Hola, gracias por darle una oportunidad a este fanfic.

Bueno, en esencia este fanfic son las historias de los cuentos de hadas, siendo interpretadas por los personajes de Naruto, pero no son las tipicas historias que se miran en las peliculas o se leen en los libros, NO, porque estas son MIS versiones de los cuentos de hadas, cambiadas a mi manera y con mis propios agregados. Todo sin perder la esencia de los personajes de naruto y los cuentos de hadas.

Para este fanfic pedi prestados a los personajes del fanfic NISHASENTAKU, cuya autora es una persona genial a la que respeto mucho y considero mi amiga TENSHIKO-KUTE (en las notas finales los links). Quiero agradecerle por prestarme a sus personajes ya que sin ellos esta historia no seria posible siendo que en un principio esta historia seria una adaptacion a la suya, terminando siendo algo muy diferente. Asi que Gracias ten! Esta historia esta dedicada para ti ya lo sabes :)

Si no les gustan los OC´s no lean.

Resumen:

En el mundo de los cuentos de hadas no todo es paz y tranquilidad. La maldad se mueve bajo las sombras, su plan está en movimiento y si nadie la detiene podrían terminar con los finales felices.

Los héroes y heroínas de los cuentos no se quedaran de brazos cruzados mientras les arrebatan su felicidad. Y la única manera de evitarlo es unirse a la rebelión, y luchar por su derecho a ser feliz.

¡Acompañen a estos chicos en la lucha por lo que se merecen! Miren el trayecto que recorren para unirse a la rebelión de los cuentos y como en el proceso sus historias comienzan a entremezclarse, mientras al mismo tiempo luchan por conseguir su propio "y vivieron felices para siempre".

Disclaymer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, le pertenecen a Masashi kishimoto. Los personajes de Nishasentaku no me pertenecen le pertenecen a Tenshiko kute. Los cuentos de hadas en los que esta historia esta basada no me pertenecen le pertenecen a sus respectivos autores.

Advertencias: Ocasional muerte de personajes, violencia y maltratos. OOC, UA. OC´s.

LO QUE TIENEN QUE SABER:

En este fanfic todos los personajes principales de naruto se encuentran, algunos tienen papeles mas pequeños y otros tienen hasta dobles papeles, lo divertido sera descubrir quienes seran quienes realmente. TODOS tienen propositos importantes para la historia.

Sin mas que decir por ahora ESPERO QUE LES GUSTE.


CAPITULO 1

La maldición de la bruja.

I.

Era la noche de tormenta más horrible de todas, el viento azotaba contra los arboles con fuerza haciéndolos que se balancearan en un compás de música de guerra, los truenos caían sin compasión sobre cualquier pobre árbol que tuviera la desgracia de estar en su camino, destrozándolos y prendiendo un fuego que era apagado al instante por una lluvia abundante y amenazadora. Los pobres animales a punto de ahogarse tuvieron que subir a las copas de los árboles y a las cimas de las montañas para encontrar refugio. Si les hubieran dicho que esa noche iba a ser el fin del mundo, probablemente lo abrían creído.

Pobre aquel hombre que cabalgaba sobre su caballo blanco bajo ese cielo. Su cabello castaño lucia negro por el agua que lo empapaba, sus ojos cafés a pesar de estar entrecerrados por el aire no dejaban de ver hacia adelante, hacia su objetivo, aquel castillo ubicado a mitad del bosque, amplio y hermoso, pero cubierto por las sombras de la tormenta.

El caballo a si mismo galopaba con fervor sin distraerse, por aquel largo puente de piedra solida que al final los llevaría a su destino, aquella gran puerta de madera que mientras cabalgaban se abría con lentitud.

Antes de llegar, un trueno escandaloso se impactó frente al caballo, éste se detuvo abruptamente alzando sus dos patas delanteras y relinchando con miedo ante tal acontecimiento.

― ¡Oh, tranquilo! ― exclamó el joven sobre él, sujetándose con todas sus fuerzas de las riendas del animal para no caer, estas mismas las jaló hacia un lado para que el caballo girara y continuara con su carrera, ya faltaba muy poco.

