Ni Naruto ni los personajes me pertenecen, son de Masashi Kishimoto. La historia es completamente mía

Advertencia: contendrá lemon, lenguaje obsceno


Siempre fui un hombre seguro, y por lo tanto, nunca dudé de lo que quise para mi vida. Fue fácil darme cuenta de que las mujeres no me interesaban en lo mas mínimo. Siempre tuve a muchas atrás, pero mi atracción hacia ellas era nula. El rechazo era mi única respuesta. Los hombres, por el contrario, me parecían mucho más interesantes.

Conocí a Naruto en el trabajo, ambos somos médicos destacados en el hospital de Konoha, uno de los más importantes de Japón. A pesar de que es un ser bastante despistado e imbécil, todo lo contrario a mi, fue fácil darnos cuenta de que sentíamos una fuerte atracción el uno por el otro. Comenzamos a salir luego de dos meses de indirectas, y luego de dos años ya poseíamos una relación estable, era hora de avanzar.

Traté de convencer a Naruto de que se mudara a mi amplio departamento, era lo mejor para ambos, y también lo mas cómodo ya que se encontraba a solo unas cuadras del hospital. Pero fue imposible, debido a una gran molestia: su hermanita.

Naruto y su hermana menor eran huérfanos, sus padres fallecieron cuando él tenía 18 años debido a un fatal accidente automovilístico. Por lo tanto, el mismo se tuvo que encargar de la crianza de su hermana que en ese entonces tenía solo 10 años. Nunca me dio muchos detalles, pero imagino que habrá sido sumamente duro para él hacerse cargo de tantas cosas a tan corta edad, pero sin dudas Naruto es especial. Sin importar la dificultad de la situación, siempre pone todo su empeño para que las cosas salgan como se las propone. Indudablemente gracias a ello fue capaz de seguir una carrera tan ardua como medicina y mantener a su hermana a la vez.

La mejor decisión entonces era la de mudarme a su pequeña casa, por lo menos hasta que la mocosa creciera y se independizara. Realmente sentía que aquella chiquilla iba a ser una molestia para nuestra relación, pero por Naruto era capaz de cualquier cosa.

La mañana de la mudanza llegó, y Naruto me ayudó a trasladar un par de cosas, solo lo indispensable ya que no sería por demasiado tiempo. Ese también sería el día en el que conocería a la futura molestia, Sakura, la hermana menor de Naruto.

La casa no estaba nada mal, era bastante amplia y se podía sentir una atmósfera cálida y familiar en ella.

- ¡Al fin terminamos dattebayo! – dijo Naruto con su típica sonrisa.

- Al fin, dobe – dije mientras me sentaba en el sofá de la sala

- Sakura-chan todavía se encuentra en el colegio, cuando llegue te la presentaré, ¡estoy seguro de que se llevaran muy bien!

- Claro Naruto, me muero de la emoción – dije sarcásticamente, cosa que Naruto no notó, era demasiado despistado.

- ¡Esa es la actitud dattebayo!

- Si – bufé.

Pasaron un par de horas en las que aprovechamos para acomodar mis cosas cuando la chiquilla finalmente arribó. En ese momento me encontraba en la cocina por lo tanto solo fui capaz de escuchar las voces de ella y de Naruto mientras conversaban amenamente.

- ¡Sakura-chan! ¡Al fin llegas dattebayo!

- Si Naruto, ¡perdón por llegar tarde! Pero tuve que pasar por lo de Hinata a buscar unos apuntes

- ¡No te preocupes Sakura-chan! Últimamente no has andado muy bien de salud. Por favor no te esfuerces. Deberías faltar al trabajo hoy, sabes de sobre que no hace falta…

- No es nada – lo interrumpió ella – aparte ya me encuentro mucho mejor…

- Espero que si… por cierto, hay algo importante que quiero decirte…

- ¡Dime Naruto! ¿Es sobre tu novio? Me muero de ganas por conocerlo. Será genial tenerlo aquí con nosotros.

- ¡Así es Sakura-chan! El se encuentra en la cocina, vamos así se conocen de una buena vez.

