Disclaimer: Nada de Harry Potter ni las imágenes que uso para inspirarme me pertenecen.

Sumario: Harry tuvo una genial idea en un momento de aburrimiento. Abrumado por la posibilidad de contactar con una persona desconocida envía a Hedwig con su carta a por alguien especial sin darse cuenta que una cosa tan insignificante como esa abrirá las puertas a un amor que arrasará con todo, incluso con Voldemort.

NOTA: En mi perfil tenéis el link para ver las imágenes en photobucket, en el álbum "Una Carta de Amor".


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Un solitario verano

Harry Potter estaba tumbado en su cama, sin hacer nada. Solo habían pasado un par de días desde que bajó del Expreso de Hogwarts de vuelta a la realidad pero para él parecía haber pasado un siglo. La vida en Privet Drive número 4 era difícil pero Harry agradecía, silenciosamente, que el escarmiento del año pasado hubiera servido para que su tío no volviera a poner más barrotes en su ventana. Ahora Hedwig podía ir y venir, traerle cartas y regalos, pero aun así Harry estaba deprimido. Gracias a Ron y su fatídica llamada de teléfono había sido castigado permanentemente en su habitación.

Al menos había hecho ya sus deberes de verano; Hermione no se lo iba a creer. Tener tiempo y nada que hacer era de lo más aburrido. Si hubiera tenido los libros del siguiente curso había empezado a leerlos, no obstante, no los tenía así que se conformó paseando su mirada por su habitación, buscando algo que hacer. Intentó arreglar una radio rota para escuchar algo de música, o las noticias. ¡Lo que fuera! Pero resultó ser demasiado frustrante y poco gratificante así que lo dejó. Miró a Hedwig y pensó si podría intercambiar correspondencia con Ron, o Hermione, pero sabía que el primero estaría demasiado atareado gracias a su madre y a sus 4 hermanos presentes en la Madriguera como la entretenerle mientras que Hermione estaba en Francia con sus padres, veraneando.

Con un suspiró sus ojos recorrieron las paredes y pararon en seco en los libros muggle que habían pertenecido a su primo, y que nunca había leído. Harry los había pasado por alto esos 3 veranos anteriores pero ahora estaba suficientemente desesperado como para leerlos. Leyó primero El Principito pero resultó ser demasiado ligero para durarle mucho tiempo. El siguiente libro, no obstante, debía haber sido un regalo de Marge puesto que era un libro de romance y, obviamente, Marge no conocía demasiado a su sobrino si creía que se lo iba a leer (o que iba a leer un libro, para empezar). Harry, después de leer el prólogo, abrió la tapa con algo de desconcierto.

Resultó ser, con algo de horror, bastante interesante y Harry se encontró leyendo entretenido el Mensaje en una botella. Sus ojos se humedecieron ligeramente en según qué capítulos, no solamente por la desafortunada muerte de la esposa de Garrett sino porque el libro le había hecho comprender, por muy cursi que fuera a veces, que existían ahí fuera más dolores y sufrimientos de los que él había experimentado. Acabó el libro en exactamente un día y 6 horas. Estaba tan conmocionado que el aburrimiento había desaparecido totalmente. Él no tenía una botella, o vivía cerca del mar, pero que tenía una lechuza. Hedwig posó su mirada ambarina, con aburrimiento, sobre él y Harry rio calladamente al darse cuenta que sus papeles habían sido intercambiados.

Su preciosa lechuza blanca saltó sobre su escritorio, donde estaba sentado, y ululó señalando con su pata una hoja en blanco. Harry en seguida supo que quería que enviara una carta, lo que fuera, para que pudiera tener un motivo para estirar las alas. ¿Pero a quién podía escribirle? Ya había descartado escribir a Ron, a Hermione, a los gemelos (estaba seguro que su madre ya les habría castigado), a Ginny (demasiado traumatizada estaba todavía con su aventura del año pasado) y Harry, ahora que lo pensaba, no tenía más amigos con quien corresponderse. Con Dean y Seamus apenas hablaba de otra cosa que no fueran deportes (Quidditch o fútbol) y con Neville no tenía nada en común. Con horror, se dio cuenta que no conocía a nadie más fuera de Gryffindor.

Cerrando los ojos de frustración, y de tristeza, cuando los volvió a abrir se encontró mirando el título del libro que tanto le había tocado y entonces se dio cuenta. ¡Tenía a Hedwig! No necesitaba una botella, ni a nadie a quien escribir. Sacó una hoja en blanco, no tenía suficiente pergamino, y cogió un bolígrafo; quería que quien leyera la carta pudiera entender su letra (otra cosa que se dio cuenta necesitaba rectificar). Durante varios segundos miró la página en blanco y pensó en qué escribir, al final decidió escribir todo aquello que se le pasara por la cabeza. Tenía tiempo, de sobras, y más páginas por si necesitaba volver a redactar su carta.

