Capitulo uno | La metamorfosis.

Ya habían pasado varios años y apenas podía creer lo mucho que las cosas habían cambiado aunque, claro, no debía sorprenderse por ese hecho. Era predecible que debía ocurrir de esa manera, era lo justo.

A pesar de ya haber vivido un poco más de tres meses en el Londres muggle, no tenía ni idea cómo era que estos seres vivían por si solos e independizados de la magia. A él se le hacía cada vez más difícil, si es que eso era posible. No lograba acostumbrarse y creía que nunca lo haría, no había cosa que detestara más que los muggles, pero se había obligado a esforzarse por volver a ser el Draco exitoso de antes, aunque debiera de pasar por circunstancias poco agradables.

Mientras caminaba al centro se forzó a pensar en la angustiosa situación de quedarse sin dinero, ese fue el motivo que lo había movido a salir de su departamento luego de varios días de reclusión voluntaria, negándose a salir de la seguridad de su nuevo hogar. Le había costado horrores aprender a utilizar el dinero muggle, pero era una amargura necesaria. Ya no podía vivir entre magos, la mayoría de sus bienes materiales habían sido tomados hacía años por el Ministerio, incluyendo los terrenos y todo su dinero, y sus padres estaban quién sabe dónde, llevándose con ellos cuánto dinero pudieron antes de que se los arrebataran, el rubio no había sido tan astuto. Y aunque no hubiera sido así, y sus padres se hubieran quedado con él, Draco ya no podía vivir de sus progenitores, tenía veinticuatro años, joder.

Apenas huyó de la batalla en Hogwarts junto con sus padres, su vida fue un calvario, nada comparable con lo que había sido antes, desde luego. Los cargos contra él fueron desestimados debido a su poca participación, pero los de su padre no desaparecieron tan fácilmente, así que con el dinero que consiguieron sacar se fueron lejos junto con Narcissa y dejaron a Draco con todo el peso del apellido Malfoy y la palabra Mortífago tatuada en forma de marca tenebrosa en su brazo izquierdo. Nadie lo dejaba en paz en ningún lugar, el Ministerio había aprobado que conservara una pequeña propiedad, pero todas las semanas iban a hacer un chequeo, revisaban toda la casa de arriba abajo alegando que le llegaban denuncias de que él seguía practicando magia oscura. Aun cuando se animaba a salir de su casa, las miradas, los susurros lo perseguían, incluso había algún que otro valiente que lo enfrentaba, buscando respuestas, explicaciones que Draco no tenía. Finalmente, el rubio se hartó, dio aviso al Ministerio de que se iría al Londres muggle y, luego de meses de papeleos y varias audiencias, le dejaron marchar.

El quid de la cuestión era que el rubio había salido en la búsqueda de un trabajo. Amargamente, soltó una risa para sí mismo. Un Malfoy buscando trabajo, debía de ser el primero. Sin contar lo irónico que le parecía estar buscando en sitios muggles. Sin embargo, desconocía cuál era el procedimiento normal para un muggle desempleado, así que simplemente salió a caminar por el centro, rogando por que el trabajo le cayera del cielo, como había pasado con la mayoría de cosas que había conseguido a lo largo de su vida, buenas o malas.

Y, literalmente, así sucedió. Vagó su mirada por las edificaciones a su derecha, hasta posar su atención en un cartel en el que simplemente rezaba: Se busca secretaria/o, buena paga. Formando una sonrisa de sutil suficiencia, Draco entró al alto edificio con gesto triunfante, sin siquiera molestarse en ver de qué trataría el trabajo. ¡Al fin algo parecía ir a su favor!

Parecía un buen lugar, un aroma dulzón llegó a su nariz e hizo que la frunciera, sentía que esa fragancia ya la conocía. Sin darle demasiadas vueltas a ello, se colocó detrás de una fila de cinco personas que parecían esperar para que la muchacha del mostrador los atendiera individualmente. Suspirando, no le quedaba otra alternativa más que esperar mientras volvía a recorrer la zona con su mirada: había varias filas de asientos frente al mostrador, algunos ocupados por personas nerviosas y otros vacíos. Recordó que era sábado, era probable que en cualquier otro día laborable hubiera habido más movimiento allí. Lejos de él, en una pared de color anaranjado oscuro se encontraban colgados unos cuantos cuadros pequeños, aunque no llegaba a comprender de qué trataban. Junto a la escalera había un cartel que comenzaba con un gran título: "Índice" luego comenzaba a nombrar qué podía encontrarse en cada planta del edificio. Con curiosidad, forzó su vista para poder así leerlo pero en ese momento fue llamado por la joven del mostrador con un sutil "siguiente".

