"Una cometa de papel
surca el cielo
en el mismo sitio que ayer"

Buson.


El cuerpo entumecido bajo la nevada se niega a ingresar al confort de la habitación a sus espaldas. En un balcón, sentados lado a lado. Los copos de nieve no detienen su camino y siguen adelante, la brisa con regularidad silva un susurro como una madre tarareando una nana, no hay pausa, todo sigue su rumbo, igual al mundo; jamás se detiene, y sigue girando. Su respiración es leve, parece que le costara aspirar el impasible aire de invierno, sus labios entre abiertos se resecan a la falta de humedad que su lengua ya no puede proporcionar. El hombre de cabellos castaños acaricia la cabellera de su amado con suavidad, dejando que este repose su cabeza en sus piernas. Todo esta tan tranquilo que le producen temblores de sospecha a lo que puede sobrevenir. Ver caer la nieve en esta fecha es nostálgico. Suspira.

—Chuuya, ¿crees que lo copos de nieve dejen de caer algún día?

Una risa nasal le responde con sutileza. Es estúpido en la forma en que intenta descarriar los últimos momentos a una pregunta que esconde un doble significado bajo ella.

—No lo creo… —Responde entre marcados suspiros. Sus ojos pesan, la palidez de su rostro resalta todavía más en sus facciones, el reclamo de la parca por él. —Es simplemente… imposible, idiota.

Dazai enreda sus dedos temblorosos en los cabellos rojizos. Sabe que el día de mañana cuando contemple el ocaso será en soledad, y su corazón se estruja con tristeza, el dolor tira de su estómago y lo revuelve causándole nauseas, y ya es inevitable que sus lagrimas se desborden de sus pozos marrones. Las cristalinas gotas corren por sus mejillas e impactan en los pómulos cadavéricos de Chuuya que sonríe cansino. Si alguien le viera diría que las lagrimas las ha derramado el pelirrojo, pero no es así. Son de Dazai para Chuuya. Siempre le han pertenecido a Chuuya.

—Eres… —Inhala con dificultad, parpadeando con lentitud. Su última pelea. —un… idiota, Dazai… no puedes… detener… el desvanecimiento… de un ocaso o… la caída… de los copos… de nieve.

Con la mano libre Osamu quita con tosquedad sus lágrimas. Emula una sonrisa que resulta patética, otra vez sus ojos se empañan en la humedad desbordante de un llanto que no puede acallar. —Eh. Tus ojos parecen copos de nieve… Chuuya. —Su mentón tiembla al igual que su labio inferior. —Tu cabello se asemeja al ocaso… que… no puedo detener. —Estalla en llanto abrazando la frialdad de un cuerpo inerte. Se mese adelante y atrás, pasando un brazo debajo de los hombros de su amante, el restante se ocupa de rodear el torso. Besa el rostro constantemente mientras tiembla.

"También el sonido
de las gotas de lluvia
ha envejecido".

Taneda Santôka.