Disclaimer:Absolutamente nada me pertenece. Todos los personajes le pertenecen a JK

Pareja:Hermione Granger y Draco Malfoy

Beta Reader: Miss Mantequilla. Simplemente la mejor.

Resumen: Convertida en una deidad vampírica a la corta edad de nueve años, lo único que Hermione Granger quiere es terminar el sexto año sin complicaciones. Pero lo último que imagina es que la tranquilidad y el anonimato que tanto anhela se verá interrumpido con la aparición de slayers, harpías, profecías ocultas y por supuesto, un rubio inoportuno. Dramione.

BLUE HEAVEN

Parte I

EL INICIO

Por: Adnat

1.

Monstruo.

Abominación.

Harpía.

Parte de la vida se ve desarrollada en estereotipos. Los cuales no solo desencadenan prejuicios innecesarios pero también el rechazo generalizado de la gente que conoce aquello que se quiere mantener en secreto.

Aberración.

Vampiro.

Hermione oía hablar de ellos con frecuencia. Los observaba a diario en las noticias, realizando marchas, convocatorias y toda una serie de campañas en busca de la legalización de los derechos vampíricos. Pero también los veía ser capturados sin contemplación alguna por las autoridades del tribunal comunal.

Su peor pecado, según muchos líderes políticos: beber sangre humana.

Un vampiro descubierto en cualquier vecindario, ciudad o país, viviendo de incógnito obtenía un boleto gratuito a la cárcel más próxima. Y si alguno se atrevía a morder a una persona, la sentencia de muerte era declarada de inmediato. Para alivio de miles de ciudadanos.

Sin preguntas y sin consentimientos.

Sin empatía o simpatía.

Los comisarios encargados admitían que no era agradable realizar esa tarea, pero se afirmaban esforzarse porque la raza humana los necesitaba. Necesitaba líderes para erradicar a las sanguijuelas.

A día de hoy Hermione sonríe con tristeza recordando la pena que sentía por ellos hace tiempo. Recordando las injusticias que se cometían y siguen cometiendo. Siempre supo que aquellos seres no escogían nacer de esa forma. Y lo que más deseaba durante ese tiempo era que ellos tuviesen la potestad de disfrutar y escoger la mejor manera de vivir la vida.

Y aunque siempre le han fascinado los desafíos, a la pequeña niña de cabellos enmarañados y nariz respingada que sólo tenía tiempo para leer libros y cuentos de hadas, nunca imaginó que tendría un encuentro cercano con la muerte y mucho menos que este sería con un vampiro.

La primera vez que Hermione conoció a uno, la nieve caía en pequeños copos sobre las ramas de los árboles. Era el invierno más frío que se hubiera sentido en su pequeña comunidad británica, pero había algo maravilloso en este y, quizá por ello no se percató de la sombra silenciosa que seguía sus pasos.

Si tan solo no hubiera girado en aquella esquina, si tan solo no se hubiera retrasado al copiar los apuntes de aritmética, si tan solo hubiera regresado a casa tal como su madre le había advertido.

Pero a sus 9 años, la curiosidad era más imperiosa que cualquier comando.

El callejón siempre estaba desierto, pero aquella tarde había una persona apoyada deliberadamente en la pared, esperando por algo o por alguien. La pequeña niña lo reconoció de inmediato y cualquier aprehensión que hubiera sentido se esfumó con gran vertiginosidad.

Era Ted, el sobrino de su padre que venía del sur de Francia por una temporada. Cabello negro como el carbón y ojos azules eléctrico que haría que cualquiera se reflejase en ellos. Su piel de un tono pálido, como si nunca hubiera tomado el sol. Con dieciocho años recién cumplidos, vivía en casa de los Granger ayudando en las tareas domésticas a su madre.

Quizá por ello no le pareció extraño encontrarlo esperando por ella.

—Hey, Ted — lo saludó con una sonrisa brillante. Él era muy amable y casi nunca tenía problemas en acompañarla a la escuela por las mañanas, al salir de casa.

Mientras más se acercaba, menor aprehensión sentía.

La situación no hubiera tenido ninguna anomalía de no ser porque los usuales orbes azules que solían recibirla con calidez y bondad estaban dilatados a un punto en que eran inhumanamente irreconocibles.

Pupilas rojas y mirada sombría.

La persona que tenía enfrente no era el Ted que vivía en casa. Por el contrario, el que tenía enfrente guardaba una tenebrosa similitud con aquellos seres que su padre, líder de los comisarios del pueblo, aprehendía con frecuencia y que celosamente miraba con curiosidad.

—¿Te encuentras bi-bien?

El tono que empleó fue prudente. Casi atemorizado. Preocupada porque su primo pudiera haber sufrido algún accidente en el camino, Hermione tragó saliva y se acercó un poco más. Uno. Dos. Tres pasos hasta quedar a la altura de su torso.

Pensó que, si se aseguraba que efectivamente no se encontraba bien, lo ayudaría antes de poder parpadear de nuevo. Pero lo que ocurrió a continuación fue tan confuso y borroso que los recuerdos continúan difusos respecto a lo que exactamente sucedió aquella tarde de invierno.