Llegando a la entrada el caballo se detuvo lentamente, pero el chico no tenía tiempo para perder, así que aun con el animal en movimiento saltó a tierra y emprendió una carrera por el pasillo principal del castillo.

― ¡¿Qué pasa majestad? ― exclamó un hombre de edad madura y poca cabellera saliendo inmediatamente.

― ¡Evacuen el reino! ― exclamó el chico deteniéndose un momento y limpiándose con el dorso de las manos sus mejillas, donde habían unas marcas rojas extrañas.

― ¿Qué son esas marcas que tiene ahí? ― preguntó una mujer con traje de sirvienta y el cabello negro peinado en un moño.

― ¡Eso no importa, lo que importa es que todos aquí están en peligro! ― gritó el chico alarmado ― ¡Evacuen el castillo rápido! Y luego el reino.

Ambos sirvientes asintieron y se dieron media vuelta para salir corriendo y alarmar a los demás.

― ¡¿Dónde está mi hermana? ― exclamó el joven.

― ¡En su habitación! ― respondió la mucama sin voltear hacia atrás.

El chico emprendió su carrera de nuevo, corriendo por lo que quedaba de la estancia y subiendo rápidamente las escaleras. Un rayo cayó justo en el momento en que llegaba al segundo piso, rompiendo una de las ventanas cercanas. El joven corrió aun con más fervor llegando a la última habitación del pasillo y abriendo las dos hojas de la puerta tan rápido que se impactaron con fuerza en la pared.

Dentro de la habitación muy bellamente decorada, se encontraba una joven frente a un tocador, cepillándose su largo cabello castaño. Cuando escuchó el ruido volteó inmediatamente mirando al responsable, y enseguida se levantó de su asiento para socorrerlo.

― ¿Sucede algo hermano? ― interrogó acercándose a él y limpiando sus mejillas, intentando desvanecer aquellas marcas rojas que ella no recordaba haber visto antes.

― Hana, escúchame ― dijo el chico alarmado tomando ambas manos de su hermana entre las suyas y mirando los grandes ojos negros de la chica. ― tienes que salir de aquí, tienes que irte del reino y nunca volver ¿entiendes?

La desesperación en la voz de su hermano no podía ocultarse para nada, algo muy grave estaba sucediendo en ese momento, pero ella estaba tan confundida ¡no quería irse! ¿De qué hablaba su hermano?

― ¿Es que ha pasado algo? ― indagó ― ¿Qué son esas marcas?

― La bruja ― respondió rotundo el chico comenzando a respirar con dificultad. ― Me ha hecho una maldición.

― Pero ¿Qué? ― Las palabras del chico no tenían ningún sentido para ella ¿Qué le habría podido hacer a la bruja esa para que le hechizara? Si su hermano era más bueno que el pan.

El chico se llevó la mano al corazón al mismo tiempo que parecía quedarse sin fuerzas, las piernas le temblaban y apenas podía mantenerse de pie. Su hermana se dio cuenta de esto, y a pesar de las suplicas del otro para que se alejara ella pasó su brazo bajo el del muchacho y lo ayudó a llegar a su cama donde se sentó.

― Tienes que irte ― dijo el chico con dificultad ― No queda mucho tiempo.

― ¿Irme a donde?

― Al bosque, huye lejos ― un gemido de dolor se escapó por sus labios a la par que presionaba con fuerza sobre su corazón, como si eso fuera a aliviar su dolor.

― ¡No te dejare en esta condición! ― exclamó la chica abrazándolo.

― Esta maldición ― decía el chico con dificultad mientras apartaba a su hermana ― Me convertirá en alguien horrible, en una bestia horrible. No quiero hacerte daño Hana, así que vete por favor, vete. ― Susurró ya quedándose sin fuerzas.

― ¡Tiene que haber una manera de romper esa maldición!

Un trueno cayó cerca de nuevo, rompiendo todas las ventanas de la habitación.

