EPILOGO.
En la mente de Bella.
-Mama, mama, vamos despierta, ya he hecho el desayuno, venga vamos dije, intentar levantar a mi madre, era lo mismo que intentar levantar a un oso en mitad de la hibernación.
-No, cinco minutitos más - me dijo mi madre.
-No mama, no hay cinco minutos, cuando te pones as pareces un ni o de siete a os y era verdad, algunas veces cuando cogia un berrinche pod a llegar a ser peor que un ni o pequeño.
-Vale, vale, ya me levanto por fin - y tu, ya te has preparado?
- Prepararme para que? - que no empiece con lo del colegio!, Que no empiece!
-Para ir al instituto, necesitas estudiar para poder salir adelante dijo, yo sabia que tenia razón, pero no podía dejarla aquí sola así como así .
-Mama, sabes que ir al instituto no puedo permitírmelo por ahora, necesitas mi ayuda.
-Pero Bella cariño también necesitas dinero, no podemos estar toda la vida dejando fiado en las tiendas solo porque todas las dependientas sean vecinas del barrio.
Ya empezamos, una nueva discusión entra madre e hija. Por qu todas las mañanas ha de ser igual? No se porque Renee no pod a entender mi punto de vista, si algo llegase a pasarle mientras yo no estoy, nunca me lo perdonaría, era tan difícil de entender?
- Mama!, mama!, mama!, ya se que hace una semana que no voy al instituto, pero sabes que no me gusta dejarte sola.
-Mi cielo sabes que si tu te vas las vecinas vienen a verme y me entretengo con ellas, as que, se orita coge tus libros, tu mochila y tu bicicleta y te vas derechita al colegio cuando me dec a eso, sabia que llevaba las de perder, por eso era mejor hacerle caso, pero rechistar un poco mas antes de irme no creo que sea nada malo.
-Pero mama
-No hay peros que valgan, así que hazme caso jovencita me dijo con tono autoritario, ahora que ya estaba enfadada lo mejor era marcharse.
-Vale mama ya me voy dije haciendo un mohín.
Cogi mis cosas, pero antes de salir por la puerta, me despedí de ella.
-Bueno mama ya me voy, pero si ocurre cualquier cosa sabes que llevo el móvil encima le di un beso en la frente y salí .
Sabia que hoy seria un día muy largo. Me monte en mi bicicleta y me dirigí al instituto.
Hola! Soy Isabella Swan, tengo dieciséis años, castaña, ojos marrones como el chocolate, de estatura mediana, algo delgada y soy hija única.
Vivo con mi madre en una pequeño pueblo llamado Forks.
Mi padre murió en un accidente de coche hace tres años, mi madre iba con el, pero por suerte ella no murió solo perdi la completa movilidad de las piernas, por eso requiere de mi ayuda constante. Renee, que as es como se llama mi madre, me hace creer que no me necesita pero me conoce muy poco si cree que a mi me puede engañar. Sabe de sobra que no me gusta dejarla sola, Dios sabrá lo que le puede llegar a pasar, como por ejemplo la semana pasada, cuando llegue a casa me la encontré tirada en el suelo con anchos cristales rotos a su alrededor, y al parecer esto ocurrió al intentar ponerse de pie para poder coger un vaso, tras eso y con un gran susto en el cuerpo pasamos los dos siguientes d as en el hospital, tenia una peque a fractura en uno de los huesos de la cadera. Por todo esto llevo una semana sin ir al instituto. Ojala llegue después a casa y siga todo bien.
En la mente de Renee.
Todas las mañanas iguales, todas las mañanas una pelea con mi hija. Yo entiendo que no me quiera dejar sola por si ocurre algo igual o parecido a lo de la semana pasada, pero si se queda aquí perder a la oportunidad de asistir al instituto, poder realizar su sueño de acudir a la universidad y estudiar su carrera de arqueología.
Tras la muerte de Charlie, mi marido y padre de Isabella, mi nica felicidad es ver feliz a mi hija. Ver su felicidad cuando llega de la biblioteca con un nuevo libro y la observo mientras lee en su mundo de fantasía.
Esta chica esta en todo, me ha dejado todos los materiales necesarios para poder entretenerme cosiendo. Adoro a mi niña.
