METAMORFOSIS

La sangre goteaba desde la punta de sus dedos blanquecinos formando ondas cuando cada gota caía en el charco escarlata que gradualmente se iba haciendo mas y mas grande hasta alcanzar los pies del supuesto perpetrador del asesinato.

Justo a unos centimetros del charco estaba tendido un cuerpo con muy poca gracia, un rostro que gesticulaba una grotesca expresión de terror con su cabeza casi desprendida de su cuello apenas sostenida a este por una tira de piel desgarrada. A pesar de estar ya muerto la sangre seguía manando de las areterias expuestas, algunos músculos y tendones alcanzaban a apreciarse junto con la deformidad de las extremidades a las cuales parecieron haberle roto los huesos como si fueran simples piezas de pollo frito. Ese hombre había sido desgarrado y deborado con una brutalidad que se antojaba vulgar.

Por otra parte, la persona que estaba parada a su lado respiraba dificultosamente mientras que sus manos seguían escurriendo sangre; su atuendo era completamente negro incluso la capucha que le cubría la cabeza y parte del rostro aunque este por su parte era oculto tras una mascara lacada también completamente negra, sin ningún otro decorado que no fuera un par de finas rendijas en donde se suponía debían estar sus ojos, de estas se alcanzaba a ver un fulgor carmín que pasaban de ver el cadaver a después al cielo falto de luna, obscurecido justo como la sombra azabache bañada en sangre que estaba en ese callejón.

Se han dado informes de otro atentado en las periferias del Distrito 20. Se le pide de la manera mas atenta al publico de esa zona que se mantenga alerta y tome sus debidas precauciones...

-Kagami-kun, vamos a llegar tarde- una voz tranquila apuró a un muchacho pelirrojo que se había detenido frente a una tienda de electrónica para ver las noticias que anunciaban en la televisión.

-¿Eh? Ah, cierto, perdón, vamos antes de que la entrenadora nos haga correr como posesos otra vez- dijo Kagami Taiga discuplándose y retomando el camino soltándo un bostezo y viendo como incluso en las pantallas mas grandes de los edificios se daban noticias de todos los cuerpo sin vida encontrados en el transcurso de los ultimos meses. El número iba en aumento alarmantemente.

-Es desagradable ver ese tipo de noticias tan temprano- dijo Kagami soltándo un gruñido mientras que su acompañante, un chico varios centimetros mas bajo que él, de tez paliducha y unos bonitos ojos color azul cielo, se mantenía imperturbable.

-Es inevitable cuando ha habido tantos asesinatos. Kagami-kun, deberías estar alerta, tú casa no queda muy lejos de ahí, te ves como una comida deliciosa para los ghouls- dijo con voz tranquila Kuroko Tetsuya sobresaltándo a Kagami que parecióh haber sentido un escalofrío al escuchar eso.

-Oye, no digas esas cosas ¿Cómo podría tener un buen sabor?- preguntó Kagami alterando un poco el volumen de su voz y acercándose un brazo a la boca sacando la lengua para provarse a si mismo, solo percibiendo un sabor salado de su piel. Kuroko por su parte seguía muy calmado.

-Bueno, toda tu comida es deliciosa y ya sabes lo que dicen, eso de que eres lo que comes; por eso creo que tendrías un buen sabor- explicó Kuroko como si estuviera exponiendo una logica bastante común y normal, a lo cual su compañero solo atinó a fruncir el seño.

-Si es así entonces tú no serías ni siquiera un aperitivo para ellos. Apenas pruebas bocado y lo unico que pareces disfrutar son las malteadas de vainilla, les daría diabetes con una sola moridida- se burló Kagami haciendo que Kuroko no pareciera muy feliz al respecto pues lo escuchó dar un ligero resoplido. -O será acaso...- continuó diciendo Kagami haciendo una dramática pausa y dibujando una sonrisa burlona en su rostro.

