título de invicto en la academia, pudiendo presumirlo todo lo que quisiera.

—Invicto, ¿eh?

Respingó, quitando los ojos de Kinkade derrotado en el suelo, para mirar hacia la entrada del gimnasio, tragando al ver el brillo violeta en los ojos mirándolo con atención. Casi sintió pena de haberlo declarado él mismo después de tumbar con facilidad a su compañero de MFE.

—Me parece un título que va a durar poco—escuchó a uno de los paladines, McClain, pensó después de esforzarse un poco en reconocer la voz y no perderse en la pequeña sonrisa interesada que iluminaba los orbes púrpuras—, ¿o qué dices, Keith? ¿Prefieres dejarlo disfrutar un poco?

Keith desvió la mirada, la sonrisa aun pintada en su boca, y James puso los ojos en blanco, por fin concentrándose en el vanidoso paladín azul y dándole un análisis rápido de pies a cabeza.

—Tengo dos años invicto—apuntó cruzándose de brazos—. Ningún cadete ha podido derrotarme durante ese tiempo y tú repentinamente llegas en un león robótico y, ¿dices con toda seguridad que puedes derrotarme?

Escuchó a los otros dos que los acompañaban aguantar la risa con un bufido, mientras la chica alienígena, Allura, quizás, se veía divertida por el cuestionamiento. McClain, por otro lado, hizo algo similar a un puchero y bufó.

¡Por favor!—escuchó a la de lentes soltar con tono exagerado—¿Lance? ¡¿Retándote a un mano a mano?!

—Créeme que preferiría dejarte inconsciente desde la distancia con una piedra—dijo el más alto, recibiendo un codazo de McClain.

Holt y Garret, recordó alzándoles una ceja.

—No me refería a mí, Griffin—explicó McClain ondeando su mano hacia él con desinterés y luego palmeando el hombro de Keith—. Pero pongo en juego al mejor de los paladines.

James sintió todo su cuerpo tensarse al ver a Keith sonreírle brevemente a Lance antes de volver la mirada a él, su gesto más orgulloso que al inicio.

—Suena interesante—contestó ladeando la cabeza, su sonrisa elevándose más de un lado—, ¿aceptas retadores?

Bufó, cambiando de peso a su otra pierna para aparentar su nerviosismo, e hizo un gesto hacia el colchón en el que estaba parado, invitándole a entrar al campo de pelea.

Los ánimos y silbidos no se hicieron esperar mientras Keith atravesaba el espacio aglomerado de gente, gran parte cadetes con demasiado tiempo libre y comandantes que pasaban por ahí entre sus actividades. James se sintió de repente más nervioso por tanto público, temiendo que el karma le haya llegado de tanto alardear de su título como invicto.

Pero no podía ser tan malo, ¿cierto?

Sí, Keith pateó su trasero, no muy literalmente, cuando eran nuevos en la academia. Y sí, Keith había pasado bastante tiempo en el espacio en estos últimos años. Y sí, Keith era ahora líder del equipo que había salvado a la humanidad y había caído en una bola de fuego a la atmósfera de la Tierra después de una explosión masiva.

Pero todo eso no lo hacía un mejor peleador de lo que dos años como mejor cadete de Garrison dentro de tres años defendiendo la Tierra lo habían hecho a él. Y tomando en cuenta que Keith y el resto habían pasado tres años desaparecidos por ahí mientras él combatía para la supervivencia humana, aunque Keith se veía extrañamente mayor que el resto, no lo hacía mejor peleador que él.

Por supuesto que estaba tan equivocado.

El sube y baja de su pecho no hacía más que marearlo más de lo que ya estaba, el peso sobre su torso, presionando y no dejándole completar los respiros, le debilitaban más los brazos, uno de ellos atrapados entre un giro de muñeca de su adversario y el otro bajo una rodilla. Sus piernas estaban cansadas, y sabía que aunque intentara quitarse a Keith de encima no podría ni siquiera levantar los talones para hacer el intento.

Y no ayudaba en nada tener el aliento tibio ajeno pegándole en el rostro, no dejándole tener ni un respiro de oxígeno limpio para intentar despejarse al menos un poco.

Keith lo había derrotado antes, por supuesto que lo derrotaría de nuevo a pesar del tiempo pasado.

—¿Te rindes?—jadeó con una sonrisa en sus labios, y James tuvo un brillo de orgullo en el fondo de su vergüenza al saber que al menos lo había dejado sin aliento—Ríndete, Griffin.

Entrecerró los ojos, moviendo un poco su brazo izquierdo y gruñendo ante el jalón de su ligamento, y notó el agarre de Keith aflojarse levemente para evitar zafarle el hombro.

—¿Y bien?

El sonido de la multitud viendo la pelea se había enmudecido en algún momento por la adrenalina ensordeciéndolo, pero poco a poco llegaba a sus oídos los gritos de ánimo y emoción, y se obligó a ignorarlos, fulminando a Keith con la molestia que la poca energía que le quedaba le permitía, finalmente frunciendo el ceño más al sentirse extrañamente cómodo entre el piso y el cuerpo de Keith.

—Griffin.

Lo sintió removerse sobre él, y apretó el puño que tenía contra el piso, tragando seco al darse cuenta de la rebuscada intimidad en la situación: el olor de su sudor mezclado con el de Keith, los respiros duros contra sus labios, el cómodo pero extraño peso sobre su cuerpo inmovilizándolo, el ruido del público tan fuerte que estaba seguro que cualquier cosa dicha entre ellos podría pasar desapercibida a pesar de tanta atención sobre ellos.

Y James no comprendió por qué su mente divagaba en la banalidad de sus posiciones, en el brillo de humedad sobre la piel de Keith, en el despeinado desastre de su cabello negro, en su propio nombre murmurado con consternación.

—¿James?

Apretó la mandíbula, la sangre que obviamente necesitaba en su cerebro yéndose de forma abrupta a otra parte de su cuerpo. Y obviamente no iba a quedarse ahí admirando el halo de luz centellando alrededor del rostro de Keith hasta que cierta cosa fuese notoria.

—Me rindo.