Amor Infernal

Prologo:

Hoy era la reunión mensual del cielo. Todos los meses los ángeles eran llamados para rendirle cuentas a Dios, para ser evaluados en nuestro desempeño como guerreros celestiales.

Yo me sentía nervioso. Sabía perfectamente que había cometido una falta... una falta muy grave, que de seguro me costaría caro.

Estaba prohibido enamorarse de seres impuros, de los hijos del Diablo, pero yo lo había hecho.

¿Tenía miedo de lo que Dios diría de mí? ¿De lo que haría conmigo? Si, lo tenía, pero ya no había modo de volver atrás. Me enamoré y eso ya no puede modificarse ni borrarse. Y, sinceramente, tampoco quería cambiarlo.

Tenía que decirle a alguien lo que sentía, este secreto me estaba matando, pero ¿quién me escucharía sin delatarme?

Busqué con mi mirada a una persona entre la multitud que había en el gran salón, hasta que visualice a unos cabellos rubios a lo lejos.

Parecía que había visto la salvación. Inmediatamente, empecé a caminar desesperadamente en esa dirección y grité su nombre para llamar su atención.

El chico rubio volteó su mirada hacia mi y cuando estuve frente a él, solo logré decir: "Naruto necesito decirte algo".

Él solo vio la desesperación reflejada en mis ojos y asintió.

Comenzamos a caminar, saliendo del gran salón, hasta los jardines, donde nos sentamos debajo de un árbol para hablar.

Mi amigo, preocupado, me miraba expectante y confundido para que le dijera que era eso tan importante que me tenía en esa situación.

Estaba muy nervioso, las palabras no salían de mi boca. El miedo se apoderó de mi en cuestión de milésimas de segundos, impidiéndome confesarle la verdad a Naruto.

Solo logré respirar profundamente y cerrar los ojos fuertemente para soltar con pánico: "Estoy enamorado".

Dure varios minutos con los ojos cerrados pero al no escuchar algún sonido, abrí los ojos lentamente para encontrarme con la expresión de asombro en su rostro que, después, se torno seria y la pregunta mas temida por mi se hizo presente: "¿De quien lo estas?".

Y yo solo pude sonreír de una forma extraña, una mezcla de felicidad por haberme enamorado y tristeza por traicionar las reglas divinas, antes de decir: "Del ser más hermoso y malvado que pude haber conocido".