Soy una fanática del SS a tiempo completo, mi cabeza está llena de escenas y cada día se presenta una nueva. Especialemente ahora, gacias al manga. Así que las voy a ir escribiendo y dejándoselas aquí para que las disfruten. Cada una tendrá un contexto diferente, si alguna llegase a relacionarse con otras yo seguramente se los aclare en el mismo capítulo, pero no son una historia con una trama continua. De todas formas, espero que las disfruten porque son muy cortitas y rápidas de leer.

Gracias por el apoyo.


Naruto © Masashi Kishimoto.

Drabbles by Raihué.


Llevaba varios minutos allí. Se acuclilló frente al lago y volvió a refrescarse el rostro. Se pasó las manos mojadas por el cabello sintiendo como éste ahora se peinaba hacia atrás y se apegaba ligeramente a su cabeza. Gruñó frustrado al volverse y verla allí, en el mismo exacto sitio que la había encontrado minutos antes, moviéndose sólo lo suficiente para respirar.

Se veía pálida bajo la luz de la mañana, sus labios seguían siendo rosados pero la parte inferior de sus ojos ahora tenía unas ligeras manchas violáceas. Su cabello se desparramaba sobre el césped del claro, y cada tanto, gracias al viento, un árbol le prestaba su sombra.

No era suficiente -pensó- si esa fastidiosa chica no despertaba seguramente la blanquecina piel de su rostro se pondría colorada cuando el sol comenzase a refulgir con más ímpetu. No era de su incumbencia -se repitió-, no lo era su níveo rostro así como tampoco lo eran sus cremosas piernas al descubierto. No debía preocuparse por los nevados brazos que lo habían rodeado con fuerza al terminar su batalla con Naruto, ni las pequeñas manos que habían sostenido las suyas en el hospital mientras se curaba de sus dolencias. No lo era su sonrisa, ni tampoco el olor acaramelado de sus cabellos rosados. Nada de ella le era significativo.

¿Y entonces por qué no podía simplemente regresar por donde había llegado?

Se maldijo internamente cuando sus traicioneros pasos, en vez de alejarlo de esa molesta jovencita, lo posicionaron a su lado.

Se veía cansada. Su mueca era de paz absoluta, quizás llevaba tiempo sin dormir -lo que podría explicar el hecho de que la luz de media mañana no consiguiese despertarla aún-. Se sentó a su lado girando la mirada hacia los árboles, éstos se mecían lentamente entre las caricias del viento; no hacía mucho frío -se dijo-, al quitarse la chaqueta y dejarla sobre las piernas de ella. Volvió a enfocarse en el paisaje y lo encontró particularmente tranquilizador. Solía ir allí, pero el sentimiento que lo acompañaba en la mayoría de las ocasiones era soledad, y en las demás tristeza. Nunca había sentido paz en ese silencio. Nunca, hasta ese día.

Sus atezados cabellos habían comenzado a secar, regresando lentamente a su peinado original, algunos todavía le mojaban las mejillas. La miró de reojo. De repente sentía ganas de tirarse al lago y hundirse allí hasta nuevo aviso. Hasta que ella dejase de remolonear tan dulcemente justo frente a sus ojos.

¿Qué sentiría Sakura?

Pensó en las ocasiones en que, entre lágrimas y desesperación, le había confesado cuánto lo amaba. Se preguntó si aun lo seguía haciendo, después de todo, nunca había aclarado con ella esa situación.

Era un cobarde.

Sin embargo Sakura lo esperaba dulcemente. Nunca traía el tema a colación, no lo presionaba. A duras penas podría considerarla una conocida, ya que se concentraba tanto en su trabajo que no acudía ni siquiera a las reuniones en el puesto de ramen que organizaba Naruto todos las noches. Al menos ella no tenía que comer esa receta día tras día -se alivió-, pero realmente, no se veía como si estuviese comiendo nada mejor.

Recorrió con su dedo índice las ojeras que corrompían su delicado rostro. No quiso hacerlo, pero no lo pudo evitar. Ella siguió descansado como si el viento hubiera sido el único que la hubiese tocado. Estaba más delgada, y apenas más alta que antes -pero lo solucionaba con unas delicadas sandalias que había adquirido al notar la vergonzosa diferencia de estatura con quien había sido antes el más enano del equipo-. Su cabello estaba más largo y ahora tenía un pequeño fleco de costado, se veía suave y brilloso. Sus ojos seguían siendo las dulces esmeraldas que siempre que lo veían centelleaban sin permiso.

Acarició su cabeza y deslizó su mano hasta acunar su mejilla. Deseó golpear a Tsunade, siendo médica no podía dejar que su alumna llegara a tales extremos de agotamiento. Nada valía tanto como la salud de Sakura.

Posó su pulgar en los labios de ella y los perfiló lentamente.

Nada valía tanto como Sakura. Era única.

Maldijo lo que estaba pensando.

Ella era la única mujer que no soportaría ver morir. Le quedaban muy pocas personas importantes en la vida, todo su clan estaba muerto, y su familia también. Naruto y Sakura eran lo más parecido a una familia que se podía imaginar.

Del rubio estúpido no tenía que preocuparse, era fuerte como una bestia de campo. Sakura por otro lado… frunció el gesto tomándole la barbilla delicadamente entre las manos para poder apreciarla mejor. Ella podía ser fuerte, pelear codo a codo con él, resistir cuando las situaciones se ponían difíciles… pero no podía ocultar su fragilidad cuando estaba herida, ni su vulnerabilidad cuando estaba cansada. Por eso es que desde el principio la había considerado una molestia. Él tampoco podía ignorar la preocupación que le quemaba en las venas cuando la veía así.

Sonrió resignado.

Continuaba negándoselo a sí mismo, pero ya ni su mejor esfuerzo lo podía ocultar.

Agachó su cabeza hasta ella y rozó suavemente sus labios. No despertó. Presionó su boca contra la de ella y la acarició con la lengua. Se separó de ella con cuidado.

Se removió incómoda unos segundos hasta volver a acomodarse en paz y seguir durmiendo. Él también se quedó tranquilo. A su lado, le ofreció su sombra a cambio de que dormida olvidase el secreto que sus labios acaban de descubrir. Por el momento, eso sería suficiente.


Gracias por leer.

Espero que lo hayas disfrutado.

Tu opinión me haría muy feliz.