Los personajes de Naruto NO me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.
"Reino Milenario"
Nota: Este mini fic era originalmente un One shot con participacion de un lector, en este caso AkimeMaxwell
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En el año 300 de la nueva era, fue fundado el reino de Milledoni, reino que era regido por la real familia Hyuga, de la que se rumoreaba ocultaba un gran poder, sin embargo jamás se mostró ningún indicio de realidad ante tales sospechas.
Durante la última generación las disputas familiares fueron en aumento, la pobreza en el reino fue acrecentándose, los rebeldes y sus actos impúdicos crecieron atormentando al pueblo, el rey que se encontraba anciano y muy enfermo dudaba en quién debía sucederle en el trono, su hijo mayor Hiashi o se gemelo Hizashi, ambos hermanos tenían un fuerte idealismo de llevar al reino a un nuevo nivel, uno dónde el pueblo recibiese ayuda limitada a cambio de su aceptación y fidelidad para con la familia real, sin embargo el aún rey consideraba que comprar la fidelidad del pueblo con migajas era un acto reprochable digno de los mas ruines hombres.
Llegado el momento de elegir, el reino se llenó de dicha cuando Hizashi anunció su compromiso con la princesa del reino de Armsdam, mismo a dónde el partiría para gobernar con sus ideales estipulados dando pase libre a su gemelo para gobernar Milledoni, fue así como Hiashi recibió la corona entre enfrentamientos en todo el pueblo, el rechazo de muchos y el enojo de la mayoría.
Hiashi comenzó su reinado con mano dura, estipuló reglamentos en los que ninguna familia podría tener mas de un hijo, puesto que así buscaba aminorar los niños que vagaban abandonados en las calles, dicha regla provocó el descontento de la mayoría del pueblo que alegaba muchos habían marcado como tradición familiar la concepción de una familia numerosa.
Tras los primeros años de reinado, Hiashi tomó como esposa a la princesa del reino perdido de Asía, con ella concebio dos hija, la primera princesa Hanabi y la segunda princesa Hinata, ambas de belleza inigualable, con un destino marcado por el destino para la mas pequeña, aquella que se diferenciaba del resto de su familia, la que según los adivinos reales marcaría la diferencia del reino, protegiéndolo en un milenio de paz, haciendo honor a su mismo nombre.
Las guerrillas que buscaban derrocar al reino se organizaron y unieron en una sola, estaban cansados de que el reino y su gente tratase de comprarlos con las sobras de sus propias tierras, buscaban derrocar al rey Hiashi y castigar a su familia, tanto a la reina como a las princesas, tomaron algunos pueblos y comenzaron con movimientos revolucionarios que al final del día solo terminaron por cobrar vidas inocentes.
El primer día de la primavera se llevaba acabo el aniversario de la fundación del reino, un día en el que se pretendía que el pueblo olvidase lo ocurrido el resto del año, un día de fiesta que daba inicio por la mañana durante dos días, esa mañana después de la inauguración de la gran fiesta de Milledoni, el rey convocó a una reunión con toda la familia real y su concejal mas cercano, los guardias fueron desplegados hasta dos salones de distancia del lugar donde la reunión se llevaba acabo, durante la primera hora todo sr mantuvo en silencio como era normal en dichas reuniones, sin embargo tiempo mas tarde se escucharon golpes y gritos, la voz del rey resonaba fuerte y autoritaria tratando de aplacar a cualquier costo los gritos de la menor de las princesas, Hinata Hyuga.
En el pueblo y la ciudadela, las personas celebraban gustosas y llenas de júbilo la fiesta, los guardias mantenian el orden e impedían que los rebeldes intentasen penetrar la fortaleza para tratar de atacar a la familia real, cerca de la media noche y con una gran cantidad de rebeldes apresados, los guardias comenzaron una retirada de emergencia hacía el castillo, la alarma de jade resonó hasta el pueblo mas remoto del reino, el pánico cubrió a todo el pueblo que gritaba aterrrorizado, era bien sabido que la alarma de jade era de gravedad, se tocaba cuando un asunto real se salía de control y mas comúnmente era el anunció de muerte de parte de un integrante de la familia, ya fuese el rey, la reina o alguna de las princesas, dicha alarma solo podía ser activada por alguien del mismo nivel.