-Que tú mismo seas un ghoul- dijo haciendo que Kuroko se detuviera en seco y clavara esos inexpresivos ojos celestes en los del mas alto. Kagami se detuvo un par de pasos después al ver que el otro no lo seguía y se mantenía ahí en su lugar muy serio.

-¿Qué pasa?- preguntó Kagami.

-Me has descubierto Kagami-kun... mi verdadera naturaleza- dijo con total seriedad Kuroko, un tono frío se coló en medio de su frase logrando que por unos segundos un silencio tenso y pesado se hiciera presente entre ellos. Kagami miró fijamente a Kuroko encontrándo su mirada sumamente aplastante. Tras estos segundos Kagami soltó una risotada y le dió sendas palmadas en la espalda a Kuroko que le sacaron el aire a este y casi le hicieron irse de boca al piso.

-¡No seas rídiculo! Con lo debilucho y lento que eres te morirías de hambre- volvía a burlarse Kagami que seguía riendo retomando su camino.

-No me subestimes Kagami-kun, podría ser letal si me lo propongo- seguía defendiéndose Kuroko alcanzando al pelirrojo que de nuevo reía a carcajadas.

-En lo unico en lo que debes ser letal es en los pases y el basketball. Y hablando de eso, tenemos que apurarnos o la unica que nos va a masacrar es la entrenadora- dijo Kagami echando a correr y tras él Kuroko aunque le era sumamente dificil seguirle el paso al mas alto.

Kagami iba varios metros mas adelante de Kuroko el cual con esfuerzos intentaba alcanzarlo para lograr llegar a tiempo al entrenamiento matutino. Mientras se acercaba a la estación alcanzó a ver uno de esos enormes monitores que seguían transmitiendo el boletín de cada mañana. En las imágenes se proyectaba un pedazo de una cinta de seguridad que se notaba algo obscura pero aun con ello se adivinaba la silueta de alguien vestido por completo de negro, una máscara también azabache y totalmente lisa mantenía escondida su identidad. En la parte inferior de la pantalla se leía:

"La Sombra" principal sospechoso de los sangrientos eventos de los ultimos días en el Distrito 20.

Kuroko entrecerró los ojos al tiempo que sus pupilas se opacaban en una sombra gélida; después de eso retomó su atención a la espalda de Kagami que ya se perdía de vista y apuró el paso.

Kagami y Kuroko eran estudiantes del Instituto Seirin, aunque también eran jugadores titulares del equipo de basketball y ahora mismo su meta principal era llegar a las finales de la Winter Cup aunque para ello tuvieran que verse sometidos a los infernales entrenamientos de su joven entrenadora y de paso a las aterradoras miradas de su capitán.

-¡Quiero verlos correr mas rápido o después de clase le darán cien vueltas a todo el campo de soccer!- les exigió Riko haciendo sonar su silbato apurando el paso de los muchachos que casi sentían se les saldría un pulmón o el corazón.

Kuroko como siempre era el utlimo del grupo, parecía en cualquier momento se iba a desmayar, por otro lado Kagami era el primero que estaba muy concentrado en escuchar el silbato de la entrenadora que marcaba el ritmo de su trote.

Los entrenamientos siempre eran duros, pero ahora que habían quedado como semifinalistas se habían vuelto todavía mas intensos, aun con ello nadie se quejaba pues era la meta en común ganar y quedar posicionados como los mejores de todo Japón, eso era lo unico que pasaba por la mente de ese grupo de adolescentes; ellos solo se preopcupaban del campeonato de invierno, en sus cabezas no había espacio para incidentes sanguinolentos como los que se reportaban cada mañana.

Aunque era imposible no comentar al respecto de vez en cuando, sobre todo cuando todo el tiempo en todos los medios bombardeaban con noticias al respecto.

-Ultimamente me da terror volver solo a casa- se quejaba en voz alta Kogane dando largos y cansinos suspiros mientras se ponía el uniforme en compañía del resto.

