N/A: Si clickeaste para leer esta historia, ya te digo gracias. Espero que la disfrutes. Y también espero que sepas que todos los derechos son de J.K. Rowling. Que le vamos a hacer... tenia que meter el disclaimer en algún lado. ¡Happy Reading!
Enseñando y Aprendiendo
Capitulo Uno
El castillo estaba volviendo a ser como ella lo recordaba, como había solido ser en sus primeros años como estudiante. Antes de pensar en guerra, en muerte y en llanto. Olía a picardía y a ideas frescas y sonaba a risas e insultos de viejas e inocentes rivalidades.
Hermione se acomodó la túnica azul marino en la que había gastado una pequeña fortuna, antes de abrir las enormes puertas que daban al gran comedor. Por un momento creyó verse sentada en la larga mesa plagada de rojo y dorado riendo con sus dos mejores amigos, soñando en voz alta con que iba a ser el resto de su vida
Curandera en St. Mungo's
Hubiera contestado enseguida la Hermione de 15 años que tanto veneraba el conocimiento.
Lo intenté
Pensó mientras notaba como Filius Flitwick le hacia señas para que se acercara a la mesa que se ubicaba en la otra punta del Gran Comedor en posición perpendicular al resto. Fue recién ahí que notó el silencio en el lugar y como todas las miradas estaban fijas en ella. Consiguió formar una sonrisa antes de cruzar la habitación y tomar asiento donde la estaban esperando.
"Buenas noches" se escuchó decir mientras le sonreía a las caras que conocía y a aquellas que habían suplantado a las que había sabido conocer.
"Bienvenida de vuelta señorita Granger" la recibió la firme pero cálida voz de Minerva McGonagall.
"Es un gusto verla profesora" reconoció Hermione, sintiendo un enorme nudo en la garganta. Hagrid por su parte la miraba emocionado mientras que Trewlaney no intentaba esconder el poco aprecio que le tenía.
En el momento en que McGonagall estaba por decirle algo más, el ahora director Flitwick, caminó por detrás de donde ella se encontraba sentada, deteniéndose a darle una leve palmada en la espalda. Casi podía escuchar el 'cálmese señorita Granger' tan característico del profesor. Siempre había tenido la capacidad de traer calma en los alumnos, aún cuando la situación invitaba a todo menos a permanecer tranquilo.
Hermione vio como Flitwick se ubicaba delante de la mesa, justo en el centro, allí donde un atril metálico decorado con un imponente águila dorada descansaba. Ese atril solía ser mucho más alto, como el director que ella todavía tanto extrañaba.
"Alumnos, Alumnos" la voz del Filius resonó en toda la habitación. Su apariencia era la misma de siempre: su característica estatura pequeña, su ropa de seda y ese aire de predisposición que amenazaba con hacerle frente a cualquier tormenta que se pusiera en su camino. "Bienvenidos nuevamente a Hogwarts, escuela de magia y hechicería". Todos los alumnos vestidos con los colores de las casas a las que pertenecían comenzaron a vitorear, aplaudir y elevar sus brazos en el aire. "Este año se cumplen cuatro años desde que la batalla de Hogwarts tomo lugar, aquí mismo, y es este año, por fin, cuando podemos anunciar la completa reparación del castillo." Una vez más se escucharon aplausos, sólo que esta vez venían cargados de respeto mas que de completa euforia. No hacía falta prestar demasiada atención para descubrir quienes habían estado presente y quienes habían sido muy pequeños para participar. Tenían una pesadumbrés en la mirada que no desaparecía con nada. Como un vestido manchado que si lo limpias lo suficiente es imposible decir donde solía estar la marca, pero a contra luz se puede ver tan claramente como si nunca se la hubiera hecho desaparecer.
Hermione intentó suprimir las imágenes que amenazaban con inundar su mente. Sabia que iba a fallar. Lo único que mitigó el impacto fue sentir la mano de Minerva McGonagall rodeándole la suya.
Respira. Se recordó a si misma.
"Quiero agradecer a todos los profesores por la gran ayuda que han brindado para recuperar el estado de belleza que esta institución siempre tuvo, pero sobre todo queremos agradecerle a aquellos que valientemente lucharon cuatro años atrás para aún tener este colegio, para poder enseñar sin miedo, para que día a día podamos disfrutar de nuestra libertad y podamos pensar en el futuro sin sentir terror".
La habitación enmudeció antes de romper en efusivos aplausos.
Respira. Pensó Hermione nuevamente.
"Este año" prosiguió Flitwick "no hay cambios resonantes exceptuando uno. Una maravillosa ex-alumna de esta institución ha decidido unirse al grupo de profesores para enseñar nada más y nada menos que encantamientos. Quiero darle la bienvenida a la señorita Hermione Granger" el director finalizó volteando a verla.
