I
Violet despertó al sentir que el barco se detenía. Preguntándose a dónde habían llegado miró hacia donde Klaus dormía, Sunny recostada en uno de sus brazos. Beatrice se apretó contra el pecho de Violet haciendo pequeños ruiditos.
―Tranquila, no tienes a qué temer.
―¿Violet? ―la voz de Klaus hizo que le diera un vuelco el corazón. ―¿Dónde estamos?
Sintió que él llegaba a su lado. En la oscuridad era difícil decirlo, pero parecía que el agua los había llevado hasta las lindes de…
―¿Un bosque? ―se extrañó. ―Klaus, ¿se puede llegar desde el mar a un bosque?
―Sería posible si por algún motivo nos hubiéramos desviado por un cuerpo de agua más pequeño.
―Yake ―dijo Sunny, lo cual probablemente significaba "Klaus, ayúdame por favor a bajar". Rara vez hablaba ya con palabras ininteligibles, pero lo hacía como muestra de cariño a sus hermanos. Y mientras su hermano ayudaba a Sunny, Violet notó que hacía demasiado frío.
―Está helando aquí, deberíamos encontrar pronto un refugio o Beatrice podría enfermar.
La sola posibilidad la aterraba. Afortunadamente, Sunny, Klaus y Violet siempre habían gozado de buena salud, y en lo que a Sunny concernía, prácticamente nunca habían tenido que hacerse cargo de una gripe. ¿Qué pasaría si Beatrice se enfermaba? Era demasiado pequeña aún, y sin los medicamentos adecuados…
―Exploremos, algo debe haber por aquí.
Ella sintió su mano deslizarse entre la suya, reconfortante y cálida. Juntos se adentraron en el espeso bosque.
Después de caminar varios minutos el bosque los desembocó a un claro. La visión los desconcertó, porque de todo lo que habían podido esperar lo último en la lista habría sido un castillo.
Era inmenso, de numerosas torres y altos ventanales; la luz se filtraba y hacía que aquél se viera como el lugar más acogedor del mundo.
―¡Pero qué cosa! ―exclamó Klaus, y Violet no pudo estar más de acuerdo. Beatrice despertó y, asustada, comenzó a llorar. Despegando la vista del enorme edificio, Beatrice pasó de los brazos de Violet a los de Klaus, casi calmándose al instante.
―Está muy apegada a ti ―dijo Violet con cariño. ―Vamos Klaus, investiguemos que es esto. Quizá haya alguien en aquella cabaña de piedra, las luces se ven encendidas.
―¿Estás segura, Violet? Podría ser alguien poco agradable.
―Vamos Klaus, estaremos bien.
Mientras estemos juntos, pensó él.
Tomando firmemente a Sunny de la mano, la familia Baudelaire caminó hacia la cabaña. Parecía un poco hosca, hecha de piedra. Pero después de todo, ellos habían vivido un año en una isla, no podían quejarse.
―¿Quién anda ahí? ―dijo una voz áspera. Antes de que pudieran contestar, la puerta de la cabaña se abrió de par en par, revelando a un gigantesco hombre. Verdaderamente era enorme, con una espesa melena y barba, y sostenía una ballesta en las manos. ―¿Harry? ¿Hermione?
Violet se aclaró la garganta, y saliendo de la oscuridad hacia la luz, la pequeña familia se presentó frente al gigante.
―Buenas noches, señor. Mi nombre es Violet Baudelaire. Y éstos son Klaus, Sunny y Beatrice.
El gigante los miró. Parecía consternado, casi asustado, y Klaus pudo darse cuenta de que no tenían qué temer.
―¡Por Merlín! ¿pero qué está pasando aquí? ¿Qué hacen dos personas tan jóvenes con dos niñas pequeñas afuera a esta hora?
―Nos perdimos ―respondió Klaus. ―Nuestro bote arribó al bosque, quisiéramos saber dónde estamos, por favor.
El hombre parecía de verdad consternado.
―¡Dónde están! ¿Dónde están? En el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, por supuesto. Anden, pasen a calentarse y veremos qué hacer con ustedes.
