Miradas Acusadoras
By Anna Diethel Asakura.
~ * ~ Capitulo 1: Tras la itako. ~ * ~
Pensión Asakura, 7:30 a.m. ...
Una figura se deslizaba silenciosamente por los pasillos. Se movía con rapidez y sigilo al mismo tiempo. Pasaba por delante de todas las habitaciones que había a sus costados, temiendo el hecho de despertar a alguno de sus ocupantes. De repente, una puerta se abrió de golpe y la persona que la había abierto exclamó:
- ¡Buenos días, Tamao!
La mencionada gritó del susto. El joven ainú sonreía simpáticamente mientras la rosada seguía apoyada en la pared, con la respiración agitada y la mano en el pecho. De pronto, Tamao se incorporó con rapidez y selló con la mano la boca de nuestro amigo Horo Horo, susurrando las siguientes palabras:
- Shh, despertará a la señorita Anna...
Demasiado tarde. La rubia itako hizo acto de presencia al otro lado del pasillo vestida aún con la yukata y con cara de mosqueo. Se acercó a ellos con un paso rápido.
- Tamao, - dijo con un tono de voz helado- ¿y el desayuno?
- Ve... verá, señorita Anna...- titubeó Tamao- Me disponía a hacerlo... Cuando... Cuando el joven Horo H...
- ¡Silencio!- exclamó Anna- ¿Por qué no estabas haciéndolo ya en lugar de andar como una tonta por los pasillos?
- Verá... Es que Conchi y Ponchi quitaron la alarma de mi despertador y no sonó a su hora y... me... me acabo de levantar...
- ¡Baja inmediatamente a hacer el desayuno! Después veré a esos espíritus idiotas tuyos de Conchi y Ponchi...
La chica del pelo rosado corrió escaleras abajo, en dirección a la cocina, dejando solo ante el peligro a Horo. Este hizo un intento de volver a su cuarto, pero la voz de la sacerdotisa lo detuvo.
- ¿Y tú que hacías despierto a estas horas?
- Verás...
- Déjalo... Hoy harás el entrenamiento de Yoh y las tareas de Tamao.
- ¿Pero por qué?
- ¡Por andar molestando a estas horas! ¡Y a callar!
Horo se retiró con cara de fastidio y Anna fue a cambiarse. Al rato después, se encontraban en el salón Anna, Tamao, Yoh, Horo Horo, Pilika y Len. Anna tenía cara de mal humor, por lo que todos estaban bastante asustados. Comenzaron a desayunar. De repente, se oyó el ruido de una cuchara caer estrepitosamente. Todos giraron la vista hacia Anna, la cual le dio un manotazo al plato y lo tiró al suelo, rompiéndolo.
-¡Tamao! ¡Esta es la comida más asquerosa que has preparado jamás!- gritó furiosa la sacerdotisa.
- Yo... yo...- intentó decir Tamao.
- ¡Tú, tú! ¡Sí! ¡Tú has sido la que ha preparado esta bazofia para desayunar! ¡Prepara algo mejor y súbemelo a mi cuarto! ¡¡Y no tardes!!
Anna salió del salón muy enfadada. Todos miraban a Tamao, la cual se dirigía a la cocina a paso rápido, con los ojos llenos de lágrimas. Las miradas se posaron en Yoh, que tenía pinta de estar completamente aterrado.
Pensión Asakura, 15:15 p.m. ...
- Joven Yoh...- dijo tímidamente Tamao en el jardín. Yoh se encontraba haciendo abdominales al lado de Horo, que hacía flexiones. Sin dejar el entrenamiento, el joven Asakura alzó la cabeza y respondió:
- ¿Qué te pasa, Tamao? Pareces preocupada...
- Es por la señorita Anna...
Yoh dejó inmediatamente de hacer el entrenamiento y se incorporó. Se dirigió a Tamao rápidamente, la cogió suavemente del brazo y la condujo al interior de la casa. En susurros para que Anna no los oyera, preguntó:
- ¿Qué le pasa a Anna?
- No lo sé, joven Yoh. He pasado frente a su cuarto hace unos minutos y he oído voces en el interior.
- ¿Voces? ¿Hablaba sola?
- No, había otra voz más... Pero no pude reconocer de quién.
- Subiré a hablar con ella.
Tamao solo asintió y dejó que Yoh pasará. Este se encaminó hacia la habitación de Anna pero se quedó quieto en la puerta, sin llamar, escuchando. Se oían voces en el interior.
- Ya te he dicho que te vayas.- era la voz de Anna.
- Y yo te he dicho que no me voy a ir.- decía otra voz, masculina, seguramente, con cierto toque de diversión.