Un golpe y algo muy afilado perforando sin contemplación alguna su piel. Como si se tratara de una navaja y la sensación de sentirse en un sueño. Un segundo, un minuto, una hora. Nunca supo cuánto tiempo estuvo dormida, ni cuánto tiempo tardó la policía en encontrarla. Mas su madre le confesó, días después, que era un milagro divino que no hubiera muerto.

Según los reportes que emitieron los policías, habían encontrado un charco inmenso de sangre a su alrededor. Como si se tratase de un caño que nunca hubiera cerrado su llave. Los hombres temieron lo peor. Temieron que hubiese sido muy tarde.

Una vez instalada en el hospital tardó una semana en recobrar el conocimiento. Hermione despertó cuando el equipo médico estaba determinando lo que había ocurrido con ella.

Las sospechas en el hospital se convirtieron en hipótesis, estas en teorías y finalmente en afirmaciones. El día que su médico de cabecera le informó que había sido mordida por un vampiro todo color drenó de su cara. Su pecho comenzó a subir muy rápido y su respiración se volvió errática.

La enfermera tuvo que intervenir. Horas más tarde encontró a sus padres en su habitación con rostros acongojados. Entonces, todo cayó como un baldazo de agua fría.

Vampiro.

Había sido mordida por un vampiro, mas no cualquiera según el médico. La mordida infringida era del tipo más raro que se haya estudiado: los sangre azul. Los cuales, según diversas investigaciones académicas, tenían un linaje muy puro. Con un abolengo lleno de tradiciones milenarias. Pero estos eran tan raros que solo 1 de cada 10 vampiros nacían con esta condición.

Hermione no olvidaría las lágrimas de impotencia en el rostro de su padre. Ni la mirada atónita de su madre y a Ted preguntando al doctor qué consecuencias traería consigo el ataque.

Ted.

Al parecer él nunca la estuvo esperando. Él había estado toda la mañana en el huerto de la casa, ayudando a su madre con el sembrío de semillas. Y con ese nuevo dato, pequeñas lágrimas empezaron a bajar por su rostro. Empañando su visión de manera inevitable.

¿Cómo había podido ser tan incauta?

¿Cómo no pudo haber intuido aquella trampa?

Sintió unos brazos envolverla con gran ímpetu y supo de inmediato que se trataba de su madre. Cerró los ojos, liberando pequeños sollozos y se aferró a ella como si su vida dependiera de ello.

A lo largo del día el doctor se encargó de explicarles que los sangre azul poseían la habilidad de cambiar su apariencia a su antojo. Habilidad reservada para los poseedores del linaje desde la cuna, mas no los convertidos. Y que, si bien otras características habían sido descubiertas, no tenían la certeza de que fueran ciertas.

Con la cabeza llena de dudas y confusiones esperó la recuperación en una lenta agonía. Lo único que quería era volver a casa y que la pesadilla acabase. Pero a la semana que fue dada de alta, no sabía lo que le esperaba en su localidad.

Realmente no lo imaginaba.

Cuando los doctores optaron por liberarla al concluir que había sanado muy rápido sin necesidad de medicamentos ni atención quirúrgica, le advirtieron que las consecuencias del ataque irían mostrándose poco a poco a medida que alcanzara la pubertad.

Los que poseían sangre azul eran tan raros que muchas características de estos no habían sido estudiadas aún y Hermione tenía la clave a muchos misterios respecto a esta raza, al ser la primera víctima documentada en poseer este tipo sanguíneo.

Cuando regresó a la villa, nada fue igual. Destituyeron a su padre de su cargo, los vecinos pidieron su expulsión y posterior mudanza. No se le permitió volver a la escuela pública ni a relacionarse con ningún niño de la comunidad.

Repugnante.

Recibía ataques constantes de los que antes venían a cenar con sus padres, y de los niños que solían decir que eran sus amigos. El ser mordido no significaba ser considerado una víctima; por el contrario, era ser considerado una amenaza más.

A los 9 años la mordedura de un vampiro cambió su vida.

A los 9 años se convirtió en una prófuga más.

A los 9 años la vida de su familia fue destruida.

En los últimos años se han mudado más de 4 veces a diferentes ciudades. Pero esta temporada han optado por establecerse en las afueras de Londres. Su padre suele decir que no importa cuánto tiempo lleve, encontrarán un lugar.

En unas cuantas semanas cumplirá los diecisiete años, dejando atrás episodios lamentables de su adolescencia. Pero se promete a si misma que esta será la última vez que sea transferida.

Hasta que alguien descubra su secreto.

Hasta que alguien descubra que es un vampiro.

—Hermione, cariño, el desayuno está listo.

A la distancia escucha la voz de su madre llamándola con insistencia. Y mientras se mira una última vez en el espejo, termina de limar los pequeños caninos que de nuevo han empezado a crecer.

Se dice a si misma que este año será diferente.

No necesita amigos. No necesita estúpidas relaciones. Y no necesita que el centro de detención de vampiros la descubra.

—Espero que Hogwarts sea tan discreto como parece ser.

/

Capitulo reeditado. Gracias a mi fabulosa Beta: Miss Mantequilla. Para los nuevos lectores, leer desde un inicio. Saludos y si les gustó, déjenme sus comentarios en la parte posterior. Me encanta leer los reviews con todo lo que piensan respecto a esta historia.

Abrazos, Adnat