Disclaimer: Dragon Ball es de Akira Toriyama.
Este compilado de historias auto-conclusivas está ideado a partir del reto de los 365 Momentos Brief, inspirados en el arte de Kuri Cousin.
Aclaración: debido a que varias autoras están escribiendo este reto y como me gustaría darle mi toque personal, decidí centrarme en las imágenes de Trunks. Esto no significa que Vegeta, Bulma y Bra no vayan a aparecer, al contrario; la idea es hablar de la familia Brief a partir del punto de vista de Trunks, tanto Chibi como Mirai.
¡Espero les guste!
A SUS OJOS
—un tributo familiar—
Imagen 304
Miniatura
—¡Trunks! ¿Qué haces levantado aún? —preguntó Bulma desde el umbral de la puerta, su gesto severo—. ¡Es medianoche! Hora de dormir, ¡a la cama!
A él, le bastó escucharla para refunfuñar.
—¡Pero mamá, aún no termina la batalla!
—¿Qué batalla?
—¡La de los robots! ¡¿Qué batalla va a ser?!
Bulma estudió la escena: Trunks estaba rodeado por toda la colección de robots basados en una popular serie infantil que tenía entre sus incontables juguetes. El rojo, el azul, el lila, el verde; todos lo rodeaban, y en sus manos estaban el gris y el negro, uno en una mano, otro en otra.
—Bueno, bueno… ¡Pero ya! Es muy tarde.
Y ella quería irse al cuarto a relajarse luego de un arduo día de trabajo, en brazos de su esposo, por supuesto. Para eso, precisaba que su hijo conciliara el sueño de una vez.
Trunks sonrió, por su parte. Un segundo le llevó hacer de cuenta que ni su mamá ni nadie en el mundo existía, en concentrarse en la épica batalla de robots. A sus ojos, se suscitaba una espectacular batalla con rayos láser, explosiones e incluso una épica banda sonora de fondo; a los ojos de Bulma, lo único que se veía era a un niño de siete años chocando dos robots en el aire y haciendo, con su boca, efectos de sonido, algo como «shum», «chium chium», «prum», «plaf», El robot gris cayó al suelo envuelto en fuego y humo luego de recibir un rayo láser en el pecho, sólo para ser destruido por completo con un pisotón del robot negro; el niño tiró el robot gris al piso y, con los pies del negro, lo pisoteó al ritmo de un «paf, paf, paf». Bulma rio totalmente enternecida al ver cómo Trunks se ponía de pie y festejaba.
—¡Los robots malignos del inframundo son los nuevos amos del universo!
Los ojos de Bulma se ampliaron todo lo físicamente posible. ¿Robots malignos del inframundo? ¿Había robots en el inframundo? ¿Por qué ganaban los malos? ¿Qué clase de caricaturas miraba su hijo? Suspiró al pensar en ello.
—Eres malo como tu papá, una pequeña versión de él… —Después de decirlo, rio una vez más—. Pero bueno, robot maligno del inframundo… —exclamó. Se acercó a él, lo tomó de las axilas y lo levantó. ¡Ya no era tan fácil tenerlo en brazos! Su pequeño no paraba de crecer—, es hora de ir a la cama.
Nuevos refunfuños que delataban el parecido entre el hijo y el padre; Trunks era el niño más encantador de la galaxia. ¡Claro que sí! Porque era su hijo, sólo por eso. Ese ceño fruncido y ese carácter de los mil demonios, para Bulma, eran signo de perfección: era como ella y también era como él. ¿Cómo no suspirar?
Lo llevó a la cama, lo sentó al borde y lo ayudó a cambiarse. Trunks se quejó:
—¡Oye! ¡Ya soy grande, puedo solito! No necesito que me ayudes a ponerme el pijama.
Bulma parpadeó una, dos, tres veces seguidas. Su orgullo maternal se vio herido por el crecimiento de su hijo. Resignada, aunque sabiendo que él tenía razón, le dio el pijama azul en mano.
—¡No! Quiero el otro, el de los robots.
Mucha maduración, mucho vestirse solo, pero seguía siendo un niñito caprichoso. Tentada de risa, Bulma le dio el pijama que pidió. Trunks se cambió rápidamente.
—Bueno, ahora a dormir —ordenó Bulma. Abrieron la cama entre los dos y Trunks se metió bajo las sábanas. Una vez acostado en el centro de la cama, ella lo besó en la frente—. Buenas noches, mi amor.
—Buenas noches… —bufó Trunks, el mal humor que traía en su momento más álgido.
Ignorando sus caprichos, Bulma se marchó. Solo en su interminable cuarto, Trunks miró el techo. ¡No tenía sueño! ¡Ni un poquito! Amagó con levantarse para ir con sus robots y jugar un rato más, ¡aún tenían muchos enemigos por enfrentar a lo largo del universo! Y no lo hizo. Era invierno y hacía un poco de frío; estar bajo las sábanas se sentía demasiado bien, no instaba a levantarse.
Pero no tenía sueño, no.
