11.30 de la noche, Peter estaba trabajando hasta tarde en la oficina, otra vez, a esas alturas su esposa Olivia ya le había llamado cuatro veces... a la cuarta él no contestó. Ella sabía que así era el trabajo de Peter cuando se casaron, claro que ella también tenía trabajo pero siempre salía temprano, aun así ninguno de ellos pensó que les afectaría tanto.
12.15. Peter finalmente logró terminar su trabajo, bajó en ascensor para luego conducir a casa. Olivia ya estaba dormida para cuando él llegó. Peter dejó sus cosas a un lado de la cama y se sentó junto a ella, puso un mechón de cabello detrás de su oreja y la besó suavemente en la frente, en ese momento decidió que eso no podía continuar... y muy bajo susurró: - prometo que no volverá a pasar. Cuando se recostó a su lado, Olivia ni siquiera se había percatado de la presencia de Peter.
Peter despertó sobresaltado, estaba en su cama, eran las seis y media de la mañana y podía escuchar a Walter cocinando en el piso de abajo. Por suerte todo había sido un sueño, esa mañana Olivia no estaba con él porque estaba fuera de la ciudad visitando a su hermana Rachel y a su sobrina Ella. Él había querido acompañarla, sin embargo Olivia se lo negó y cuando Peter trató de insistir ella lo miró de una forma que no daba lugar a discusiones, su excusa fue que quería compartir con ellas por completo y eso no sería posible teniéndolo allí con ella. Cuando ella estaba por partir, él no quería dejarla ir, pero Olivia se acercó a él y se acurrucó en sus brazos mientras él besaba su pelo, luego giró su cabeza hacia arriba, lo besó, sonrió y le dijo:
-Volveré pronto, es solo por el fin de semana, sabes que Broyles no me dejaría más tiempo - Peter se rió por lo bajo - ¿Esa es la única razón por la que volverás pronto?-Olivia lo miró a los ojos
– Sabes que no, que aquí es donde pertenezco.
Olivia subió al auto y se alejó, dejando a Peter con una sonrisa melancólica en sus labios.
Él bajó a desayunar con Walter quien le recibió con natillas y waffles, cuando hubo terminado sintió una sensación extraña, el sueño seguía dando vueltas en su cabeza, había algo demasiado real en él, no podía identificarlo pero ahí estaba.
Olivia abrió los ojos lentamente, no estaba en su casa ni en la de Peter, podía decirlo por la cama y porque él no estaba con ella, ahí recordó que estaba en casa de su hermana, unos segundos más tarde un par de ojos se asomaron por el borde de la cama.
– Tia Liv ¿quieres jugar Simón dice? – era Ella, su sobrina.
– Por supuesto pequeña – respondió con voz somnolienta. Jugaron un buen rato y entre sus risas y gritos finalmente despertaron a Rachel quien entró bostezando a la habitación de huéspedes en donde estaban jugando.
-Ella ¿Qué te dije de despertar a tu tía antes de las ocho?- la pequeña miró a su tía sonriendo.
– Que no lo hiciera, que la dejara dormir – miró el suelo – lo siento tía Liv pero no tenía sueño y a mami le gusta dormir- Olivia la miró con ojos cariñosos y la abrazó
– Tranquila Ella, eres igual a mí, de todas formas no iba a dormir mucho más y prefiero pasar tiempo contigo mientras esté aquí.
- Supongo que no han tenido tiempo de desayunar ni vestirse – dijo Rachel.
- Aún no, pero creo que Simón dice ve a vestirte, luego ve a la cocina a comer tostadas con nosotras – dijo Olivia, pretendiendo que aun jugaba con su sobrina- Ella obedeció enseguida y salió de la habitación, dejando a Olivia y Rachel solas.
- ¿Segura que está bien que te haya despertado?
- Si Rach, olvídalo, además nunca duermo más que esto durante la semana y quiero aprovechar al máximo este tiempo – Olivia se sentó en la cama, respiró profundo y sonrió – Estoy bien, si es que eso es lo que vas a preguntar.
- Bueno – Rachel se sentó a su lado – Sé que nunca te ha gustado hablar de tus cosas, tus problemas con nadie, ni siquiera conmigo pero quiero que sepas que aquí estoy si me necesitas.
- Gracias Rach, pero en serio, estoy bien – la joven volvió a sonreír, sin embargo era una sonrisa triste, cansada, preocupada. Esa mañana se sintió verdaderamente aliviada cuando su sobrina la despertó, estaba teniendo un sueño extraño, si, esa era la palabra adecuada para describirlo, en él estaba casada con Peter, esta era la parte buena, pero ya no lo quería como antes, como ahora, en el sueño él trabajaba hasta tarde, llegaba a casa en la madrugada y se veía triste. Ella sabía que solo era un sueño, pero había algo que lo hacía sentirse real, cercano. Trató de desechar ese pensamiento, pero no le era posible, la perseguía desde que despertó.
