Esta es una traducción autorizada del fanfic ya finalizado "Incinerate", de AniPendragon. Link: https_:_/_archiveofourown,org-works-5021569-chapters-11539978 (borrar los guiones bajos( _ ), reemplazar las comas por puntos y los guiones cortos ( - ) por barras inclinadas "/ "). Pongo el link así porque FF no lo permite de otra forma
Nota de la Autora: Un viejo fandom que no puedo soltar, y una OTP que siempre he adorado. Se actualiza aproximadamente una vez a la semana.
Nota del Traductor: Disfruten la lectura.
KEITH
Pertenecer a los peleadores era una experiencia increíble, una experiencia que Keith difícilmente cambiaría por nada. Y cuando más pasaba con ellos, más los conocía y más se daba cuenta lo equivocadas que habían sido sus percepciones cuando era Spectra.
Dan era mucho menos desagradable cuando no estaba luchando contra él, por ejemplo. Era infinitamente más amable y cariñoso, estando supuesto a hacer cualquier cosa por sus amigos y trabajar fervientemente junto con ellos si era necesario. También estaba lleno de bromas malas y malos juegos de palabras que acababan en no poder decidirse entre reír hasta jadear por aire y gemir de hastío.
A los demás peleadores aún los estaba conociendo. Runo y Julie eran muy amables, Marucho era un genio certificado, y Ace y Baron eran exactamente como los había esperado. Por supuesto, siempre era genial tener a Mira alrededor. Todavía era la dulce y determinada hermanita que era hace tiempo, pero ahora se había convertido en una mujer madura y mejor. Era más fuerte que antes, más fuerte que nadie. Había pasado por tanto, pero no se había derrumbado. Lo había sorprendido. Lo hacía sentir orgulloso.
El único peleador al que aún no entendía era a Shun. Shun, quien había luchado contra los Vexos por cuenta propia incluso antes de toparse con la Resistencia. Shun, quien sólo se había mostrado a Mira y a los demás cuando Dan estuvo en problemas. Shun, cuyo vocabulario completo parecía estar repleto de comentarios sarcásticos, frases ingeniosas y consejos extrañamente filosóficos.
Shun, quien se había dado cuenta de lo que él sentía por Gus, por haberlo perdido, con sólo mirarlo. Y también deteniéndolo con una sola frase.
Había pocas cosas en ése universo que Keith Clay no podía entender, y Shun Kazami se perfilaba para ser una de ellas.
Hablando de eso, pensó mientras caminaba por la casa de Marucho, esta noche no había visto a Shun. Resultaba obvio, teniendo en cuenta que la enorme casa tenía el tamaño que tenía, y el hecho de que eran pocos minutos pasada la madrugada. Era lógico.
Aun así, Keith se preguntó si Shun todavía estaba despierto, o siquiera se había ido a dormir. Aparentemente en Nueva Vestroia, era el primero en despertarse y el último en acostare. Tal vez ocurría lo mismo allí.
Keith dejó que sus pasos lo llevaran a la cocina en busca de un refrigerio nocturno. Estaba de humor para algo azucarado. Unas galletas tal vez.
Abrió la puerta de la cocina y de inmediato fue recibido por el olor a horneado. El espeso aroma del azúcar y la canela se arremolinaban en el aire, dejando un regusto a chocolate en la lengua.
Sonrió al ver al panadero nocturno en la isla de la cocina.
Shun no levantó la mirada cuando Keith entró en la habitación, y Keith se limitó a mirarlo por un segundo. Shun estaba concentrado en extender una masa para pastel y, junto a él, las galletas con chispas de chocolate se estaban enfriando, mientras el horno caliente delataba que había más galletas cocinándose.
— Hola Keith — dijo Shun, sin mirarlo. Sus cejas se elevaron con sorpresa.
— ¿Cómo hicist-
— Zapatos — respondió. El rubio se acercó a la isla de la cocina y se apoyó en ella
— Ah — dijo Keith. Miró al pelinegro, aun manteniendo la distancia — ¿Qué estás cocinando?
— Snickerdoodles.
Keith echó un vistazo a la masa que estaba extendiendo sobre la mesa, luego a las galletas a un costado y frunció el ceño — Eso no luce como Snickerdoodles
— Horno — dijo Shun, señalando con el pulgar a su espalda. Señaló con la cabeza hacia la tapa del pastel — Pastel de calabaza.
— Sabes — inquirió el rubio, al tiempo que arqueaba una ceja — Las conversaciones funcionan mucho mejor cuando se habla con frases completas — se movió para pararse al lado de Shun, pero todavía fuera del alcance de su brazo.
El ventus lo miró de reojo, y luego se sacudió las manos en el delantal. Tomó las manoplas del horno y se dirigió a las galletas que seguían cocinándose. Cuando se giró, Keith vio lo que estaba escrito en el delantal. "Besa al cocinero bajo tu propio riesgo". Keith resopló en silencio ante esa frase.
— Las personas siguen diciendo eso — expresó Shun, con sequedad — Y sin embargo siguen hablando conmigo de todos modos.
Keith le observó sacar los snickdoodles del horno y colocar la bandeja sobre una tabla para cortar.
— No eres el más sociable de todos ¿Verdad? — preguntó Keith. Tomó una de las galletas de chocolate que tenía al lado y se la llevó a la boca. De inmediato, el dulce sabor del chocolate mezclado con el caramelo inundó su paladar. Contuvo el impulso de gemir, pero mirando a Shun, supuso que su expresión lo había traicionado.