― La bruja esta cerca. Viene por ti… por todos. ― dijo el joven levantándose de la cama con dificultad y apoyándose en la pared ― Tienes que irte.

― ¡Volveré! ― declaró la chica decidida ― buscaré la manera de salvarte y ¡volveré! No pierdas la esperanza Kiba.

El chico sonrió débilmente antes de abrir desmesuradamente los ojos y doblarse por el dolor, entre los gruñidos bestiales Hana escuchó como el joven le decía "Vete" con su último vestigio de humanidad, antes de comenzar a transformarse en una cosa horrible, una gran bestia. Hana retrocedió de espaldas al presenciar aquella escena, como la vestimenta de Kiba comenzaba a desgarrarse mientras su cuerpo se hacía grande y robusto, por todas partes comenzaba a crecer cabello y sus ojos, que la miraron por última vez cuando estaba a punto de salir corriendo de ahí, ahora eran amarillos.

Hana giró en el pasillo y corrió hacia las escaleras, escuchando detrás de ella un gran aullido. Al llegar a la entrada subió al caballo donde su hermano venia y comenzó a cabalgar fuera del castillo. Antes de salir de las propiedades del reino Hana pudo escuchar una risa malvada, y a la bruja aterrizando por la ventana de su habitación.

― No te preocupes Kiba… regresaré a salvarte, lo prometo. ― declaró antes de desaparecer entre la penumbra del bosque.

Cabalgó y cabalgó hasta llegar a una gran cueva donde pudo refugiarse, ella y su caballo pasarían la noche ahí, fríos y mojados ya que a esas alturas toda rama en el bosque estaba completamente empapada y no había manera de prender un fuego. Esperaba que al menos ese noble caballo pudiera producirle algo de calor.

Y así durmieron, el caballo postrado en el suelo con ella recargada y hecha un ovillo junto a él, deseando que ya fuera de mañana para poder ver el sol brillante en el cielo.

El camino amarillo

II.

― Kiba… ― susurró Hana entre sueños.

― Tú debes ser la princesa Hana ― afirmó una voz femenina dentro de la cueva.

Hana abrió rápidamente los ojos y por instinto se hizo lo mas que pudo hacia atrás mirando alarmada a la persona frente a ella. Era una mujer de mediana edad, con cabello negro y ojos rojos, usando un vestido pomposo de color rosa el cual parecía destellar brillos del mismo color.

― No te apures querida ― le dijo una pequeña hada brillante frente a ella. ― Mi nombre es Kurenai ― le dijo el hada sonriente ― y he venido a ayudarte.

Cuando Hana se relajó y sentó correctamente Kurenai con un poco de magia se transformó en una mujer de tamaño completo, era idéntica a como era de hada, solo que mas grande y su vestido ya no emitía aquel brillo escandaloso.

― ¿Usted puede regresar a la normalidad a mi hermano? ― indagó la chica mirando a la mujer con esperanza.

― Lo lamento, pero mi poder por sí solo no puede ayudarte a romper una maldición como esa. ― Hana lució decepcionada al instante bajando su rostro y mirando consternada al suelo ― Pero conozco a alguien que si puede. ― declaró.

― ¿Quién sería esa persona? ― inquirió la chica alzando el rostro para mirar a la mujer.

― El es el rey de un reino muy lejano ― comentó la mujer sonriendo amablemente ― se encuentra aun mas lejos del mar.

― No importa lo lejos que tenga que ir, yo salvare a mi hermano ― dijo decidida la muchacha levantándose del suelo y mirando al hada con convicción.

― Tu valentía será necesaria en este largo viaje, donde te enfrentaras a muchos peligros ― dijo Kurenai ― pero al final llegaras a tu destino… el reino de Oz.

― ¿Cómo llego ahí? ― inquirió la joven.

― Solo tienes que seguir el camino amarillo ― respondió la mujer alzando su varita la cual destelló cuando la apuntó hacia la salida de la cueva.

Hana se giró para ver la salida, donde de la nada apareció un camino amplio, de piedras amarillas que daba vuelta a la derecha y desaparecía.

