Esta historia es ficción y no debe ser comparada con la realidad. Los personajes y referencias son propiedad de sus legítimos dueños y son utilizados con fines de entretenimiento. Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia.
Dedicado a aquel que se sienta identificado y a quienes se aventuran a cambiar el género de los personajes por placer o prejuicio.
"A single change can sometimes change your entire life."
Rahul Rampal
¿Qué serías capaz de sacrificar por un sueño?
LA VIDA QUE DESEÉ
1
Con lentitud nos adentramos en la oscuridad de la habitación. Un hombre sentado en una silla nos da la espalda. Una mujer de vestido negro anda hacia él con la mirada fija en su rostro, separa las piernas con la intención de montarlo, baja la mano entre sus muslos y sujetándolo se acomoda hasta caer en su regazo. De modo suave y pausado agita las caderas con un ligero vaivén…
La desnuda rubia de cabello corto despierta y la seriedad de sus ojos se incrusta en el cielo del dormitorio.
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"Siempre tuve la sensación —dijo el atractivo hombre en el televisor—, incluso antes de la pubertad, de que el pene me faltaba, no puedo describirlo de otra manera".
"Para mí, él nunca fue realmente una mujer —dijo la actual pareja—, es decir, probablemente vivió la experiencia de estar en el cuerpo de una mujer, pero realmente no vivía la experiencia de ser mujer".
"Creo que la ira me llevó al éxito —dijo él—, sientes rabia cuando estás incómodo con tu propio cuerpo. Tuve la oportunidad de canalizar esa rabia en los deportes y estar concentrado en mi objetivo".
A los 13 empecé a notar que los pechos comenzaron a crecer y sentí que no me pertenecían, así que me dediqué a entrenar con pesas, hacía el doble de la cantidad recomendada, era demasiado para mi cuerpo, mi intención era detener la menstruación y mantener los pechos pequeños, quería que lucieran como pectorales, no como pechos".
"Yvonne Buschbaum —dijo el narrador—, se lanza en los deportes como pertiguista representando a Alemania en los juegos olímpicos, pero al mismo tiempo, se está desintegrando por dentro".
El show de televisión presenta imágenes del desempeño de Yvonne durante su ejecución en las olimpiadas.
"En una mano tenía los deportes que son mi vida y me hacen feliz —dijo él—; era financieramente independiente. En la otra, era como un tren viajando en dos direcciones".
"En la punta de su carrera, Yvonne se retira del deporte que ama".
"Sabía que tenía que renunciar a todo, no habría más juegos olímpicos, pero también sabía que tenía que dejar que mi cuerpo reflejara lo que siempre fui: un hombre".
—¿Haruka? —Preguntó Michiru, su elegante y aguamarina novia que llegaba a casa luego de un día de compras—. ¿Qué estás viendo?
—Nada… —respondió la rubia sin apartar los ojos del televisor.
—No parece que sea nada. ¿Cenaste?
Asintió. Impresionada, Michiru se sentó a mirar al hombre en pantalla.
—Vaya… no creí que te interesara ver hombres semidesnudos.
—No, no me interesa.
—Es muy atractivo... —Michiru enrojeció con el moldeado cuerpo del hombre que posa para una sesión fotográfica.
—No es un hombre.
—Lástima que en Japón no hay hombres así.
—Te digo que no es un hombre, o… no lo era —dijo al levantarse.
—¿Cómo dices?
—Es una mujer, transgénero.
"Nadie sabe exactamente por qué las personas como Balian nacen como transgénero. Los científicos creen que se debe a un desbalance hormonal en la matriz de la madre".
"Durante el desarrollo del embrión —explicó Balian—, hay un primer empuje de testosterona que convierte al cerebro en masculino, es claro que eso me pasó a mí. Porque en mi cerebro yo siempre fui un hombre. Entonces la testosterona empuja una segunda y tercera vez, lo que dicta si tendrás pene y testículos, no sé dónde estaba yo, pero infortunadamente no los tuve".
"Determinado a ir por la vía rápida del cambio de género, Balian recurrió a lo último en tratamiento médico".
