Londres, 1979

Sirius no puede evitar preocuparse. Son casi las diez de la noche y Remus no ha llegado a casa. Se ha marchado pronto por la mañana a la universidad y les ha dicho que después se quedaría estudiando en la biblioteca, por lo que llegaría un poco tarde a cenar. Peter ha hecho pasta, lo único que sabe cocinar medianamente bien, y no es como si Sirius supiera hacer algo mejor. El único que sabe cocinar es James, pero está en casa de Lily.

-Quizás ha perdido la noción del tiempo estando en la biblioteca, ya sabes cómo es Remus cuando se acercan los exámenes .-trata de tranquilizarle Peter. Están en el salón, el fuego de la chimenea crepitando y la televisión emitiendo un programa musical que Peter mira sin mucho entusiasmo. Sirius no dice nada, se levanta del sofá y rebusca el paquete de cigarrillos entre los bolsillos de su pantalón. No debería fumar en el salón, sabe que a Remus no le gusta a no ser que abra la ventana, pero hace un frío de mil demonios fuera y a Sirius no le apetece congelarse. Además Remus no está. Joder, ¿dónde se habrá metido?. Sirius da una larga calada a su cigarrillo hasta casi consumirlo y mira por la ventana que da a la calle, pero no le ve.

-Voy a salir a buscarle.- anuncia finalmente, y Peter le mira con el entrecejo fruncido.

-¿En serio? Seguro que no tarda en volver.

-Me da igual.- repone Sirius- ¿Y si le ha pasado algo?

Tiene un mal presentimiento, así que no va a quedarse ahí sentado esperando. Peter se encoge de hombros, sabe que hacer entrar en razón a Sirius cuando éste se preocupa por Remus es inútil.

-¿Quieres que te acompañe?.- le pregunta Peter sin mucho entusiasmo. La idea de salir de las mantas y abandonar el reconfortante calor de la chimenea no le seduce en absoluto.

-No, está bien Pete, tú quédate aquí por si vuelve.- le asegura Sirius, mientras va hacia el hall y se pone la chaqueta de cuero. Se despide y sale a la calle, lamentando al instante no haber cogido una de las bufandas que Remus siempre tiene colgadas en el perchero de la entrada. Hace un frío horrible y caen diminutas pero persistentes gotas de lluvia, así que acelera sus pasos intentando entrar en calor. Viven en un barrio residencial y apenas hay gente en la calle a esas horas, excepto algunas personas paseando a sus perros. Sirius mira en todas direcciones, tratando de acostumbrar sus ojos a la escasa luz que arrojan las farolas. Sigue andando varios minutos tomando el paseo que Remus siempre coge para ir a la universidad, pensando que tal vez se lo encuentre de vuelta. Su amigo no suele coger el autobús para ahorrarse el dinero del billete y además la universidad no queda lejos de su piso. Sirius se cruza con varias personas pero ninguna es Remus, hasta que ve a una figura alta y delgada unos metros más adelante. La inconfundible figura de su amigo. Sirius siente como si le hubieran quitado una tonelada de encima y suspira de alivio, pero a medida que se va acercando puede ver que Remus no anda derecho, sino que cojea un poco y se lleva la mano al costado.

-¡Remus!.- le grita, corriendo hasta él y haciendo que éste de un respingo por el susto.

-¿Sirius?.- musita, apenas en un hilo de voz.- ¿Qué...qué haces aquí?

Sirius, que ahora puede verle mejor al estar más cerca y a la luz de una farola, le observa horrorizado. Remus tiene el labio partido y un reguero de sangre le baja por la boca hasta el cuello, manchándole la bufanda y el abrigo. Su ojo izquierdo está hinchado, como si le hubieran dado un golpe.

-Remus, ¿qué ha pasado?.- le pregunta, asustado.

-¿Podemos ir a casa?.- pregunta él. - tengo...tengo frío.

Sirius asiente y se quita la chaqueta de cuero para pasársela a Remus por los hombros. Sólo lleva una camiseta, pero no le importa.

