Y ahí estaba yo, la mujer inmutable con pies de hierro que se sienta en el trono, la mujer fuerte que lucha con demonios y bandidos día a día, esa mujer de acero que se enfrenta al mal y no muestra debilidad o miedo, aquella a la que miles de ojos miran expectantes, aquella a la que cientos admiran...esa mujer que no duda y que se mantiene de pie sin importar nada, esa misma mujer que parece envuelta en un duro cascarón. Era la misma mujer que se encontraba tan vulnerable mientras las lágrimas caían de sus ojos, cualquiera que me viera en este momento quedaría totalmente decepcionado.
Solas se había ido sin decir nada, me dejó en ese hermoso lugar que antes había creído tontamente sería el lugar en dónde por fin sellaramos nuestro amor, sin duda una estupidez por mi parte. Como si no bastara con eso, me ha quitado el vallaslin, la pintura con la que honramos a los Dioses, o que al menos creíamos hacerlo, sin embargo, no sé que creer, ahora ya no puedo creer en nada, ¿y si eso también es mentira? ¿Si es una mentira tan cruel cómo el amor que dijo tenerme alguna vez?.
El cielo nocturno me ofrece un poco de paz, las estrellas me hacen sentir que no estoy sola, pero en realidad si lo estoy, ahora que Corypheus ha muerto y Solas se ha ido para siempre, estoy tan sola como nunca. Solas se desvaneció sin dejar rastro, lástima que junto a él no se fuera todo el amor que siento...arde en mi corazón cada vez que revivo esos momentos, el roce de sus labios y sus palabras disfrazadas de verdades reabren las cicatrices que lentamente tratan de sanar en mi corazón. Me debato internamente entre sentir un profundo odio hacia él, llorar y sentirme nada porquese ha ido o amarlo por sobre todo. Me ha quitado todo lo que tenía, las pinturas que mi gente exhiben en sus rostros orgullosos de su cultura, una cultura opresora y esclavista, aquello de lo que tanto huimos...
Antes de despertar tan abruptamente, tuve un sueño bastante raro, el cielo nocturno lo cubría todo y la Luna se alzaba imponente castigando al Sol una vez más, un único árbol distinto a los otros, con brillantes hojas doradas que caían majestuosamente de sus ramas me llamaba para descansar a su sombra, una enorme tristeza me inundaba, lo extrañaba, incluso en sueños lo extraño... ¿Él me extrañará también? ¿Al menos formaré parte de sus recuerdos?, fue entonces que un lobo sombrío y tenebrosamente precioso se acercaba a mi, con pasos lentos y tímidos, apenas tocando la hierba que bailaba al ritmo que el aire soplaba, tan dócil como un corcel, se inclinó para que pudiera tocarlo y lejos de causarme miedo resultaba extremadamente reconfortante, como si pudiera sanar todas mis penas. Era un lobo enorme y oscuro que fácilmente podría confundirse con las sombras, con varios ojos pequeños y rojos, yo acariciaba su hocico y el animal parecía relajarse con mi tacto, se levantó y mirándome, con esa mirada que podía trasportarte más allá de este mundo, con una voz grave y profunda me decía:
"Ir abelas, emma lath."
-Extracto del diario de la inquisidora As'Bel Lavellan.