― ¿A quién tengo que buscar? ― preguntó la joven caminando hacia la entrada y parándose sobre el camino el cual al dar un paso sobre él, la parte que dejaba atrás desaparecía.

― Su nombre es desconocido para los mortales, pero él es un mago muy poderoso. Se dice que salvó al reino entero de las malvadas brujas del este y del oeste. Se hace llamar "El mago de Oz".

― El mago de Oz ― repitió Hana ― entendido. Gracias.

― Espera. Antes de que comiences a andar.. ― interrumpió Kurenai. ― A este muchacho me lo encontré rondando a las afueras del castillo del príncipe Kiba, y me imagine que tú podrías cuidarle.

Con el solo tronar de sus dedos el hada apareció a un gran perro blanco que movió la cola con entusiasmo al mirar a Hana.

― Akamaru ― dijo sorprendida ― ¿También a ti te echaron?

― Tu hermano despojó a la mayoría del reino ― comentó Kurenai con una sonrisa que decía que estaba orgullosa del chico ― aun que desgraciadamente no los logró salvar a todos. Y a quienes quedaron ahí, la bruja los transformo.

― ¿También en esas bestias? ― indagó Hana.

― No, en algo peor. Un objeto viviente. Inmóviles durante la noche, y vivientes durante el día. Pero al fin y al cabo objetos.

― Eso es horrible. ¿Qué le ha hecho mi hermano a esa bruja?

― Me temo que tu hermano no ha hecho nada malo. Pero esa mujer es cruel y rencorosa y haría lo que fuera si no logra salirse con la suya. Pero no pierdas más tiempo ― animó Kurenai ― tienes que llegar al reino de Oz, y está verdaderamente muy lejos.

― Gracias por todo.

Hana entonces su subió al caballo y comenzó a cabalgar por el camino amarillo, seguida por el gran perro blanco Akamaru.

― ¡Que la magia te acompañe! ― gritó Kurenai antes de en un destello convertirse de nuevo en una pequeña hada, y salir volando fuera de ahí.

Schneewittchen

III.

En un reino no muy lejano, vivía una bella reina. La reina una noche de invierno se encontraba cociendo en una terraza del palacio, mientras miraba la blanca nieve acumulada en los barandales y otra poca en el suelo. Tan entretenida estaba que accidentalmente se pinchó el dedo con la aguja, cayendo unas pequeñas gotas de sangre sobre la nieve. Tanto le gustó el efecto de la sangre sobre la nieve a la reina que deseó con todo su corazón que la pequeña bebe que llevaba en el vientre tuviera la piel tan blanca como la nieve y los labios tan rojos como la sangre.

Meses después nació la más hermosa princesa, una bebe tan bella, tan deslumbrante que el padre le llamó Hinata*. A pesar de esto la madre de la niña siempre le llamaba Blancanieves, ya que la bebe no era solamente hermosa, sino que también era exactamente como ella deseaba, tan blanca como la nieve y con labios tan rojos como la sangre.

Años después la madre de la niña tuvo una segunda hija, una niña que si bien no era tan hermosa como la primera, seguía siendo bella. Desgraciadamente la madre de las niñas no estuvo suficiente tiempo para poder comprobar esto, ya que en el momento del parto, falleció.

Cuando Blancanieves cumplió los ocho años de edad, su padre comenzó la búsqueda de una nueva mujer, una persona que pudiera amar a sus hijas con todo su corazón, una mujer que pudiera enseñarle a sus niñas todo lo que él por ser hombre no podría enseñarles. Así que al final, se casó con una joven, una bella muchacha que no aparentaba más de 18 años, de cabellos rubios y ojos azules que parecía amar a sus hijas.

Por mucho tiempo vivieron felices los cuatro, hasta que por desgracia, el padre de las niñas desapareció en el bosque. Fue en ese momento cuando todo se vino hacia abajo. Ya que no había nadie para quien aparentar, la madrastra mostro su verdadero rostro ante la sociedad, porque ahora era la reina, y podía hacer lo que quisiera, ahora ella era la única que estaba al mando.