-Te entiendo, si las cosas siguen así pronto me volveré paranoico. No hay día en que no escuche algo sobre un nuevo asesinato... solo de pensarlo me da escalofríos- se agregó a decir Furihata frotandose los brazos como para quitarse esa desagradable sensación de miedo.

-¿No creen que le están dando mucha importancia al asunto?- dijo Kagami con toda tranquilidad poniéndose el saco y después la cadena de la cual siempre pendía un anillo plateado.

-Mas bien tú estás demasiado relajado porque no llevas tanto tiempo viviendo aquí- le dijo Izuki acomodándose el cuello de la camisa y poniendose repentinamente serio. -Pensé que desde que esos tipos desaparecieron del mapa podríamos vivir en paz, pero ahora resulta que se ha retomado todo este caos-

Tras decir esto hubo un silencio incómodo, todos desviaron la mirada a cualquier lugar, excepto Kuroko que seguía muy ocupado en terminar de vestirse.

-¿Esos tipos?- preguntó Kagami entonces sin entender a que se debía el repentino pesar en las miradas y actitud de todos.

-La Generación de los Pecados- contestó Kiyoshi -Eran un grupo de ghouls que prácticamente dominaban la ciudad provocando verdaderos ríos de sangre. La gente ni siquiera se atrevía a salir después del anochecer, era como un tipo de toque de queda. Eran crueles a niveles terrorificos, verdaderos mounstruos en toda la extensión de la palabra- explicó Kiyoshi a quien era sumamente extraño escuchar decir tales cosas, parecía que ese tipo de descripciónes no cuadraban con alguien optimista y alegre como él así que era raro escucharlo con ese tono sombrío.

-¿Y... y qué sucedió con ellos?- se atrevió a preguntar el pelirrojo tragando saliva dificultosamente.

-Desaparecieron- intervino abruptamente Kuroko de manera cortante al mismo tiempo que cerraba de un golpe seco su casillero y se abrochaba el saco del uniforme. -Un día solo la tierra se los tragó; el punto es que nadie volvió a saber de ellos por eso se da por hecho que murieron, se mataron entre ellos, la CCG los capturó o sencillamente se aburrieron- dijo el peliazul mirando directo a Kagami como si con ello estuviera concluyendo la conversación.

-O se separaron...- agregó Uchida con algo de timidez a lo cual todos voltearon a verlo -Bueno, después de todo se rumora en la red que esa tal Sombra posiblemente fue parte de la Generación de los Pecados-

Al decir esto todos se pusieron a pensar en aquella posibilidad no sin antes sentir un estremecimiento recorrerles la piel y erizarles cada vello del cuerpo.

-¿Y que mas da si fue o no parte de ellos? A nosotros nos importa un carajo todo lo que tenga que ver con los ghouls. Si tanto miedo tienen entonces lo unico que deben hacer es irse directo a casa, comer y dormir, maldita sea, porque si no llegamos a las finales de la Winter Cup voy a ser yo el que les arranque la cabeza- les regañó Hyuuga a lo cual todos atinaron a reir nerviosamente, pero segundos después sintiéndose un poco mas aliviados.

Sí, a ellos no tenía porque importarles los asuntos que estuvieran relacionados con ghouls. Ellos eran solo un grupo de estudiantes de preparatoria que añoraban ganar un campeonato de basketball y nada mas, su vida no tenía porque verse afectada por asuntos que parecían sacados de una novela de ficción o de una pelicula de terror. Solo debían ocuparse de seguir con la tranquila rutina que les correspondía.

En resumen todo se trataba solamente de asistir a clase, intentar no dormirse entre lecciones, almorzar, volver a sobrevivir a las asignaturas y después dar todo de si en los entrenamientos exhaustivos que se alargaban hasta la noche. Básicamente debían dedicarse a seguir con la refrescante y ardiente pasión de la juventud y que nada nublara sus sueños ni metas. Esa era su tarea.