Giró y giró de un lado al otro durante minutos y más minutos. Harto de que el sueño no llegara, miró el techo de nuevo. ¡Pero claro! Podía seguir jugando, no necesitaba levantarse para hacerlo; bastaba con utilizar un poco de su poderosa, retorcida, infinita imaginación de niño. ¡Sí! Sonrió con los ojos abiertos, y el techo dejó de ser techo y se transformó en un espacio blancuzco y brillante. De un lado, estaba él, con su traje de batalla listo para pelear, en la pose de combate que su padre le había enseñado y de la que tanto le gustaba jactarse. Del otro lado, estaba Goten, su mejor amigo y también su más grande rival. La pelea empezó velozmente, y la sonrisa del niño que todo lo imaginaba se desvaneció cuando, de una patada, obtuvo la victoria. ¡Maldito Goten débil! ¡Siempre le ganaba, todo porque no había recibido un entrenamiento adecuado!
—Ni siquiera sabes volar… —le susurró a Goten, de pie ante él, que yacía en el suelo derrotado.
—¡Déjame en paz, Trunks! ¡Puedo volar, volaré muy pronto y te ganaré!
—Sí, claro… Sigue fantaseando con ello, niño. —Sin más, Trunks lo pateó de su imaginación.
A solas en el espacio blanco, miró a un lado, miró al otro. ¿Y ahora? ¡Necesitaba un rival! ¡Un poderoso rival! Escuchó un eco proveniente de arriba, o de abajo, o de la derecha. ¿De dónde? Miró en todas direcciones.
La voz de su madre, entre ecos que parecían del más allá, se escuchó:
—Eres malo como tu papá, una pequeña versión de él…
—¡Eso es! —exclamó Trunks golpeándose los puños una y otra vez—. ¡Pelearé con él y le ganaré!
Giró hacia la derecha, y lo vio allí, invencible, a su padre justo como lo conocía, enfundado en su traje de entrenamiento azul. Vegeta le dedicó la mirada más despectiva que tenía.
—¿Realmente crees que puedes derrotarme, chiquillo?
—¡Claro que puedo! ¡Mamá dice que tengo más potencial que tú! De seguro te ganaré. ¡Además, esto es mi imaginación! No hay manera de perder.
—De acuerdo. —Vegeta sonrió con ese orgullo que tanto lo caracterizaba y se transformó en súper saiyajin—. Serás derrotado, insecto.
—¡Ah! ¡No! ¡No se vale el súper saiyajin! —Trunks iba a decir algo más, pero el ataque de su padre no le dio tiempo: esquivó los puños, luego los pies, y al final terminó huyendo cobardemente—. ¡No se vale, papá! ¡Aún no me puedo transformar!
—¡Lo mismo digo yo! —dijo la voz de Goten, rodeada de ecos así como la de su mamá—. ¡Cuando peleas conmigo vuelas, haces trampa!
—¡Tú cállate, niño débil!
Solo en el espacio una vez más, Trunks se cruzó de brazos. Estaba frustrado. ¡No podía dormir! ¡No había manera! Quería una buena pelea antes de dormir, ¿pero quién era un rival digno? ¿Gohan? ¿Ese sujeto verde al que su mamá llamaba Piccolo? ¿El exnovio de su mamá? ¡¿Quién?!
Y la voz de Bulma, en eco otra vez, se escuchó:
—Eres malo como tu papá, una pequeña versión de él…
»Pequeña versión de él…
»Pequeña versión…
»Pequeña…
La lámpara se prendió y todo, para el niño, mutó en felicidad.
—¡Pero claro! ¡Papá a mi edad de seguro era igual de fuerte que yo! ¡Será un rival más que digno, mucho más que Goten! ¡Sí! Pero… —Caminó por el espacio en gesto pensativo—. ¿Cómo sería mi papá a mi edad? Mamá dice que papá es así de orgulloso porque es un príncipe saiyajin… ¿Y cómo se vestían los príncipes saiyajin? ¿Usarían esas armaduras ridículas, como la que él usa a veces? Mmm… Seguramente. Eso explicaría por qué se empecina tanto en usarlas.
Caminó a lo largo y a lo ancho de ese espacio infinito, por el techo, por las paredes y por el suelo. Delante de él, de pronto, vio una sombra. Era un niño igualito a él, de su altura y contextura. Traía puesta la armadura de su papá, idéntica. Su rostro estaba difuso, al igual que los bordes de su cuerpo, que se perdían en el fondo blanco.
—¡No me gusta ese traje! Aunque se vería genial con unas hombreras, como las de los robots. ¡Sí! —Miró fijamente al extraño esbozo de niño, y pudo notar, al instante, el detalle de las hombreras en las que pensaba. ¡Allí estaban!—. Pero no luce como un príncipe… ¡Para mí, un príncipe debería verse más genial! ¡Más imponente! ¡Como un superhéroe! —Escrutó al niño de nuevo, y pudo ver, tras él, una inmensa capa roja—. ¡Así! ¡Exacto!
