Pecado
Bueno, este es mi primer fic de FMA, sobre cierto tema que tuve varios días en la cabeza.
En este fic, Al no viajó al otro lado de la puerta, sino que se quedó en Amestris, aunque Ed si que volvió a nuestro mundo.
1. Reencuentros
Habían pasado ya diez años desde que Edward Elric volviese a Amestris y su hermano Alphonse, recuperase sus recuerdos. Aunque después, Ed había tenido que volver al otro lado de la puerta para cerrarla y que no volviese a abrirse.
Diez años en los que habían sucedido grandes cambios, algunos buenos, otros malos, pero cambios al fin y al cabo.
En estos pensamientos se hallaba sumido el General Mustang, el alquimista Flame.
En aquellos años, su vida había cambiado drásticamente. Había ascendido varias veces hasta alcanzar el puesto de General, puesto del que estaba orgulloso. Pero no tanto como el haberse convertido en el marido de Riza Hawkeye, que ya no era teniente, sino Coronel de Brigada. Podría decirse que Roy Mustang era un hombre feliz, salvo e aquellos instantes en los cuales podía comparar sin parecer exagerado, su hogar con un cuartel del ejercito.
Riza había decretado un horario con las tareas asignadas a cada uno cada día de la semana, de tal forma, que todos los días, ambos tuviesen cosas que hacer. Tareas que debía cumplir a punta de pistola.
Riza, siempre tan estricta, había educado a sus hijos como educó en su día a Black Hayate, de tal forma que no podía buscar apoyo en ellos. Sus hijos se habían convertido en dos versiones en diminuto de su madre, y Roy temía el día en el cual creciesen y lo obligasen a hacer las tareas que le correspondían. Tareas de las cuales se encargaba la niñera de los niños.
Roy centró sus pensamientos en sus hijos, Maes y Carol. Carol por la madre de Riza, y Maes… Roy recordó a su mejor amigo, y como había muerto. No podía dejar de recordarlo, pero hacerlo le ocasionaba un nudo en la garganta que le impedía seguir adelante con entereza. Así pues, intentó olvidar aquellos sombríos pensamientos, pero no pudo evitar chocar con alguien.
- Disculpe, iba distraído
- No fue nada…
Roy miró alarmado a aquella persona. Aquella voz. No era posible, pero lo era.
Las pupilas de Roy se dilataron y su boca se abrió, murmurando palabras incomprensibles. Retrocedió inconscientemente, viendo como aquel hombre se alejaba en silencio. Un hombre que murió y que fue su mejor amigo. Maes Hughes.
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Rush Valley no había cambiado en casi nada. Seguía repleto de talleres y tiendas de automails, así como ferreterías y tiendas de herramientas y recambio.
En un callejón oscuro se encontraba una pequeña tienda-taller de automails, que misteriosamente, era la más frecuentada y famosa de Rush Valley. Sus automails eran los mejores de Amestris, aunque solo podían obtenerlos aquellos que los necesitasen.
Era regentado por Dominique, un artesano de automails, su ayudante y protegida Panynia, y Winry Rockbell, la nieta de la "tigresa de Rizenbull" Pinako Rockbell.
La joven Rockbell iba camino de convertirse en la mejor artesana de automails de todo Amestris, ya que sus "obras maestras" no presentaban más fallos que los producidos por actos temerarios o fallos en el material.
Sin embargo, había una especie de leyenda urbana en torno a Winry Rockbell. A pesar de ser bonita y tener muchos pretendientes, nunca se la había visto en compañía de otro hombre, ya que aceptaba todas las peticiones cortésmente o a base de llave inglesa. Además, decían los rumores que cada año, hacía un automail de un brazo y una pierna. Unos automails perfectos, mejores que cualquier otro, y que cada año, hacia de una talla más. Nadie sabía para quién eran aquellos automails, pero sin duda era afortunado, no solo por los automails, sino por tener el corazón de la joven.
Aquel día, "Rockbell & Dominique´s" tenían una visita especial. Un muchacho de edad similar a Winry, de largos cabellos rubios, que vestía de rojo. De su bolsillo podía verse la cadena del reloj que lo proclamaba alquimista nacional. Se trataba de Alphonse Elric, el alquimista nacional Soul, y amigo de la infancia de Winry.
Alphonse había llegado temprano en la mañana, y aunque era ya pasado el mediodía, no se había separado en todo aquel tiempo de su amiga. Aunque ella estuviese en el taller o atendiendo a los clientes, él estaba junto ella, viéndola trabajar con una sonrisa. Cuando se quedaban a solas, proseguían su charla. Tenían muchas cosas que contarse, ya que por diferentes sucesos, hacía seis años que no se veían.
Aunque aparentemente lo había olvidado, Al seguía intentando traer de vuelta a su hermano, aunque fuese imposible. No le contaba a nadie sus planes, pero todos sabían lo que tenía en mente.
Al llegar la hora del almuerzo, Winry y Al fueron a comer a un restaurante cercano. Mientras esperaban la comida, Winry fue un momento al baño, y Al se quedó a solas con sus pensamientos.
Estaba contento por haber vuelto a ver a Winry, pero sabía que pronto tendría que volver a iniciar sus viajes en busca de conocimientos alquímicos, y volver a Central a presentar sus informes, y ver a los Mustang, a Armstrong y a todos los demás, y recoger a su aprendiza, a quien había tomado como alumna dos años atrás, y quien lo acompañaba a todas partes, salvo en algunas contadas ocasiones como aquella.
Salió de sus pensamientos al oír entrar a alguien. Una mujer rubia vestida de negro hizo su aparición. Parecía que venía a recoger comida para llevar y mientras esperaba, se apoyó en la barra mirando con aire distraído a su alrededor. No habría llamado la atención de Al, sino fuera porque había oído su voz. Una voz terriblemente familiar.
Cuando recogió su paquete y fue a abandonar el establecimiento, Al se levantó inconscientemente. En el ultimo segundo, cuando se había girado al recoger su encargo, había visto su rostro y su mechón de pelo rebelde cayendo sobre él.
Al salió a la calle para seguirla. No podía ser, pero lo era. Había visto la cara de Martel, la quimera que lo raptó y más tarde ayudó en Ishbal. Martel, quien había muerto en el interior de la armadura que había sido su cuerpo durante años.
- ¡Martel-san¡ - Al gritó, deseando que lo esperase. Tenia que asegurarse, tenía que pedirle perdón por haberla dejado morir. Tenía tanto que contarle.
Durante un segundo, la chica lo miró, y Al pudo confirmar que aquellos ojos verdes eran los suyos. Lo era también el rubio cabello y los labios que permanecían cerrados, sin hablarle.
- ¡Al ?
Al se volvió para encontrar a Winry, quien lo miraba preocupado. En aquel intervalo, perdió de vista a la misteriosa muchacha.
- ¿Al¿Estás bien? Me tenías preocupada… salí del baño y no estabas…
- No…no es nada, Winry… no es nada – dijo intentando convencerse así mismo.
- ¿Seguro? Volvamos al taller, tienes mal aspecto – se preocupó la rubia – Parece que hubieses visto un fantasma…
- Eso me temo Winry. Eso me temo… - terminó Al, dejando un silencio que parecía traído del más frío viento del norte.
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Y este ha sido el primer capítulo, y pronto el segundo.
Se aceptan reviews y regalos, pero no mensajes bomba ni virus XD
El siguiente episodio: Decisión