"En mi opinión personal —dijo la doctora—, en mi pasado médico he visto muchas malas operaciones y tenía miedo por él, porque esperaba tener resultados perfectos con su operación".
"La meta final de Balian es borrar todo rastro físico de su género previo para evadir el estigma social".
—No… pude… ser… —dijo Michiru, su cara de asombro se cubrió con un ligero rubor—. Luce… bastante bien.
"Creo que el tabú más grande es cuando la gente ve las cicatrices —dijo Balian—, por eso es muy importante tener un buen cirujano para que no puedan ver las cicatrices en el pecho. La noche de la gran cirugía, tenía mucho miedo de no despertar y sabía que si despertaba en la mañana empezaría mi vida, mi verdadera vida. Desperté luego de la cirugía y tenía muchos vendajes, dos días después el doctor los retiró y me preguntó si quería sostenerlo, y dije, sí, tenía mi pene en la mano y dije, ok, ahora vamos a conseguirlo".
—Haruka… ¿Pasa algo? —Preguntó al ver la intriga en su rostro.
"Doce días después de la operación, Balian al fin puede realizar el sueño de toda la vida".
—No… nada —respondió volviéndose a ella—. Dime, ¿cuándo es el juego de baseball entre las chicas y los Three lights?
—¡Oh! Lo había olvidado, es la… —levantó los ojos—, próxima semana —entonces se puso de pie y se dirigió hacia ella y depositó un beso en su mejilla—. Gracias por recordarlo.
La rubia sonrió con el gesto.
—Haruka, estoy cansada —dijo con un bostezo—.Vamos a dormir, ¿quieres?
Ella asintió con media sonrisa.
"Usé el baño por primera vez como hombre, es un sentimiento que no puedo describir… es algo con lo que he soñado toda la vida así que cuando me fue permitido hacerlo fue algo normal, y pensé, sí, siempre debió ser así".
Michiru se dio vuelta en dirección a la recámara pero su compañera permaneció en su lugar, con la mirada fija en el televisor.
"En menos de dos años, él logro una transición sin cicatrices, de mujer… a hombre".
—¿Vienes?
Un corte comercial interrumpió la transmisión, Haruka reaccionó y distraída contestó:
—Sí… ahora te alcanzo.
El volumen del televisor se elevó y la publicidad de un shampoo promocionado por una joven pelirroja de ojos azules hizo eco en la habitación.
—No tardes… —dijo Michiru alzando la voz y desapareció en el corredor.
"Mi estilo cambió un poco —dijo Balian cuando la programación continuó—, antes tenía que esconder más, en los viejos días algunas veces solía usar dos camisas en vez de una para ocultar los pechos, ahora amo usar ropa que defina el cuerpo, me siento bien con la ropa que uso" —dijo probándose un traje entallado.
"Lo que para algunos hombres es una tarea diaria es uno de los placeres de Balian".
"Después del cambio no me tomó mucho familiarizarme con el afeitado, en realidad se siente completamente natural".
Haruka se dirigió a la ventana sin dejar de atender el sonido del televisor.
"Muchos hombres transexuales —dijo una experta—, sólo pueden soñar con el tipo de transición que Balian está experimentando."
"Puedo ir a un sauna —dijo él—, y no va a ocurrir que cualquier persona note que no nací con un pene normal, para mí era muy importante que se viera bien y funcionó, ahora incluso puedo dormir con una mujer."
"Cuando Balian tiene sexo por primera vez, él se siente completo".
"Fue un gran regalo para mí finalmente poder estar con una mujer. La idea del sexo fue muy natural porque cuando alguien no ama su cuerpo, tienen problemas al ser tocados".
Los créditos comenzaron a aparecer sobre las imágenes de la entrevista.
"Es un círculo que finalmente he cerrado, puedo dar amor y puedo recibir vida.
Es lo que siempre quise, y ahora siempre tengo el volante en mis manos, soy el conductor de mi vida justo como todos los demás, la única pregunta es: ¿confiamos en nosotros mismos para ir a donde realmente pertenecemos?"