Kagami y Kuroko cumplían al pie de la letra con dichas obligaciones, así que como una pequeña recompensa para ellos mismos esa misma noche al salir de la escuela y despedirse del resto del equipo fueron por una merecida hamburguesa... o unas cinco para Kagami que parecía tener un hoyo negro en lugar de estómago. Se sentaron en la mesa cosumbrada a un lado de la ventana y cada quien muy concentrado en sus asuntos se dedicaron a comer, bueno, Kagami lo hizo pues Kuroko tenía por costumbre solo comprarse una malteada y beberla pacientemente haciendo ruidos al sorberla, eran raras las ocasiones en las que se le veía comiendo.

Kagami solía reñirle esto, el chico necesitaba carne en los huesos por eso estaba enclenque, era debil y paliducho además de no lograr aguantar los cuarenta minutos seguidos de un partido de basket; Kuroko solo escuchaba entornando los ojos y seguía bebiendo su malteada con toda tranquilidad haciendo gruñir a Kagami que tras el regaño volvía a clavarle la mirada en esos brazos delgados y su complexión pequeña que facilmente pasaba desapercibida por prácticamente todo mundo, sin embargo, para Kuroko nadie pasaba desapercibido. Taiga lo sabía muy bien porque siempre que miraba al chico este se encontraba con sus ojos fijos en alguien, analizando a las personas como si fueran interesántisimos objetos de estudio.

El pelirrojo sabía muy bien que esa era una de las tantas manías de Kuroko, mejor dicho, era un hábito que tenía entendido había adquirido para mejorar su estilo de juego, analizar a las personas, sus habitos y maneras de actuar para así predecir sus acciones; hasta entonces había sido muy util por lo tanto no decía nada cuando atrapaba al peliazul con sus ojos perdidos en las personas... aunque a veces no podía evitar sentirse algo incomodo por la manera en como las miraba.

Al terminar de comer se encaminaron juntos hasta la estación para luego cada quien tomar su propia ruta a casa, pero antes de eso pasaron a un lado de la vitrina iluminada de una libreria, y justo como atraído por un imán Kuroko se detuvo viendo los libros recién llegados, Kagami solo atinó a suspirar. Nunca entendería que fijación tenía Kuroko con los libros.

-Disculpa Kagami-kun ¿Podemos entrar un momento?- pidió atentamente Kuroko señalándo la libreria y resignado, Kagami accedió.

El de cabellos azules fue directamente a la estantería que tenía recopilados los libros que promocionaban en la vitrina, tomó uno de los volumenes de colorida portada y lo volteó para leer la sinopsis mientras que su acompañante se dedicaba a leer superficialmente los títulos ahí reunidos sin poder evitar arrugar ligeramente el entrecejo.

-Todos tienen títulos muy tétricos- dijo Kagami señalándo con un gesto de la cabeza uno que hablaba sobre una cabra y un huevo.

Kuroko asintió con la cabeza ligeramente.

-Takatsuki Sen, el autor, es famoso por su narrativa obscura pero que de algun modo te sumerge plenamente en su mundo de claroscuros. O bueno, es es lo que me dijo la persona que me lo recomendó- explicó Kuroko sabiendo perfectamente que el mas alto no había entendido ni pizca de lo que quería decir con ello, y en su lugar solo enarcaba una ceja mirando a otro lado solo soltando un largo y vago "mmmmmmm..."

-Aunque por ahora vengo por otro título en especial- Y dicho esto Tetsuya se encaminó a otro de los pasillos ya no tan atiborrados de gente buscando por orden alfabético al autor hasta encontrar el volumén deseado tomándolo.

Kagami leyó el título entre dientes. El extraño caso de Dr. Jekyll & Mr. Hyde.