-Te vas a congelar...- Remus intenta devolverle la chaqueta pero Sirius vuelve a colocársela.

-Vamos, no estamos lejos de casa.- le dice, y le rodea por la cintura dejando que apoye su peso en él. Sirius escucha el castañeteo de los dientes de Remus y su respiración elaborada. Sigue llevándose las manos al costado derecho y emite un quejido de dolor cuando tienen que tomar una calle un poco más empinada. Sirius quiere saber qué coño ha pasado, quién le ha hecho esto a Remus, pero su prioridad ahora es llegar al piso y hacer que entre en calor. Al cabo de unos interminables minutos llegan al portal y Sirius maldice a ese viejo edificio en el que viven y que no tiene ascensor.

-¿Puedes subir? ¿Quieres que te lleve?

-No puedes conmigo.

-¡Claro que puedo!.- se queja Sirius, ofendido. Remus esboza media sonrisa y niega con la cabeza.

-Sólo sujétame un poco.- le dice, y Sirius le sostiene de nuevo por la cintura tratando de no hacerle daño. Remus apoya gran parte de su peso sobre él y suben despacio. Cuando por fin llegan al tercer piso Sirius aporrea la puerta y llama a Peter a gritos, sin tiempo de ponerse a rebuscar las llaves en los bolsillos de su chaqueta. Peter abre y ahoga un grito al ver a Remus en ese estado, pero en seguida se aparta para dejarles pasar.

-¿Qué ha pasado?.- pregunta horrorizado, siguiéndoles hasta el salón. Sirius acomoda a Remus en el sitio del sofá más próximo a la chimenea.

-No lo sé.- responde Sirius, falto de aliento, mientras le quita la bufanda y el abrigo a Remus. Están mojados y llenos de suciedad.- ¿Puedes hacer té? Creo que le vendrá bien.

Peter asiente y rápidamente va a la cocina. Sirius se agacha para quedar a la altura de la cara de Remus y observa de nuevo los golpes. Su amigo ha cerrado los ojos y ha apoyado la cabeza contra el respaldo del sofá. Sigue temblando, pero Sirius empieza a pensar que no tiene nada que ver con el frío.

-Remus...- le llama con suavidad, tomándole de la mano.

-Mmmm...

-Tenemos que ir al hospital. Pero antes tómate el té que está haciendo Peter, entrarás en calor.

Remus abre los ojos y niega con la cabeza. Tiene una mueca de dolor en el rostro y a Sirius se le encoge el corazón.

-No, al hospital no.

-Puede que tengas algo roto.- le dice, tratando de sonar calmado.- y yo... yo no sé cómo arreglar eso. Puedo desinfectarte las heridas, pero nada más.

-No tengo nada roto.

Sirius resopla, intentando controlar sus emociones. A la preocupación por su amigo se suma la ira contra quienquiera que le haya hecho eso, pero sabe que dejarse llevar por el enfado no le servirá de nada ahora mismo.

-Está bien, pero a lo mejor tienes una contusión, ¿te duele la cabeza?

-No, sólo la cara y el abdomen. Es...- Remus se detiene y se incorpora un poco con dificultad.- es donde me han dado, no en la cabeza.

Sirius aprieta la mandíbula, sintiendo la ira trepándole por la garganta.

-¿Quién ha sido?

-No sé... no les vi bien la cara.

-¿Por qué te pegaron?

Antes de que Remus pueda contestar Peter entra en el salón con una bandeja y tres tazas de té. Le da una a Sirius y le tiende otra a Remus.

-Con un poco de leche y azúcar, Remus, justo como te gusta.- los dos le dan las gracias pero Sirius deja su taza de nuevo en la mesa, incapaz de tragar nada en esos momentos con un nudo atorándole la garganta.

-Pete, ¿sabes dónde está el botiquín?

-En el baño.- responde Remus en su lugar.- en el cajón de abajo.

Sirius asiente rápidamente y va a buscarlo. No tarda en volver y empieza a sacar gasas y agua oxigenada.

