¡Hola a todos! Estoy comenzando un nuevo proyecto. Este no será un fanfic propiamente dicho, sino una serie de one shot de esos que a veces llegan a la cabeza y que no tienen sentido y que por no llenar de basura mi cuenta prefiero no publicar. Pero como la necesidad puede más que la lógica, decidí publicar esta recopilación de viñetas, one shot o como ustedes prefieran llamarlos. En ellos cada capítulo será una hisoria corta diferente con temas y protagonistas del mundo Dragon Ball diversos.
La primea alucinación que me salió es esta a la que titulo "Crimen pasional". Y es una verdades locura, me salió algo muy extraño, pero me divirtió enormemente escribirlo, salió mi vena Destruction, la pervertida jajaja.
Disclaimer: Todo lo relacionado con Dragon Ball es creación de Akira Toriyama, todos los derechos reservados son de él y de Toei Animation. Este trabajo está hecho sin fines de lucro.
Crimen pasional.
Bulma soltó lentamente la última bocanada de humo del cigarro que estaba fumando, luego lo depositó en su cenicero favorito un antiguo cenicero de vidrio color uva en forma de pescado. Caminó sin prisas hacia la sala que se encontraba en penumbras y encendió la luz tranquilamente.
Ahí estaban Vegeta parado de brazos cruzados contemplando insistentemente algo en el suelo, debajo de él, y el objeto que atrapaba su mirada: un hombre muerto.
-No tenías que matarlo- le explicó con tranquilidad, después del ataque de profunda histeria que había tenido horas atrás, en las que había gritado, llorado, desmayado y destruido todo cuanto se atravesaba en su paso. Ahora se encontraba relajada, a tal grado que su alfombra otrora color hueso teñida en una gran extensión de color carmín por la sangre de la víctima de Vegeta, no le afectaba. Aunque cabía la posibilidad de que esa calma se debiera al efecto de los tranquilizantes que a la fuerza le había hecho tragar el saiyajin.
Vegeta levantó los hombros restándole importancia a la situación, simplemente había presenciado esa misma escena tantas veces que ya no le provocaba ninguna sensación, excepto tal vez extrañeza pues esa ocasión se había presentado en su casa, un lugar nunca había ocurrido nada parecido.
-Se lo merecía- replicó tranquilamente
-Ya te dije que fue una confusión. Él solamente tropezó con ese cable- dijo señalando perezosamente un cable suelto que iba a perderse dentro de un mueble pegado a la pared.
-Lo extraño aquí es que cayó justamente sobre tus pechos- le espetó levantando la vista del corazón sin vida, ya seco en la mano de su víctima hacia el pronunciado escote de la mujer. Ésta lanzó un suspiro cansado.
-No cayó sobre mis pechos, Vegeta- volvió a explicarle, era la undécima vez que le repetía lo sucedido, las había contado todas –iba a caer y sin querer me atravesé en su caída, nos venció el peso y cayó sobre mi-
-Con ese penoso cuento pudiste haber engañado al idiota Yamcha, pero a mí no- caminó aceleradamente hacia ella y la tomó de la barbilla para que lo viera a los ojos. Bulma tardó unos segundos en enfocarlo, pero le sostuvo la mirada cuando lo logró. Tuvo la sensación de que habían permanecido unidos por la mirada durante toda su vida. Podía notar la ira en sus profundos y calantes ojos negros, aterciopelados, peligrosos, destructivos ojos negros imposibles de dejar de mirar.
-¿Estás celoso?- le preguntó sin ocultar una sonrisa pícara. Él apartó la mirada enseguida, con un gesto de fastidio.
-Por supuesto que no, aunque quisieras que lo estuviera, nunca me pondría celoso de una mujer tan vulgar y tan fácil como tú- contrarío a lo que suponía que haría, Bulma no se enfadó, siguió sonriendo con un toque de malicia.
-Si, estás celoso- ahora fue ella la que tomó de la barbilla al saiyajin para que la mirara, pero éste le rechazó con la mano y se alejó bruscamente de ella -¿Por qué estás celoso Vegeta? –bajó el volumen de su voz hasta casi susurrarle, se le acercó lentamente mientras lo interrogaba con un tono sugerente -¿Hubieras deseado ser tú quien estuviera en lugar de ese señor? Tocándome, aprovechándose de mí y de la situación- la mirada intensa que le dirigió fue tan provocativa que ni el frío corazón del príncipe pudo resistir. Abrió la boca para discutir, indignado de que una simple terrícola pensara que él podría rebajarse a sentir deseo por ella, pero antes de poder decir palabra alguna, ella se deslizó como un gato y se colocó frente a él, logrando que retrocediera un paso –tal vez si tienes lo que tanto deseas, podrás dormir tranquilo, sin tantas pesadillas que te atormentan en las noche. Oh si, las escucho todas las noches. Pero…- puso un dedo en sus labios antes de que se atreviera a hablar, y aún con los reflejos embrutecidos por la droga, sintió sus labios suaves y firmes y se le antojó probarlos- yo sé cómo lograr que no pienses en cosas desagradables.
