Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, así que Todos los personajes que verán a continuación son propiedad de la escritora Británica J.K. Rowling.

La historia estara en la clasificación M por futuro contenido no apto para menores.

______________________________________________________________

Prólogo

"Al borde del abismo"

Y allí estaba; una mujer se encontraba de pie a la orilla de un acantilado que daba al mar; se escuchaba el sonido del romper del oleaje en las rocas unos 45 metros mas abajo.

Era pasada la medianoche y una torrencial lluvia azotaba a todo New Castle, Inglaterra. Era una mujer hermosa de piel blanca y algo bronceada, aunque en ese momento debido a la lluvia y el frío clima se le veía muy pálida. De estatura mediana, con unas piernas estilizadas y un cuerpo voluptuoso, era una mujer de belleza angelical. Dueña de unas caderas algo acentuadas, una cintura de avispa, y al inicio de su torso se podían apreciar unos pechos ni tan grandes ni tan pequeños, eran justo del tamaño ideal para su cuerpo. Su cara era ovalada con facciones armoniosas, labios carnosos y nariz respingona la cual le daba un aire de marisabidilla que nadie podía ignorar.

Sin embargo lo que mas llamaba la atención eran sus ojos, de un color miel impactante que con tan solo posarse en ti te atraparían y no podrías dejar de mirarlos, ya que eran tan expresivos que simplemente te invitaban a escudriñarlos y descubrir lo que guardaban.

Tenía puesto un vestido blanco sin mangas que le llegaba a las rodillas y como único accesorio tenía una gargantilla de oro blanco con un colgante de una gran letra K, que poseía incrustaciones de rubíes y era rodeada de una enredadera de platino, eso sin contar un anillo con diamantes y rubíes en su dedo anular izquierdo, símbolo de que estaba casada. Su cabello largo y castaño estaba empapado, lo que hacía que se pegara a su cuerpo aplacando los rizos indomables que con el tiempo ella había aprendido a querer y a dejar de luchar para controlarlos. Toda ella era una imagen simplemente sublime.

Dirigió su vista abajo pero no pudo observar nada debido a la oscuridad y la fuerte lluvia. Sólo podía oír el mar embravecido bajo sus pies.

Iba a saltar… después de tanto pensarlo se decidió. Ya no tenía miedo y sentía que ya no tenía a nadie.

No después de todo lo que pasó

_Flash back_

En la vida todo tiene un por qué; no hay casualidades sino Causalidades.

La ley causa – efecto. Es simple. Todo lo que te sucede en la vida es la consecuencia de algo sucedido anteriormente. No importa si hiciste algo hace muchísimo tiempo y nada te pasó; hoy en día podrías estar ante las consecuencias de ese acto que pensabas estaba olvidado.

Ella siempre había pensado así.

Todos sus años de conciencia había creído que esa era una regla básica de la vida.

Hasta ahora.

No lo entendía. Ella nunca había hecho nada para merecerse lo que actualmente le pasaba.

Su vida se había venido a pique. Todo de la noche a la mañana… Pensaba que era feliz, que su vida era perfecta… una buena carrera, un trabajo exitoso, un esposo ideal, y estaba buscando quedar embarazada.

En ese momento le dio gracias a Dios por no haberle mandado un hijo aún. Esa tarde todos sus sueños y deseos se habían ido al traste. Había visto algo que nunca pensó que vería.

Una pesadilla.

Eso era lo que quería creer. Que lo que había presenciado era un mal sueño, un invento de su gran imaginación o una simple jugada que le había echo su vista… pero no era cierto. Todo lo que había observado lo había hecho estando bien conciente. Ni siquiera podía alegar que estaba borracha porque simplemente no consumía alcohol…

- malditos traidores. – susurraba una y otra vez mientras colocaba su ropa en una maleta.

La habían engañado.

Su "perfecto esposo" la engañaba con nada más y nada menos que con su mejor amiga. La mujer a la que le había confiado todo. Aquella por la que metería sus manos en el fuego sin dudar ni una vez. A la que le había pedido que fuera la madrina de su primer hijo. Hijo que no había sido engendrado.

Le dolía el alma.

Sentía que se rompía lentamente en mil pedazos. Sus piernas flaqueaban mientras empezaba a sollozar. Ella no era de piedra, como algunos pensaban luego de que no derramara ni una lágrima en el funeral de su ex – novio.

La verdad era que no quería que nadie la viera llorar. Luego de los actos funerarios se había encerrado en su casa y no había salido de allí en semanas.

