Prólogo

-Definitivamente, estás como una puta cabra.- Es difícil mirar a tu hermana a los ojos y decirle semejante barbaridad. Es muy difícil si, además, tienes la total seguridad de que te estás quedando corto. O, al menos, a él le resulta difícil.

-Vaya... pensé que tú me entenderías... Siempre has sido un marginado. Un quiero y no puedo o un puedo y no quiero, no sé qué es peor.- Cuando se pone seria parece hasta sensata. Es increíble que una chica que lo tiene todo, que ha sido admirada por todos, que tiene una mente maravillosa y un cuerpo de escándalo... Es increíble que quiera mandarlo todo a la mierda.

-No soy como nuestra hermana, a mí no me pone cachondo que me insultes.- Su hermana... ella está tan absorbida por la pirada en que se ha convertido la mediana de los tres, que prácticamente se excita cada vez que esta loca la maltrata física o verbalmente.

-Lo sé muy bien... Y es una pena porque de verdad te estás ganando una paliza ahora mismo. Y no me gustaría ser la única que disfrutase con ella.- El chico aprieta los puños, tratando de contener el irrefrenable impulso de pegar a su hermana mayor o de salir corriendo. Ambas opciones no dejan de rondarle la cabeza y, después de lo que ha visto hace unos instantes, la segunda parece la más cuerda. -¿Por qué no te largas? Lo estás deseando, ¿no? Siempre has sido un cobarde después de todo... Si yo tuviera tu talento... Joder, sí que haría grandes cosas.- Talento... El hecho que ella llame "talento" a lo que su hermano sabe hacer, no hace si no atormentarle aún más que ver en qué se han convertido las dos personas más importantes de su vida.

-Desearía tener agallas suficientes como para utilizar mi talento ahora...- Nada más terminar de hablar, se arrepiente de lo que ha dicho. Ojalá no lo hubiese dicho. Pero el daño ya está hecho y le va a costar caro.

Con la agilidad de una bailarina, la chica levanta su pierna hasta clavar la punta de su pie en el estómago de su hermano. Acto seguido, cuando él se dobla, ante la punzada de dolor, ella le agarra del pelo y lo tira contra el suelo. El pobre chico apenas puede detener la caída y nota cómo un líquido caliente empieza a resbalarle del pómulo derecho, donde su cara ha impactado contra el suelo.

-¿Qué mierda vas a hacer tú si no tienes huevos ni para matar a una mosca? ¡No vuelvas a amenazarme, pedazo de estiércol nauseabundo!- Normalmente es mucho más calmada, pero su hermano siempre ha logrado sacar lo peor de ella... al menos desde hace unos años. Antes se llevaban bastante mejor pero la edad les ha ido distanciando.

-*Gime de dolor*- El chico, completamente sobrepasado por la situación, empieza a llorar. No es sólo que su hermana le haya partido la cara contra el suelo, literalmente. Es el hecho de que ella, en el fondo, siempre ha sido así... le pone enfermo, le mata por dentro...

Con la rabia borbotando en su interior, asqueada de ver a su hermano dando tan patético espectáculo, la chica le pisa repetidamente el antebrazo derecho, hasta que termina por rompérselo, entre gritos de dolor.

-Llora como un puto bebé, es lo único que sabes hacer.- La chica se da la vuelta y se marcha de la habitación sin mirar atrás, dando un portazo.

···

Al poco rato, la puerta de la habitación se abre de nuevo. Una chica de pelo negro, con un cuerpo atlético y una cara llena de pecas, entra con cierta timidez. Echa un vistazo alrededor y ve que su hermano menor está tirado boca abajo en el suelo de madera, temblando ligeramente y sollozando. Es evidente que está llorando, y es evidente, por el ruido que ha podido oír desde fuera de la habitación, que su hermana menor le ha destrozado. La chica nota un calor subirle a las mejillas pero trata de mantener la compostura y de recordar que su hermano no es como ella.

-¿Estás bien?- La chica se arrodilla junto a su hermano y ve un pequeño charquito de sangre junto a su cara. Ha debido romperle la nariz o algo. La pobre cada vez se siente más excitada. Además, su brazo derecho está inflamado y, probablemente, roto.

-No, joder, no estoy bien.- El chico levanta la cabeza y mira fijamente a su hermana mayor. Ella y la otra son mellizas y solo les separaron un par de minutos en su nacimiento. Sin embargo, está claro que la menor se llevó toda la belleza y la inteligencia... La mayor, por otra parte, solo tiene una capacidad física sobrehumana y una disciplina intachable. Y lo segundo cada vez peligra más, considerando el actual viaje de las dos hermanas hacia la locura.

-Perdón...- Cuando su hermano la trata mal no tiene la misma sensación que cuando lo hace su hermana. Se siente mal, como si no se tratase de verdad de su hermano.

-¡Vete a la mierda! ¡Idos las dos a la mierda! ¡Ella se ha vuelto una psicópata y tú te has convertido en su perrito faldero! ¡Me dais asco las dos!- Hacía mucho tiempo que la chica no veía tan cabreado a su hermano. Sin embargo, pese a lo enfadado que está, ella sabe perfectamente que no irá a más. Él no es como su hermana.

