TO SWEET BEGINNINGS AND BITTER ENDINGS.

Capítulo 1. El encuentro.

Hamburgo, Alemania.

Era una mañana como cualquiera del mes de febrero. Genzo Wakabayashi estaba en la última vuelta del recorrido que formaba parte del calentamiento de esa mañana. Aunque le gustaba recorrer toda la ciudad, su parte favorita era cuando corría cerca del Elba. Cosa curiosa: su amigo, Herman Kaltz, lo acompañaba ese día; normalmente éste se quedaba en el campo de entrenamiento del equipo, pues no le apetecía mucho correr de un lado a otro de la ciudad.

Pues bien, era una mañana particularmente fría, pero tranquila y agradable. Kaltz pronto empezó a dar muestras de cansancio:

Wakabayashi-san, hay que descansar un poco.

¿Tan pronto te cansas amigo?

¡Uff! Bien sabes que no aguanto tu ritmo.

Está bien. Yo iré hasta el río, tú descansa mientras tanto.

Wakabayashi llegó a una pequeña colina que se alzaba sobre la ribera del Elba; desde allí observó el río, que estaba particularmente caudaloso a últimas fechas y formaba pequeños remolinos al azotar los juncos que crecían en la ribera... pero, ¿eran eso juncos? Genzo observó con más atención: había algo allí abajo, era un bulto... un animal, tal vez... no, era algo más grande... era...

¡Kaltz!

¿Qué ocurre Wakabayashi-san?

¡Hay alguien en el río! ¡Ve a buscar ayuda!

Genzo bajó con rapidez la colina y llegó a la ribera; se quitó la chamarra de su traje deportivo y sin dudarlo entró al agua y se acercó a donde estaba el bulto entre los juncos. Lo primero que distinguió fue una larga cabellera de color castaño oscuro. Al tomar el cuerpo entre sus brazos se dio cuenta de que se trataba de una chica, de unos 20 años de edad, y sí, aún estaba con vida, pero inconsciente. Llevaba puesto únicamente un bóxer y un top, y tenía colgado al cuello un dije de plata con un caduceo grabado. Wakabayashi la sacó del agua y le puso su chamarra. Al subir la colina con la chica entre sus brazos, vio a Kaltz que venía con un par de personas: el Dr. Stein y su asistente.

¿Qué ocurrió, Wakabayashi? ¿Quién es ella?.- preguntó inmediatamente el Dr. Stein al ver a la chica.

No lo sé. La encontré a la orilla del río; aún está con vida, pero está muy fría.

Hay que llevarla de inmediato a la clínica. Y habrá que avisar a la policía sobre un posible intento de homicidio.

Ya en el hospital, mientras el Dr. Stein y su asistente aplicaban sus conocimientos médicos para ayudar a la joven, Wakabayashi y Kaltz daban parte de lo ocurrido a un detective.

Vaya que es extraño. No se ha reportado la desaparición o el secuestro de ninguna chica estos días.

Tal vez aún no se han percatado de su ausencia.

Es probable. De cualquier manera pasaré el reporte, por supuesto. Mientras tanto, ¿quién se hará cargo de ella?

Eso no es problema, yo la cuidaré.- afirmó Genzo.

Muy bien, si llegamos a saber algo, les avisaremos.

El joven detective se marchó al mismo tiempo que el Dr. Stein salía del cuarto de exploración.

¿Cómo está?.- preguntaron Wakabayashi y Kaltz al mismo tiempo.

Tiene un fuerte golpe en la cabeza y varias marcas en el cuello, como si alguien hubiese intentado estrangularla. Aun así, sus heridas no son graves, espero que despierte en las próximas horas. ¿Tienen ya alguna idea de quién pueda ser?

Ninguna.- respondió Kaltz.

Wakabayashi cavilaba: "¿quién habría querido matar a esta joven? Es casi una niña". En ese momento, la asistente del Dr. Stein salía del cuarto de exploración.

La joven está despertando, Dr. Stein.

¡Ah! Vamos a ver si puede darnos alguna información. Pero no hay que molestarla mucho, aún está muy débil.

La joven, en efecto, estaba despertando. Se revolvía inquieta y al poco tiempo abrió los ojos, que eran del color del chocolate derretido. Inmediatamente se sobresaltó al verse en un lugar extraño; Genzo intentó acercarse, pero la chica, con una agilidad asombrosa, saltó de la cama y rodó por el suelo, levantándose rápidamente y llegando hasta el extremo opuesto de la habitación. Sin embargo, era evidente que aún se encontraba débil, pues no tardó en desvanecerse. Wakabayashi llegó hasta ella e intentó tomarla entre sus brazos; la joven temblaba, pero levantó su mirada; Genzo se sorprendió: no había temor en esos hermosos ojos, sino una feroz determinación.

Tranquila, somos amigos, queremos ayudarte. Yo soy Genzo Wakabayashi y te encontré inconsciente en el Elba. Queremos saber qué fue lo que te pasó.

Al escuchar estas palabras, la muchacha abrió los ojos desmesuradamente e intentó decir algo, pero era evidente que le costaba trabajo hablar, pues se llevó una mano a la garganta haciendo muecas de dolor.

¿Te duele mucho?

Debieron lastimarle la laringe cuando intentaron estrangularla.- observó el Dr. Stein.- no podrá hablar mientras no sanen sus lesiones.

Hummm, ¿y cómo podrá comunicarse?.- preguntó Kaltz.

Muy simple: aquí hay un bolígrafo y papel. Supongo que sabe escribir.- respondió la asistente.

Mientras tanto, Genzo ya había llevado a la chica de vuelta a la cama. Le entregaron la pluma y el papel. Lo primero que ella escribió fue: "¿En donde estoy? ¿Y qué hacía yo en el Elba?".

Estás en Hamburgo, en Alemania.- respondió Genzo.- ¿no recuerdas qué era lo que estabas haciendo? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu nombre?

La chica tardó un poco en contestar... "yo... no recuerdo mi nombre... no recuerdo quién soy... no recuerdo nada..."

Amnesia.- diagnosticó el Dr. Stein.- a causa del golpe. Espero que solo sea temporal. Habrá que esperar el resultado de la tomografía para descartar secuelas. Por lo pronto será mejor que la dejemos descansar.

Kaltz, el Dr. Stein y su asistente salieron de la habitación. Wakabayashi se sentó en la cama. "No te preocupes, yo cuidaré de ti", le dijo a la afligida joven. Ella lo miró con la gratitud y la esperanza reflejada en los ojos. Él, inconscientemente, le acarició una mejilla con los dedos. De pronto, como si se hubiera dado cuenta de lo que acababa de hacer, se levantó y comenzó a pasearse por la habitación.

Irás a vivir conmigo mientras descubrimos quién eres. No puedes quedarte aquí mucho tiempo. Y tendremos que comprarte ropa. Y buscar una excusa válida para justificar tu presencia y... .- se detuvo al ver que la joven lo miraba.- debemos ponerte un nombre, mientras recuerdas el verdadero... ¿me permites sugerir uno?.- ella asintió.- podríamos llamarte Yuri .

Ella sonrió. Era evidente que le encantaba.

Notas:

Vara delgada, lisa y cilíndrica, rodeada de 2 culebras, atributo de Mercurio. Símbolo de la Medicina.

Azucena, en japonés (o eso tengo entendido que significa).