La chica con una sonrisa en su rostro le preguntó si estaba allí a causa de la vacante de trabajo o porque deseaba proponer un producto, a lo que el rubio respondió a lo primero. Le entregaron una planilla que debía llenar allí mismo junto con un bolígrafo de color negro, entonces se volvió alrededor y se sentó en uno de los asientos que había visto anteriormente, dispuesto a hacer lo indicado.

No eran preguntas muy difíciles las que se le presentaban, simplemente contestó sin pensar demasiado, hasta que al final había una pequeña nota: "Adjuntar curriculum vítae" ¿Qué demonios era eso? Frunciendo el ceño observó a las otras personas que se querían postular para el empleo también, y se encontró con que entregaban las planillas junto con una hoja.

Suspiró frustrado. No sabía que era aquello que exigían, y desde luego no lo tenía, a pesar de que le sonaba sospechosamente familiar. Por un momento pensó en abandonar la planilla y marcharse sin más, sabía que no iba a ganar el puesto si otros estaban mejor preparados y calificados que él. A pesar de esto, sus piernas no obedecieron sus órdenes y se dirigió a la muchacha que antes lo había atendido tan amablemente.

—Disculpe —Comenzó y, creyendo que no era conveniente demostrarle a la chica que desconocía aquello que le pedían, aventuró a preguntarle—, no tengo el currículum vitae aquí a mi alcance. ¿Eso supone un inconveniente?

—Oh, claro que no. —Negó con tono afable— Puede entregarme la planilla y dejarme anotado su dirección o número telefónico allí, así podremos avisarle si hay alguna noticia sobre la vacante.

—Es usted muy amable. —Dijo simplemente mientras anotaba su dirección y número de departamento en la planilla, ya que no poseía un teléfono. Le extendió la hoja a la mujer– ¿Cuánto cree que tardarán en decidir quién ocupa el puesto? –Se negaba a estar mucho tiempo esperando por un trabajo que no estaba seguro de poder conseguir.

—Por lo general, se leen todos los concursantes y luego se reduce la lista. A partir de allí se hacen entrevistas individuales y se elige al que ocupará el puesto. —Sonrió mientras guardaba la planilla en una cajita con algunos papeles— Aunque el trabajo es en la secretaría de la fundadora de la empresa, así que podríamos decir que es urgente.

Secretario de la cabeza de la empresa, ese si era un puesto interesante. Murmurando un impersonal gracias, que quizás la chica no oyó, giró en redondo retirándose del lugar. Antes de llegar a la salida, echó un último vistazo, y junto a la puerta había una mesita con unos cuantos folletos dispersos sobre ella y un florero de vidrio con llamativas flores de tonos naranjas, amarillos y rojos. Se inclinó ligeramente para tomar uno de los folletos para luego doblarlo un poco y guardarlo en el interior de su chaqueta; cuando llegara a su departamento tendría oportunidad de leerlo más tranquilamente para poder enterarse de qué trataba todo aquel lugar.

El resto de la mañana la dedicó a hacer algunas compras urgentes de alimentos, podría tener poco dinero, pero no podía evitar alimentarse; ya había aprendido un poco sobre cómo manejarse en un almacén. Al llegar a su departamento se dirigió directamente a la cocina para dejar todas las bolsas sobre la mesada y, recargándose sobre ésta, se dispuso a contar le dinero que le quedaba para pensar cómo podía racionalizarlo hasta lograr conseguir más, sin embargo cuando metió la mano en su bolsillo se encontró con el folleto.

Sonriendo sin saber realmente el motivo, lo abrió y se encontró con unas llamativas letras: "Editoriales Fénix: edita, publica y distribuye arte" con un dibujo bastante aceptable y acertado de lo que un verdadero fénix era. Se inclinó un poco para ver los detalles del dibujo, ya que llamó la atención lo correcto que era, por lo general los muggles nunca daban bien con la imagen de esos pajarracos, la mayoría de las veces le erraban con la forma del pico; pero algo más reclamó su atención y no dio crédito cuando leyó las pequeñas letras debajo:

A cargo de Hermione Jane Granger.

Se alejó un poco entornando ligeramente sus ojos, leyendo una y otra vez. En voz alta, en su susurros, mentalmente. Asegurándose que no había leído mal, pero no lo había hecho, el nombre Hermione Granger estaba realmente ahí.

—Esto definitivamente tiene que ser una broma... —Gruñó sin quitar la mirada del nombre de la chica que solía ser su enemiga.


¡Hola lectores!

Como bien puse en el summary este fic es EWE (sin tener en cuenta el epílogo) así que modifiqué algunas partes del destino de estos personajes. En los primeros capítulos desarrollaré lo que les sucedió a nuestros personajes luego de la Batalla de Hogwarts y cómo afectó en su vida y personalidad. En el correr de la historia agregaré personajes inesperados (por eso está lo del género friendship), pero como quiero que sea una sorpresa, los pondré en luego en el apartado de personajes.

¡Espero que les guste y recuerden que los reviews siempre son bien recibidos!

Mapple.