-Esto va a escocer un poco.- le advierte Sirius.- Pete, ayúdame a incorporarle.

Peter deja la taza de té en la mesa y entre los dos toman a Remus por debajo de las axilas para subirle un poco y que esté más recto. Remus emite un quejido al moverse y sus dos amigos intercambian miradas de preocupación.

-¿Puedo?.- le pregunta Sirius, tomando el borde de su jersey, pidiendo permiso para levantárselo. Remus asiente, ha vuelto a cerrar los ojos y a apoyar la cabeza en el respaldo. Sirius le sube el jersey con delicadeza para ver su abdomen y observa horrorizado los moratones que empiezan a formarse en la piel de su amigo, el más grande de todos en el costado derecho, en las costillas. Peter observa el cuerpo de su amigo con aprensión y aparta la mirada.

-Remus, de verdad que sería mejor que fuéramos a un hospital...- murmura Sirius, asustado.

-No, Sirius, por favor...

-Está bien, Remus, está bien.- susurra él, dándole un leve apretón en la mano.- pero mañana iremos al médico sin falta.

Remus asiente sin decir nada y Sirius empieza a limpiarle las heridas con el agua oxigenada y las gasas. Remus no se queja, nunca lo hace. Ya puede estar muerto de cansancio o molido a golpes como en esa ocasión, que nunca se queja de nada, ni siquiera cuando no tiene dinero para comprarse libros nuevos o para pagar el alquiler y se niega a que ninguno de sus tres amigos le ayuden. Remus nunca pide ayuda, ni se queja de su situación, por eso verle tan indefenso hace que a Sirius se le venga el mundo encima. Puede ver las muecas que hace cuando le toca el labio o el ojo, y cómo aprieta los dientes para no emitir ningún sonido. Sirius intenta ser lo más delicado que puede y al final consigue limpiarle toda la sangre de la cara, pero Remus aún tiene las manos sucias de barro y el pelo y los pantalones mojados.

-¿Qué tal una ducha, eh Remus? Te sentará bien.- le pregunta Sirius, y Remus intenta levantarse pero falla en el intento. Peter y Sirius se aproximan a ayudarle y finalmente pueden ponerle de pie.

-Remus, ¿quieres comer algo? Puedo recalentarte la cena.- le propone Peter, queriendo ayudar.

-No tengo hambre, gracias Peter.- le contesta él, apoyándose en Sirius ya en dirección al cuarto de baño.

-Llamadme si necesitáis algo.- le dice Peter a Sirius, y este asiente con una media sonrisa que no alcanza sus ojos, cargados de preocupación.

Se meten en el baño y Sirius cierra la puerta tras de sí, ayudando a sentarse a Remus en la tapa del inodoro. Se agacha a su lado y empieza a quitarle la ropa, conteniendo gritos de rabia cuando ve los moratones que le surcan el cuerpo.

-Puedo ducharme solo, en serio.- le dice Remus, que intenta taparse. Sirius le dirige una mirada severa y le aparta las manos que le cubren.

-No quiero que te caigas en la ducha.

-No voy a caerme .- le asegura Remus, tomando sus manos entre las suyas y dándoles un ligero apretón. Sirius le mira unos instantes y finalmente accede.

-Vale, pero estaré detrás de la puerta, llámame para lo que sea.- le dice, y sale del baño. Sirius cierra la puerta y se sienta en el pasillo, apoyando la espalda en ella. Escucha a Remus dentro, deshaciéndose del resto de la ropa y encendiendo el agua, que empieza a repiquetear sobre el plato de ducha. Durante unos segundos sólo se escucha el agua cayendo, hasta que Remus emite un quejido y Sirius se levanta como un resorte y abre la puerta.

-¡¿Qué pasa?! ¡¿Estás bien?!.- pregunta con el corazón en la boca, viendo la silueta de su amigo a través de la cortina de ducha.

-Estoy bien, sólo que no queda agua caliente, me ha impresionado el agua fría, eso es todo.- le contesta Remus desde el otro lado de la cortina.