El día pasó lentamente para ambos, Olivia fue al parque de atracciones (contra su voluntad) y se vio obligada a subir a la montaña rusa con su sobrina. Una vez arriba lo único que pudo hacer fue tomar la mano de Ella en la suya y cerrar los ojos. Cuando llegaron finalmente a tierra Liv iba pálida, pero feliz ya que Ella no dejaba de saltar. Esa noche, soñó nuevamente.
Olivia se encontraba fuera de su casa y aunque muchas personas pasaban a su lado, nadie parecía percibir su presencia, copos de nieve caían lentamente sobre los autos, la calle y las personas. Entonces se vio saliendo del departamento, estaba segura que no era su alter sin embargo no podía decir bien frente a quien se encontraba, ella pasó por su lado y siguió caminando en dirección a Damiano's, el restaurant al cual iba normalmente a comprar con Peter, vio que entraba al restaurant y decidió esperarla afuera del recinto, cuando salió, pasó a su lado ignorando su presencia nuevamente, siguió caminando hacia el departamento, sin darse cuenta que en dirección contraria se acercaba sigilosamente un hombre con semblante sombrío y miraba a ambos lados, como si temiera ser perseguido. Cuando estaba solo a unos pasos de la Olivia con la comida sacó una navaja y siguió acercándose, Olivia reaccionó casi de inmediato, se lanzó hacia adelante en un intento de advertirle a la otra que se apartara del camino, sin embargo, algo se lo impedía, una especie de fuerza le impedía interactuar con ella o el hombre a quien no lograba verle la cara ya que llevaba una capucha. Nunca se habría imaginado lo que vio después, el hombre se paró delante de la otra Olivia la cual se detuvo al instante y en vez de defenderse como ella lo habría hecho, se quedó congelada, como si tuviera los pies pegados al piso y lo único que hacía era balbucear frases como:
- No puede ser… tu estas muerto… vi tu auto volcarse… te vi morir.
Entonces lo supo, el por qué el hombre le parecía tan familiar, él sonrió y levantó la cara en respuesta, era nada menos que John Scott, el hombre al que una vez amó era el mismo que ahora amenazaba la vida de esa mujer tan similar a ella. Él se acercó aún mas tanto que su cara quedó a centímetros de la de ella y sin ninguna chispa de compasión o remordimiento enterró la navaja en su costado, ella siguió sin reaccionar, la sostuvo unos segundos y luego la depositó en la acera cubierta de nieve no sin antes susurrarle:
-Jones dice que Bishop será el siguiente – luego se dio vuelta, guardó la navaja y se alejó sin volver la cabeza ni una sola vez. Segundos después de haberse perdido en la esquina, Olivia divisó a lo lejos a Peter, el cual al ver un bulto se acercó corriendo y al reconocer quien era se arrodilló a su lado y empezó a llamarla con la preocupación muy marcada en su voz:
-Olivia ¿puedes oírme? – la sacudió un poco – cariño por favor contéstame – apartó un mechón de cabello de su cara y ella pareció reaccionar. Abrió los ojos y sonrió ligeramente.
-Lo lamento Peter, no pude hacer nada.
-No digas eso, vamos a superar esto al igual que hemos superado todo lo que se nos ha presentado hasta ahora, no te voy a perder – sacó el celular de su bolsillo y marcó el 911 – habla Peter Bishop, tengo una agente del FBI herida – les dio la dirección de la casa de Olivia y colgó – Estarán aquí en unos minutos - se sacó la chaqueta y la cubrió con ella, luego la acunó en sus brazos – quédate conmigo, no te rindas.
Todo esto lo observó Olivia desde el suelo, no fue capaz de levantarse.
Cuando Olivia despertó se dio cuenta que estaba empapada en sudor frío y temblando, trató de calmarse sin levantarse de la cama, sin embargo, cuando no pudo soportarlo más fue al baño, se mojó la cara y se miró al espejo, tratando de convencerse que todo lo que vio fue solo un sueño y que lo que sentía en ese preciso momento, el agua y su respiración acelerada, eran reales. Extrañaba tanto a Peter, lo único que habría querido hacer si lo tuviera cerca seria acurrucarse en sus brazos para sentirse segura.
En ese mismo momento a muchos kilómetros de ahí Peter acababa de despertar de una pesadilla, al igual que las de cuando era niño se había sentido muy real, el hecho de no tener a Olivia a su lado solo empeoraba las cosas, quería sentirla cerca, saber que ella estaba bien y que nada había pasado. Volvió a la cama y antes de cerrar los ojos empezó a repetir la frase que Walter le enseñó cuando niño, por favor no sueñes esta noche.