- OH Ron… si estuvieras vivo de seguro que esto no estaría pasando. – cayó de rodillas en la mullida alfombra de su habitación. – ¿por qué tuviste que marcharte? –

Sentía que la vida había sido cruel con ella. Primero se llevaba a sus padres, que fueron asesinados por mortífagos durante los últimos años negros, luego a su novio a la corta edad de 20 años y ahora pasaba por ese desengaño.

Ronald Weasley había muerto de cáncer de pulmón. Cuando le descubrieron la enfermedad ya no había nada que hacer. Ese había sido un golpe devastador para los Weasley. Luego de perder a Fred en la batalla contra Voldemort perdían a Ron en la batalla contra el cáncer.

Y ella que creía que todo se solucionaría con magia.

Ni siquiera los mejores medimagos habían podido hacer algo en contra de ese monstruo llamado cáncer. Simplemente las pócimas no servían para nada, al principio parecían funcionar y luego su efecto disminuía poco a poco colocando a Ronald en estado crítico nuevamente.

Ver al hombre que en ese momento amaba profundamente en un estado tan deplorable era una tortura. Se estaba consumiendo lentamente. Los meses que pasó al lado de Ron luchando contra esa enfermedad casi la habían destruido. Casi no probaba bocado y gracias a eso bajó mucho de peso, las marcas grisáceas que estaban debajo de sus ojos eran muestra del poco descanso que tenía. Estaba día y noche contactando con profesionales de la medicina, tanto muggle como mágica intentando conseguir una cura, o por lo menos que le alargaran el tiempo de vida.

Pero aún así nada pasó.

Lo que vino después de la muerte de Ron fue una etapa de depresión severa. No salía de su casa, no atendía el teléfono ni respondía las cartas que sus amigos le enviaban por lechuza; simplemente quería morir al igual que él. Ya no tenía ganas de seguir viviendo, para ella ya nada tenía sentido. Se aisló del mundo en el que vivía para pasar su dolor sola, sin nadie que le dijera lo que estaba bien o lo que estaba mal.

Como si eso lo fuera a traer de vuelta.

Luego de varias semanas meditando llegó a la conclusión de que echarse a morir no haría nada de diferencia. Igual ya él se había ido para nunca más volver. Solo esperaba encontrárselo cuando ella pasara a mejor vida, pero sería de forma natural, viviría lo que le toca que vivir. Ella no era ninguna cobarde.

Al año de la muerte de Ron apareció el motivo de su actual sufrimiento. Lo había visto en un partido de quiddich al cual Harry la había obligado a ir alegando que ella "nunca se divertía"… Lo que su adorado amigo pasaba por alto era que a ella no le gustaba mucho ese deporte.

Sin embargo ese día fue trascendental en su vida.

Luego del partido Inglaterra – Bulgaria, Harry la llevó a los vestidores del equipo búlgaro para que saludara a Víktor Krum, a ver si le cambiaba el ánimo a su amiga, que casi no sonreía desde hacía un año.

Desde ese día empezaron a escribirse. No había un día en que no recibiera una carta de su viejo amigo. Al principio solo fue eso: cartas; luego fueron regalos, asta que un día cualquiera empezaron las visitas sorpresa. Era una ventaja sin igual el que la red flu existiera, y si no era por este medio los trasportadores también eran muy útiles.

Víktor aprendió a usar el teléfono y siempre la llamaba. La invitaba a sus partidos de quiddich, a tomar un café, a salir a pasear, a que pasara unos días en Bulgaria… y así poco a poco empezó su relación con el deportista de más renombre internacional. No sabía en que momento habían pasado de ser solo amigos a tener una relación de pareja, pero una cosa llevó a la otra y la verdad era que ese hombre había logrado derrumbar la barrera que había creado tras la muerte de Ron, poco a poco se había ido metiendo en su corazón y había empezado a amarlo. Tenía presente que a Ronald nunca lo olvidaría y lo seguiría adorando con el alma, no solo fue su pareja sentimental, sino que fue uno de sus mejores amigos y su apoyo particular durante parte de su infancia y su adolescencia sin importar el carácter despistado y poco delicado que poseía. Ella así lo había querido. Pero esto que ahora sentía por Víktor era algo nuevo que la hacía sentirse viva, querida… y aunque sintiera un poco de remordimiento al empezar una relación, debía continuar con su vida… Ronald así lo quiso.

- Cuando llegue mi momento, quiero que continúes con tu vida, eres joven, inteligente, hermosa… aunque a veces tienes un carácter de los mil demonios, pero eso no impide que los hombres se enamoren de ti… - le dijo con una sonrisa en sus labios - No vayas a guardarme un luto eterno ni te deprimas, que sabes que no me gustará verte triste desde donde quiera que me encuentre… eres demasiado importante para mi. – tomó la mano de su novia y la acercó asta su boca para darle un beso.