Haruka respiró profundo y elevó sus pensamientos al cielo de la noche.
Una semana después, el clásico juego mensual de baseball llegó, sus amigas y sus respectivas parejas se reunieron para convivir y ponerse al tanto de las novedades, y como era habitual el evento principal consistía en un juego de "boys vs girls" donde el objetivo principal era ver a Serena caer de cara al correr, o (para no perder la costumbre) sus típicas peleas con Rei, había mucho de tradicional en sus reuniones.
—¡Oye Tenoh! —Dijo Seiya agitando el bat—. ¿Esta vez sí jugarás para el equipo de los chicos?
—Por supuesto que no —respondió—. Yo no juego para los perdedores, ¿verdad cabeza de bombón?
—¡Sí!, ¡perdedores, perdedores! —Apoyó Serena mostrándole la lengua.
Michiru sonrió discreta.
—Además —añadió Haruka—, me vista como me vista, soy mujer y voy a demostrarte una vez más lo que es el sexo fuerte.
—¡Uhhh…! —Exclamaron el resto de los chicos burlándose de Seiya.
—Ya… cállense.
Y tenía razón, la mayoría de las veces las vencedoras eran ellas: Lita conectaba los hits, Haruka corría ágilmente por las bases, Michiru distraía a los bateadores con su pitcheo y las estrategias de Amy siempre eran el arma secreta de su éxito.
—Taiki, ¿por qué tú nunca puedes crear una estrategia? —Preguntó Seiya al Umpire durante su turno al bat.
—Hago esto por diversión. Además, sería una descortesía, ¿dónde está tu caballerosidad?
—Creo que pierdo un poco cada vez que nos patean el trasero.
Seiya abanicó.
—¡Strike 3!¡Fuera!
—Me lleva… —tiró el bat esperando arrojar la frustración con él.
—¡Oigan! ¡Oigan! —Exclamó Mina desde el jardín derecho—. ¡Láncenme algo! ¡No sean malos, yo también estoy jugando! ¡Aunque sea un zapato! —A penas dijo eso, un zapato le golpeó la cabeza—. ¡Oye!
—¡Lo siento! —Gritó Yaten codeándose con Seiya entre risas—. ¡Tú lo pediste! ¡Yo sólo te complazco!
—Qué caballero… —murmuró echándolo de vuelta y dirigió su mirada a Haruka que se preparaba para batear—. ¡Haruka! ¡Aquí, aquí!
—¡Cállate Mina y juega bien! —dijo Rei—. Por eso nadie te lanza nada, nunca lo atrapas.
Mina arrugó el rostro con enfado.
—Es el final de la novena —dijo Serena desde la banca, se cubría la nariz para emitir una graciosa voz de comentarista—, Haruka Tenoh se prepara para batear…
Haruka, como era costumbre tomó el bat y apuntó al cielo, haría un Home run para finalizar el partido. Sonrió confiada pues enfrentaría a Nicholas en el pitcheo.
Seiya le miró con desgano.
—Estamos perdidos…
Haruka agitó el bat un par de veces preparándose para batear. Con el entrecejo fruncido lanza a Nicholas su mirada más intimidante. Él la estudia negando las instrucciones del cátcher. Asiente al llegar una bola rápida. Nicholas acaricia las costuras de la pelota rotándola entre los dedos. Gira el cuerpo, alza la pierna y arroja la bola que apenas toca el bat sale volando fuera del pequeño diamante, todos miran la pelota sin percatarse del "As" que corre por las bases. Haruka de nuevo, ha ganado el juego.
Decepcionado, Nicholas arrojó su gorra al suelo. Fin del encuentro.
—No me sorprende… —dijo Seiya—, no me sorprende…
—¿Ya podemos comer? —Dijo Yaten dejando caer su guante en la arena.
—¡En tu cara Kou! ¡En tu cara! —Dijo Haruka sonriente, vanagloriándose de su victoria.
—Sí, como sea…
Así era, la batalla de los sexos era siempre dominada por las féminas.