"Querido extraño o extraña,

Mi segundo nombre es James, tengo 12 años y soy de Surrey, Inglaterra. Mi cumpleaños es en Julio, dentro de pocos días, pero no espero que mis tíos me feliciten. Escribo porque estoy realmente aburrido, y frustrado, y desesperado. Soy un mago y estudio en Hogwarts y, supongo que si Hedwig, mi lechuza, te ha llevado esta carta es porque, seas quien seas, también eres un mago o una bruja.

Toda mi vida ha sido de lo más extraña, y triste. Mis padres están muertos, como tantos otros, debido a Voldemort y resulta que Voldemort sigue vivo. En Hogwarts, estos dos últimos años, ha habido situaciones que indican (y hay pruebas) de su existencia. No espero que nadie me crea. Cuando mis padres fueron asesinados alguien me dejó con mis tíos muggles, y resulta que a mis parientes no les pareció nada bien. Me odian. Mi cama hasta los 11 años era la alacena bajo las escaleras. Me hacían hacerles la comida, limpiar y arreglar el césped.

Cuando llegó mi carta de Hogwarts estaban tan asustados que nos mudamos pero fue inútil, tuvieron que dejarme ir. Aunque cuando se dieron cuenta que no iban a tenerme en su casa durante 9 meses incluso me llevaron con el coche a la plataforma del Expreso de Hogwarts. ¿Magníficas personas, verdad? Cuando volvimos a la casa me dieron la segunda habitación de mi primo, Dudley, quien había guardado todos sus juguetes rotos ahí. Ahora ya no me quejo puesto que tengo una cama, y un cuarto, para mí solo por muy pequeño que sea (es mejor que la alacena, te lo aseguro).

Cuando volví de Hogwarts del primer curso, mis tíos habían puesto barrotes a mi ventana. Mi mejor amigo tuvo que venir, con el coche volador robado de su padre y con sus hermanos mayores gemelos, para sacarme. Me habían cerrado en la habitación, poniendo cerrojos en mi puerta y dándome la comida (si es que se podía llamar comida) a través de un agujero para gatos. Mi tío, Vernon, se asustó tanto de verlos, y de verlos arrancar los barrotes con el coche volador, que ya nos lo ha vuelto a poner. Aun así estoy castigado este verano porque mi amigo, el que me rescató y el que no sabe usar un teléfono, cometió el error de gritarle a mi tío por teléfono que era mi amigo de Hogwarts…

Es por eso que te escribo, seas quien seas, porque estoy aburrido y un libro de Dudley, que no leyó nunca, me dio la idea de enviar un mensaje con Hedwig. Por lo menos así me desahogo. También estoy intentando arreglar una radio de mi primo, el silencio a veces es demasiado para mí.

Algo menos aburrido,

James".

Releyó sus palabras y luego enrolló la carta, atándola a la pata de Hedwig. Su lechuza ululó más contenta que antes y luego le miró, esperando que le enviara a alguien. Harry frunció el ceño.

"Llévasela a alguien que sea un mago o una bruja, a alguien especial. No lo sé… ¿A alguien que pueda ayudarme?", Harry suspiró pero cuando se dio la vuelta Hedwig ya había salido por la ventana, ululando algo que Harry intuyó era una respuesta positiva.

Lo que Harry no había previsto era que Hedwig pudiera tardar tanto en regresar; después de todo, no le había dicho que se quedara en Inglaterra precisamente. Preocupado, deseó que su lechuza estuviera bien. Ya habían pasado 3 días desde que desapareció. Harry, que otra vez no tenía nada por hacer, intentó arreglar la radio sin mucho acierto. Por lo menos había limpiado a fondo todo el interior pero había cables sueltos y un hueco circular que no sabía que era pero que, obviamente, faltaba esa pieza. Se tumbó de nuevo en su cama e hizo lo único que podía hacer: pensar.

Pensó en su vida con los Dursley y en cuántos años más tendría que soportarlos antes de irse. Pensó en los años que había pasado ya en Hogwarts y tuvo el presentimiento que los siguientes cursos iban a ser igual de movidos. Luego pensó en el futuro. Era 6 de Julio y todavía quedaban casi 2 meses por salir de Privet Drive número 4. Pensó en las optativas que había elegido, ¿habría hecho bien elegir Adivinación? Él no tenía un hueso vidente en su cuerpo. Quizá sería mejor rectificarlo, por muy fácil que pudiera ser el curso no le serviría de nada. Estaría perdiendo el tiempo y, ahora que lo pensaba, ¿qué pensarían sus padres de verle gandulear en lugar de estar estudiando? De repente se sintió muy avergonzado.