- Si no te vas...
- ¿Qué? ¿Vas a llamar a tu príncipe Yoh para que te salve?
- Cállate...
- No quiero. Has cometido un grave error, Anna, y vas a pagar por ello.
- No si yo lo impido, Hao.- Yoh entró en la habitación sin arma alguna, sin Amidamaru. Solo él. Anna lo miró con sorpresa y luego con rabia.
- ¡Márchate de aquí!- chilló la sacerdotisa.
- No hasta que se vaya él.
- Pues espera sentado, hermanito, porque no pienso marcharme. Tu querida prometida ha cometido un error grave y debe pagarlo.
- ¿De qué hablas?
- Hao, ¡cállate!- volvió a chillar el amasijo de rabia y furia llamado Anna.
- ¿No quieres que se entere, Annita? No me extraña, podría dañar tu reputación... ¿no?- Hao rió, todo aquello le divertía- Bueno, os dejo solos, necesitareis intimidad para hablar de vuestras cosas.- Hao continuó riendo hasta que desapareció en una llamarada. Anna echaba chispas de rabia. Miraba al suelo y mantenía los puños muy apretados a sus costados. Yoh no se asustó con esta actitud, es más, estaba también enfadado.
- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estaba Hao aquí?- preguntó Yoh intentando mantener la calma.
- No te importa.- espetó Anna, también intentando mantener un tono de voz calmado.
- Sí, si me importa. ¿Es que aún no sabes de lo que es capaz?- Yoh comenzaba a perder los estribos, pero intentaba con todas sus fuerzas controlarse.
- ¡Claro que lo sé! ¡No soy tonta, ¿sabes?! ¡Bien puedo defenderme sola!- Anna ya ni se preocupó por su tono de voz, había perdido totalmente la calma. Deseaba darle un bofetón a Yoh por entrometido y por creerse su dueño.
- ¡Sí, ya lo sé! ¡Paro Hao es muy peligroso! Con solo rozarte puede romperte todas las costillas si quiere. Anna, por Dios, ¡es un asesino!
- Estoy harta, ¡vete! ¡Sal de mi cuarto! ¡Déjame en paz!
Se produjo un silencio muy incómodo. Yoh, sin decir nada, salió de la habitación precipitadamente y cerró la puerta de golpe. Anna, al quedarse sola, descargó su furia contra todo lo que encontró en el cuarto: Volcó una mesa, pateó una silla, tiró varios libros al suelo, de un manotazo rompió varias figuras, cogió la caja de música que Yoh le había regalado semanas atrás y justo en el momento que iba a lanzarlo al suelo, recordó aquel día y lo depositó con cuidado en el suelo y se sentó junto a ella. La abrió y comenzó a sonar una dulce melodía. Alzó la mirada y contempló todo el estropicio que había organizado. Los ojos se le inundaron en lágrimas, pero no permitió que ninguna resbalara por sus mejillas, era demasiado orgullosa para ello.
-"Es un entrometido."- pensó- "Quería enterarse de lo que ocurría y defenderme... quería que yo estuviese bien..."- agitó la cabeza- "¡Pero porque piensa que soy débil! ¡No! Yo no soy débil, yo soy fuerte... soy fuerte... soy fuerte..."
La melodía se fue desvaneciendo a medida que la cuerda se iba agotando. Cuando dejó de sonar, Anna sintió como si cierta presencia de Yoh se desvanecía con ella, la presencia que emitían las notas al escucharlas.
En su cuarto, Yoh caminaba de un lado para otro. Había ordenado a Amidamaru que lo dejara solo. Su expresión se debatía entre enojo y preocupación. Debía reconocer que tenía mucha curiosidad por saber de qué hablaba Hao, el por qué de la furia de Anna. Estaba nervioso.
Se sentó en el suelo y cerró los ojos. Esperó. Intentó vaciar su mente, dejarla en blanco puesto que si se ponía a pensar enfurecería y no le gustaba aquella actitud. Continuó esperando.
Oyó ruidos y cosas que se rompían en la habitación de al lado, la de Anna. De repente hubo un gran silencio, que fue roto por dulces notas musicales que Yoh pronto reconoció. Aquella música le trajo recuerdos, recuerdos que dispersaron sus tensiones. Abrió los ojos sintiendo una gran paz en su corazón. Se incorporó y salió de la habitación.
La música la había relajado. Anna había recogido más de media habitación cuando su prometido volvió a aparecer en su habitación.
- ¿Qué quieres ahora?- espetó ella fríamente sin mirarlo siquiera.