-Dime Kagami-kun... ¿Cuál sería tu reacción si un día te encontraras a ti mismo convertido en un mounstruo? Si el cambio fuera paulatino y la impotencia tal que solo pudieras ser testigo de como tu personalidad sufre una disociación tan drástica que hay dos seres dentro de un mismo cuerpo ¿Cómo actuarías al caer en la cuenta de que irremediablemente te estás transformando en una aberración y toda tu humanidad está prácticamente extinta?- preguntó Kuroko clavándo sus ojos azules en los carmín de Kagami.

Su voz átona era la misma de siempre, no parecía mostrar algún tipo de repuganancia ante lo que decía, ni mucho menos un sentimiento de desagrado, sin embargo su mirada sí buscaba intensamente una respuesta en el otro muchacho que de nuevo sintió esa extraña inquietud al encontrarse con la mirada de su compañero. A veces de verdad odiaba un poco esos ojos.

-Ah... no lo sé... creo que es una pregunta díficil, realmente no entiendo que es lo que quieres decir- se excusó Kagami rascándose la nuca. Las preguntas filosóficas no eran lo suyo, al muchacho la gente le tenía que hablar claro y directo para entender varias cosas.

-Supongo que efectivamente es una pregunta dificil para alguien como ustedes...- susurró Kuroko mirando con una extraña tristeza el título del libro pero regresando a la normalidad instantáneamente.

-Creo que me llevaré este libro. Tengo que agradecerle a ese chico las recomendaciones que me ha hecho ultimamente- dijo Kuroko regresando asintiendo con la cabeza satisfecho con su elección y encaminándose a la caja para pagar.

Sin decir nada Kagami lo siguió unos pasos detrás hasta que salieron de la libreria y llegaron al punto en donde sus caminos se separaban. Se despidieron como normalmente hacían y cada quien tomó su dirección no sin que antes Kagami volteara a ver de reojo a Kuroko el cual por unos segundos fue dificil de encontrar pues en cuestión de segundos se perdió entre la multitud.

Intentando no perderlo de vista Kagami siguió el andar de su compañero un par de segundos. No importaba cuanto tiempo conviviera con él o cuanta confianza fueran ganando con el tiempo, siempre, cuando lo veía caminar sólo entre la masa de gente seguía existiendo algo extraño en su aura... le daba la impresión de que el chico hacía esfuerzos descomunales por fundirse entre las personas, disiparse cual sombra hasta por fin desaparecer.

Y así era, en unos cuantos segundos Kuroko se volvía prácticamente invisible, tomando provecho de las abarrotadas calles pasaba inadvertido por practicamente todo mundo. Pasos silenciosos y una prescencia tan debil que incluso chocaban con él y nadie se detenía para disculparse. Así estaba bien, esta actitud era de suma conveniencia para el joven paliducho que se desvió de su camino usual para hacer una parada extra.

Kuroko se sintió aliviado al ver que había llegado antes de la hora de cierre, miró agradecido el letrero luminoso que con elegantes carácteres rezaba Anteiku justo a un lado de la pizarra que tenía anotado el menú del día. El aroma del café fino salía de los resquicios de la puerta, la iluminación invitaba a un cálido ambiente que era acompañado por las risas de los clientes y sus charlas con voces suaves. Con toda familiaridad entró haciendo sonar la campanilla siendo recibido por la afable sonrisa arrugada del gerente de la cafeteria.

Para los habitantes del otro lado del Distrito 20 era bien sabido que el Anteiku no era solamente una cafetería con una sobresaliente carta de granos de café y otras delicias. También al mismo tiempo fungía como uno de los lugares predilectos para obtener e intercambiar información acerca de muchas cosas... asuntos relacionados con ghouls, eran siempre el tema principal de ese tráfico de información.

Y Kuroko Tetsuya no estaba ahí precisamente para degustar una taza de café.

En otras partes de Japón los días igualmente seguían su curso rutinariamente. Nada podía perturbar al alumnado del Instituo Yosen, mucho menos a un par en especifico que llamaba bastante la atención.

