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"¡Muy bien queridos oyentes! Los despedimos en esta bella tarde soleada siendo un hermoso ejemplo del tan simpático otoño. Aprovechen el día, disfruten del aire libre con la más linda compañía y las mejores vibras ¡para ti, tus amigos, tu familia, tu novia o novio y todos los bellos seres que te ro...!"

Syuusuke gruñó molesto y de un golpe apagó la radio. Se refregó los ojos cansados e irritados, con pereza estiró luego su cuerpo dolorido tras una placentera siesta en el escritorio. Miró con atención el desorden de papeles, libros, lápices esparcidos incluso en el suelo; su gato echado sobre sus preciados manuscritos, tan despreocupado a lo largo del mueble. Cuando quiso intentar correrlo, Chīzu gruñó furioso y lo miró amenazante mientras le mostraba las garras. Se resigna, se levanta y camina hacia la persiana cerrada que filtraba pequeños círculos de luz. Los contempló un instante y finalmente la abrió, dejando que el sol ilumine y trate inútilmente llenar de energía su pequeño refugio.
Se lava la cara, se despabila y decide salir a tomar un café. Recorre en su mente los bares que conoce y decide ir al pequeño local a unas pocas calles del parque. Toma un cuaderno, su pluma preferida y las llaves de la casa. Emprende camino, sosegado, hacia allí

Una vez en el lugar y ya con su moca en mano se dedicó a elegir una mesa. Eran cosas pequeñas a las que dedicaba especial atención, como decir que su café le gustaba demasiado caliente y con la cantidad justa y específica de café, chocolate, leche; sin azúcar. No había demasiada gente y se decidió por una mesa junto a la ventana más grande. No pudo dar siquiera dos pasos: ojalá no hubiera pedido tan caliente el café. Cuando quiso darse cuenta su pantalón olía a moca y un joven pelirrojo lo miraba con los ojos abiertos cubriendo su boca con las manos. Se tomó cinco segundos para ignorar el ardor en la piel mientras calmaba el instintivo reflejo de lanzar un puñetazo.

-¡Perdón, nya! ¡Perdón! –Exclamó el muchacho alterado. Se movía nervioso y al notarlo le provocó ternura.

No llegó a pronunciar palabra alguna.

-Juro que no te vi, es que siempre voy tan distraído. Espérame aquí y te traigo otro. No, mejor siéntate. Lo llevo a tu mesa ¿Cuál es tu mesa? No, siéntate aquí ¡Ya regreso!

-Pero...

-¡Perdón, nya!

Al notar que no podría evitar lo que fuera que decidiera hacer el pelirrojo, Syuusuke se limitó a esperar; no sin antes cambiarse a la mesa que le gustaba, junto a la ventana. No pasó demasiado tiempo para que llegara el muchachito, con dos cafés en su mano: uno extendido hacia su cara y detrás una brillante sonrisa.

-Perdón, no te vi, siempre voy tan distraído. Creo que ya dije eso. Lo siento. –Continuaba sonriendo y con su brazo extendido. Hizo una pequeña pausa.- ¿Moca, no?

-Eh... sí –Reflexionó por un momento ¿cómo sabía lo que había pedido en primer lugar?- Grac...

-¡Genial! Mira, traje azúcar y edulcorante porque realmente no sé con qué lo tomas. Aunque podrías tomarlo solo ¿Azúcar o edulcorante?

-¿Trabajas aquí?

-¡Nop! –Ensancha su sonrisa- ¿Azúcar o edulcorante?

-Solo, en realidad.

-Bien, entonces estos los usaré todos yo.

Se quedan en silencio. El muchacho lo mira, sonriente. Syuusuke de pronto toma conciencia de la seriedad de su propia expresión y sonríe, amable.

-Rubio ¿Vas a tomar tu café?

-¿Puedo pedirte también que me hagas compañía?

El pelirrojo vacila. Ensancha más la sonrisa –si es que es eso posible-.

-¡Claro!

Se sienta frente a él y le extiende la bebida, mirándolo fijo. Entonces le pareció encontrar cierta curiosidad en el rostro del simpático desconocido.

-¿Tu nombre?

-¡Oh, sí! Lo siento, nya. Kikumaru. Kikumaru Eiji.

Silencio. Kikumaru lo mira; sonríe.

-Bonito nombre.

-Gracias.

-Va con tu cara. –El pelirrojo bajó la mirada y tomó de su café-... Fuji. Fuji Syuusuke.

-Bonito... –Syuusuke alza una ceja- nombre.

Sonríen.

Toman café.

-Castaño.

-¿Qué? –La confusión del muchacho le provoca una pequeña risa que reprime-.

-Mi pelo. Castaño claro. No soy rubio.

Sonríen.

La compañía de Eiji le causaba una extraña comodidad. En ningún momento puede o quiere sacarle la vista de encima.

Se miran.

Toman café.