- Venía a hacer las paces contigo, Anna.- comenzó a explicar Yoh- Solo había venido a defenderte, aunque sé lo bien que puedes hacerlo tu sola. Pero recuerda que aún siendo seis contra Hao no pudimos derrotarlo y necesité el poder de mucha gente para poder vencerlo, y aún así me costó trabajo. Anna, quiero que entiendas que no he venido a entrometerme en tus asuntos y que, si tu no quieres, no preguntaré a qué se refería Hao, aunque debo reconocer que me intriga bastante. Solo quería que tú estuvieses bien, nada más.
Anna escuchó a Yoh sin inmutarse. Cuando acabó, se dirigió hacia la puerta de su cuarto sin apenar mirarle y al cruzarse con Yoh, dijo:
- ¿Y para qué necesitas que yo esté bien teniendo a esa panda de amigos tuyos?
Sin esperar respuesta, salió de la habitación. Yoh se quedó helado con las palabras de Anna y poco después, se puso las pesas en las manos y en los pies y se fue a correr. No por seguir el entrenamiento, sino porque no tenía ganas de hablar con nadie. Varió mucho su recorrido rutinario y no pasó por el parque porque sabía que ahí estaría Manta. Sentía la necesidad de estar solo. Cuando casi anochecía, decidió volver.
Pensión Asakura, 21:32 p.m. ...
Nada más llegar a la puerta del jardín, lo notó. Algo no iba bien, había tensión. Entró en casa sonriente, como si nada. Todos estaban sentados en la mesa, cenando en silencio. Yoh pudo presentir mucha presión por parte de todos, en especial de Anna. Esta, justo después de acabar de cenar, subió a su cuarto y ordenó no ser molestada por absolutamente nadie. Yoh fue tras ella, desobedeciendo su orden.
- ¿Qué quieres ahora?- preguntó heladamente Anna.
- ¿Qué ha pasado?
- ¿Cuándo?
- No sé, estabais muy nerviosos todos. Sobre todo tu. ¿Por qué?
Anna se giró, dando la espalda a su prometido. Después señaló la pequeña mesa de su cuarto. Yoh se acercó y vio un paquete abierto y una nota. En el paquete había una rosa empapada con sangre y en la nota decía: "Anna, voy a por ti." Se giró hacia su prometida y pudo observar que temblaba. Finalmente, la rubia pronunció:
- Yoh... Alguien quiere matarme.
By Anna Diethel Asakura.
~ * ~ Capitulo 1: Tras la itako. ~ * ~
Pensión Asakura, 7:30 a.m. ...
Una figura se deslizaba silenciosamente por los pasillos. Se movía con rapidez y sigilo al mismo tiempo. Pasaba por delante de todas las habitaciones que había a sus costados, temiendo el hecho de despertar a alguno de sus ocupantes. De repente, una puerta se abrió de golpe y la persona que la había abierto exclamó:
- ¡Buenos días, Tamao!
La mencionada gritó del susto. El joven ainú sonreía simpáticamente mientras la rosada seguía apoyada en la pared, con la respiración agitada y la mano en el pecho. De pronto, Tamao se incorporó con rapidez y selló con la mano la boca de nuestro amigo Horo Horo, susurrando las siguientes palabras:
- Shh, despertará a la señorita Anna...
Demasiado tarde. La rubia itako hizo acto de presencia al otro lado del pasillo vestida aún con la yukata y con cara de mosqueo. Se acercó a ellos con un paso rápido.
- Tamao, - dijo con un tono de voz helado- ¿y el desayuno?
- Ve... verá, señorita Anna...- titubeó Tamao- Me disponía a hacerlo... Cuando... Cuando el joven Horo H...
- ¡Silencio!- exclamó Anna- ¿Por qué no estabas haciéndolo ya en lugar de andar como una tonta por los pasillos?
- Verá... Es que Conchi y Ponchi quitaron la alarma de mi despertador y no sonó a su hora y... me... me acabo de levantar...
- ¡Baja inmediatamente a hacer el desayuno! Después veré a esos espíritus idiotas tuyos de Conchi y Ponchi...
La chica del pelo rosado corrió escaleras abajo, en dirección a la cocina, dejando solo ante el peligro a Horo. Este hizo un intento de volver a su cuarto, pero la voz de la sacerdotisa lo detuvo.
- ¿Y tú que hacías despierto a estas horas?
- Verás...
- Déjalo... Hoy harás el entrenamiento de Yoh y las tareas de Tamao.
- ¿Pero por qué?
- ¡Por andar molestando a estas horas! ¡Y a callar!