- No digas tonterías que no vas a morir, no voy a tener que guardar ningún luto porque tú no morirás… No permitiré que eso suceda. – su voz se quebraba, aunque quería creer que todo saldría bien, su cerebro la traicionaba.

- Hay que ser realistas, no saldré de esta. Sé que es duro aceptarlo y aunque no te niego que tengo miedo, sé lo que pasará… todos sabemos que no me queda mucho… prométeme que seguirás adelante –

- Por favor Ron no me hagas esto - ya no aguantaba más el dolor. Oírlo hablar así era demasiado duro, ella no quería aceptar la realidad.

- Promételo… sino no podré estar en paz cuando llegue mi hora. – de sus ojos también salían lágrimas. Este sufrimiento era demasiado grande.

- no… no quiero… no – se había lanzado a llorar al pecho de Ron, que la abrazó de inmediato. La única ventaja que tenía la magia en ese momento era que le aliviaba el dolor y podía estar tranquilo, sin embargo igual la enfermedad lo seguía consumiendo por dentro.

- Por favor… promételo… promételo – le susurraba al oído mientras acariciaba su cabello.

- Esta bien… lo prometo… prometo que saldré adelante; contigo o sin ti seguiré con mi vida… pero ahora te suplico yo… no me dejes… no quiero estar sin ti – dijo muy bajito – no quiero que mueras –

- Yo tampoco quiero morir, pero a todos nos tocará algún día hacerlo… algunos antes que a otros… pero a la final todos moriremos… es la única forma en la que puedo aceptar mi situación… también me ayuda el creer que reencarnaremos o sino nos encontraremos en el otro mundo… pero aun así nos volveremos a ver… y espero que sea más tarde que temprano porque tu tienes que seguir viviendo, casarte, tener hijos; aunque no sea conmigo… ten la seguridad que te estaré viendo, yo siempre voy a estar contigo así no puedas mirarme… reiré y lloraré cuando tu lo hagas… compartiré tus alegrías y tus tristezas… seré una especie de ángel guardián para ti… yo te amo con todo mi ser y te aseguro que la muerte no lo cambiará… el amor es algo eterno… ya lo aprenderás, a mi me tocó madurar en cuestión de meses gracias a esta enfermedad… tuve que empezar a entender muchas cosas que estoy seguro tu entenderás sin necesidad de estar en mi situación, después de todo eres una sabelotodo… una sabelotodo a la que amo con locura – le dijo dándole una calida sonrisa mientras le secaba las lágrimas.

- Yo también te amo… siempre lo haré… siempre. –

Y sí. Lo seguía amando, lo seguía recordando; solo que su amor había trascendido a un nivel completamente diferente al que le tenía mientras él vivía… Ahora Víktor era parte de su vida, su nuevo amor, era la esperanza de tener una familia, esa esperanza que le había sido arrebatada al morir Ron. Fue así como se convirtió en la mujer que era actualmente.

Hermione Krum, la esposa del jugador de quiddich Víktor Krum.

A simple vista era un hombre perfecto. Alto, fuerte, con una piel bronceada y unos ojos negros que hipnotizaban a quien miraran; su cabello aun seguía corto y tenia una sombra de barba que lo hacía ver interesante. Todo eso sin contar que era inteligente, dulce, detallista y excelente en la cama; eso Hermione lo sabía perfectamente, además se llevaba bien con Harry y los demás integrantes de la orden, que aunque no estaba tan activa como antes, igual seguían reuniéndose para discutir asuntos sobre el mantenimiento de la paz en el mundo mágico y el muggle.

Se había casado a los 23 años, Víktor tenía 27; y en los 3 años que llevaban de matrimonio, nunca había pasado por algo similar a lo que pasaba ahora. Habían tenido sus discusiones de vez en cuando, pero eso es normal en la vida de pareja. Eran discusiones tontas que giraban alrededor de sus trabajos, pero a la final siempre se reconciliaban; cualquiera de ellos siempre daba su brazo a torcer.

Ella pensaba que su matrimonio iba bien, que no tenían problemas que empujaran a Víktor a engañarla y muchísimo menos con su mejor amiga. Pero por más vueltas que le daba a sus pensamientos no podía hallar un por qué razonable… algo que justificara lo que estaba pasando, lo que había visto en los vestidores del equipo donde Víktor jugaba actualmente… no… Un acto así no tenía razón, no tenía motivos.

Y mucho menos tenía perdón.

Ella había confiado en ambos y la habían traicionado. Ahora si que no tenía motivos para seguir viviendo, su mundo estaba completamente destruido a sus 26 años; tan solo llevaba 3 años de casada y su matrimonio ya era inservible. Víktor se había encargado de destruir la confianza.