-... Yo también estoy muy emocionado por nuestro siguiente encuentro. Esta vez iremos en serio y espero no te contengas, Taiga, recuerda que hicimos una promesa...- un apuesto muchacho de cabello negro sentado en una de las jardineras del patio del colegio hablaba por telefono con una sonrisa en su rostro, el cual la mitad era escondido bajo su largo flequillo. A su lado otro joven estaba recostado en la misma jardinera plácidamente dormido con un libro sobre su cara y una bolsa de botanas vacía sobre su estamogo el cual también estaba lleno de migajas las cuales dejaban un caminito hasta su pecho y el cuello de su caminsa y corbata.

-Presumes mucho de ese compañero tuyo en la cancha, pero dejáme decirte que Yosen también cuenta con su propia arma secreta- decía Himuro Tatsuya riendo suavemente, desviando su unico ojo visible a donde estaba su amigo todavía durmiendo, y sonriéndose para si mismo viendo como un hilo de saliva comenzaba a escurrir de una de las comisuras de los labios de este.

-Basta de charlas Taiga, espero ansioso nuestro partido, cuidate mucho hasta entonces. Adios- y apenas dicho esto colgó todavía manteniéndose sonriente y guardando su teléfono celular para luego mover ligeramente al chico a su lado.

-Atsushi, hora del entrenamiento, vamos- el otro masculló una serie de cosas entre dientes mientras se removía en la jardinera haciendo caer el libro que le cubría la cara dejando ver una larga mata púrpura con largos flequillos que caían sobre su rostro desaliñadamente.

-Murochin, no molestes cuando estoy durmiendo- resongó el otro adolescente apenas abriendo perezosamente uno de sus ojos dejando ver una orbe violeta.

-No son horas para estar durmiendo, tenemos entrenamiento. Vamos, levantáte de una vez- le ordenó Himuro tomándolo del brazo obligando al otro a levantarse y este como si pesara una tonelada entera se incroporó lenta y pesadamente hasta por fin pararse haciendo gala de su imponente altura de dos metros y la anchura de su cuerpo.

Murasakibara Atsushi podría ser todavía mas intimidante si no se empeñara en estar siempre encorvado y tener ese gesto de total aburrimiento en todo momento. Daba la impresión que la vida en general para él no era mas que una molesta y tediosa obligación con la que tenía que cumplir sin descanso, incluso el respirar parecía molestarlo.

-¿Porqué tenemos que entrenar? Ya sabemos que vamos a ganar de todos modos- se quejaba Murasakibara siguiendo a Himuro arrastrándo los pies a cada paso y sacando una barrita de dulce de su bolsillo.

-Eso no esta bien, no podemos solo dormirnos en nuestros laureles y tampoco podemos subestimar a nuestros rivales, mucho menos si dicho rival es el equipo de Taiga- explicó extrañamente motivado el moreno, su acompañante solo atinó a dar un resoplido mientras abría ruidosamente el envoltorio de su siguiente bocadillo.

-Solo estás emocionado porque se trata de tu estúpido hermano... ni siquiera son hermanos de sangre- mascullaba Murasakibara al que por alguna razón siempre le molestaba escuchar de Kagami... o mejor dicho, le molestaba la emoción con la que Himuro solía mencionarlo cuando salía el tema a colación.

Por otra parte Himuro se limitaba a suspirar nostálgicamente metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. En algún momento había intentado explicarle a Murasakibara la relación que lo unía a él y a Taiga y porqué su amistad era mas bien considerada una hermandad; sin embargo Atsushi mantenía ese mismo gesto ajeno e indiferente, solo soltando ruidos sin agregar ningún comentario.