Rodé mis ojos cuando escuché a la mocosa, yo no sentía ni un poco de emoción por conocerla, es decir, era obvio que solo traería problemas y nada mas que aquello. Según Naruto, ella siempre supo de nuestra relación, nunca le oculto nada, eso era una gran ventaja ya que no soportaría que, lo que tanto nos costo construir, se desplomara por una mocosa malcriada que no aceptara las tendencias sexuales de su hermano. Aunque de cierta manera eso me extrañaba... ¿Cómo es que aceptó que Naruto fuera homosexual como si nada? Y lo más extraño... ¿Cómo es que se alegraba de que yo fuera a vivir a su casa? Es decir, esa situación no era para nada normal, sin embargo, por el tono de su voz, ella parecía… ¿Feliz?

La puerta se abrió, me di vuelta y finalmente la vi. Tenía un rostro extremadamente angelical. La tenue luz que inundaba la habitación dejaba ver a la perfección su fina y blanquecina piel. En esos momentos sus mejillas se encontraban adornadas por un tierno y leve sonrojo. Sus labios eran rosados y carnosos, extremadamente apetecibles. Sus ojos, por Dios, eran lo más bello que en mi vida había visto. Eran grandes, de un exótico y hermoso color jade. Y finalmente noté su largo cabello que, sorprendentemente, era de un color rosa pálido que solo la hacia lucir más hermosa, si es que eso era posible. Llevaba puesto el uniforme escolar que, a pesar de estar algo holgado y ser sumamente sencillo, a ella le sentaba estupendamente bien.

Salí de mi trance cuando Naruto se dispuso a hablar.

- ¡Teme! Te presento a Sakura-chan, mi linda hermanita – gritó Naruto orgulloso.

- H-hola. Mucho gusto – Pronunció ella mientras me tendía la mano tímidamente y se sonrojaba aun más. Su voz era dulce y cálida.

- Un gusto. Sasuke Uchiha – dije fríamente mientras correspondía al saludo. No podía dejarme impactar por una mujer, mucho menos si esa mujer era nada más y nada menos que la hermana de mi pareja.

- B-bueno y-yo tengo m-muchas cosas q-que hacer, así que los dejos solos. Hasta luego. – dijo nerviosamente mientras rompía el contacto de nuestras manos y salía apresuradamente de la cocina. La seguí con la mirada hasta que finalmente salió de mi alcance… esa mocosa, qué es lo que ella…

- Teme, ¿estas ahí? – habló Naruto sacándome nuevamente de mi trance.

- Si dobe, estoy cansado, nada mas – mentí.

- Si tú lo dices… En fin, voy al hospital, hoy me toca turno a la noche, cuida de Sakura-chan. La semana pasada tuvo gripe y todavía no se recupera del todo, pero es bastante testaruda y no quiso seguir haciendo reposo esta semana.

- Como sea dobe…– lo que me faltaba.

- Bueno, nos vemos luego – se acercó a mi y me besó rápidamente para luego marcharse

La noche transcurría normalmente, pedí una pizza al delivery y me dispuse a ver televisión mientras comía y bebía una cerveza. Estaba contento de no haberme topado de nuevo con la molestia. Esa chica no era como las otras. No la conocía, apenas la había saludado y sin embargo, algo en ella…no se, debe ser solo curiosidad. En fin, sería mejor ignorarla, tenía asuntos más importantes en los que pensar como el hecho de presentar a Naruto formalmente a mi familia. En los dos años que llevábamos juntos todavía no había reunido el valor suficiente como para hacerlo, una actitud completamente cobarde de mi parte. Si bien mi familia, constituida por mis padres y un único hermano, siempre estuvo al tanto de mi condición sexual, nunca le había presentado a ninguna de mis parejas, nunca me había animado a dar ese paso, ese era el principal motivo por el cual mis dos anteriores novios me habían dejado. Pero Naruto siempre fue paciente y nunca me reclamó el hecho de no formalizar ante mi familia nuestra relación. Ahora era el momento de recompensarlo y…

- ¿Qué es ese ruido? – Al parecer provenía de la habitación de Sakura, pero decidí ignorarlo y continuar con mi debate interno.