Sus padres estaban muertos y él sabía que Voldemort seguía vivo y quería matarle. ¿Cómo había podido olvidar el sacrificio de sus padres? ¡Tendría que estar estudiando! ¿Qué pasaría si él moría? La muerte de sus padres habría sido en vano. Se encontró llorando sin poder contenerse. Lo que tenía claro era que estaba solo, respecto a ayuda adulta, puesto que ni siquiera la Cabeza de Gryffindor, la Profesora McGonagall les había ayudado en primer curso cuando ellos le habían dicho sobre la Piedra Filosofal (estando en lo cierto) y tampoco cuando era obvio que Lockhart era un desastre de Profesor de Defensa. Sin hablar de Snape…

Se encontró más deprimido que nunca. No solamente se había dado cuenta que tenía muy pocos amigos, solo Ron y Hermione eran íntimos amigos, sino que ellos tampoco sabían demasiado de su situación familiar. Por si fuera poco, sus notas eran mediocres y había elegido las optativas fáciles cuando debería estar estudiando algo práctico por muy difícil que fuera. Sin contar los Profesores, todos ellos, parecían darles la espalda, Dumbledore el primero, cuando las cosas se ponían serias. Realmente era un desastre. Lo peor de todo es que no sabía qué hacer para corregirlo tan rápido como quería.

Con más determinación que nunca, había decidido enviar una carta a la Profesora McGonagall para cambiar Adivinación por Runas Antiguas y coger, además de Cuidado de Criaturas Mágicas, Aritmancia. Las clases muggle no le servirían de nada, habiendo vivido en el mundo muggle toda su vida, y Adivinación estaba totalmente descartada. Cuando pasaron otros 3 días llegó Hedwig. ¡Y tenía una carta y un paquete! Rápidamente la sacó del sobre, que tenía pinta de ser caro y de buena calidad, y desdobló la hoja de pergamino. La letra era femenina y cursiva, nada que ver con su caligrafía.

"Querido James,

Mi segundo nombre es Léa, no creo que nos conozcamos así que también te diré que mi primer nombre es Gabrielle. Tengo 10 años y nací a finales de Enero, en Toulouse, Francia. No hablo ni escribo inglés muy bien así que he tenido que pedir a mi hermana, Fleur, que encante la carta para que puedas leerla (está escrita en francés). Mi familia es pequeña, mis padres eran hijos únicos así que no tengo tíos, pero sí que tengo abuelos y a Fleur, quien acaba de cursar su quinto curso en Beauxbatons. Después de leer sobre tus tíos debo decirte que estuve muy cabreada por ti, claro que primero no podía creer que hubiera recibido una carta de un extraño.

Mi familia, en según qué círculos, es mal vista porque mi abuela materna es una Veela. Una Veela es una mujer de gran belleza que puede cambiar de forma, debido a la ira, a una especie de humano/pájaro con pico y garras y plumas. Además, las Veelas también pueden lanzar fuego, al ser criaturas muy pasionales, y son más débiles rodeadas de agua. Mi madre es mitad Veela y eso nos hace a Fleur y a mí un cuarto Veela. ¿Te preguntarás por qué estamos mal vistas? Las Veelas también tienen algo llamado 'influencia' que puede atraer a todo tipo de hombres, casados o no, y convertirlos en babeantes babuinos dispuestos a hacer cualquier cosa por impresionarnos.

Yo todavía no sé usar mi don, mi madre me explicó que hasta que no cumpliera los 11 años no notaría cambios pero Fleur ha tenido problemas por ser Veela en Beauxbatons. Las chicas piensan que Fleur les robará los novios y los chicos piensan que Fleur está dispuesta a cualquier cosa al ser Veela (¿me entiendes?) así que mi hermana tiene problemas para hacer amigos y nos enviamos bastante correspondencia. Y hablando de correspondencia, no le he enseñado a nadie esta carta pero quizá debería, si lo de Voldemort es cierto. No lo dudo, aquí en Francia mucha gente pensaba que era extraño cómo desapareció sin dejar un cuerpo ni una prueba de su muerte.

Y cambiando de tema, ¿qué piensas hacer con tus tíos? Por lo que me dices no son los mejores cuidándote. ¿Piensas irte al cumplir la mayoría? ¿Tienes dinero con el que mantenerte? ¿O amigos con los que quedarte? Viendo que no tienes nada que hacer te he enviado un paquete, es un libro, para que te ayude con algo.