Himuro a veces se preguntaba si Murasakibara realmente entendía lo que significaba crear lazos con otras personas, de alguna manera siempre lo había notado como alguien que se mantenía muy al margen de todo mundo, no solo de sus compañeros de clase y de quipo de basketaball, sino también de él mismo, el unico que era lo mas cercano a un amigo que tenía. Atsushi remarcaba siempre una distancia entre todos y esta gruesa líena no era otra cosa mas que su personalidad tan apática que no le daba permiso de involucrarse con alguien mas allá de lo estrictamente necesario ¿Porqué parecía pesarle tanto el tener que relacionarse con otro? No era como si temiera hacerlo... era mas bien como si algo así le parecíera insoportablemente irritante.

A pesar de ello Tatsuya podía darse el lujo de decir que era el unico que había logrado acercarse a Atsuhi, aunque tampoco es como si alguien estuviera celoso de ese logro, mejor dicho, les parecía extraño que Himuro buscara la compañía de ese enorme y antipático chico; pero Tatsuya tenía fe de que alguien tan talentoso como Atsushi era digno de ser conocido a pesar de su nefasta actitud y sus arrebatos infantiles, era sumamente interesante.

Ambos se encaminaron al gimansio para cambiarse para el entrenamiento del día, Murasakibara como era su costumbre iba con los brazos llenos de todo tipo de dulces y bocadillos que desaparecían a una velocidad de vertigo cuando estaban en su boca.

-Atsushi, no es bueno para tu salud que comas todas esas cosas, por lo menos deberías masticarlas no tragarlas- le aconsejó Himuro por enésima vez señalándo las envolturas vacias mientras que el mencionado mordisqueaba otra barra de chocolate.

-Murochin siempre me estás regañando, eres molesto- le insultó Atsushi, en su voz se denotaba un terrible fastidio.

-Y seguiré regañándote si sigues comiendo de esa manera tan compulsiva, controlate por favor.- respondió con total calma Himuro.

-No puedo hacerlo cuando todo el maldito tiempo tengo hambre- susurró entonces Murasakibara bajando la mirada al montoncito de comida que llevaba en brazos y torciendo los labios en un gesto de tremendo asco, llevándose una mano a la boca para reprimir un par de arcadas.

-¿Estás bien? Espero no te hayas indigestado- le preguntó preocupado Tatsuya a lo que Atsushi negó con la cabeza aun con la mano en la boca.

-No. Creo que algo estaba podrido- se excusó el pelimorado respirando hondo y frunciendo el seño.

Estaba tan cansado de tener que (literalmente) tragar toda esa mierda.

Las veladas en el pácifico Distrito 20 lentamente iban dejando esa paz. Cuando las noches acechaban también lo hacían las sombras que se escondían en las tinieblas y poco a poco los inocentes humanos que se sentían a salvo se iban convirtiendo en potenciales presas de las afiladas fauces de quienes vivían en el anonimato, bajo la protección de sus caretas y mascaras.

Para desgracia del pobre cristiano que era destazado en ese momento tal vez debió haberse pensado dos veces el plan de salir a tomar una copa antes de dejar su casa y aventurarse por las callejuelas obscuras. Una pena, era tan joven.

Mientras escuchaba el sonido de sus propios huesos crujir y se quedaba afónico por los gritos que había soltado y que terminaron por desgastarle las cuerdas vucales, en medio de su casi inconsciencia rezaba a cualquier deidad que le viniera a la mente para que alguien llegase a salvarlo de ese dolor y esa tortura que era sentir sus miembros ser dislocados uno a uno, sus costillas rotas, sus pulmones perforados, por no decir la carne que era arrancada. Ya no podía gritar mas y sus ojos ya no soltaban mas lagrimas, era tal vez sangre lo que escurría ahora por sus mejillas. Todo se nublaba gracias al indescriptible y agonizante dolor que recorría todo su ser. No sabía que se podía sentir tanto sufrimiento en tan breves segundos.