Era el momento de recompensar a Naruto y presentárselo a mi familia de una buena vez por todas, primero hablaría con Itachi, mi hermano mayor por cinco años, nunca me había fallado en nada y estaba seguro de que podría contar con él para esto. En cuanto a mis padres…

- Otra vez ese sonido… ¿será que la molestia se encuentra bien? Como si me importara…-

Mis padres tendrían que esperar un poco más. Le pediría a Itachi su consejo, y también hablaría con Naruto, era necesario que estuviera preparado para lo que…

- Suficiente, voy a ver qué le sucede – Esta vez el sonido se escuchaba más fuerte. Ahora notaba claramente que Sakura estaba tosiendo.

Llegué a la habitación y toqué la puerta un par de veces. Al no recibir respuesta alguna me aventuré a entrar sin consentimiento. Ella se encontraba acostada en su cama, removiéndose inquietamente. Su rostro se encontraba sudado y sus mejillas bañadas de un intenso color carmesí. Cerraba sus bonitos ojos con fuerza y se podía oír como ciertas frases sin sentido escapaban de sus labios. Estaba delirando. Me acerqué a ella e instintivamente toqué su frente. Sin dudas tenía fiebre, y al parecer muy alta. Salí de su cuarto para encaminarme a la cocina y buscar algún trapo. Cuando por fin encontré uno lo humedecí y regresé. Me senté a la orilla de su cama y coloqué el trapo en su frente. Sus facciones se relajaron un poco y, nuevamente, me perdí observándola. Parecía tan delicada y a la vez tan frágil. Algo dentro de mí me incitaba a quedarme ahí contra mi voluntad, pero… ¿Por qué? ¿Qué demonios me estaba pasando? Por qué ella tenía que… Otra vez mis pensamientos se vieron interrumpidos por su tos. Aparte unos mechones rosas que se encontraban en su rostro. Sus labios seguían murmurando cosas que no llegaba a comprender. Observé su cuerpo con detenimiento y pude notar que su ropa se encontraba empapada. Era necesario cambiarla o de otro modo solo empeoraría.

- Mierda – mascullé.

Lo haría rápido. Fui a su placard y saqué una remera y un pantalón sencillos. Me acerqué nuevamente a ella y comencé a desvestirla. Primero removí su falda. Por suerte ella no ofreció resistencia y logré quitarla con facilidad. Luego me enfoqué en su camisa. Esta vez se removió de manera inquieta pero rápidamente salió un – Tranquila, no te haré nada malo – de mis labios y ella inmediatamente se calmó, permitiéndome seguir con mi labor. De manera rápida le coloqué las prendas secas, no quería caer de nuevo en la tentación de observarla por un largo período de tiempo. Al terminar me levanté de su cama y comenzaba a darme la vuelta para marcharme cuando sentí como ella me tomaba de la muñeca y me jalaba débilmente. Giré nuevamente.

- No te vayas, por favor susurró.


Había sido un día bastante largo y agotador. El verano se acercaba y eso implicaba que los profesores se encargaran de mandarnos extenuantes trabajos y una larga lista con las muy próximas fechas de evaluaciones de fin de curso. Sinceramente una pesadilla, más si a eso se le suman unos grados de fiebre y una terrible tos, sencillamente genial.

Por suerte estaban mis amigas: Hinata e Ino, nos conocemos desde muy pequeñas ya que vivimos en el mismo barrio y siempre fuimos inseparables. Con ellas días como este se hacían muchísimo más livianos. Hinata, de contextura media, pelo azulado y unos bonitos ojos perla, era dulce y tímida mientras que Ino, alta, rubia, de ojos azules y de buenos atributos, siempre fue muy desinhibida y escandalosa. Yo era normal, completa y aburridamente normal, el balance perfecto entre Ino e Hinata. Lo único que resaltaba en mi era mi larga cabellera rosada, heredada de mi mamá.

Las tres habíamos salido del colegio y nos dirigíamos hacia nuestros respectivos hogares, Ino charlaba sin parar, Hinata aportaba algún que otro comentario mientras yo no decía nada debido a mi malestar.

