Personajes que le PERTENECEN a J. K. Rowling y no a mí.
Disfruten! =)
Bufó por tercera vez en los pocos minutos que habían transcurrido desde que se desplomó en el sillón. Realmente quería hacer algo, escapar de su ahora frustrante casa. Pero ya iban dos amistades que se negaban a incluirse en sus planes.
Miró sus contactos registrados en el móvil y paró justo en el nombre indicado. Sonrió a la par que marcaba.
Esperó pero no contestaron y fue entonces cuando maldijo. Desesperado, volvió a intentar, rogando a todas las fuerzas divinas que le favorecieran esta vez.
– Uhm… Diga – ¡Le contestaron! Y tremendo alivio que fue.
– ¡Ey! ¿Cómo estás? – Saludó amistosamente – ¿Me puedes decir por qué no contestabas? – Hubo silencio al otro lado y frunció el ceño – Bueno, me pregunto si sigues ahí.
– Oh… con que eres tú – al otro lado de la línea se escuchó un poco de ruido pero después de un rato paró – ¡Pedazo de infeliz! ¡Que me has despertado! ¿No se te pasó esa posibilidad por tu inmensa y hueca cabeza? Eres un desconsiderado, no puedo creer que…
– Oye, sólo quier… - pero su interlocutor seguía farfullando cosas sin sentido – ¡Hermione!
– ¡¿Qué?!
– Discúlpame, pero no imaginé que estabas dormida. Supuse que estarías haciendo algo de tus siempre tan importantes actividades – la escuchó bufar y se la imaginó haciendo una despectiva mueca, cosa que le agradó.
– Esta mañana tuvimos los exámenes, y debo de recordarte que nos partimos medio cuerpo estudiando. Sólo quería descansar y ahora que tú, maldito zoquete, me despertaste… - escuchó cómo abría el refrigerador y se le ocurrieron varios comentarios al respecto, pero se abstuvo – En fin, es tu culpa. Ahora dime ¿Qué quieres?
– Invitarte a salir, ya sabes, celebrar que estamos libres de exámenes.
– No lo sé…
– Vamos, no seas pesada. La vedad es que nos lo merecemos porque, como tú dijiste, nos sacamos los ojos para salir ilesos – soltó una pequeña risita, cada vez más seguro de su victoria manipuladora – Nos tomamos unas copas y será todo. Lo prometo.
– Quizá… bueno, me encantaría pero… – la oyó titubear e inmediatamente supo que algo le estaba ocultando, la conocía bien.
– Oye ¿Me dirás qué te traes entre manos?... Y no me digas que no es nada ¡Imposible mentirme, Granger!
– Es sólo que… hoy quedé de verme con Dean.
El chico chascó la lengua, con un amargo sabor de boca. Sabía lo que eso significaba. Reconciliación. Y eso no sonaba muy bien.
Esos dos mantenían una relación bastante aburrida. Siempre le dejaba sorprendido la infinidad de "amigas cercanas" que Dean se podía conseguir, pero llegaba un punto donde Hermione decidía abandonar el mísero barco de su relación y, cuando mucho una semana después, Dean regresaba con promesas y disculpas saliendo a borbotones, y en el momento que quedaba perdonado, ya estaba listo para sonsacar a cualquier chica que se dejara.
– Ah.
– Sé lo que estás pensando, pero ésta es la definitiva – "que te crean eso los hijos que tendrás con él" pensó con cinismo – Hoy sólo nos veremos para platicar en calidad de amigos.
– Invítalo – "así tendré un ojo encima de tu mierda de novio" – Podemos ir los tres ¿Qué te parece?
– Me lo pensaré – y en su respuesta escuchó que era realmente sincera.
– Está bien… Y Herms, sabes que Dean no es indispensable ¿Verdad?
La chica suspiró y tardó un momento en contestar. No importa que el resultado fuera siempre el mismo, pero su amigo no se cansaría nunca de remarcarle cuán poco valía ese estúpido mujeriego al lado de Hermione. La adoraba, pero le cosquilleaban las manos de deseos de matarla cada vez que aceptaba regresar con Dean.