Dicen los rumores que al llegar la guardia real se encontraron con la princesa Hinata bañada en sangre, los cuerpos del rey, la reina y la primera princesas yacían muertos en el suelo, con los ojos abiertos, sin brillo, sin vida, en su mano empuñaba la menuda mujer un puñal de plata con el que se dice asesinó a sus padres y hermana, tenía lágrimas en sus ojos pero la mirada muerta, detrás de ella una mujer del servicio observaba todo con calma, de pie sobre el encharcamiento de sangre, mientras la Hyuga se mantenía inmóvil en medio de los cuerpos sin vida.
Los guardias apuntaron con sus espadas a la princesa que regresó en si, se limpió con el dorso de la mano la sangre que cubría su rostro y aquella lágrima que había logrado escapar, endureció su mirada y observó al capitán de la guardia que la miraba sin saber que hacer.
—Como osan levantar sus armas en contra de su princesa -recriminó la mujer-
—¿Que ha pasado aquí? -cuestionó observando la macabra escena-
—Lo que haya pasado aquí no es de tu incumbencia, bajen sus armas en este instante -ordenó la princesa-
—Pero el rey...
—El rey ha muerto, yo soy la autoridad aquí, yo mando, yo decido, yo ordeno y tú obedeces
—Si, su majestad.
Dicen que la -para entonces aún- princesa caminó lejos de los cuerpos seguida por la extraña mujer, los guardias le abrieron paso y ella avanzó a paso firme, llegó hasta uno de los pilares decorativos donde un jarrón descansaba sobre la tela de seda, la tomó entre sus manos después de dejar el puñal a un lado, se limpió las manchas de sangre de las manos y caminó hacía los pasillos que la lloverían de regreso a la sala principal, se detuvo antes de salir por completo y se dirigió al capitán de la guardia.
—Manda la guardia a cada zona de la ciudadela, cada pueblo del reino, se cancela la celebración, decreto luto obligatorio al reino entero y toque de queda a partir de las seis de la tarde, todo aquél que no cumpla con el decreto será castigado con la muerte, envía a los religiosos a preparar los cuerpos, que los laven y vistan para el cepelio, quiero solo rosas blancas en cada corona y ofrecimiento para los fallecidos, limpien la sala y que se mantenga cerrada hasta que yo decrete lo contrario, no quiero quejas, que se cumpla todo cuanto he ordenado.
—Si, su majestad.
—Ven conmigo, no quiero estar sola Akime -se dirigió a la extraña mujer que le acompañaba-
—Iré detrás de usted mi señora.
Desde ese día se marcó toque de queda durante dos semanas, se avisó al medio día sobre la muerte de los reyes y la heredera al trono, se doblegó a todos los rebeldes y la guardia de desplegó por todos los lugares, el cepelio se llevó acabo a los dos días del fallecimiento y no se permitió la intromisión de los concejales o demás cercanos al rey, el luto perduró durante dos meses, se dio per terminado el día de la coronación de la nueva reina de Milledoni, Hinata Hyuga, aquélla que fue conocida por todos los reinos vecinos como la mas joven en ascender al trono con solo quince años de edad, la misma que era acusada de asesinato por avaricia, por el deseo de obtener la corona, por la mas cruel de todas las reinas, la mas opresora y la mas caprichosa, la que fue nombra como la bruja de hielo.
Han pasado siete años desde que aquello pasó, todo lo anterior son rumores y algunos hechos que han sido confirmado por los habitantes del reino, mismo que no ha mantenido contacto con otros reinos ni con el rey Hizashi de Armsdam, de quién se rumoreaba había sido asesinado muy probablemente por su sobrina para que este no reclamara la corona de Milledoni, sin embargo y a pesar de que la reina de ahora veintidós años de edad gobernaba con mano dura, el reino se mantenía estable, había paz y riqueza, la pobreza fue erradicada tras dos años de reinado, y las leyes de concepción fueron derrocadas, los rebeldes y las guerrillas dejaron de existir, el temor hacía la reina era latente, sabían que al mas mínimo movimiento de violencia, la guardia real era desplegada y los principales implicados arrestados y trasladados hasta el castillo que se hallaba protegido por enormes muros impenetrables, protegidos por los mas feroces generales que habían sido entrenados para asesinar con el fin de asegurar el bienestar de su reina.
El día de la muerte de los reyes, en el momento en que la alarma de jade resonó por el reino, la gente cuenta que apareció un chico de cabellor rubio, ojos azules, piel bronceada y una marca enorme de un zorro de nueve colas en su espalda que la cubría casi en su totalidad, la mítica señal que anunciaba la destrucción, eso era lo que decían los aldeanos.