- Sakura, ¿estas bien? – preguntó Ino

- Claro, ¿por qué? –

- No mientas frentona, no has dicho ninguna palabra desde que salimos, te conozco y se que no te encuentras bien…

- No es nada Ino, de verdad, es solo el estrés de fin de curso

- Sakura todavía no te has recuperado del todo, ¿verdad? – preguntó Hinata tímidamente.

- Vamos Sakura, confiesa – siguió Ino.

- Gracias por preocuparse chicas, pero les aseguro que no es nada – mentí, no quería preocupar a mis amigas, aparte estaba segura de que si les confesaba la verdad de mi estado de salud, no dudarían ni un segundo en ir y contarle a Naruto al respecto. Y justamente hoy era el día menos oportuno para molestar a mi hermano con algo como esto, este era un día especial para él y yo haría hasta lo imposible para contribuir y que todo saliera bien.

- Más te vale frentona – amenazó Ino.

- Como sea cerdita – le respondí con tono burlón

Las chicas no insistieron más y seguimos caminando. Recordé que me faltaban apuntes de Biología e Historia por lo que decidí pasar por casa de Hinata primero. Al estar enferma la semana pasada no me quedó opción más que ausentarme a algunas de esas clases.

Ino nos saludó y se marchó mientras Hinata y yo seguimos el recorrido hasta su hogar. Hinata provenía de una familia adinerada sin embargo, siempre fue sencilla y tierna, nunca alardeó de su situación, incluso parecería que sintiese pena por ello.

Su casa era la más destacada de nuestro barrio. Era inmensa y poseía una gran entrada en la cual se vislumbraba una lujosa fuente.

Entramos y nos recibió su ama de llaves, la señora Chiyo, una adorable y simpática ancianita a la que le tenía un gran cariño.

- ¡Buenos días Sakura! Tanto tiempo sin verte – saludó la misma.

- Buenos días señora Chiyo, ¿cómo se encuentra?

- Muy bien pequeña, ¿Y tú? Te noto muy pálida, Hinata me dijo que habías estado enferma, no deberías abusar de tu condición Sakura – La señora Chiyo estaba al tanto de mi condición familiar, y por lo tanto sabía perfectamente que yo también ayudaba a Naruto con los gastos hogareños.

- No se preocupe señora Chiyo, me encuentro de maravillas, solo un poco cansada.

- Eso espero pequeña… En fin, las dejo tranquilas. Señorita Hinata la comida estará lista en diez minutos.

- De acuerdo Chiyo, en seguida bajamos – concluyó Hinata.

Terminada nuestra conversación, nos dirigimos a la habitación de Hinata. Cuando llegamos mi querida amiga no se hizo esperar más y empezó con su sin número de preguntas. Sabía muy bien lo que aquello iba a ocurrir, Hinata me conocía demasiado bien, incluso más que Ino, con tal solo observarme podía intuir como me sentía.

- Vamos Saku, ¿qué es lo que pasa? Sabes que puedes confiar plenamente en mí. Es por Naruto, ¿verdad? – preguntó Hinata con un leve sonrojo en sus mejillas.

- De verdad, ¿cómo lo haces? – sentencié a lo que ella respondió con una traviesa sonrisa.

- Te conozco como la palma de mi mano.

- Lo sé – bufé.

- Bien, entonces te escucho.

- De acuerdo. ¿Te acuerdas que te conté sobre la pareja de mi hermano?

- Así es – Hinata estaba al tanto del tema de Naruto, fue la única persona a la que me atreví a contarle la verdad.

- Bien, hoy él se muda con nosotros.

- ¡ ¿Qué? ! Pero, ¿por qué no me contaste nada antes?

- Es que… no sabía como decirte, además, ni siquiera yo se como reaccionar. Es decir, estoy feliz por Naruto, pero no se, esto es muy raro…

- Comprendo, es decir, realmente es una situación un tanto extraña…

- Si, si lo es. Sin embargo, de verdad me siento feliz. Naruto estos últimos meses ha estado verdaderamente feliz, y sin dudas eso se debe a su pareja. Es por eso que quiero estar lo mejor posible para él, de verdad no quiero ser impedimento en su felicidad.

- Pero, todavía no te has recuperado completamente de la gripe, ¿verdad?