Es algo extraño, conocernos por carta, pero viendo que me has hablado de cosas personales te contaré que quiero ser sanadora en el futuro y que me gusta volar pero no jugar al Quidditch. No tengo amigos de mi edad porque todos han conocido a Fleur y saben que también soy parte Veela. Estoy algo decepcionada y triste pero ahora te tengo a ti. Mi cabello es rubio, como todas las Veelas, y tengo los ojos azul cielo. Soy bastante baja, cosa que odio, y parezco más joven que mi edad. Mi madre se llama Apolline y mi padre Jean. Me encantan los gatos y tengo miedo de los perros grandes. Mi color favorito es el azul celeste.

Mi madre se encarga de nuestro Estado y es la proxy en el Wizenmagot francés mientras que mi padre es Cabeza de uno de los Departamentos del Ministerio. No me he roto ningún hueso en mi vida y siempre lloraba cuando me quitaban los dientes de leche. Cada verano nos vamos una semana a algún lugar, mi familia y yo, para veranear pero pasamos el resto del verano en la villa de mi abuela materna, Violette. Por cierto, odio mi segundo nombre y mi familia me llama Gaby. No sé me ocurre nada más, de momento.

Esperando una respuesta impaciente,

Gaby".

Harry leyó varias veces la carta con una sonrisa en el rostro. Gabrielle. Miró a Hedwig y vio que estaba durmiendo. Decidiendo el día entero descansando, sacó el paquete que todavía no había tocado y lo abrió. Allí había un libro pequeño que rezaba Radios y sus cachivaches, cómo arreglarlos. Rio y ojeó el libro, tenía muchas ilustraciones y el texto era corto y conciso. Lo apartó y sacó otra hoja en blanco.

"Querida Gaby,

Me ha sorprendido que respondieras pero me alegro. Gracias por el libro, intentaré arreglar la radio con tu ayuda. Perdona por haber escrito tan poco en mi primera carta pero es que no sabía que poner. Bueno, ahí va:

Mi tía se llama Petunia y su familia se apellida Dursley. Mi cabello es negro y mis ojos verdes, llevo gafas y mi primo siempre me las ha roto cuando podía. Realmente son un incordio. Antes de saber que era mago había cambiado de color el peluquín de mi maestro de la escuela, encogido un jersey de mi primo que Petunia quería que me pusiera, hice crecer mi cabello en una noche cuando mi tía me lo cortó casi al cero y aparecí en el tejado de la escuela cuando mi primo y sus amigos me perseguían para pegarme. También hice desaparecer un cristal en el zoo y dejé escapar a la serpiente, una Boa. Resulta que puedo entender a las serpientes y hablar con ellas.

Los Dursley no me han felicitado nunca y tampoco me han regalado nunca nada. Mi primer regalo fue un jersey de la madre de mi mejor amigo y una capa de invisibilidad que pertenecía a mi padre. Mi mayor deseo es tener una familia propia y dejar a los Dursley. Cuando me preguntaste si tenía dinero, la verdad es que tengo una cámara en Gringotts con montañas de dinero pero no sé si me durará los 7 cursos en Hogwarts como para luego independizarme. Tu familia debe ser rica si tenéis un Estado, ¿qué significa eso, por cierto?

Yo no sé qué quiero ser de mayor, nunca me lo he planteado. Ni siquiera sé que profesiones existen en el mundo mágico ni qué cualificaciones necesita cada una. Aun así he decidido pedir a mi Profesora de Hogwarts que me cambia Adivinación por Runas Antiguas y Artimancia. La había cogido porque parecía fácil pero ahora he pensado que, al no ser vidente, no me servirá de nada. Sin contar que me he sentido avergonzado al pensar qué pensarían mis difuntos padres si me estuvieran viendo…

Mi Profesor de Pociones me odia y todos los Slytherins, yo soy Gryffindor (nos odiamos ambas Casas) no paran de hacerme fallar en pociones. ¿Te puedes creer que el Profesor me quitó puntos por respirar demasiado fuerte? A veces siento ganas de gritar. No soy tan listo como mi mejor amiga Hermione, que siempre saca las mejores notas a pesar de ser nacida de muggles para la molestia de muchos. Hasta que no me enseñó cómo estructurar mis redacciones no supe cómo hacer mis deberes. Ella parece saberlo todo mientras que yo no sé nada, y eso que yo soy prácticamente nacido de muggles. Yo soy un mestizo. Mi padre era de una familia de magos y mi madre nacida de muggles.

Me gusta el color verde esmeralda y el dorado, creo que son una bonita combinación. No me gusta el color plateado a secas y a veces el color rojo me cansa. Odio la ropa de mi primo Dudley con la que visto pero sé que si me pongo otra cosa mis tíos me lo quitarán. No entiendo por qué hablar con serpientes se supone está mal visto. No tengo amigos fuera de Gryffindor y solo hablo a diario con 5 personas, 3 de ellas son más conocidos que amigos, y Hermione y Ron, aunque se lo imaginan, no saben todo lo que te he contado de los Dursley.