-Necesitas que te miren eso.- La chica levanta a su hermano sin problemas, pese a que éste intenta resistirse, y se lo lleva en brazos. Al salir al corredor del instituto, la chica gira a la izquierda y recorre un buen trecho, pasando de largo varias clases y a algunos alumnos, que no dejan de parlotear en los pasillos. Ninguno de los dos atrae realmente la atención de nadie. Una es la persona más asocial que uno se pueda echar a la cara y el otro... Siempre ha vivido a la sombra de su hermana, la guapa, la inteligente, la popular...

-Dios, todas visten como lo haría ella... Alguien debería decirles lo estúpidas que parecen, alguien debería darle a nuestra hermana su merecido.- El chico refunfuña, en los brazos de su hermana.

-Es perfecta... Está bien que todo el mundo se dé cuenta de ello.- La chica parece tan decidida a amar a su hermana que a su hermano le dan arcadas.

-Me das asco.- El chico no se corta a la hora de mostrar su disconformidad, pero su hermana mayor no da muestras de haberse ofendido. En realidad, él no odia a ninguna de sus hermanas. Y sabe que, al menos, la que le lleva a la enfermería tampoco le odia. La otra es otro cantar, difícilmente se arriesgaría a aventurar en qué piensa ella.

-Yo también te quiero, hermanito.- La chica sonríe amargamente, y sigue caminando sin decir ni una palabra más hasta que llega a la enfermería. -Aquí estamos...-

-¡Con permiso!- La muchacha entra en la enfermería y echa un vistazo alrededor, buscando a la enfermera. Parece que no hay nadie, pero al poco rato, una mujer con bata blanca aparece de detrás de una cortina.

-Dios mío, ¿qué le ha pasado a tu hermano, señorita?- La enfermera le hace gestos para que lo tienda sobre una cama y ella se apresura en obedecer.

-Se ha caído por la escalera del tercer piso. Creo que se ha roto el brazo derecho.- La chica deja a su hermano sobre la cama y la enfermera empieza a inspeccionarle.

-No solo el brazo, tiene el pómulo roto también. Será mejor que llame a una ambulancia para que lo lleven al hospital.- La enfermera coge el teléfono tras inspeccionar al chico y marca el número de emergencias.

···

-¿Qué diantres fue lo que te llevó a enfadarla lo suficiente como para que te hiciese esto?- Los dos hermanos llevan en el hospital desde por la mañana. En un par de días, el muchacho tendrá que someterse a cirugía, para reparar la fractura de su brazo derecho. Y unos días después, tendrán que volver a operarle, para volver a colocarle bien el pómulo roto.

-Me enseñó un vídeo.- El chico no quiere ni pensar en ello. Le duele la cara, le duele el brazo, ve borroso por el ojo derecho y no deja de sentir como si tuviese algo amenazando con clavársele en ese mismo ojo cada vez que lo mueve.

-¿Qué vídeo? ¿El del vagabundo?- La chica parece saber a qué se refiere su hermano y éste asiente, con estupefacción.

-¿A ti también te lo enseñó? ¿Y no te parece nauseabundo?- La chica asiente para contestar a la primera pregunta y niega en respuesta a la segunda.

-Ya sabes que soy una total desalmada, ¿no? He visto cosas peores.- Una cosa es cierta, su hermana carece de total empatía o emoción cuando se trata del sufrimiento ajeno... o de cualquier cosa ajena. Sólo le importan su hermano y su hermana. Ellos son los únicos que consiguen despertar sentimientos en ella.

-No me importa el vagabundo, realmente...- El chico empieza lo que parece que va a ser una divagación sobre el cambio que ha sufrido su hermana, la psicópata en ciernes. -Pero ella no era así.- Su hermana le mira con gesto incrédulo, como si no diese crédito a lo que está oyendo. -No me malinterpretes, siempre ha estado un poco pirada pero... Maldita sea, es normal. Nuestro hogar era una mierda, nuestros padres eran una mierda, nuestras vidas siempre han sido una mierda pero... Joder, nunca la había visto así. No es que disfrutase haciendo daño a ese desgraciado, es que estaba extasiada con su sufrimiento.- El chico no deja de mirar fijamente a su hermana, que no muestra ningún tipo de emoción que pueda darle una pista sobre si está o no de acuerdo con él. -El final del vídeo es lo más horrible que he visto en mi vida. Cuando lo deja medio muerto y le... le...- El chico no sigue. En la última parte del vídeo, su hermana había degollado a la mascota del vagabundo, un cachorro que probablemente había sido abandonado para morir en la calle, delante del pobre hombre. Y él no podía hacer otra cosa que no fuera llorar y gritar de dolor ante la muerte del que probablemente fuese su único amigo, su única compañía.

-Estás exagerando.- La chica no parece tan tocada como su hermano, y empieza a sentir una comezón en la garganta. A veces le gustaría poder sentirse así, como su hermano se siente en estos momentos. Le gustaría indignarse ante semejante muestra de crueldad pero...

-Exagerando dice... Por el amor de Dios...- El chico se tapa la cara con la mano izquierda y se arrepiente al instante. El sólo roce de su mano ha bastado para darle una punzada terrible de dolor en el pómulo. De cualquier forma, sigue hablando. -Algún día intentará hacernos eso mismo a nosotros... Ya me dirás entonces si te parece que estoy exagerando.- El muchacho termina ahí su alegación y su hermana le mira con una expresión triste. Él no tiene ni idea de que lleva siendo maltratada por su hermana menor casi desde los siete años.