- No, aun no. Pero no podía faltar más ni a clases ni al trabajo. Eso solo echaría todo a perder.

- Saku, entiendo que quieras la felicidad de tu hermano por sobre todas las cosas, pero también debes preocuparte un poco por ti misma. A él también lo hace feliz verte feliz

- Es que, estoy cansada de ser una molestia, siento que siempre termino por arruinar todo, siempre soy una carga para Naruto.

- Ya basta, deja de denigrarte, no te mereces eso.

- Es lo que siento Hinata.

- Pero estas equivocada, Sakura abre los ojos, eres unas chica hermosa, inteligente e independiente. Naruto-kun esta orgulloso de ti, estoy más que segura de ello.

- Gracias Hinata, de verdad. Ojalá sea como tu dices

- Lo es – dijo con una gran sonrisa

Ambas nos sumergimos en un gran abrazo. Hinata era como mi segunda hermana, siempre estaba ahí para mí y ella más que nadie entendía mis sentimientos.

Finalmente, Hinata me dio los apuntes y me fui directo a casa lo más rápido que pude, me había retrasado bastante.

Cuando llegué, encontré a Naruto recostado en el sofá. Tenía esa sonrisa que tanto me gustaba, llena de luz, esa sonrisa que, hoy, relucía más que nunca. La razón era obvia.

Enseguida noto mi presencia por lo que no tardó en abalanzarse sobre mí y recibirme con un gran abrazo. Lamentablemente, notó mi deplorable estado, pero logré convencerlo de que no era nada. Mencionó que tenía algo importante que decirme, y en seguida me di cuenta que era sobre su novio. Para corroborar mi idea se lo pregunté y, como había intuido, así era. Tenía muchas ansias por conocer a aquella persona. Si había logrado conquistar a Naruto entonces este debía ser, sin dudas, alguien muy especial.

Nos dirigimos hacia la cocina, donde supuestamente él se hallaba. Se encontraba de espaldas pero al notar nuestra presencia se dio vuelta y lo ví.

Pelo revuelto, negro y de extraños reflejos azules. Su rostro era, en simples palabras, sumamente hermoso. Rasgos masculinos bien definidos, labios finos, nariz recta y piel pálida, sin ningún tipo de imperfección. Pero todo quedo atrás cuando centre mi atención en sus ojos, sencillamente fascinantes, extremadamente oscuros y penetrantes.

Me sentí completamente desnuda ante ellos.

Naruto nos presento ambos, jamabas había pasado tanta vergüenza en mi vida. No lograba articular ninguna palabra correctamente, solo salían de mis labios frases entrecortadas y estúpidas. "B-bueno y-yo tengo m-muchas cosas q-que hacer", qué patética.

Sin más que decir me escabullí lo más rápido que pude. ¿Por que había actuado de esa manera? Ahora el novio de mi hermano iba a pensar que era retrasada mental y que necesitaba de cuidados especiales, grandioso.

Fui hasta mi habitación y me recosté en mi cama. Me empezaba a doler la cabeza de nuevo por lo que opté por tomar un ibuprofeno y darme una ducha. Esa tarde tenía trabajo y no pensaba faltar por nada en el mundo.

Me alisté lo mejor que pude. El uniforme del bar en el que trabajaba consistía en una falda rosa, que llegaba hasta mis rodillas, y una camisa blanca tres cuartos con el logo del local en la parte del pecho. Me alisé el cabello y me coloqué algo de maquillaje para tapar mis terribles ojeras.

Salí por la parte trasera de mi casa, no quería encontrarme con él de nuevo. Al parecer, todavía no estaba preparada para convivir con un extraño en mi casa, menos si ese extraño era sumamente atractivo y era nada más y nada menos que el novio de mi hermano.

Llegue al bar alrededor de las tres de la tarde. El lugar se encontraba repleto por lo que no tuve ni un solo momento de descanso. Alrededor de las diez de la noche, después de que ayudara a limpiar y acomodar las mesas, finalmente pude retirarme. Mi cabeza ardía más que nunca y mi andar era peor que el de una persona en estado de ebriedad. Por suerte, mi casa quedaba a solo tres cuadras de allí por lo que pude llegar antes de caer desmayada.