El murmullo de pasos acelerados se dejaba escuchar, pero esto no fue inconveniente para el perpetrador que seguía muy ocupado en su tarea de diseccionar y extraer todo del interior de la victima. No le importaba, reconocía a la perfección esos pasos, la ligereza de estos. Lo unico que le molestaba era no poder ponerle un adjetivo a su aroma... no olía a nada... nunca había tenido un olor que pudiera identificarlo y eso le molestaba porque muy dentro de él le hacía sentir ligeramente vilnerable, pero confiaba en su propia fuerza.

Aquella persona llegó por fin al encuentro del victimario. Enfundado en un austero atuendo negro que lo cubría de pies a cabeza incluso el cabello, ocultándo su rostro tras la máscara negra laminada y solo los pequeños resquicios que servían para dejarle ver.

-Sabía que se trataba de tí- dijo la apodada Sombra con su voz apagada tras el material de la máscara.

La persona arrodillada sobre el ahora cadaver ni siquiera se inmutó, solo siguió con su operación y enterrose la manos en el cuerpo que en su mayoría estaba hecho jirones de carne. Con sus manos metidas en la caja torácica no tuvo reparo alguno en abrirlo en dos de lado a lado partiendo las costillas como si estas fueran ramitas secas.

Un ruido seco y desagradable hizo eco en el lugar provocándole un estremecimiento al que iba vestido de negro. Sabía que ya no podía hacer nada por la persona fallecida, solo dedicarle una oración.

Mientras tanto el asesino que también se cubría la cabeza con la capucha de su sudadera, se llevaba las grandes manos sanguinolentas a la cara, la cual era escondida por algo muy parecido a un bozal de cuero marrón lleno de remaches y hebillas el cual mantenía protegida su identidad, pero aun con ello la Sombra lo conocía bastante bien, podía reconocer esos ojos que ahora tenían las pupilas tintadas de un peligroso rojo, ligeramente obscurecido por el flequillo largo que le caía sobre la cara.

El hombre desamarró una de las ebillas de su peculiar bozal solo para llevarse un pedazo de corazón recién arrancado a la boca y chuparse los dedos afanosamente, lamiéndolos de arriba a abajo dándo otra mordida grande y violenta al organo vital respirándo profundamente como si llevara semanas enteras sin probar bocado.

-Contestáme... ¿Qué haces aquí, Murasakibara-kun?-

Murasakibara sin preocuparse por responder de inmediato siguió arrancando pedazos del cuerpo, comiéndolos con genuina glotonería pasando su lengua por las palmas de sus manos e incluso sus muñecas cuando la sangre le escurría por estas. Su cara estaba llena de rojo al igual que su mascara de cuero, el cabello y las puntas de este también estaban manchados y aun con todos estos grotescos detalles, su cara se mantenía con un eterno gesto de aburrimiento hasta que una brevísima sonrisa se dibujó en sus labios que escurrian sangre.

-Cuanto tiempo sin vernos Kurochin. ¿Aun usas esa aburrida máscara?- le preguntó al otro el cual con algo de recelo se puso una mano en su plana máscara y la hizo a un lado lo suficiente como para dejar ver un ojo completamente negro del que solo su pupila era como un foco rojo.

El gesto enfurecido que alcanzaba a verse por ese resquicio que había dejado descubierto, se fue suavizando lentamente hasta hacer paso a una expresión estoica, incluso su ojo iba desvaneciendo esos colores tan agresivos y en un parpadeo regresaba a ser el de un humano. Una mirada inexpresiva de un bonito color celeste.

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N/A: No me juzguen, solo he perdido el control de mi vida y de mi imaginación.

Un pequeño experimento que nació por la sobreexposición a fanarts y brindarle un poco mas de dolor a mi vida leyendo el manga de Tokyo Ghoul. Lo siento... (nah, I regret nothing).

Espero les haya gustado el primer cápitulo de esta cosa, no será un longfic como tal porque tengo la intención de que solo sea capitulos a lo mucho, claro si me da la vida para ello. En fin. Mil millones de gracias a quien se haya atrevido a leer esto y espero nos leamos pronto en el siguiente cápitulo.