En primer curso tuvimos a un Profesor de Defensa que tenía a Voldemort en su cabeza, en la parte trasera, bajo un turbante. Al parecer quería robar la Piedra Filosofal que estaba escondida en Hogwarts, en el tercer pasillo. Mis amigos y yo descubrimos que iba a ser robada una noche pero los Profesores no nos creyeron, tuvimos que ir nosotros a detener a Voldemort. Pasamos por un perro de 3 cabezas gigante al que dormimos con música, luego saltamos por un túnel oscuro y caímos en una Enredadera del Diablo, volamos a coger una llave para abrir una puerta cerrada con unas escobas y jugamos al ajedrez mágico siendo nosotros 3 de las piezas.

Mi amigo Ron tuvo que sacrificarse para que pudiéramos ganar. Hermione y yo le dejamos inconsciente y vimos que el próximo reto había sido eliminado por Voldemort, eran un par de trols muertos. Luego venía una adivinanza con varias pociones que eran venenos y solo una llevaba al siguiente reto. El problema era que solo podía tomarse la poción uno de los dos, fui yo. Allí estaba Quirrell mirando el Espejo de Erised (del deseo) que mostraba a uno qué más deseaba. Al final la piedra cayó en mi bolsillo por arte de magia y Voldemort supo que mentía. Intentó matarme pero cuando le toqué con las manos le quemé la cara y acabé por matarle sin querer.

Ese mismo año entré en el equipo de Quidditch como buscador y ganamos la Copa de la Casa por haber parado a Voldemort. El siguiente año fue igual de movido. Resulta que alguien estaba abriendo la Cámara de los Secretos y dejando salir al monstruo, un basilisco de 30 metros de largo que se movía por las tuberías y que solo yo podía escuchar. Hubo varios petrificados, uno de ellos Hermione, y finalmente encontramos la entrada en el baño de las chicas en el segundo piso. Allí Ron y yo, que íbamos en busca de su hermana menor Ginny, que había sido secuestrada, nos separamos sin querer y acabé solo enfrentado al basilisco. Lo maté con la espada de Gryffindor pero me mordió. Fawkes, el fénix del Director, me curó la herida.

Al parecer la cámara estaba siendo abierta por Ginny que tenía un diario maligno propiedad de Voldemort, llamado Tom Marvolo Riddle en verdad (Voldemort es un anagrama) y que le fue dado por Lucius Malfoy. Dobby, el elfo de los Malfoy, había intentado decírmelo pero no supe qué quería; acabé liberándolo de Malfoy cuando salimos de la Cámara. Con el colmillo del basilisco destruí el diario y salió un espectro chillando. Fue horripilante.

¡Oh, no! ¡Hedwig fue mi primer regalo! No me acordaba.

Esperando respuesta,
James".

Revisando su carta y doblándola, la dejó a parte y sacó uno de los trozos de pergamino restantes que tenía. Escribió una carta a McGonagall y fue a despertar a Hedwig pero resultó que ya estaba esperándole con la pata estirada.

"Lleva esto a McGonagall y luego la otra a Gaby, ¿quieres, Hedwig? Descansa en Hogwarts un poco antes de ir a Toulouse", le acarició el pecho Harry a su lechuza. Ella ululó asintiendo, algo que pocas lechuzas hacían, y dejó que le atara las cartas.

Observó cómo se iba apoyado en el marco de la ventana. Como no tenía nada que hacer durante al menos una semana, cogió el libro y se puso a arreglar la radio.

….

Gabrielle frunció el ceño, cada vez más furiosa. A pesar de estar asombrada por las aventuras de James le parecía que su nuevo amigo estaba siendo ignorado y puesto en peligro muy a menudo. Se mordió el labio y se preguntó qué debería hacer. ¿Se lo contaba a sus padres? ¿A Fleur? Leyó sus 2 cartas y vio que no había nada que pudiera incriminar a James así que decidió ir a su hermana. Fleur, no obstante, acabó con el rostro rojo de la ira y con las uñas convirtiéndose en garras. Gabrielle se dio cuenta que quizá había juzgado mal la gravedad del asunto puesto que Fleur le dijo con voz resoluta que iban a llevarle las cartas a sus padres. Ella no se negó, después de todo quería ayudar a James.

"¿Gabrielle, Fleur?", preguntó Apolline desde el jardín, cuando vio sus rostros, estaba plantando algo. "¿Ha pasado algo?"

"Mama, tienes que leer esto", dijo Fleur de forma brusca y Apolline se quitó los guantes con rostro sorprendido.