—Bien, ahora, ve por la bola como un buen chico.
—¿Qué?
—Oye, yo no tengo la culpa que se auto nombraran "cachorros".
—Tú la bateaste, ve tú.
—No, no… ¿dónde está tu caballerosidad? —Haruka le guiñó un ojo y lo dejó libre y solo para ir a buscar la pelota.
—Maldición… —murmuró.
Luego del partido disfrutaron de un picnic debajo el árbol más grande del parque, comían y sonreían, todos, a excepción de Haruka que parecía más entretenida con el resto de la gente que con las conversaciones de los demás. Sí, de vez en cuando intervenía y también reía, era difícil no reír de las ocurrencias de Mina o de los desplantes de Serena, sin embargo su mente estaba en otro lado. Michiru sabía a la perfección que tenía otras cosas en que pensar y aunque quisiera saber de qué se trataba estaba consciente de que si quería que lo compartiera debía esperar a que estuviera lista, forzarla para que dijera algo siempre fue un error, un error, que no volvería a cometer, ya atenía suficiente con lo que descubrió la última vez:
—¡Maldición Michiru! —Exclamó Haruka irritada—. ¿Por qué tienes que insistir? ¿Por qué no puedes dejarlo pasar?
—Es obvio que ocultas algo.
—No es importante.
—Si no es tan importante, ¿por qué no puedes decirlo?
—¿No puedo tener nada que sea sólo para mí?
—Soy tu pareja y creí que estábamos compartiendo la vida.
—No todo tiene que ser sobre ti.
Michiru hizo una pausa. Tenía razón, compartían la vida pero seguían siendo individuales, ella también tenía sus propios asuntos que no le concernían, si bien no los escondía, tampoco los divulgaba.
—Bien —se cruzó de brazos—. ¿Es una persona verdad?
—¿Qué si lo fuera? ¿Vas a hacer una escena?
Michiru desvió la mirada.
—Quisiera por una vez tener algo que no tenga que compartir contigo, todo es Michiru y su acompañante al piano, Michiru y su "novio" corredor de autos. La casa, el auto, los amigos, ¿no tengo derecho a llamar algo "mío"? ¿Acaso tengo que darte cuentas de todo lo que hago? Yo no te lo pido, respeto tu espacio.
—No pretendo invadirte.
—¿Y cómo lo llamas?
—Interés.
Haruka respiró profundo, y sin ánimos de eludirse, confesó:
—Tengo una amiga que no tenemos en común. Se llama Mizuki, tiene una banda… punk-rock o algo así. Fue mi mejor amiga antes de que me "reclutaras" como scout. Me llamó hace poco, me preguntó si tenía algunas conexiones y desde entonces hemos estado en contacto. Y sí, me gusta estar con ella y charlar de algo más que de arte y música clásica.
—Tú… —temió preguntar.
—¿Qué si me interesa como algo más?... No. Tendría que ser como tú para que me atrajera.
—Entonces…
—No. Claro que eso no significa que yo no le atraiga.
Michiru dudó.
—Me lo confesó una vez. Pero conoces mi respuesta. Ahora, ¿puedo tener algo que sea mío y sólo mío?
—Mizuki.
—Sí.
—Pero… ¿en qué te afecta que yo lo sepa? ¿Por qué no quieres que la conozca?
—Dejaría de pertenecerme.
Michiru respiró profundo. Aunque la incertidumbre no le abandonase y se viera relegada, tuvo que reconocer que había un hueco que no podía llenar. Haruka necesitaba espacio y tenía derecho a tener una válvula que diera alivio a su estrés. Era la primera vez que le pedía algo y si lo que decía era cierto y no había de qué preocuparse, ¿por qué sería un problema? Mientras permaneciera a su lado, lo demás, no importa.
Desde ese día, Michiru viviría un poco celosa de Mizuki.
—¿Sabes? —Dijo Haruka ya con una sonrisa—. Si se conocieran, se enamorarían.
—No, claro que no, ¿cómo se te ocurre?
—Sí. Ella también lo negó.