De todos modos, nunca perdía la esperanza de que algún hermoso día su amiga se diera cuenta que sólo estaba malgastando su tiempo y oportunidades de conocer a otros hombres.
– Gracias, Harry
Y entonces colgó.
El muchacho, más contento, se levantó del sofá y voló al baño, preparándose para tomarse una larga y relajante ducha. Faltaba poco para salir de la carrera y acumulaba demasiado estrés en tan poco tiempo, que siempre le sorprendía amanecer vivo y cuerdo. Pero sería pedíatra, y estaba tremendamente orgulloso de sí mismo, incluso sus padres lo estaría… si aún vivieran. Cortó el hilo de sus pensamientos, sin ganas de revivir el accidente automovilístico que lo dejara huérfano desde los ocho años; mejor se enfocó en abrir el grifo y disfrutar de las calientes gotas de agua en su espalda.
Cuando el vapor inundó el cuarto, Harry ya había salido y comenzaba a ponerse crema para afeitar en su mentón. Lo hizo a consciencia porque disfrutaba mucho de esa actividad; le gustaba la crema de menta en su piel y la sensación que ésta le producía al expandirse para después, formar múltiples caminos con el rastrillo. Sonrió al terminar y se limpió los restos de espuma con una toalla, para seguir con la loción para la irritación.
Poco después, estaba vistiendo vaqueros negros y buscaba qué camisa ponerse. Había decidido que, no importando si alguien le acompañaba, iría a algún bar de los alrededores y buscaría un poco de entretenimiento, para regresar a su casa temprano y así descansar largo y tendido.
Sonó su celular. Esa tenía que ser Hermione.
– ¿Bueno?
– Harry, soy yo… Verás, he hablado con él y está de acuerdo.
– Muy bien – el chico no pudo más que felicitarse mentalmente – ¿Te parece que te recoja y que Dean nos alcance en el bar que está cerca de la estación de tren?
– No sabría decirte. Él y yo podríamos tomar un taxi que nos llevara hasta allá ¿No crees?
– No, de eso ni hablar – le rezongó infantilmente a la par que escogía su calzado – Pasaré por ti a las nueve en punto y entonces ya veremos cómo se las arregla tu estropajo.
– ¡Harry! – Le reprendió Hermione desde la otra línea – Si saldremos los tres juntos, tendrás que prometerme que te comportarás como el adulto que aparentas ser.
Resignado, el muchacho comenzó a visualizar con creciente desilusión una velada realmente aburrida.
– Lo intentaré – y al escuchar cómo Hermione inhalaba fuertemente, agregó – ¡Entiéndeme! Te quiero y no puedo entregarte en bandeja de plata. El tipo debe saber que por mi parte, ya no es bienvenido.
– Eres imposible… Entonces hasta las nueve.
Se despidieron y colgaron. Harry, por su terquedad, fastidiaría cualquier asomo de reconciliación; no permitiría que volviera a lastimar a su amiga. Sería verdaderamente pesado.
Pero la cosa es que le hubiera encantado tener una noche normal de copas, sin ninguna misión amorosa de por medio. Estaba deseoso de coquetear y bailar, sin complicaciones que le perturbaran la noche.
¡Pero no! Como buen amigo, se encargaría de demoler cada intento de Dean por regresar con su amiga. No se daría el lujo de ver, nuevamente, cómo Hermione se desgastaba por mantener una relación tan poco próspera.
Se colocó su chaqueta negra y llevó las manos a su cabello, en un vano intento de acomodarlo presentablemente. Salió de su cuarto y bajó las escaleras, para dirigirse a la puerta principal. A un lado de ésta, estaba una pequeña mesita con un florero y las llaves de su carro. Las tomó y salió apresurado.
"Prepárate, Dean… hoy no será tu noche" pensó Harry con malicia, saboreando montón de ideas poco amigables.
Nota de Autora:
Hola, gente! =)
Aquí publicando una nueva historia, a ver qué tal le va… En fin, saludos a todos y nos seguimos leyendo! ;)
Dejen reviews! Se les agradecerá.