Sonriendo ligeramente, Shun respondió.
— No ¿En qué te basas para asegurarlo? — dijo cambiando la temperatura del horno.
— Estas cocinando a las tres de la mañana.
Shun arqueó las cejas.
— ¿En serio te tomó tanto tiempo averiguarlo? Y yo que pensé que eras más listo.
— No entiendo por qué la gente piensa que no eres nada más que un tipo serio y estoico.
— Un concepto erróneo y generalizado — dijo Shun — En realidad, soy serio y sarcástico.
— Me di cuenta — dijo Keith, sonriendo — Entonces… ¿Por qué estás cocinando snickerdoodles a las tres de la mañana?
— A Dan le gustan — respondió, encogiéndose de hombros — Las galletas con chispas son para los demás. El pastel es para Julie, su novio va a cortar con ella.
— ¿Él te dijo eso?
— No — dijo levantando la vista — Sólo lo sé.
Keith reprimió el impulso de estremecerse. Se había enfrentado a maníacos genocidas, príncipes mimados y sin clase, y a las bromas de Shadow Prove. Podía manejar la mirada penetrante de Shun. O tal vez no, pero obvio no iba a revelarle aquello.
— ¿Puedo preguntarte algo? — dijo el rubio, tratando de cambiar de tema a uno que lo había dejado pensando hace tiempo.
— Claro — dijo Shun, poniéndose a trabajar con la tapa del pastel en la bandeja de apoyo, tomándose el tiempo para pellizcar los pequeños bordes.
— ¿Cómo es que tú y Dan llegaron a ser amigos?
— ¿Hmm?
Keith se sentó en la encimera de la isla, dejando que sus largas piernas colgaran hacia el suelo — Eres una persona completamente diferente a él. Es engreído, ruidoso e hiperactivo. Pero tú eres tranquilo, introvertido, inteligente…
— Dan no es un idiota.
— No digo que lo sea — repuso — Pero eres diferente a él. Los Vexos éramos un equipo porque teníamos que serlo, y créeme, nos llevábamos tan bien como perros y gatos. Aunque estoy seguro de que ya lo habías notado.
— Para nada — dijo Shun con ironía. Keith puso los ojos en blanco.
— Correcto, mi error. Pero mi punto es, que tú y Dan son tan diferentes como el día y la noche y sin embargo son tan compatibles como compañeros. ¿Cómo soportas ser su compañero?
Shun frunció el ceño a la tapa del pastel, y luego miró a Keith. Había una máscara de confusión en sus ojos, nublando su habitual expresión seca e introspectiva.
— No hay nada… que soportar — respondió, lentamente — Dan es mi mejor amigo, no lo sería si no me agradara — se limpió las manos con el delantal una vez más antes de pasar una mano por su cabello. Aun así, la harina quedó en sus mechones al bajar los dedos.
— ¿Por qué a la gente le cuesta tanto creer que realmente me agrada? Es divertido, valiente, desinteresado y siempre está dispuesto a hacer lo correcto, incluso cuando hacerlo le pueda provocar un daño grave. Ni siquiera piensa mal de la gente, cree que pueden redimirse incluso cuando no han hecho más que lastimarlo. Fue el primero en darte la bienvenida a nuestro equipo, el primero en sugerir que vayamos en busca de tu novio muerto… — la voz de Shun se hacía más fuerte y apasionada con cada palabra hasta que Keith tuvo que tomar distancia con él y ponerse del otro lado de la isla.
— Woah, woah, woah, alto ahí — dijo Keith, con los ojos muy abiertos — Oye, lo siento ¿de acuerdo? No quise sonar ofensivo. Me agrada Dan. Pero ustedes dos son tan diferentes que su relación no tiene sentido para mí — tragó saliva — Lo siento.
Shun lo miró con enfado mal disimulado, pero detrás de eso, Keith podía ver dolor en sus ojos.
— La gente cree lo que quiere creer — dijo después de un momento —De nada sirve cambiar eso. Sé en qué posición estamos, y al final del día es lo único que importa.
Keith vio los ojos de Shun suavizarse mientras hablaba, y también líneas alrededor de su boca que nada tenían que ver con la tensión del momento — Realmente te preocupas por él.
— Más que nada — en ese momento estaba sonriendo, pero no a él, sino a algo que únicamente él veía.
— Oh.
Los ojos de Shun se entrecerraron, y toda su gentileza desapareció en un segundo.
— No digas "oh"
— Pero — dijo Keith — Tú lo amas — Shun apretó los dientes.
— ¿Y?
— Estás enamorado de él — dijo lentamente, con la voz y el rostro teñidos de asombro.
— ¿Y? — preguntó de nuevo, con la voz tensa.
— ¿No vas a decírselo? — Shun frunció el ceño.
— No, y tú tampoco.
— Pero-
— ¿No deberías seguir con tu sueño de belleza? — dijo Shun. La burla en su tono de voz llenó la habitación con un repentino calor. Keith tragó saliva y asintió.
— Sí, lo siento. Te dejaré en paz.
Cuando salió de la habitación, escuchó a Shun una última vez. Sólo una suave petición que Keith no pudo rechazar.
— Por favor no se lo digas a nadie — dijo con una voz que le quedaba pequeña a la inmensidad de la sala. Keith apoyó una mano en el marco de la puerta.
— No lo haré — dijo, y luego volvió a su cama.
Continuará…