El verdadero ser de esa mujer era algo repugnante, era una persona a quien la consumían los celos, alguien que tenia ansias de ser el único centro de atención.

Todo comenzó cuando se hizo el baile después de su coronación oficial. Todos habían asistido a la fiesta para celebrar, y todo iba bien al inicio de la noche, hasta que de la nada apareció aquella pobre joven, vestida en ropas muy bellas y elegantes, que desgraciadamente para ella opacaban a las de su alteza. Esa noche fue cuando la mujer dio su primera orden real, mandar al calabozo a esa persona, y también creó su primer decreto "Cualquiera que destaque más que la reina, que la opaque, o que llame la atención más que ella en cualquier lugar… ira al calabozo".

A partir de entonces todo empeoró. Las mujeres más bellas siguieron llegando, y la reina seguía mandándolas al calabozo. Y un día lo inevitable sucedió, notó a Hinata y a su hermana, aquellas que si bien aun eran muy jóvenes para ser notadas más que ella, la reina sabia que terminarían siendo aun más hermosas. Y eso no podía pasar.

Con la esperanza de hacer que las chicas lucieran feas y andrajosas las hizo vestir como sirvientas, con trapos sucios y solo las dejaba bañarse una vez a la semana. Por desgracia esto no fue suficiente, y el siguiente plan fue hacer que como se vistieran, actuaran. Así fue como ambas princesas pasaron de ser de la realeza a servirle a la realeza, ahora eran las sirvientas oficiales de la reina.

La más pequeña siendo muy lista no pudo más y escapó, se fue del castillo una noche y nunca volvió. Pero Hinata no podía irse, después de todo aquel era el reino de su padre, y sabía que aquella mujer no podía vivir para siempre. Así que se quedo ahí, esperando a que sucediera un milagro.

Pero Hinata no hizo bien en esperar más, ya que como era de esperarse, la chica creció, y se hizo aun más bella, con un cuerpo hermoso forjado por tanto ejercicio que hacía al limpiar aquel gran palacio. Y aun en esos trapos la chica lucia hermosa ¡preciosa! Y un día la reina no pudo soportarlo más…

El espejo mágico

IV.

Los pueblerinos habían mirado como desde la entrada del pueblo entraba una carroza de colores negros y rojos. El que lideraba esa carroza era uno de los sirvientes más fieles de la reina, un hombre viejo, de cabello blanco atado con un moño en una cola de caballo baja, y ojos cansados, las arrugas en su rostro indicaban que no era muy joven, seguramente rondaba los 60 y tantos años, pero tenía una buena figura ya que era esbelto y estaba saludable. Los caballos negros que jalaban la carroza, a pesar de no ser tan viejos como el hombre, se miraban bien cuidados y fuertes, era normal ya que esos caballos eran los que usualmente se usaban para transportar objetos pesados o importantes. Además de aquel hombre también se podía observar que en la parte de atrás venía otro más, un joven fuerte y musculoso pero con cara de tonto.

Ambos se abrían paso por las calles del pueblo hasta llegar a su destino: el castillo de la reina Stella.

― Oh, oh ― dijo el hombre deteniendo a los animales frente a la gran entrada del castillo. Dos hombres de armadura se aproximaron a ellos para ayudarlos a bajar. ― Sean tan amables de darle a conocer a mi reina que ya hemos llegado.

― No es necesario ― interrumpió una voz femenina saliendo por la entrada del castillo ― ya estoy aquí.

Del castillo salió una hermosa joven de cabello muy largo y ondulado atado en una cola alta, sus ojos vivos y alargados eran de un color verde esmeralda y su tez, no era completamente blanca, tenía un ligero tostado que la hacía ver espectacular. El rubio de su cabello se miraba casi plateado al estar bajo el sol de aquel día tan caluroso para ser inicios de otoño.

― Mi reina ― saludaron ambos hombres ya en el suelo inclinándose para recibir a la mujer.

― Si, si como sea ¿Lo has encontrado? ― indagó con un brillo especial en los ojos.

― Así es ― afirmó el anciano ― fue difícil pero al final hemos dado con él.

