Disclaimer: nada del Potterverso me pertenece

Nota del autor: intento de Long-fic, primer aviso.


Prólogo

El joven bajó la nota. Miró al frente y cerró los ojos mientras se lamentaba por algo, mientras evitaba, a toda costa, derramar lágrimas. Ya había derramado muchas, no quería hacerlo otra vez, no quería hacerlo por ella, por su hermana. Porque Ginny sabía que él era valiente, que siempre lo había sido. Ahora no era momento de mostrar debilidad. Donde quiera que Ginny estuviese ahora, quería que contemplase a su hermano con orgullo. Llegado el momento, ya habría ocasión de llorar sobre una tumba vacía.

Y es que el cuerpo de Ginny no había aparecido.

―¿Quién más lo sabe?

―Sólo algunos miembros de la Orden, no todos. ¿Lo anunciamos?

―¿Te has vuelto loco? ¿Y que él lo descubra?

―Merece saberlo. En fin, Ginny era su novia.

Fred Weasley miró seriamente a su mejor amigo, Lee Jordan. Su hermano gemelo, George Weasley, contemplaba la escena.

―¿Es que no lo entiendes? Si Harry descubre que Ginny está muerta… Será el fin.

―Eso no lo sabes. ¿Y si quiere cobrarse venganza por su muerte?

―¿La misma venganza que se cobró por Dumbledor? ¿La misma que se ha cobrado por Sirius? ¡¿Por sus padres?!

―No hace falta gritar, Fred ―avisó George.

―Estamos en la cuerda floja, ¿lo entendéis? Si Harry supiese ahora mismo que su novia ha sido asesinada, sería el fin. Lo dejaría todo, se sumiría en la más absoluta tristeza… Y todos estaríamos muertos. No haremos ningún anuncio, nos limitaremos a decir las demás muerte ―se dirigió su hermano ―. ¿Ron sabe esto?

―Por alguna razón que aún no nos ha explicado, está con Bill, en El Refugio. Él ya se lo habrá contado.

―Ron volverá con él. Debemos asegurarnos de que no se lo diga a Harry.

―Tranquilo, él también comprende la gravedad de la situación. No se lo dirá.

―Perfecto. Lee, ya puedes empezar.

Lee Jordan miró a sus amigos. Se puso los auriculares y comenzó a hablar.

―Oyentes, les traemos una nueva lista con las muertes de esta semana. No hay más noticias respecto a Harry Potter, pero seguiremos atentos.

Uno a uno, Lee comenzó a decir las muertes que se habían producido. La difunta Ginny Weasley no estaba entre los mencionados.


Harry soltó la radio. Nada, por suerte. Lamentaba una a una las muertes producidas, diciéndose a sí mismo que a cada momento estaba más cerca de conseguirlo, de destruir todos los Horrocruxes y de derrotar a Voldemort, pero una parte de él se preguntaba cómo reaccionaría si oyese el nombre de los señores Weasley, de Ron, de cualquier otro amigo o amiga… o de Ginny.

No pensó en ello. Lo que importaba es que nadie allegado hubiese muerto.

―¿Estás bien? ―Hermione había entrado en la tienda.

―Sí.

―¿Han dicho algo? ¿Alguien conocido? ―su voz se quebró levemente.

Harry negó con la cabeza, sin mirarla. Sabía que Hermione había estado llorando cada día, a solas, desde que Ron se fue. Si Harry no sabía cómo reaccionaría por el hecho de descubrir que Ginny hubiese muerto, no quería imaginarse qué haría Hermione si ahora mismo le dijesen que Ron ha sido hallado muerto. Probablemente sentiría morir.

Ron… Prefería no pensar mucho en Ron, pero todos los días lo hacía. Se giró a un lado y trató de dormir. Últimamente, no había mucho que hacer.

Abrió el Mapa del Merodeador y lo contempló. No vio a Ginny por ninguna parte.


Se dispusieron a acceder por el cuadro de Ariana Dumbledore, pero Ron detuvo a Harry en el último segundo.

―Espera, hay algo que debes saber.

―¿Qué ocurre, Ron? ―preguntó Harry. Miró a Hermione y a Neville por igual, pero los dos bajaron la mirada. Todos sabían algo que Harry desconocía.

―Es Ginny.

―¿Le ha pasado algo? ―quiso saber Harry, alarmado.

―Ocurrió hace unos meses, pero no quisieron decirte nada porque… bueno, porque sabían que eso te destrozaría y lo dejarías todo. Y supondría el fin para nosotros.

―Ron… ¿De qué estás hablando? ―Harry temblaba de arriba abajo.

―Ginny fue secuestrada… y asesinada.

Aquello fue el golpe más duro que alguna vez pudiesen haberle dado a Harry Potter. Se quedó estático un momento, sin saber qué hacer o decir.

―Harry, ¿estás bien? ―preguntó Hermione, aunque se sintió idiota al hacer esa pregunta.

―Tenemos que llegar al Castillo ―contestó Harry, con voz monocorde. Los tres amigos no dijeron nada. Uno a uno, se metieron en el cuadro, quedando sólo Harry ―. Id vosotros, ahora os alcanzo.

Ron le miró un momento, pero no dijo nada, simplemente afirmó con la cabeza y se adentró en la apertura. Harry, ya sólo, apoyó una mano sobre la chimenea, se llevó la otra a la boca para taparla y comenzó a llorar.

―¿Qué vas a hacer?

Ni siquiera se había dado cuenta de que Aberforth Dumbledore seguía en la habitación.

―¿Perdón? ―se enjugó las lágrimas, aunque no le importaba que le viesen llorar. Ya no.

―¿Te vas a ir? ¿Te darás la vuelta, dejarás que tus amigos luchen y mueran esta noche? ¿O entrarás ahí, con la firme idea de acabar con ese malnacido?

Harry se secó las últimas lágrimas y miró seriamente a ese hombre, a aquel que le recordaba a Albus Dumbledore, aquel hombre que le había guiado casi como un títere durante años.

Se dio la vuelta y entró en el cuadro.


Y ya está. Así era como todo acababa, como todo debía acabar. Caminaba por uno de los puentes que conectaba el Castillo con los terrenos. Tenía muchos destrozos, pero aún se podía caminar. Sólo había restos de escombros, estatuas y algún que otro cadáver de un gigante. Simplemente tuvo que ir esquivando obstáculos.

―Entonces, ¿te vas?

Se dio la vuelta y vio a Ron, que le miraba. Asintió con la cabeza.

―Sí, Ron, me voy. Ginny está muerta, yo… No puedo seguir aquí. Todo ha acabado. El mundo mágico está a salvo, ya no hay Señores Tenebrosos. No pasará nada porque también pierdan a su héroe.

―¿Y qué harás?

Harry caminó hasta Ron y, en vez de decirle algo, simplemente le abrazó.

―Adiós, amigo, adiós. Jamás te olvidaré.

Y dicho esto, se separó de él y se dio la vuelta, abandonándole a él, a todos aquellos a los que había conocido desde que abrió aquella carta cuando tenía sólo once años y su vida cambió por completo. Abandonaba Hogwarts y el mundo mágico. Para siempre.