Cogió la carta. Apolline Delacour no podía creerse lo que estaba leyendo. Claramente James sufría un caso de abuso y maltrato por parte de sus tíos y nadie en Hogwarts parecía hacer el mínimo esfuerzo para ayudar al chico. Es más, por lo que estaba leyendo podía deducir que los Profesores de Hogwarts le estaban haciendo la vida aún más difícil; negligencia en toda regla. Si sus padres estaban realmente muertos todas sus pertenencias habrían ido a parar a la cámara de Gringotts y eso significaba varias cosas: o bien los padres de James no estaban muertos (le hervía la sangre al pensar que habían mentido a su hijo sobre su muerte), alguien le había robado al pobre chiquillo todas las cosas materiales relacionadas con su familia (una blasfemia), o sus cosas habían ido a parar a la cámara principal (lo que denotaba que James provenía de una familia noble y adinerada y, peor aún, nadie le había informado de ello).

A juzgar por lo que había leído sobre el parentesco de James Apolline se inclinaba más por la tercera opción pero era obvio entonces que si James era rico no estaba recibiendo noticias de su herencia, cosa que le hacía pensar que alguien estaba abusando del chico y no eran precisamente sus tíos maternos. ¿Cómo no había podido ver nadie que James vestía las ropas de su primo? ¿Cómo le habían dejado entrar en Hogwarts, en el mundo mágico, si claramente no sabía nada? ¡Ni siquiera le habían dado una introducción como a su amiga Hermione! Claro que ella parecía saberlo todo, si realmente era tan inteligente como Harry decía debía haber estudiado los libros introductorios que le habían mandado comprar.

Había tantas cosas mal en esa situación que, aun siendo una completa extraña, se vio deseando poder hacer algo. Miró por encima de las hojas a sus hijas y vio que Fleur estaba abrazando a su hermana, todavía furiosa, mientras que Gabrielle parecía muy triste. Sabía que sus hijas no iban a poder olvidar a James y sus problemas así que se dijo que quizá sí que debería hacer algo para resolver la situación. Le pidió a Gabrielle que no redactara su siguiente carta mientras pensaba que hacer, sentada en una hamaca del jardín.

Primero de todo, James tenía problemas de salud debido a los Dursley y nadie estaba ayudándole médicamente. Sabía que si le dejaba malnutrido durante mucho tiempo más quizá afectara a su magia, a su salud y aspecto físico también. James debía ser una persona de estatura baja debido a su escasez de comida y haber dormido 11 años en una alacena. Sin contar las gafas que su primo estaba tan dispuesto a romperle. Viendo las aventuras en las que James parecía ser el protagonista quedarse ciego podía significar su muerte.

Luego estaba el hecho de que James no supiera nada del mundo mágico salvo aquello que iba aprendiendo sobre la marcha. Eso podía arreglarlo rápidamente con unos libros introductorios. ¿Querrían que James no supiera nada de su fortuna? Parecía muy probable. ¿Tendrían los padres de James un testamento? Las preguntas se amontonaban en su mente pero carecía de información. Asintió con determinación y envió a uno de sus elfos domésticos a comprar todo lo necesario para ayudar a James. Pronto sus hijas aparecieron por la puerta, sentándose en el escalón del patio.

"Gabrielle, necesito que le envíes este paquete a tu amigo James, ¿quieres?", dijo con rostro estoico Apolline Delacour.

Gabrielle cogió la caja que su madre le entregaba, del tamaño de una caja de cerillas, y luego escuchó atentamente lo que su madre le recitaba para que pusiera en su carta a James. Al parecer, se dijo con una sonrisa, su madre iba a ayudarle tanto como pudiera y sabía que era una mujer formidable. Tantos años siendo menospreciada por su sangre y casada con alguien tan importante como Jean Delacour le habían enseñado varias cosas. Apolline era una bruja que temer.

….

"Estimado señor Potter,

Aunque su carta fue una sorpresa me alegra que haya pensado en su educación. Le he cambiado con mucho gusto Runas Antiguas por Adivinación y le he añadido Aritmancia, junto con Cuidado de Criaturas Mágicas, a sus créditos optativos.

Que pase un buen verano,

Minerva McGonagall,

Profesora de Transfiguración

Subdirectora de Hogwarts".

Corto y conciso. No esperaba otra cosa. Harry suspiró y guardó la nota. Ahora se sentía mucho más aliviado sin saber por qué. Presentía que, de haber seguido con Adivinación habría tenido remordimientos toda su vida. Cambió el dial de la radio que había conseguido reparar conectando varios cables sueltos y poniéndole una pila circular de uno de los relojes rotos de Dudley que había tirados en su cuarto.

"-y les informamos que el peligroso convicto Sirius Black se ha fugado de la prisión. Fue culpado de 13 cargos de asesinato hace exactamente 12 años y es considerado muy peligroso. Si le han visto, llamen al-", Harry volvió a cambiar el dial.