-Lo siento.- se disculpa Sirius, porque él ha sido el último en ducharse. Sus tres amigos siempre se quejan de que gasta el agua caliente, por eso ahora sólo le permiten ducharse el último.

-No pasa nada, Sirius, sólo acércame una toalla por favor, tengo frío.- le dice Remus, y Sirius se siente tremendamente culpable. En seguida coge una toalla grande que cuelga sobre el perchero y se la tiende a Remus a través del hueco que hay entre la cortina y la pared. Si se tratara de James no habría dudado en abrir la cortina y en ayudar a su amigo a salir y a secarse, pero sabe que Remus es celoso de su intimidad y no le gustaría. Remus abre por fin la cortina, con la toalla rodeándole los hombros y colgándole a mitad de las rodillas, y sale con dificultad de la ducha. Sirius se aproxima a ayudarle, le toma del brazo y le ayuda a sentarse en la tapa del inodoro.

-Siento lo del agua.- le repite.

-Está bien.- le asegura Remus, con una sonrisa tranquilizadora.

Sirius asiente, aún sintiéndose culpable, y coge otra toalla para secarle el pelo. Remus se deja hacer, cerrando los ojos mientras su amigo le quita toda la humedad.

-¿Seguro que no tienes hambre? No es que Peter sea el mejor cocinero del mundo, pero yo me he comido su cena y aún no he muerto.

-Seguro.- dice Remus, riendo ligeramente, y después se pone serio.- Gracias Sirius.

Sirius le sostiene la mirada y siente una extraña sensación en el pecho. Su corazón ha empezado a latir muy deprisa y no sabe por qué, pero experimenta algo que jamás le ha ocurrido antes. Sea lo que sea, prefiere no pensarlo demasiado. Ha sido una noche horrible y sólo quiere que Remus descanse. Sale del baño en busca de su pijama, ese que le regaló su madre por navidad y que todos creen que es horroroso, porque es de felpa y con unos colores que no combinan entre sí. Sirius tiene que reconocer que Remus se ve adorable con él, su largo y delgado cuerpo como engullido por la voluminosa tela.

Después de vestirse le acompaña a la habitación que comparte con Peter y le ayuda a meterse en la cama.

-Tengo frío.- murmura Remus, medio adormilado. Sirius rebusca por la habitación y abre el armario, hasta que encuentra una gruesa manta que coloca encima de la colcha. Su amigo sonríe y se arrebuja entre las sábanas.

-Llámame si quieres algo.- le dice Sirius, sentándose a un lado de la cama.- da unos golpes en la pared, estaré en mi habitación.

Remus asiente con los ojos ya medio cerrados y emite un amplio bostezo. Sirius le mira y sonríe, preguntándose si Remus es consciente de lo adorable que es, pero en seguida se recompone ¿Qué coño le está pasando? ¿A qué vienen esos pensamientos sobre su amigo? Se abstiene de preguntarle de nuevo por lo ocurrido, y cuando va a levantarse Remus le toma por la muñeca, deteniéndole.

-¿Puedes quedarte?.- le pregunta, con sus grandes ojos castaños que ahora están un poco brillantes por el sueño o la tristeza, Sirius no sabría decirlo. Es raro que Remus pida o suplique nada, pero Sirius puede ver que está asustado y lo último que quiere es verle en ese estado.- Sólo hasta que me duerma...

-Claro.- asiente. Remus esboza una sonrisa triste y se mueve para la derecha, dejando un hueco a Sirius, que se deshace de sus zapatos y se mete entre las sábanas. Enseguida nota el calor del cuerpo de Remus y de nuevo esa sensación que lleva instalada en su pecho toda la noche y que no sabe cómo descifrar.

-Buenas noches Sirius.- murmura Remus, ya con los ojos cerrados.

-Buenas noches Remus.- susurra Sirius, y le observa hasta que cae dormido.

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Fin del primer capítulo! Cualquier comentario será bien recibido :) No será un fic muy largo, pero tendrá varios capítulos. Espero que os haya gustado y nos leemos en el siguiente.