― Que bueno, que bueno ― chilló la reina sonriendo ampliamente ― vamos, tráiganlo adentro, hasta mi habitación. Dale. ― animó.

Los dos soldados que se encontraban ahí asintieron, y luego de que el anciano abriera la puerta de la carroza ambos soldados sacaron un artefacto grande y circular, cubierto por una sabana.

― Tráiganlo hasta mi habitación ― ordenó la rubia caminando con precisión hasta sus aposentos en el primer piso. ― Y con cuidado que eso es frágil.

No sin algo de lucha los hombres lo lograron dejar en el cuarto de la reina.

― Pueden retirarse ― les dijo a los soldados que con una reverencia salieron de la habitación ― Tu también brutus. ― habló al ver que el joven que venía en la carroza aun seguía ahí. Asintiendo rápidamente salió ― valla con ese chico ¿no podrías haber encontrado a alguien más inteligente para que te acompañara?

― Pensé que debido al anonimato de la misión que me encomendó, era mejor si llevaba a alguien que hiciera más bien pocas preguntas ― respondió el hombre mayor a su lado.

― Muy bien pensado, muy bien pensado ― dijo la chica sonriendo satisfecha mientras observaba aquel objeto aun cubierto por la sabana ― descubrámoslo.

― Su majestad Stella ― dijo el hombre interrumpiéndola antes de que lo hiciera ― ¿Está usted segura que desea hacer esto?

― Oh, si… muy segura.

Diciendo esto la reina jaló la sabana descubriendo aquel objeto, un espejo tamaño humano de forma circular, con un marco de madera elaborada y pintada de oro, si, de oro puro.

― Es hermoso ― susurró la mujer encantada, mirando con malicia aquel artefacto ― ¿Cómo funciona?

― La persona que me lo dio, dijo que se necesitaba una palabra mágica. ― comentó aquel hombre metiendo una mano dentro de su pantalón y sacando un papel doblado ― aquí se encuentra ― dijo ofreciéndole el papel a la mujer.

― Mnh… ― la chica tomó el papel entre sus manos y leyó para sus adentros la palabra mágica, pensando seriamente en algo ― dila tu ― dijo Stella regresándole el papel a su sirviente.

― ¿Yo? Pero su majestad…

― ¡Hazlo! Ahora ― ordenó en un grito.

― C-claro… ― el viejo tomó entre sus arrugadas manos aquel papel y en voz alta y temerosa dijo aquellas palabras mágicas frente al espejo ― Amour Propre

Justo en el momento en que el anciano dijo aquello a partir de los pies hasta la cabeza se hizo piedra rápidamente quedando en su rostro una expresión de terror que apenas pudo llegar a mostrar.

― Me lo imagine ― se dijo a su misma la mujer tocando a su sirviente ― ninguna magia viene sin algún precio.

― ¿Quién me ha despertado? ― una voz dentro del espejo llamó la atención de la reina quien sonrió con malicia girando su rostro hacia el mismo. Dentro de aquel espejo se encontraba una cara flotante, era el rostro de un joven de cabello largo y ojos alargados, su imagen era completamente verde y parecía que estaba hecha de una especie de humo ― ¿Has sido tú? ― indagó.

― Así es ― afirmó la mujer ― yo he deseado que fueses despertado.

El rostro miró a la mujer y enseguida a aquel hombre hecho piedra.

― Sacrificaste a uno de los tuyos para liberarme, haz sido lista. ― comentó. ― Pero también… seguramente malvada. ― dijo volteando a ver a Stella.

― Todo es cierto. ― dijo la chica sonriendo ― necesito tu ayuda.

― Como las reglas lo indican, para que pueda ayudarte tienes que compartir conmigo una gota de tu sangre.

― Lo sé ― dijo la rubia ― por eso tengo esto para ti.

Con una sonrisa se acercó a una de las mesas de donde tomo una rosa que estaba recostada en un pequeño plato. Al retirar la rosa del plato se miró un pequeño charco de sangre en él, y mientras la reina caminaba hacia el espejo unas cuantas gotas de la misma caían al suelo.