Ahora que podía escuchar música no tenía ganas de oír malas noticias, y encima muggles. Escuchó con la mente en blanco la radio, esperando que Hedwig volviera con una respuesta de Gabrielle. Estaba tardando más de lo habitual. Miró de reojo su baúl de Hogwarts y se dijo que quizá debería estar repasando lo del año anterior, sentía que ya se le había olvidado todo. Con algo de pereza, se levantó y sacó el libro de Encantamientos de primer curso. Ahora que ya estaba en tercero le parecía sobradamente fácil; la teoría que antes le había parecido aburrida y pesada resultó ser de lo más interesante y ligera. ¿Sería así como Hermione se sentía al leer sus tomos de la biblioteca? Si era así entendía por qué pasaba tanto rato leyendo.

Aunque no podía practicar con su varita sí que podía usar un bolígrafo para imitar los movimientos de varita. En menos de una hora y media ya había acabado de practicar los movimientos y se acordaba perfectamente de la teoría, y lo mejor de todo, la entendía. Quizá debería leer los libros antes, y después, de cada curso. Realmente funcionaba. Sin pensarlo, su mano se estiró a por el libro de Transfiguración. Luego el de Pociones, el de Herbología, el de Defensa, el de Historia… Cuando anocheció Harry comió rápidamente el bocadillo que su tía le había hecho y sacó su telescopio. Astrología podía practicarla sin su varita. Antes de quedarse dormido se dio cuenta de lo fácil que eran sus clases si las repasaba con tiempo, incluso Pociones, y de cuán interesante era Historia sin que Binns fuera el interlocutor.

A la mañana siguiente Harry recibió 2 cartas, para su sorpresa. Una era de Gabrielle, y llevaba un pequeño paquete cuadrado, y la otra era de Ron. Era una carta corta junto con un recorte del Diario Profético donde salían en portada la familia Weasley entera, en Egipto. Al parecer el señor Weasley había ganado una lotería en el Ministerio y habían ido a visitar al primogénito, Bill. Ron parecía muy entusiasmado porque también le iban a comprar una nueva varita. Sonrió algo más contento. Sabía que los Weasley necesitaban el dinero así que se alegró que hubieran ganado la lotería ellos.

Con algo más de entusiasmo, sacó la carta de Gabrielle, dejando el paquete para más tarde. Estaba seguro que Gaby le comentaría qué era. Así fue.

"Querido James,

Siento haber tardado algo más en contestar pero al leer tu última carta vi en seguida que algo no iba bien en Hogwarts. Mi madre ha leído tus cartas y ha decidido ayudarte. No te sientas mal o te enfades conmigo por favor, ahora eres mi amigo y no podía dejar que las cosas siguieran como están.

Con tu varita, toca el paquete y se agrandará. Ahí encontrarás varias cosas. Lo primero que verás será una pulsera plateada con extraños grabados, son runas. Se llama una pulsera de sanador. Se las ponen los pacientes y el sanador tiene otra conectada a todas las personas enfermas bajo su supervisión. La pulsera, si pasa algo, se calienta. Está diseñada también para ahorrar tiempo. Un sanador puede ver el historial del paciente con un encantamiento sin tener que estar en contacto. Mi madre tiene una amiga que es sanadora así que ella se pondrá la pulsera que conecta con esta; así, aun sin decirle quién eres o dónde vives podrá diagnosticar tu estado de salud y mandarte un remedio. Lo único que tienes que hacer es ponértela en la muñeca izquierda y se ajustará de tamaño.

¿Ves el vial de color morado resplandeciente? Tiene una etiqueta que pone 'Reparador 20/20 de visión'. Tómatela antes de ir a dormir, en unas 7 horas tu vista será reparada totalmente. ¡Ya no tendrás que llevar gafas! Tu primo no podrá partírtelas. En la caja también hay un colgante plateado con un león (me dijiste que eras un Gryffindor, ¿no?) es un traslador. Los trasladores te permiten transportarte de un lugar a otro (fuera de guardas anti traslador – como Hogwarts) con una contraseña hablada; la contraseña de este traslador es 'Gringotts Diagon'. Como habrás deducido te deja justamente en la puerta de Gringotts del Callejón Diagon (yo no he estado nunca pero mi padre sí).

Es por si necesitas ir a comprar o visitar el banco. Aun así el traslador no te lleva de vuelta a casa, a no ser que tengas otro con las coordenadas de tu habitación o esté encantado de vuelta. Mi madre me dice que es muy necesario que tengas un elfo doméstico. ¡Son de lo más útiles! Pueden limpiar, transportarte de un sitio a otro, arreglar cualquier cosa, cocinar y muchas más cosas. ¿Quizá Dobby pueda ayudarte? Si acepta dile que cuando Gabrielle le llame que aparezca, por favor. Sería mejor que no le dijeses a nadie que Dobby es tu elfo, o que tienes un elfo, para empezar.