Así transcurrieron las semanas, tres con exactitud. Haruka se paseaba de un lado a otro en el apartamento, se le veía ausente, abstraída. A veces se recluía y pasaba horas en el teléfono. Tanto secretismo fue inquietante para Michiru que con paciencia y tolerancia se limitó a mirar y esperar.
—Michiru… ¿podemos hablar? Por favor… —dijo desde el umbral de la puerta de la cocina donde la encontró lavando platos.
Su seriedad pareció alarmante, la exclusión llegó a su fin. Michiru suspiró aliviada, secó el último plato, lo guardó y se giró sonriendo a quién con timidez e inseguridad, le devolvió el gesto.
Segundos más tarde se sentaron a la mesa, una frente a la otra, el único sonido era el del reloj de péndulo, el inanimado objeto sería el único testigo, ¿y por qué no?, también juez y jurado, ya que a partir de ahora, sólo el tiempo lo habría de resolver.
—Mich… yo… he estado pensando y…
Levantó la mirada hacia ella.
—¿…te había dicho lo bien que luces con ese delantal?
—Haruka… dime.
Exhaló nerviosa.
—He estado pensando y… —miró alrededor—, ¿no crees que debemos re decorar al comedor? Está un poco… "fúnebre".
—Haruka…
Respiró de nuevo.
—He estado pensando y…
Michiru asintió con cautela, lo último que quería era presionar. Haruka no atinaba a encontrar las palabras, tenía miedo de lo que pensara pero tampoco quería dejar de lado su decisión, sólo quedaba esperar la reacción.
Michiru tomó las trémulas manos que descansaban entrelazadas sobre la mesa.
—Sabes que puedes decirme lo que sea. Sin importar qué, cómo, o cuándo, estaré aquí para apoyarte.
Haruka se tragó el nudo en la garganta. Sabía eso. Era Michiru la que ignoraba la magnitud de su petición. Entonces respiró profundo y sin más, lo dijo:
—He decidido que voy a cambiar de sexo.
Michiru sintió el vértigo de una caída, sus desorbitados ojos confundían su asombro con terror. Con la respiración contenida y la expresión congelada de pronto sintió como si el tiempo se hubiese detenido; ni el reloj se atrevía a avanzar, esperaba con la misma expectación, aguardando algo que le diera una razón para continuar.
De todo lo que esperó semejante cosa jamás imaginó, no sabía que decir, ¿cómo actuar?, ¿cómo responder?, ¿qué se dice en esta situación? Haruka miraba la mesa como esperando sentencia, era un tema delicado y desconocía lo qué pasaría, pero estaba decidida, rendirse no estaba en sus planes, seguiría en su propósito así Michiru se opusiera, por eso debía decidirlo, si se quedaba con ella durante el proceso o si deseaba dejarla desde ahora, entendería si así fuera, ese había sido el motivo de la tardanza, la separación era demasiado para lidiar, perderla era un precio excesivo, no sólo por ese sueño sino por cualquier otro, pero debía arriesgarse, era una necesidad que tenía que satisfacer así tuviera que enfrentar las consecuencias.
—Sabía que meditabas algo pero nunca creí que sería… esto. Jamás llegué a pensar, que no estabas cómoda con tu cuerpo. ¿Estás… segura de que esto es lo que quieres?
Afirmó.
—Desde niña. Desde siempre lo he sentido así. Siempre pensé que lo haría cuando fuera mayor. Es sólo… que en algún momento… En alguna parte dejé de pensar en eso. Ya sabes, la escuela, las batallas, luego mi carrera, tú carrera, no hubo tiempo de pensar, me olvidé pero… tuve un sueño el otro día. Michiru, siempre querré saber qué se siente estar… realmente estar, dentro de una mujer. Sabes de lo que hablo.
Bajó la mirada. Michiru siempre supo que tenía esa inquietud, el uso de juguetes sexuales no le satisfacía lo suficiente.