Entré de nuevo por la puerta trasera y me dirigí directamente a mi habitación. Cuando llegué me desplomé sobre mi cama. Me sentía pésimo. Mi cabeza daba vueltas y vueltas y no paraba de toser. Traté de levantarme para llamar a Ino o Hinata pero fue imposible ya que caí de nuevo sobre mi cama. Veía borroso y sudaba sin cesar, fue así como poco a poco, fui perdiendo la conciencia…

Me encontraba en un hermoso parque, hamacándome en un columpio que colgaba de un gran árbol de cerezos. Del mismo caían delicados pétalos de un color rosa pastel en todas direcciones. Al parecer ya era primavera. Me sentía plena y feliz, como hace tanto no lo hacía.

De repente, sentí un leve empujoncito en mi espalda, al dar vuelta mi rostro me encontré con el de Naruto. Sus ojos azules brillaban como nunca y tenía mi sonrisa preferida.

Me hamacaba despacio y delicadamente, como si tuviera miedo de lastimarme. Cerré mis ojos y me dediqué a disfrutar de aquel preciado momento junto a la persona más importante en mi vida. Mis cabellos se movían al compás del viento, acariciando mi cara mientras los pétalos caían sobre mí. Era simplemente perfecto.

De un momento a otro, dejé de sentir sus manos sobre mi espalda y el roce de los pétalos sobre mi cuerpo. Abrí inmediatamente los ojos para encontrarme sola, completamente sola. Los árboles de cerezo se habían secado, y solo quedaban a la vista sus secas ramas. El parque había adquirido un aspecto sombrío y nada agradable, era como si me encontrara en un lugar completamente diferente.

Me bajé del columpio y empecé a buscar a Naruto desesperadamente. Di millones de vueltas en ese parque que no parecía tener fin, gritando a todo pulmón su nombre, pero no lo encontraba. Mis ojos se empezaron a llenar de incontenibles lágrimas que no tardaron mucho en caer sobre mi rostro. Mis piernas flanquearon haciendo que cayera de rodillas al suelo, con la mirada gacha y nublada debido al llanto. Estaba perdida y sola. Levanté mi vista esperando a que todo volviera a ser como antes y fue ahí cuando volví a verlo, a tan solo metros de mí. Se encontraba igual que antes, con una enorme sonrisa y ese brillo tan hermoso en sus ojos, pero a diferencia de antes, todo aquello no iba dedicado a mí, sino a la figura que se encontraba a su lado. Traté de ver de quien se trataba pero no lograba identificarlo ya que se encontraba de espaldas a mi, dejándome solo a la vista su melena azabache.

Traté de moverme pero no pude, era como si el suelo me sujetara el cuerpo con fuerza. Decidí llamarlo, grité hasta que sentí mi garganta desgarrarse, pero fue en vano. Naruto no parecía percatarse de nada, toda su atención estaba dirigida a él, a nadie más. Mi desesperación aumento al verlo marcharse lentamente junto con aquel desconocido.

- ¡Naruto! ¡N-no te vayas! ¡No me dejes sola! Te lo suplico – grité lo más fuerte que mis cuerdas vocales me permitieron. Pero no funcionó, el seguía caminando tranquilamente al lado de él.

- ¡No Naruto! ¡Detente! ¡Estoy aquí, soy Sakura! – otra vez nada

- No te vayas, por favor – dije ya rendida con lo poco de voz que me quedaba. Agaché de nuevo mi cabeza, llorando sin consuelo, cuando de repente sentí una caricia sobre mi cabello. Levanté mi vista y vi a Naruto, había vuelto. Se agachó para quedar a mi altura y me abrazó fuerte para luego decirme:

- Tranquila, estoy contigo – Correspondí a su abrazo enterrando mi rostro en su pecho, jamás soportaría estar lejos de él.

- G-gracias, te quiero –


¡Gracias por leer! Espero que puedan dejarme un comentario con su opinión =)

Agradecimientos a Luciana Flores quien creó el summary y me ayudó a corregir varias cosas

¿Me dejarían un review? n.n