Mi madre también me ha facilitado libros de introducción al mundo mágico. Hermione ya debió leerlos antes de empezar el primer curso de Hogwarts. ¡No es que seas más tonto o ella más inteligente! ¡Tú no has recibido una introducción como los demás! También hay otro libro que te servirá de mucha ayuda, créeme. Debajo de todo hay varios periódicos, son franceses pero quizá te sirvan, mi madre los ha hechizado para que puedas leerlos.

Y dejando de lado la caja, ¿te he dicho ya que me encanta San Valentín pero que nunca lo he celebrado? ¡Imagina el romanticismo! Muchos chicos no entienden lo que es. ¿Lo has celebrado tú estos años en Hogwarts? Por otro lado, odio la música del mundo mágico. Comparada con el mundo muggle es como oír a una banshee cantar una sonata. Si escucho Celestina Warbleck una vez más… Fleur también la odia. Odio las coles de Bruselas y la coliflor, y los espárragos blancos. Adoro la pasta y el salmón. Tendrás que decirme qué prefieres tú. ¿No encuentras la comida inglesa demasiado grasienta? ¡Seguro que ni has oído hablar de una ensalada! Pobre de ti.

Los insectos no me disgustan pero prefiero los animales más grandes. No sé por qué pero siempre pienso que cuando duermo pueden entrarme arañas por la boca. Ugh. Fleur dice que es cierto y que de media unas 12 arañas al año nos entran por la boca al dormir. ¿Ves porqué prefiero tenerlos lejos? Encuentro que los girasoles y las margaritas son flores bastante aburridas, me gustan las rosas rojas pero las encuentro demasiado cliché. Las rosas rosas me dejan indiferente y las blancas son demasiado sosas por si solas. Me gustan las combinaciones. Las azaleas son muy bonitas, también los gladiolos y las hortensias, los claveles y los jacintos.

Me gustaría vivir en una casa con mucho jardín y lejos de la ciudad, no me gusta el ruido demasiado. Me encantan los estanques con peces de colores. Me encantaría viajar por todo el mundo. Debe haber tantas cosas ahí fuera por ver; siento como si no tuviera tiempo para verlas todas. ¿A ti qué te parece?

Con aire soñador,

Gaby

Pd. En la caja encontrarás otras cosas de menor importancia. Aquí en Francia no usamos plumas sino estilográficas, son mucho más sencillas de usar y escriben igual de bien que cualquier pluma animal".

Harry estaba estupefacto. No sabía qué pensar. La madre de Gabrielle le estaba ayudando sin pedir nada a cambio, sin conocerle, y ya había hecho mucho más que cualquiera que le conociera. Se puso la pulsera tal y como le indicaba su amiga y brilló un instante antes de encogerse rodeándole la muñeca confortablemente. Sacó las cosas de la caja, observando el vial morado de poción. ¿Por qué nadie le había dicho que la vista podía ser reparada? Pensando en cuánta gente llevaba gafas en Inglaterra, ¿sería una invención francesa? ¿Valdría mucho la poción? Decidió no pensar en ello demasiado. Otro día ya obtendría respuestas. Ojeó los diarios por encima y apartó aquellos que más le interesaban.

Luego miró los 2 grandes libros que habían sido enviados junto con todo lo demás. Eran Una introducción al mundo mágico y todo lo que se debe saber, y el otro se llamaba Preparación para usar la magia – Porque no todo se aprende en clase. ¿Había preparación? Ugh, cuántas cosas que no sabía. Leyó la carta otra vez y se preguntó por qué Hermione no le había dicho nada sobre el libro introductorio. Una de dos: o pensaba que ya lo había leído (y creía que su inteligencia era especialmente baja) o realmente sabía que no lo había leído y no le había dicho nada (¿qué motivo tenía Hermione para hacer semejante cosa?).

Se tumbó en la cama mucho más cansado de lo habitual. Todavía faltaba un mes y medio de vacaciones y no sabía si tenía ganas de empezar Hogwarts de nuevo o fugarse.


He aquí otra nueva historia que lleva mucho, pero que mucho, tiempo cociéndose en mi cabeza (y en el ordenador). Soy amante de las parejas no canon de Harry Potter, ya lo veis.

Ahora que he acabado con mi otra historia, El Legendario Potter, y he vuelto a continuar Chimaera (que colgaré el siguiente capítulo mañana o el lunes a más tardar), me permito colgar esta nueva historia que ya tengo a punto de finalizar en el portátil. Podéis esperar con toda seguridad un capítulo cada fin de semana.

R&R.

Blackcirce.