Violet miró a Klaus con alivio, y se apresuraron a entrar. La cabaña era muy rústica, pero había un fuego cálido y Klaus se apresuró a arrullar a Beatrice con una canción. El hombre había sacado unas tazas del tamaño de inmensos tazones y servía té caliente, también les había llevado unos panqués que sólo Sunny había querido comer, porque la verdad es que parecían piedras. Sin embargo, en aquél momento los Baudelaire sintieron que por fin podían bajar la guardia.
―¿Colegio de Magia y Hechicería? ―inquirió Violet―. Lo siento mucho, señor, pero me temo que no entiendo. No existe la…magia.
El hombre bufó.
―Llámame Hagrid, todos lo hacen. ¿Qué no existe la magia, dices? ¡Pamplinas! Si no existiera, no habrían podido ver aquél bonito castillo de allá. ¿Cómo llegaron y qué hacen dos niñas pequeñas a su cuidado, por cierto?
Violet y Klaus se miraron. ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo explicar los espantosos sucesos que se habían visto obligados a vivir, cómo explicar que eran los padres de aquellas dos niñas?
―Es una larga historia ―dijo Klaus. ―Venimos navegando desde una isla, pero me temo que nos quedamos dormidos y nuestro bote se desvió del camino. Por eso llegamos aquí.
―¿Una isla? ―gruñó Hagrid.
―Han pasado muchas cosas que no son fáciles de explicar ―dijo Violet, temerosa. ―Si usted puede confiar en nosotros, nosotros intentaremos creer que la magia existe.
Hagrid los miró con suspicacia. A pesar de que parecían niños honestos, era realmente una situación extraña. ¿Por qué estarían allí solos? Y lo más importante: si se trataba de muggles, ¿cómo podían ver Hogwarts?
Finalmente tomó una decisión.
―Los llevaré a ver al Profesor Dumbledore, él sabrá qué hacer.
―¿Quién es el profesor Dumbledore? ―inquirió Klaus.
Hagrid sacudió la cabeza.
―¡Por las barbas de Merlín! ¿Qué quién es…? Es el mejor mago de todos los tiempos. El director de Hogwarts, ni más ni menos. Vamos, tomen lo que queda de los panqués y síganme.
―Gracias ―dijo Sunny.
El gigante le dio a Klaus una vieja manta que parecía hecha de pelo de algún tipo de animal y era sorprendentemente cálida, él cubrió a Beatrice y juntos siguieron a Hagrid hacia el castillo.
Pasaron cerca de un enorme sauce ("aléjense de él, golpea", dijo Hagrid) y a través de un cúmulo de invernaderos y finalmente entraron a través de las enormes puertas del castillo. Se sentía como si aquél fuera un lugar pacífico, decidió Klaus, y de inmediato intentó recordar todos los libros que había leído sobre castillos. Muy pocos estaban habitados en esa época, y por más que lo intentó no pudo recordar haber leído sobre aquél en ningún lado.
Hagrid los guio a través de muchos pasillos y escaleras que se movían ("debe haber algún tipo de sistema que las vuelve movedizas", decidió Violet, más que nada para conservar la cordura, pero tuvo que ignorar los retratos que se movían y hablaban porque si les prestaba atención aquello habría sido demasiado difícil de creer.
―¿Sueño? ―preguntó Sunny, pero ni Violet ni Klaus pudieron contestarle.
Finalmente llegaron enfrente de una gran estatua de águila y Violet tuvo que tomar con fuerza a Klaus de la mano, mirándolo recelosa. ¿Qué era aquél lugar?
Hagrid parecía satisfecho.
―Muy bien, ¡bombones explosivos!
Y el águila se movió, dejando ver una escalera de piedra.
―Llegarán con el profesor Dumbledore, ¡que tengan suerte!
―Muchas gracias, Hagrid―dijeron los Baudelaire.
Los muchachos siguieron las escaleras de caracol, a la expectativa de qué tipo de persona habrían de encontrar al final. Era realmente difícil para ellos confiar en la gente, después de todo lo que habían pasado con el Conde Olaf, después de descubrir los secretos de sus padres y a VFD.
―Estaremos bien ―repitió Violet. Y tocaron a la puerta de madera.
―Adelante ―dijo una voz calmada, y los hombros de Klaus se relajaron de inmediato.
Finalmente Violet empujó la puerta.