—Y… cuando vi aquel programa de televisión… del hombre… mujer, que te gustó… yo… lo consideré. Ya no hay peligro, estamos en la cúspide de nuestras carreras y prácticamente sólo esperamos a que llegue la era de Tokio de Cristal y el nuevo Milenio de Plata y… bueno, es algo que tomará algún tiempo. "Cabeza de bombón" no está preparada, ni siquiera puede elegir a su príncipe y yo… creo que este es el momento. Soy un adulto razonable, así que los terapeutas no tendrán objeciones, aún soy joven y tengo los medios para llevarlo a cabo con precisión y en el menor tiempo posible. Además… todo el mundo a excepción de nuestros amigos piensan que soy hombre, ¿qué más que hacerlo realidad? Me convertiré en lo que siempre he querido ser, en el hombre que debo ser. Y tú… tendrás al esposo que siempre debiste tener, sin escondernos. Seremos libres. Esa, es la vida que siempre deseé.
Michiru enmudeció por un segundo.
—Un momento, me estás… ¿proponiendo matrimonio?
—No lo sé… ¿quieres? —Sonrió.
—No quiero que hagas esto para que sea legal casarte conmigo.
—No… —negó con la cabeza—. También es por mí. Por nosotras.
Pensativa y un poco turbada, Michiru bajó los ojos a la mesa, miró a todos lados sin prestar atención a nada en realidad.
—Me has dejado… sin habla. Si tienes la completa certeza de que esto es lo que necesitas, que te hace falta… entonces…, lo acepto. Está bien por mí —sonrió con fragilidad—. Pero ten en cuenta… que esto será difícil, pasarás por muchas cosas de ahora en adelante.
—"Pasaremos". Si decides quedarte conmigo.
Michiru no podía creer que estuviera insinuando que lo llevaría a cabo con o sin ella, pero también sabía que era una decisión que había tomado aún antes de encontrarle y que si eso era lo que le haría sentirse completa y bien consigo misma, no iba a privárselo. Aunque no le agradara la idea y la amara tal cual es, no podía negarse, así que sonrió y asintió con la cabeza.
—Entonces… es un, ¿sí? —Michiru asintió de nuevo—. ¿Nos casaremos?
—Sí.
Ambas se pusieron de pie y se abrazaron con fuerza, sonriendo con la emoción de una y el desconcierto de la otra que no podía dejar de lado todo lo que conlleva. Todo lo que vendrá. Todo lo que se le venía encima.
—Haruka… —le miró acariciando su rostro—, debes tener en cuenta que si algo vuelve a fallar y debemos pelear, serás un hombre en minifalda.
Se echó a reír.
—Lo tendré en mente… —se acercó y besó sus labios—. Siempre estaré contigo Michiru… Gracias… por apoyarme en esto. Te amo…
—Te amo…
Se abrazaron meciéndose en los brazos de la otra.
Horas más tarde se hicieron el amor con tal energía e intensidad que no sólo sus cuerpos se tocaban, sino que su unión iba más allá de lo comprensible, de lo explicable, su entrega era tan perfecta que no cabía duda de que se pertenecían y seguirían así sin importar nada. Haruka nunca fue más cariñosa con ella que esa noche y no fue sólo por el amor que le profesaba, ni en agradecimiento por permanecer a su lado, sino porque sabía que quizá esa sería la última vez que se tendrían de esta forma, y la última vez que se daría por completo como mujer. Cuando culminaron Haruka la abrazó tan fuerte con el temor de perderle y permaneció así largo rato, adormeciéndose con el aroma de su cabello, eso no pudo hacer más feliz a Michiru que aún en medio de su dilema, sonrió y confió en que todo estaría bien, no había por qué temer, nada podía salir mal y quizá hasta sería una nueva, grata y divertida experiencia. Si el amor sigue intacto a pesar de los cuerpos, no hay de qué preocuparse; así que sin más, convenciéndose a sí misma de que todo saldría bien, respiró profundo y cedió al sueño, sumiéndose en la tranquilidad y el perfume de su abrazo.
—Te amo Haruka…
—Te amo Michiru… Gracias…
*La entrevista con Balian Buschbaum pertenece a National Geographic (Taboo: "Changing Gender").