Hermione se puso de pie y pasó sus manos nerviosamente por su túnica mientras daba una enorme sonrisa al gran comedor. Todos los alumnos aplaudieron, pero solo aquellos vistiendo rojo y dorado se pusieron de pie y gritaron en aprobación.
Ella sonrió aun más ampliamente.
La voz de Flitwick comenzó a resonar una vez más mencionando el sombrero seleccionador y los alumnos de primer año. Hermione tomó asiento y se dispuso a verdaderamente disfrutar el resto de la ceremonia.
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El aula era exactamente como ella lo recordaba: Un viejo escritorio de madera descansando sobre una pila de escalones, dos pizarrones negros flanqueando el mismo a cada lado, tres filas de pupitres y la brillante luz del día colándose por los enormes ventanales de la torre en la que estaban ubicados. Era el tercer piso después de todo.
Varias imágenes comenzaron a inundar la mente de Hermione, pero las explosiones del irlandés resaltaban por sobre el resto.
Pobre Seamus.
No pudo seguir rememorando más cuando la puerta del aula se abrió dejando entrar a los alumnos de séptimo año de Ravenclaw y Slytherin. Era la primera hora del lunes, así que imaginaba la poca predisposición que la mayoría iba a mostrar en sólo unos momentos.
"¡Bienvenidos todos!" exclamó Hermione notando que sonaba un poco demasiado emocionada "tomen asiento donde ustedes prefieran" tal vez si les ofrecía algo que a ellos les gustara ellos le ofrecerían algo que también le gustara a cambio.
El aula fue llenándose hasta dejar sólo un banco libre al fondo. Esa fue la señal para que Hermione empezara con su curso.
"¿Cómo les ha ido en las vacaciones?" silencio "Me imagino que bien, aunque volver a este colegio nunca es algo que uno no quiera hacer" expresión de aburrimiento inundaba el rostro de los que vestían azul y plateado, mientras que las serpientes no intentaban disimular el malestar que sentían.
La docencia era significativamente mas difícil de lo que había imaginado
"Bueno… este año es su último año. Algunos van a tener que rendir los N.E.W.T.s pero todos van a terminar y salir a ser lo que quieran ser en este mundo." Hermione fue literalmente interrumpida por el bostezo mas ruidoso que jamás había escuchado en su vida. Provenía de un Slytherin que ella creía recordar de cuando todavía asistía al colegio como estudiante, sólo que en ese entonces apenas si pasaba el metro treinta y siempre solía tener cara de asustado. Ahora, en cambio, superaba con facilidad el metro ochenta, su pelo era rubio y brillante y su rostro estaba ocupado por ojos llenos de picardía, una mueca de superado y un aire de admiración propia.
Le recordaba demasiado a alguien que prefería no recordar.
"¿Por qué no empiezan contándome que fue lo que vieron el año pasado y-?" Una voz suave y grave proveniente del mismo sector de donde había venido el bostezo resonó en el aula, interrumpiendo a Hermione en la mitad de su pregunta.
"Disculpe profesora, pero no creo que sea apropiado que hagamos su trabajo por usted, no importa cuan nueva sea." Esta vez no era el rubio hablando, sino una señorita de pelo oscuro y lacio que le caía debajo de los hombros con labios prominentes y ojos enormes y negros, casi demasiado grandes para su cara.
"¿Su nombre es?" preguntó Hermione intentando reprimir el desagrado que indudablemente los de Slytherin siempre le iban a causar.
"Crisselda Parkinson"
Parkinson tenia que ser
"Hermana de Pansy presumo. Solíamos ser compañeras, las dos del mismo año pero en diferentes casas"
"Si, lo sé. Mi hermana apenas si pudo contener la risa cuando le conté que Hermione Granger me iba a dar clases. Mencionó alguna que otra anécdota."
"Es profesora Granger o señorita Granger, no Hermione Granger" soltó Hermione con autoridad. Esto ya se le estaba yendo de las manos y necesitaba ponerle un freno "Y no estoy pidiendo que hagan mi trabajo por mi señorita Parkinson, para nada, pero necesito que ustedes me digan como se encuentran en nivel, porque sino ya mismo empiezo la clase de magia sin varita y en dos semanas les tomo un examen. Ya deberían estar a este nivel, así que, alumnos, saquen El Libro Reglamentario de Hechizos de Miranda Goshawk y empiecen a leer la teoría, les prometo que es fascinante. Tienen acá a la señorita Parkinson para agradecerle" Enseguida el ambiente se llenó de abucheo y malestar. Así no esperaba empezar su carrera como docente, aunque había imaginado que se iba a desvirtuar y llegar a eso. Después de todo en el aula siempre había ido en contra de la corriente.