Vegeta se preguntó si él habría tomado también las pastillas sin darse cuenta o si la mujer las habría disuelto en el vaso con agua que tomó cuando de pronto todos sus sentidos dejaron de estar alertas para concentrarse en una sola cosa: su cercanía. El suave aliento de la chica le hizo cerrar los ojos involuntariamente, en cuanto los abrió notó que ella se le acercaba lentamente al rostro y que posaba sus pequeñas manos en su pecho. Su cuerpo se tensó mientras las ágiles manos de Bulma le acariciaban el pecho cubierto por una delgada playera y subían hasta posarse en su cuello por donde lo abrazó. Se sintió tonto por no hacer nada ¿Acaso realmente deseaba que pasara? No parecía tan denigrante después de todo.
Con una lentitud tortuosa, Bulma rozó sus labios con los de él, a pesar del hermetismo del guerrero que con su tensión, los mantenía fríos. Ella le acarició con un beso pequeño y siguió cubriendo de esa forma cada milímetro de ellos hasta vencerlo despacio. Después lo hizo un poco más fuerte y prolongadamente, notando que la resistencia masculina se sometía lentamente, con un toque de mansedumbre de macho necio.
Se odió por ser tan débil y abrazarla por la cintura. Era cierto que deseaba poseer ese cuerpo, pero siempre pensó en hacerlo a sumanera, no a la de ella, sin seguir ese juego idiota. Sin embargo, tal vez atribuible al cansancio de toda la semana sin dormir y sin dejar de entrenar, no estaba poniendo ninguna resistencia.
Le costó un poco de trabajo, pero logró romper la barrera de los labios apretados mordiéndoselos y aprovechado el pequeño espacio que se abrió para convertir ese confuso beso en algo más ardiente. Buscó su lengua y la encontró rápidamente un latigazo de corriente eléctrica le recorrió la boca y después el resto del cuerpo, provocando que ambos se reconocieran, sin ser conscientes se apretaron uno al otro, fue inevitable que sus caderas se movieran en conjunto, rozándose, explorándose sobre la ropa.
Sentir las grandes y fuertes manos de él sobre su cintura, atrayéndola con fuerza hacia su torso, le provocaba a Bulma un mareo de placer, de pasión, un ardor en las entrañas que no había experimentado antes. Suspiró en forma de demanda, para que él se atreviera a ir más lejos. Y cuando su demanda fue satisfecha, soltó un gemido de placer ahogado dentro de la boca del hombre que había tomado uno de sus senos de forma descarada, ruda, vulgar. La respiración de ambos se agitaba. Cuando su delgado comenzaba a temblar de excitación, terminó el beso para acercarse a su oído y susurrarle sensualmente -Vamos a la cama, quiero cumplirte cualquier deseo-
Estaban a punto de subir a su habitación cuando sonó el timbre, rompiendo el encanto. Vegeta se alejó de ella lo más que pudo. Aquella mujer era peligrosa, se dijo mientras se limpiaba de la boca cualquier rastro de su saliva.
La puerta se abrió sin esperar a que alguien fuera a atender. Era Yamcha que llegaba con un ramo de flores casi marchitas -Lamento haber llegado tarde- fue lo primero que dijo, después notó que algo no estaba bien, tanto en la mirada cristalina y ausente de su novia, como el saiyajin, intruso-enemigo-huésped de ella. Yamcha notó sin poder evitarlo el gran bulto entre las piernas del guerrero, no es que lo buscara siempre con la mirada, era solo que sobresalía a la vista como si estuviera presumiéndolo. Y al último, aunque debió ser lo primero, notó una mancha roja en la alfombra y más adelante el cuerpo sin vida de un hombre que sostenía con la mano inerte y amarilla, su propio corazón.
-¿Qué… cómo…?- gritó sorprendido sin poder terminar la frase. Toda la escena era simplemente bizarra. Bulma hizo un gesto de fastidio, suspiró y lo miró casi con compasión, como una madre cansada de regañar a su hijo.
-Pasa Yamcha, estás en tu casa- le dijo amablemente, con la poca velocidad que los efectos de las pastillas tranquilizantes le permitían. El hombre, sin poder creer lo que veía e intentando despegar la mirada de la parte baja de la anatomía de Vegeta y del cuerpo inerte sin corazón, caminó como autómata hacia ella –vamos a hablar sobre tus novias, mientras tanto Vegeta se encargará de sacar la basura- sonrió señalándole el camino hacia la cocina, donde hablarían más tranquilos. Volteó a mirar por última vez a Vegeta y le guiñó un ojo, haciéndole saber que no habían terminado aún.
El príncipe encogió los hombros como haciéndole saber que no la esperaría y se dedicó a preparar una bola de energía para fulminar el cuerpo y no dejar un rastro de él.
FIN