La leyenda de que aquél chico estaba maldito y llamaba la mala suerte se regó por toda la región, decían que era su culpa que los reyes hayan muerto, otros mas decían que era él quien controlaba el reino desde las sombras manipulando a la reina de hielo.
Durante las primeras semanas desde la aparición de aquél extraño chico, los aldeanos se ensañaron con él, lo corrían de sus locales vociferando que el chico era portador de demonios y mala suerte, lo pateaban o golpeaban con lo que tuviesen a mano, le lanzaban piedras y lo maldecían una y otra vez sin importarles verlo llorar o suplicar por piedad.
Un día, mas específicamente el día de la coronación de la reina Hinata, el sastre local se topó con el chico rubio que husmeaba entre la basura buscando algo de comer, molesto por la presencia del menor, fue hasta donde el chico se encontraba distraido, lo tomó de los jirones de ropa que lo cubrían y lo arrastró entre gritos y patadas hasta el bebedero que había cerca de la casa del ganadero local, allí le metió medio cuerpo entre el agua hasta el punto de casi ahogarlo, repitiendo la accion innumerables veces, poco valía los intentos del menor por salir huyendo, así continuó hasta que uno de los guardias se escuchó a la distancia, el hombre soltó al chico y lo dejo inconsciente en el suelo, sus intenciones era acabar con la vida de aquél que ellos veían como un peligro potencial.
Durante los siete años siguientes a la coronación, el pequeño vivió en las calles, sin ropa ni comida, sin un techo dónde resguardarse durante las frías noche lluviosas de otoño, o el frío y crudo invierno, entre los insultos y los abusos de todos los aldeanos, el desprecio de todo humano que lo veía por ahí, peleando el alimento con los perros y gatos callejeros, hasta el punto de la desnutrición por loa días de mala suerte en que no podía llevarse nada a la boca, viviendo debajo de un puente el tiempo que pudiese o que los aldeanos no lo descubriesen, soportando los intentos de asesinato que habían suscitado en mas de una ocasión, terminando el día con heridas leves o graves en su piel, con marcas por todo su cuerpo y lágrimas en los ojos por la impotencia y el terror de que un día terminasen matandolo de una buena vez.
Con heridas en sus brazos, piernas y una que otra en su costado, con probablemente una costilla rota, el labio roto y el ojo morado, con veintidós años de vida y siete de infernal tormento, el chico que se llamaba a si mismo Naruto, caminaba cerca de los puestos de comida con sus brazos cubriendo su estómago, llevaba mas de dos días sin probar alimento o siquiera los desechos, su cabeza dolía y daba vueltas, recibía los insultos a cada paso que daba y sólo podía decirse a si mismo: "Yo soy Naruto" cada vez que ellos lo señalaban como el demonio, llegó inconscientemente hasta el local del sastre, ese lugar que tanto lo atemorizaba, cuándo este lo vio le lanzó algunas piedras que tenía cerca, algunos trozos de madera e incluso algunos cuchillos oxidados, salió hecho una furia y arremetió contra el menor.
—¡Muerete maldito demonio! -gritaba furioso el hombre mientras pateaba el cuerpo débil del rubio-
—Yo soy Naruto, yo soy Naruto, yo soy Naruto -repetía una y otra vez entre lágrimas hecho un ovillo en el suelo tratando de proteger su cabeza de los golpes-
—¡Tu eres un demonio!
—Soy Naruto, por favor no me golpeé, me duele, me duele mucho, yo soy Naruto.
—Los demonios como tu no sienten, debes morir para que el pueblo sea libre, ¡maldito demonio!
—No me pegue, ya no me pegue, mi piel se abre, duele con el frío, por favor ya no lo haga, mi sangre sale, me voy a morir, no mas por favor, perdoneme, perdoneme por nacer pero ya no me pegue, no mas por favor -suplicaba el flacucho rubio que no paraba de llorar mientras el hombre lo golpeaba por doquier-
El sastre lo levantó herido, sangrando por los cortes y patadas que le había dado, el chico estaba al borde de la inconsciencia cuando fue lanzado al camino, sin embargo en ese momento la guardia real pasaba por allí, la fuerza y el peso del cuerpo rompió la formación de la guardia dejando a la vista a la reina que mantenía su rostro cubierto con un paño de bordado de plata en compañía de su dama de compañía y mucama, fue sólo un instante antes de que la mujer cayese al suelo con el cuerpo malherido de Naruto sobre ella, los guardias se asustaron al igual que los aldeanos mientras que la compañía de la reina se limitó a ayudar a su ama en calma.