Horo se retiró con cara de fastidio y Anna fue a cambiarse. Al rato después, se encontraban en el salón Anna, Tamao, Yoh, Horo Horo, Pilika y Len. Anna tenía cara de mal humor, por lo que todos estaban bastante asustados. Comenzaron a desayunar. De repente, se oyó el ruido de una cuchara caer estrepitosamente. Todos giraron la vista hacia Anna, la cual le dio un manotazo al plato y lo tiró al suelo, rompiéndolo.
-¡Tamao! ¡Esta es la comida más asquerosa que has preparado jamás!- gritó furiosa la sacerdotisa.
- Yo... yo...- intentó decir Tamao.
- ¡Tú, tú! ¡Sí! ¡Tú has sido la que ha preparado esta bazofia para desayunar! ¡Prepara algo mejor y súbemelo a mi cuarto! ¡¡Y no tardes!!
Anna salió del salón muy enfadada. Todos miraban a Tamao, la cual se dirigía a la cocina a paso rápido, con los ojos llenos de lágrimas. Las miradas se posaron en Yoh, que tenía pinta de estar completamente aterrado.
Pensión Asakura, 15:15 p.m. ...
- Joven Yoh...- dijo tímidamente Tamao en el jardín. Yoh se encontraba haciendo abdominales al lado de Horo, que hacía flexiones. Sin dejar el entrenamiento, el joven Asakura alzó la cabeza y respondió:
- ¿Qué te pasa, Tamao? Pareces preocupada...
- Es por la señorita Anna...
Yoh dejó inmediatamente de hacer el entrenamiento y se incorporó. Se dirigió a Tamao rápidamente, la cogió suavemente del brazo y la condujo al interior de la casa. En susurros para que Anna no los oyera, preguntó:
- ¿Qué le pasa a Anna?
- No lo sé, joven Yoh. He pasado frente a su cuarto hace unos minutos y he oído voces en el interior.
- ¿Voces? ¿Hablaba sola?
- No, había otra voz más... Pero no pude reconocer de quién.
- Subiré a hablar con ella.
Tamao solo asintió y dejó que Yoh pasará. Este se encaminó hacia la habitación de Anna pero se quedó quieto en la puerta, sin llamar, escuchando. Se oían voces en el interior.
- Ya te he dicho que te vayas.- era la voz de Anna.
- Y yo te he dicho que no me voy a ir.- decía otra voz, masculina, seguramente, con cierto toque de diversión.
- Si no te vas...
- ¿Qué? ¿Vas a llamar a tu príncipe Yoh para que te salve?
- Cállate...
- No quiero. Has cometido un grave error, Anna, y vas a pagar por ello.
- No si yo lo impido, Hao.- Yoh entró en la habitación sin arma alguna, sin Amidamaru. Solo él. Anna lo miró con sorpresa y luego con rabia.
- ¡Márchate de aquí!- chilló la sacerdotisa.
- No hasta que se vaya él.
- Pues espera sentado, hermanito, porque no pienso marcharme. Tu querida prometida ha cometido un error grave y debe pagarlo.
- ¿De qué hablas?
- Hao, ¡cállate!- volvió a chillar el amasijo de rabia y furia llamado Anna.
- ¿No quieres que se entere, Annita? No me extraña, podría dañar tu reputación... ¿no?- Hao rió, todo aquello le divertía- Bueno, os dejo solos, necesitareis intimidad para hablar de vuestras cosas.- Hao continuó riendo hasta que desapareció en una llamarada. Anna echaba chispas de rabia. Miraba al suelo y mantenía los puños muy apretados a sus costados. Yoh no se asustó con esta actitud, es más, estaba también enfadado.
- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estaba Hao aquí?- preguntó Yoh intentando mantener la calma.
- No te importa.- espetó Anna, también intentando mantener un tono de voz calmado.
- Sí, si me importa. ¿Es que aún no sabes de lo que es capaz?- Yoh comenzaba a perder los estribos, pero intentaba con todas sus fuerzas controlarse.
- ¡Claro que lo sé! ¡No soy tonta, ¿sabes?! ¡Bien puedo defenderme sola!- Anna ya ni se preocupó por su tono de voz, había perdido totalmente la calma. Deseaba darle un bofetón a Yoh por entrometido y por creerse su dueño.
- ¡Sí, ya lo sé! ¡Paro Hao es muy peligroso! Con solo rozarte puede romperte todas las costillas si quiere. Anna, por Dios, ¡es un asesino!
- Estoy harta, ¡vete! ¡Sal de mi cuarto! ¡Déjame en paz!
