Este Fic esta inspirado de la canción "Surrender" de ahí el nombre. La idea partio a partir de esta, pero lo demás fue mera imaginación mia.

HTF pertenece a MundoMedia.

Surreder.

El olor a café y a mermelada de durazno, llegaba a su garganta dándole una suave caricia. Su mirada esmeralda se poso en ella con cuidado de no ser descubierta. Hoy como todas las mañanas ella se encontraba en ese local, con un libro en su mano y una taza de café cálido en la otra. Entrecerró sus ojos para mirarla con algo de calidad, era hermosa.

Su mentón afilado se ladeo a un lado para ver a la mecerá de ese lugar, llevaba una torta de limón en una bandeja pequeña. La vio depositarla en la mesa de aquella muchacha, con una sonrisa blanca. La peli roja simplemente, con una suave dulzura, le contesto su sonrisa mientras le dedicaba un leve "Gracias".

Sonriente la mecerá se fue, mientras él se permitía contemplarla con atención a aquella muchacha. Y se permitió preguntarse, en lo oscuro de su mente:¿Por qué siempre andaba de buen humor?

Él había entregado su vida a aquella mujer que nunca lo conocería. Su alegría, sus tristezas, su enojo, sus sonrisas, sus dudas. Pero sin embargo ella nunca lo conocería. Deseo poder entregarle todo eso a ella, pero lo sabía, ella jamás se entregaría a un ser como él.

Ella era una flor entre la maleza.

¿Cuánto tiempo había estado buscándola entre ese campo de maleza?. Posiblemente hasta que sus manos se mancharan de sangre inocente, y a pesar de eso la había encontrado. Pero ella nunca le pertenecería.

La timidez era un factor rotundo que posaba una rigurosa capa de ladrillos entre ella y él. Eso era lo que le impedía que ella le perteneciera, pero: ¿Por qué debía ella pertenecerle?

Ella era una flor entre todo un campo de maleza.

No era justo para él poseer algo tan preciado como ella. Se removió nervioso en aquel asiento, mientras sentía el olor a café fuerte que reposaba sobre la mesa. Tan oscuro como él. Soltó un suspiro mientras la observaba comer un bocado de aquel mangar. Una leve risita salió de su garganta al verla cerrar sus ojitos ante el placer que sentía al disgustar el sabor dulzón del azúcar en su paladar.

La vio sacar unos cuadernos de su mochila y la vio garabatear con un bolígrafo sobre él. Siempre se pregunto que podría escribir tanto sobre aquel cuaderno. Sabía todo sobre ella. Su nombre era Flaky, estudiaba en la universidad de la ciudad la carrera de periodista, sus amigos eran muchos pero por lo general la solía ver con un rubio con cara afeminado y un peli verde hijo de la familia más nombrada en la ciudad, dos niños ricos para ser más preciso. No poseía familiares a excepción de su madre, que trabajaba en una pequeña tiendita de manualidades en el centro de la ciudad. Era alérgica al maní, al igual que él. ¡Leve compatibilidad entre ellos!

Una sonrisa divertida le llego a sus labios firmes antes de pensar: ¡Vaya que acosador se había convertido!

Pero a pesar de saber todo eso de ella, ella no se inmutaba o se enteraba de su presencia. Triste realidad.

Él le había entregado la esperanza que perdió en su vida, ella sin quererlo hacer o estar al tanto de ello, la recibido. Pero…el deseo intenso de recibir algo a cambio lo rodeaba cada vez que la veía reír, leer, escribir, caminar, entrar al local con sus mejillas sonrojadas ante el frio, todas esas cosas traían a su cuerpo el deseo de que ella se entregara a él.

Porque él ya le había entregado todo, pero ella jamás le pertenecería.

Porque ella era una flor entre un campo de maleza. Y él, en busca de la esperanza perdida, la había encontrado.


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