"Profesora, por favor, nece-" Un alumno de tez morena, con pequeños ojos verdes y pelo inundado de gel comenzó a hablar. No llegó a terminar cuando la puerta se abrió de golpe revelando al director del otro lado. Flitwick le hizo señas para que saliera del aula un momento. Esta obedeció cruzando los fríos pisos de piedra gris hasta encontrarse fuera del salón. Lo que la esperaba del otro lado era algo que jamás se había imaginado encontrar.
Estaba delgado, mucho más delgado, más alto también, si no calculaba mal superaba el metro noventa, su rostro pálido casi tenía un color ceniza, exceptuando por las enormes medialunas rojas que se ubicaban debajo de cada ojo. Estos aún mantenían un inconfundible color gris, imponente e intimidante, sólo que estaban apagados, haciendo que fuera difícil reconocerlos. El pelo que había sabido estar siempre impecable, peinado hacia atrás con el típico estilo de sangre pura, ahora le llegaba hasta los hombros. Seguía siendo de un rubio que se podía confundir con blanco, si bien iba camino a ser como el característico peinado de su padre, el de él estaba seco y dañado, no brillante y lustroso. Estaba envuelto en el uniforme con el que ella lo recordaba, pero le quedaba levemente chico y lo hacía ver ridículo, no aristocrático y poderoso.
¿Qué hacía ahí Draco Malfoy?
"Hermione, no se si recuerdas al señor Malfoy" ella sólo asintió, esquivándole la mirada a su ex compañero de escuela y concentrándose en la del ahora director. Por mas que ya había crecido, todavía la ponía nerviosa, y le hacía sentir que tenía que estar en constante estado de defensa. Malfoy siempre había sido su peor pesadilla, no podía creer que tuviera que verlo de vuelta. "Recién acaba de finalizar su sentencia en Azkaban, y es requisito del Ministerio de Magia que cumpla sus años educativos aquí en Hogwarts. Va a estar vigilado de cerca por el profesor Slughorn al igual que por mí, sólo necesito que por favor lo tomes en tu clase" Sabía que no era un favor lo que pedía, era una orden, estaba obligada a darle clases a un grupo de irrespetuosos Slytherins y soberbios Ravenclaws y encima ahora a un Malfoy.
A Draco Malfoy.
"De acuerdo" aceptó Hermione muy a su pesar.
"El señor Malfoy va a tener que prepararse para los N.E.W.T.s, en su O.W.L. de encantamientos sacó un extraordinario" Explicó Flitwick casi con orgullo. Encima iba a ser uno de los alumnos avanzados.
Hermione indicó que había escuchado asintiendo con su cabeza y una vez más le esquivo la mirada a Draco Malfoy.
"Muchas gracias Hermione, realmente lo aprecio" expresó Flitwick. Ella le dio una sonrisa y señaló el aula, indicando que tenía que seguir con su clase.
Dio media vuelta y emprendió su camino al interior de la habitación donde todos parecían estar leyendo, exceptuando algunos que habían puesto un encantamiento silenciador alrededor de ellos y hablaban como quien no quiere la cosa. No quiso voltear a ver si la seguía, pero tampoco lo necesitaba, porque podía escuchar los pasos detrás de ella.
Hermione camino hasta el frente intentando ocultar su nerviosismo. No iba a dejar que nadie lo viera, era privado, era sólo de ella para experimentar.
"Alumnos, tengo algo que decirles" todos los estudiantes estaban dándole la espalda y concentrados en el rubio que se ubicaba en el asiento del fondo del aula. El murmullo inundando el salón de clases llevaba frases como '¿No es ese Draco Malfoy?' '¿Qué hace ese perdedor aquí, no tiene como treinta ya?' 'Es mucho mas lindo que en las fotos. ¡No, yo lo vi primero!'.
"¡Alumnos!" exclamó Hermione con decisión. Todos voltearon a verla a ella "el señor Malfoy va a unírseles este año para terminar su educación. El director Flitwick le ha dado la bienvenida, nosotros tenemos que hacer lo mismo, así que Malfoy, bienvenido" Por fin Hermione se animó a mirarlo. Lo único que vio fue completo asco y desprecio dirigidos a ella. Se sintió como que los dos tenían quince años, y ella vestía rojo y dorado y el su tan preciado verde y el aula sonaba a insultos susurrados en esa voz suave y soberbia y enseguida eran seguidos por risas y risas y risas... y ella nunca podía defenderse.
¿Por qué no se podía alejar de todo? ¿Por qué no podía empezar de cero?