Se produjo un silencio muy incómodo. Yoh, sin decir nada, salió de la habitación precipitadamente y cerró la puerta de golpe. Anna, al quedarse sola, descargó su furia contra todo lo que encontró en el cuarto: Volcó una mesa, pateó una silla, tiró varios libros al suelo, de un manotazo rompió varias figuras, cogió la caja de música que Yoh le había regalado semanas atrás y justo en el momento que iba a lanzarlo al suelo, recordó aquel día y lo depositó con cuidado en el suelo y se sentó junto a ella. La abrió y comenzó a sonar una dulce melodía. Alzó la mirada y contempló todo el estropicio que había organizado. Los ojos se le inundaron en lágrimas, pero no permitió que ninguna resbalara por sus mejillas, era demasiado orgullosa para ello.
-"Es un entrometido."- pensó- "Quería enterarse de lo que ocurría y defenderme... quería que yo estuviese bien..."- agitó la cabeza- "¡Pero porque piensa que soy débil! ¡No! Yo no soy débil, yo soy fuerte... soy fuerte... soy fuerte..."
La melodía se fue desvaneciendo a medida que la cuerda se iba agotando. Cuando dejó de sonar, Anna sintió como si cierta presencia de Yoh se desvanecía con ella, la presencia que emitían las notas al escucharlas.
En su cuarto, Yoh caminaba de un lado para otro. Había ordenado a Amidamaru que lo dejara solo. Su expresión se debatía entre enojo y preocupación. Debía reconocer que tenía mucha curiosidad por saber de qué hablaba Hao, el por qué de la furia de Anna. Estaba nervioso.
Se sentó en el suelo y cerró los ojos. Esperó. Intentó vaciar su mente, dejarla en blanco puesto que si se ponía a pensar enfurecería y no le gustaba aquella actitud. Continuó esperando.
Oyó ruidos y cosas que se rompían en la habitación de al lado, la de Anna. De repente hubo un gran silencio, que fue roto por dulces notas musicales que Yoh pronto reconoció. Aquella música le trajo recuerdos, recuerdos que dispersaron sus tensiones. Abrió los ojos sintiendo una gran paz en su corazón. Se incorporó y salió de la habitación.
La música la había relajado. Anna había recogido más de media habitación cuando su prometido volvió a aparecer en su habitación.
- ¿Qué quieres ahora?- espetó ella fríamente sin mirarlo siquiera.
- Venía a hacer las paces contigo, Anna.- comenzó a explicar Yoh- Solo había venido a defenderte, aunque sé lo bien que puedes hacerlo tu sola. Pero recuerda que aún siendo seis contra Hao no pudimos derrotarlo y necesité el poder de mucha gente para poder vencerlo, y aún así me costó trabajo. Anna, quiero que entiendas que no he venido a entrometerme en tus asuntos y que, si tu no quieres, no preguntaré a qué se refería Hao, aunque debo reconocer que me intriga bastante. Solo quería que tú estuvieses bien, nada más.
Anna escuchó a Yoh sin inmutarse. Cuando acabó, se dirigió hacia la puerta de su cuarto sin apenar mirarle y al cruzarse con Yoh, dijo:
- ¿Y para qué necesitas que yo esté bien teniendo a esa panda de amigos tuyos?
Sin esperar respuesta, salió de la habitación. Yoh se quedó helado con las palabras de Anna y poco después, se puso las pesas en las manos y en los pies y se fue a correr. No por seguir el entrenamiento, sino porque no tenía ganas de hablar con nadie. Varió mucho su recorrido rutinario y no pasó por el parque porque sabía que ahí estaría Manta. Sentía la necesidad de estar solo. Cuando casi anochecía, decidió volver.
Pensión Asakura, 21:32 p.m. ...
Nada más llegar a la puerta del jardín, lo notó. Algo no iba bien, había tensión. Entró en casa sonriente, como si nada. Todos estaban sentados en la mesa, cenando en silencio. Yoh pudo presentir mucha presión por parte de todos, en especial de Anna. Esta, justo después de acabar de cenar, subió a su cuarto y ordenó no ser molestada por absolutamente nadie. Yoh fue tras ella, desobedeciendo su orden.
- ¿Qué quieres ahora?- preguntó heladamente Anna.
- ¿Qué ha pasado?
- ¿Cuándo?
- No sé, estabais muy nerviosos todos. Sobre todo tu. ¿Por qué?
Anna se giró, dando la espalda a su prometido. Después señaló la pequeña mesa de su cuarto. Yoh se acercó y vio un paquete abierto y una nota. En el paquete había una rosa empapada con sangre y en la nota decía: "Anna, voy a por ti." Se giró hacia su prometida y pudo observar que temblaba. Finalmente, la rubia pronunció:
- Yoh... Alguien quiere matarme.
