Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, si fuera mío habrían acabado todos muertos.


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¡Buen Provecho!

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Había sido un día como cualquier otro. La primavera se extendía en la profunda alegría de los pájaros cantando hasta destrozar los oídos de los transeúntes. Deidara, quien se había pasado toda la mañana imaginando la forma de hacer explotar a los dichosos gorriones molestos, al fin había obtenido una idea para efectuar su perfecta venganza. Sí, Itachi Uchiha iba a arrepentirse de haberlo dejado en evidencia como empleado de aquella empresa. ¡Todo estaba fríamente calculado! Era el hilo de sus pensamientos mientras se despedía animadamente antes de ir a prepararse de forma adecuada para la cena a la que su jefe había invitado al grupo del nuevo proyecto.

¡La operación estaba a punto de empezar!

Tomó sitio en el restaurante justo frente al origen de sus males, tratando de disimular la sonrisa ansiosa que asomaba ante la idea de ver el espectáculo en primera fila. Sasori, a su lado, le mandó una mirada inquisidora, pero no preguntó nada al respecto. Hora de ver los frutos de sus esfuerzos, estaban a punto...

—¡Una rataaa, aaaaaah!

El grito llegó demencial.

Algunos de los platos de comida saltaron por la mesa en el inicio del caos. Y con todo, ¿qué estaba sucediendo? Deidara se sentía perplejo: ¡¿Por qué demonios era Kisame quien gritaba y no Itachi! ¡¿Había cometido un error?! La cena en la que todos habían puesto tan buenas expectativas había terminado por resultar un desastre. Los trabajadores se disculpaban una y otra vez sin conseguir calmar la indignación de los clientes. Kisame salía del local, junto a un Itachi que mantenía la misma actitud inexpresiva de siempre, lamentando su desdicha y falta de control.

Y es que, ¿como iba Deidara a saber, en su ingenuidad, que aquellas búsquedas de ayuda sobre la fobia a las ratas que había descubierto al fisgonear en la computadora donde Itachi trabajaba eran en realidad del día en que Kisame había tomado prestado su puesto?