Caminó alrededor del niño; sólo su rostro seguía difuminado. El eco que correspondía a la voz de su madre repitió otra vez lo mismo:
—Eres malo como tu papá, una pequeña versión de él…
»Una pequeña versión de él…
»Pequeña versión…
»Pequeña…
Estudió el rostro, y ante Trunks apareció lo mismo que se le aparecía ante el espejo cada mañana: ¡el mismo rostro! Idéntico, pero con la variación del color: ojos negros, cabello negro y alborotado hacia arriba. ¡Era una pequeña versión de su papá! Y cuando el niño le sonrió, supo que lo había logrado, que era el rival que necesitaba.
—¡Pelea conmigo si te atreves, niño! —gritó el pequeño Vegeta.
La voz se parecía a la de su papá, pero era más finita. ¡Qué chistoso! Trunks esbozó la misma sonrisa soberbia que su rival le regalaba.
—¡Será un placer!
Atacó al pequeño Vegeta, y desde el vamos la batalla fue épica, con la misma música de fondo que imaginaba cuando jugaba con los robots. Trunks le lanzó una patada que el niño esquivó con elegancia, la misma que su padre portaba al pelear y que Trunks tanto le admiraba en secreto. Intercambiaron golpes sin dejar de sonreír, más divirtiéndose que tomándoselo en serio. ¡Eran dos niños! ¿Qué más se podía esperar de ellos?
Unos minutos, y Trunks pudo leer todos sus movimientos, lo suficiente como para aprender a adelantarlos. Le dio un puñetazo en la mejilla, un puntapié en la frente y lo mandó a volar lejos. El pequeño Vegeta se levantó justo como su padre lo hubiera hecho, según su criterio, y arremetió contra él. Trunks esquivó todos sus ataques con la misma elegancia de su papá, ¡la misma, porque él era su hijo y era tan talentoso y sobresaliente como él! ¡Por eso peleaba igual, exactamente igual que él! Al final, puñetazo, patada, puñetazo; lanzó a la miniatura al suelo, se elevó en un espectacular salto y se dejó caer. Le clavó los pies en la boca del estómago y ganó.
—¡Sí! ¡Ahí tienes, papá! ¡Sabía que algún día te derrotaría! —gritó Trunks antes de lanzarle un rayo de energía—. ¡Toma tu merecido por atreverte a enfrentar al poderoso Trunks!
»¡Trunks…!
»Trunks…
Al final, nunca supo si lanzó el rayo o no: se había quedado profundamente dormido. En su boca, una sonrisa decía todo lo que no se podría, nunca, pronunciar; expresaba plena satisfacción.
Yació boca arriba en el centro de la cámara de gravedad. Vislumbró, confuso y adolorido, a su rival. Sobrevolándolo, Vegeta le sonreía con sorna. Su cabello estaba negro; no se había transformado.
—Ay, papá… ¡Ya! ¡Ya perdí! ¡No lo hagas!
Vegeta largó una despiadada carcajada.
—Si no lo hago te acostumbrarás a la clemencia, chiquillo… ¡Y ningún hijo mío le pide clemencia a su rival! Eso déjaselo al niñito de Kakarotto. Yo no soy tan amable como lo son esas sabandijas.
Trunks tembló: lo haría, no cabía duda. Cerró los ojos y esperó el ataque. Éste tardó, mas llegó, y sintió en la boca de su estómago un cruel pisotón. Así, lo supo: había perdido justo como el robot gris, justo como el pequeño Vegeta al que había derrotado la noche anterior. Ilusamente, había peleado igual que en su imaginación, decidido a derrotar a su padre, pero de nada había servido: cinco minutos después de empezar, ya habían terminado.
—Entrena más, chiquillo. Mañana volveremos a pelear.
—¡¿Mañana?! —se quejó. Sólo pronunciar esas palabras le dolió hasta los huesos—. Ah…
Tendría que entrenar más duro esta vez. Y no sólo en su imaginación.
Nota Final 304
¡Hola! Bienvenidos a esta cosa rara llamada A sus ojos. ¡Ojalá les guste! Quiero aclarar que el tono de cada historia varía dependiendo de muchos factores: hay cosas más complejas, más cortas, más largas y más tranquilas, más tristes y más felices. Quise arrancar publicando este shot, el tercero que escribí —tengo seis terminados— porque su tono sencillo me parecía un buen inicio.
Gracias a Dev por sugerirme usar el tercero que hice. Como algunas personas del fandom sabrán, tengo una relación particular con el número tres (?).
Le dedico este capítulo a ella, a Dika y a Nadeshico por ser mis compañeras de reto y mis queridas amigas. ¡No olviden pasarse por Fragmentos, Pensamientos y sentires y Pinceladas de vida! Todos parte de los 365 Momentos Brief.
Aclaro también que la portada que elegí es de la imagen que usé en esta ocasión, es decir la 304. Cuando vaya actualizando voy a ir dejando la última imagen usada.
Y eso. Voy a ver cuál publico próximo. La idea es pasar un lindo rato usando a mi indiscutido personaje favorito. Y si le puedo hacer pasar un lindo rato al lector, ¿qué más puedo pedir? De corazón: gracias si llegaron hasta acá. Espero les haga gustado. ¡Ojalá lo puedan disfrutar así como yo al escribirlo!
¡Nos leemos en el próximo! =)
Dragon Ball © Akira Toriyama