Y allí estaba, en la casa que tenían en la capital Búlgara, terminando de hacer su maleta para largarse de una vez de allí antes de que su "adorado y fiel esposo" llegara. No quería verlo, no quería oírlo. Lo único que quería era terminar de recoger sus cosas e irse a casa de Harry, ya que no quería estar sola, tenía miedo de lo que pudiera llegar a pasar si se quedaba sola en ese estado durante mucho tiempo. No le volvería a pasar como cuando Ron murió. Esa vez muchas ideas le pasaron por la cabeza, pero ahora no pasaría, seguiría con su vida tal como se lo había prometido a él.

Así lo hizo; terminó de empacar sus cosas y se fue a casa de Harry por la red flu pensando que su amigo le brindaría el apoyo que necesitaba.

Cuan equivocada estaba.

Al llegar se encontró con la sorpresa de que esa mujercita se encontraba allí hecha un mar de lágrimas y Harry la estaba consolando. Al parecer se había adelantado y había contado los hechos a su favor, y quién sabe que otras cosas más, porque Harry al ver llegar a su amiga con sus maletas, se levantó de donde se encontraba y de manera nada amable la echó de su casa.

_End of Flash back_

Eso había sido 2 días atrás. Luego de no tener a donde ir, decidió alojarse en un hotel en New Castle a ver si despejaba su mente, pero lo único que hizo fue empeorar su estado de depresión.

Esa noche sin importar la lluvia se decidió a salir a caminar. Pensó que tal vez el agua y el frío viento le calmarían el dolor, pero nada sucedía, todo era peor. Su cabeza no dejaba de dar vueltas, no podía dejar de pensar y de torturarse a si misma. Sus pies inconscientemente la habían llevado a ese precipicio, a ese acantilado que parecía la solución a todo, donde le daría fin a ese dolor tan grande, donde le daría fin a su patética existencia.

Y pensar que esa mujer se hacía llamar su "mejor amiga".

Esa "amiga" que había estado durante tantos años a su lado, la amiga comprensiva que Hermione creía que era, aquella a la que le contaba casi asta el más mínimo detalle de su vida, a la que le consultaba cualquier cosa, esa amiga a la que creía casi "su hermana".

Pero con el simple hecho de haberla visto desnuda y pegada al cuerpo de su esposo mientras este se duchaba luego de su entrenamiento era demasiado. Una verdadera amiga no se comportaría así. Si todos los amigos fueran así, definitivamente no existiría la amistad, la palabra simplemente no se hallaría en el diccionario. Ella no era una amiga, era una maldita traidora, una arrastrada roba maridos, eso es lo que esa mujer realmente era.

¿Cómo era posible que alguien en quien había puesto tanta confianza se acostara con su esposo? Se pueden compartir los amigos, la comida, la casa, la ropa… pero definitivamente NO SE COMPARTE LA PAREJA. Por eso se llama así: Pareja. DOS personas, no tres ni cuatro… solo dos. ¿Qué tan difícil puede ser eso? ¿Qué tan complicado es serle fiel a una persona a la que prometiste acompañar durante el resto de tu vida? O mejor aún ¿Qué tan difícil es ser sincero y decir que ya no quieres estar con esa persona?

- ¿Por qué?... yo la creía mi amiga… yo confié en ella… ¿por qué Ginny me hizo esto?... se suponía que era como mi hermana… se suponía que iba a ser la madrina de mi primer hijo… ¡¡¡SE SUPONÍA QUE ME QUERIA Y ME RESPETABA… MALDITA SEA!!! – Ahora no sólo le dolía lo que había pasado… Ahora estaba furiosa con esas dos personas que jugaron con ella; esas dos personas que la engañaron por quien sabe cuanto tiempo.

Cerró los ojos y sin pensarlo dos veces se lanzó a la nada.

El agua estaba tan helada que al impactar contra ella fue como clavarse cien mil agujas en la espalda. Definitivamente todo estaba en su contra. Pensaba que moriría al impactar contra el mar, pero no, aun seguía viva; sin embargo no lucharía para salir a flote, dejaría que sus pulmones se llenaran de agua, no importaba que la sensación de no poder respirar fuera desesperante… ya las fuerzas abandonaban su cuerpo, estaba a punto de quedar inconsciente por la falta de aire.

Por fin estaría en paz, finalmente dejaría de sufrir tanto.


N.A.: ¿que tal? este es mi primer fic!!! asi que no sean tan crueles jajajajajaja!!!! acepto criticas constructivas, e inten tare responder todos los reviews que me envien... al igual que intentare publicar lo mas rapido posible los capitulos siguientes.