—Protocolo D-9 -les ordenó Hinata a los guaridas que de inmediato cubrieron todas las posibles aberturas o campos de visión mientras dos hombres levantaban el cuerpo casi muerto de Naruto-
—Su carruaje ya viene, mu señora -le habló uno de los guardias-
—Mantengan vigilancia en la zona e investiguen lo mas que puedan sobre la llegada del chico -les dijo ya de pie Hinata mientras el carruaje se acercaba con rapidez-
—Como deseé mi señora
—Kimi -habló a su compañera que le arreglaba el vestido-, verifica que lo dejen en un lugar adecuado y encargate de su atención.
—Si mi señora.
Todos los aldeanos observaron el carruaje real llegar hasta el lugar, en cuestión de sólo unos segundos la zona quedó baldía y sin rastro de la reina o su guardia, ni siquiera el chico estaba, probablemente era uno de los chicos que la reina se llebava y no volvían jamás, nadie sabía si eran torturados, desterrados o simplemente asesinados, honestamente tampoco querían saber lo que pasaba con todos ellos, quizá era lo mejor para ese chico, terminar muerto a manos de la reina.
—No puedo creer que lo lanzara contra la reina, Urimi-san -le habló una mujer gorda al sastre-
—No sabía que la reina estaba por aquí, fue solo un golpe de suerte -respondió el hombre-
—De todas maneras creo que es lo mejor, si el chico muere se acabara aquélla predicción de destrucción que vive con él, ese maldito zorro demoníaco.
—Yo no se si en verdad nos hemos desecho de él, en una batalla entre la bruja de hielo y el demonio, no se quién de los dos ganará.
—Esperemos que se muera o que mueran los dos, sería lo mejor para todos.
El zorro de destrucción, una leyenda antigua del inicio del reino de Milledoni, la historia que surgió tras el derrocamiento del reino de Asratras, se dice que cuándo una desgracia ocurra, aparecerá el portador de la marca de la destrucción en forma de un zorro de nueve colas, con ojos rojos y pupilas rasgadas, la aparición de esa marca sería el hincapié del conteo regresivo, la señal de que el final estaba cerca, la destrucción que se avecinaba en manos de aquél quién portase la marca, se decía incluso que fue por la bestia que el reino de Asratras cayó.
Un constante martilleo en su cabeza le hizo abrir los ojos, su estómago rugió y se vio a si mismo colocando sus brazos sobre su cabeza ñara cubrir sus ojos de la luz que lo lastimaba, sin embargo no había luz cegadora, retiró su brazo con gentileza y vio el techo alto y colorido sobre su cabeza, movió lentamente su cuerpo y no sintió la dureza de la tierra o la húmedas del lodo cuándo era lanzado con los cerdos, tampoco había en sus brazos o cuerpo en general, dolor por la paliza recibida, al contrario de eso, su cuerpo se hallaba cubierto por una sábana blanca como las que usaban los aldeanos para cubrirse del frio de la noche, esas que tanto había deseado mientras titiriteaba debajo de un puente.
Llevó su mirada hasta donde se colaba una tenue luz, la ventana se hallaba cubierta para evitar que los rayos de luz de lastimasen la vista, observó una mesilla a un costado donde había agua y fruta, quería comer, se moría de hambre pero el ser castigado o golpeado de nuevo lo aterraba, no quería mas golpes, mas dolor, no quería sufrir mas.
En la sala de té, Hinata se encontraba leyendo un libro mientras Akime le hacía compañía, Hinata se hallaba concentrada en su lectura cuándo Akime llevó su mirada hasta la puerta, sonrió tenuemente y regresó su mirada a donde la reina la observaba con curiosidad.
—Él ha despertado mi señora.
—Cuida de él Kimi, que preparen un gran banquete y lo reciban con honores -respondió complacida Hinata-
—Así será.
Naruto no sabía que su vida iba a cambiar, por que no sabía que dentro de todo el tiempo de sufrimiento que pasó había alguien que lo esperaba, alguien para quien era importante, era especial.
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Se que tengo otroa fics pero debía esta historia y estoy feliz escribiendo 7u7
Espero les guste, será algo cortito de pocos capítulos.
Nos leemos luego.
¡Besitos!❤