― Parece que ha tomado todas las precauciones ― comentó el espejo ― debió de haber investigado muy a fondo para poder saber que cuando me entregaban la sangre directamente de su cuerpo los succionaba.

― No es necesario buscar tanto si conoces a las personas adecuadas ― dijo ella colocando la rosa en la superficie del espejo.

La rosa lentamente comenzó a ser absorbida hasta que desapareció.

― El trato esta sellado ― dijo el joven en el espejo. ― Ahora, tu eres mi amo.

― Perfecto. ― sonrió con malicia Stella ― entonces, como primera orden. Necesito que me respondas a una pregunta.

― Lo que sea… pero…

― Necesito saber, ¿Quién es la más bella de todo mi reino?

― Para poder activarme, primero tienes que decir el conjuro ― recordó el espejo ― lo sabrá bien si ha investigado a fondo.

― Por esto odio los objetos mágicos, siempre con sus reglas absurdas ― se quejo la reina ― Espejito, espejito en la pared, yo tu amo deseo saber ¿Quién es la mujer más bella del reino?

Los ojos del rostro en el espejo se cerraron pareciendo este muy concentrado.

― Es usted, su majestad, la más bella de todo el reino.

― Lo sabia ― exclamó Stella sonriendo ampliamente.

― Pero no tarde mucho en festejar ― volvió a hablar el espejo ― que hay alguien que puede superarla en belleza.

― ¿Qué? ― exclamó ― ¿Quién sería esa? ― preguntó con ira.

― La llamada Hinata.

― ¡Hinata! Eso es imposible, es un asco de chica ¡jamás podría ser más bella que yo!

― La joven está creciendo… ya ha dejado de ser una niña, y no falta mucho para que el capullo se abra completamente y se muestre a una hermosa jovencita.

― Necesito detener esto ― razonó la reina comenzando a caminar de un lado a otro pensando ― ¡Lo tengo! ― exclamó al cabo de un rato ― La asesinare.

― Debo recordarle al primo de la princesa ― habló el espejo desapareciendo su rostro y mostrando en el espejo una imagen, un joven de unos 18 años, de cabello largo y oscuro atado en una cola baja y de ojos perlados ― ese joven no se quedara de brazos cruzados si usted hace algo.

― Es cierto ― dijo Stella ― entonces, simplemente tengo que deshacerme de él primero… pero si lo hago el pueblo sospechara, y se revelaran en contra mía.

― ¿Le puedo sugerir algo? ― indagó el espejo volviendo a aparecer su rostro.

― ¿El qué?

― Ese joven tiene alma de aventurero… si le deja marcharse en barco lo hará contento.

― ¿Y si se niega? ― inquirió la reina.

― Simplemente hace lo que usted sabe hacer mejor… lo amenaza.

Stella sonrió con malicia mirando al espejo que se mantenía con una expresión serena e inflexible. Después de todo había hecho bien en hacer aquel trato con Rumpelstiltskin, ahora tendría todo lo que quería, y todo lo que se merecía.


Notas:
Amour Propre - Amor propio.
Hinata - Lugar soleado.
Schneewittchen - blancanieves

Poco a poco las historias se iran introducciendo, y no se dejen guiar por el personaje que interpretan al principio los personajes porque para algunos esos no son sus personajes principales.

No en todos los personajes pondre referencias como "blancanieves" solo en algunos, los demas tendran sus nombres normales y les tocara a ustedes saber quienes son. aun que claro, no es tan dificil.

Espero que les haya gustado. Si les gusto dejen un review no les cuesta nada y me dan animos :D

TENSHIKO - www . fanfiction u/1930309/Tenshiko_KuTe

NISHASENTAKU - www . fanfiction s/5093900/1/Nishasentaku (Unan espacios)

A pesar de estar un poco largo este fanfic es uno de mis favoritos y lo recomiendo altamente, nunca me aburro de leerlo. Si quieren leer algo real y entretenido lean Nishasentaku.

GRACIAS POR PASARSE.