Los personajes no me pertenecen, blablabla...Disfruten ;)
La vie en Rose
Capítulo 1: Cigarros
Rose era la niña mal. La problemática, la rebelde, la que perdía sus salidas a Hogsmeade, la de los castigos, la que opinaba cuando no le correspondía, la que desafiaba. La oveja negra. ¿Podrá algo hacerla cambiar?
Faltando un día para que comenzaran las clases en Hogwarts, la Madriguera bullía de alegría y risas. Los Weasley y los Potter disfrutaban de su ya tradicional cena de fin de las vacaciones. Los adultos preparaban la comida y arreglaban la mesa mientras que los hijos jugaban o conversaban. La noche ya caía por lo que Hermione agitó su varita para que unas pequeñas luces rodearan la mesa.
- A ver… uno, dos, tres, cuatro-
Ginny contaba a los doce primos que debían estar presentes para la cena. Las ya caóticas reuniones de los Weasley eran aun peores ahora que los hermanos Weasley se presentaban con sus esposos e hijos. La comida ya estaba servida y la orgullosa abuela Molly esperaba a sus queridos nietos con deliciosos platos preparados por ella misma.
- diez, once… falta alguien – Ginny, ya harta de ser siempre quien tenia que reunir a los niños, gritó – ¡Que cada uno cuente a los suyos!
Harry, Hermione, Ron, Bill, Percy y George miraron a su alrededor. Ahí estaba Albus leyendo un libro, James, Lily y Hugo conversando animadamente, Victorie y Roxanne cuidando a Molly y Lucy, Fred gastándole bromas a Louis y Dominique.
-Hugo, dile a tu hermana que ya es hora de comer- dijo Ron – Y rápido antes de que tu tía se ponga histérica.
Rose Weasley se encontraba apartada del resto, como siempre. Desde la ventana miraba al resto de la familia, con indiferencia y aburrimiento. Como odiaba las reuniones familiares, donde todos tenían su lugar y su grupo entre los primos, menos ella. Se sentía fuera de lugar, partiendo por su aspecto. Su cabello negro azabache, largo y liso, nada tenia que ver con la principal característica de todo Weasley, el alegre cabello pelirrojo. Su carácter más bien reservado y solitario contrastaba con la forma de ser risueña, espontánea y sociable de los otros. Y la guinda de la torta: en vez de pertenecer a la casa de los valientes leones, Rose fue seleccionada para Ravenclaw, rompiendo la tradición familiar. Desde pequeña, se llevaba mal con casi todos sus primos, quienes la excluían de sus juegos y charlas. Pero ya poco le importaba a Rose, quien lo único que deseaba era que el nuevo y último curso comenzara y reencontrarse con sus mejores amigos, los gemelos Lorcan y Lysander.
Encendió su último cigarrillo, decidida a bajar luego de terminarlo. Cerró los ojos disfrutando de su único vicio, una extraña droga muggle que los gemelos le habían presentado como una curiosa y adictiva forma de pasar el tiempo.
- Rose, estas muerta, te voy a acusar- Hugo la miraba desde la puerta con ojos maliciosos, apuntando el cigarro de su hermana mayor – Ah, y tienes que bajar por que es hora de comer.-
Rose se incorporó y caminó hacia la puerta, dándole la ultima calada al cigarrillo y tirándole todo el humo en la cara a su hermano, quien con cara de asco la miro con odio y salio corriendo, de seguro a contarle todo a su mamá. Rose sonrío ante el resultado de su broma, tiro la colilla al suelo, la piso y se dirigió hacia el jardín.
Al llegar afuera estaban casi todos sentados y charlando animadamente. Ella se sentó al lado de Albus, el único primo que realmente le caía bien. Se parecía un poco a ella por lo silencioso y solitario. Albus tenía la misma edad que Hugo pero era mucho más maduro e inteligente.
Lamentablemente, a su izquierda se sentó Lily Luna Potter Weasley, su antitesis por excelencia y su más odiosa prima. Lily era la Weasley perfecta, pelirroja, Griffindor, buscadora del equipo de Quidditch, popular y con excelentes notas. Desde los trece que salía con chicos mas grandes y asistía a sus fiestas y reuniones. Su lista de novios era interminable y era considerada una de las chicas más bonitas de Hogwarts. Rose no podía recordar ni cuando ni como fue que comenzaron a odiarse, pero así había sido siempre y la familia ya lo había aceptado. Al principio era un gran problema en las reuniones ya que siempre terminaban peleando a puñetazos en el suelo, ante la mirada divertida de los demás primos. Pero en esta ocasión ni siquiera se miraron y por acuerdo tácito y mutuo se ignoraron toda la cena.
Al otro lado de Lily estaba Roxanne, hija de George, quien ya había salido de Hogwarts pero era gran amiga de la pelirroja. Rose ya estaba aceptando que debía escuchar la estúpida conversación de sus primas y la chillona voz de Lily
- Roxy, te ruego que me prestes tu vestido de gala, si, el rosa, haré lo que quieras, lo juro, es que mi novio Alex…-
En eso, George pidó silencio y luego de un par de minutos los veinticuatro invitados se callaron.
Quiero decirles algo antes de que comiencen a comer- dijo George divertido, mirando a Ron, quien ya se había comido la mitad de su plato. – Les quiero desear un excelente año a todos, en especial a James y a Rose que comienzan su ultimo año, aprovechen a hacer todo lo que no hicieron, como saltarse la clase de… ¡Auch! – George recibió un fuerte pisotón de parte de Hermione- solo bromeaba, y bueno a los chicos también y ojala recuerden que su tío Fred hubiera estado muy feliz de tenerlos a todos aquí y de seguro hubiera dicho un discurso mucho mas gracioso que el mío-los adultos sonrieron, Ginny y Molly con lagrimas en los ojos -…bueno eso… y ¡Buen provecho! –
La familia comenzó a deleitarse con la deliciosa cena. Rose pensó en la persona ausente a la reunión, miro su puesto vacío y su plato servido. Otra vez no se había dignado a venir…
-Rose, prométeme que este año no te meterás en problemas-
- Si, mama-
- Rose-
Hermione Granger obligo a su hija a mirarla cara a cara, los ojos miel contra los azules. Rose era la niña mal. La problemática, la rebelde, la que perdía sus salidas a Hogsmeade, la de los castigos, la que opinaba cuando no le correspondía, la que desafiaba. La oveja negra.
- Lo digo por tu bien, mi amor. Yo se como eres. Eres demasiado inteligente para esto. No lo eches a perder, ¿Ok?- Hermione le sonrió. – Te quiero Rose-
Desde que entro a Hogwarts Rose fue todo lo contrario a lo que había sido su madre. Solía saltarse clases, pelearse con la gente (en especial con Lily, claro esta) y estar más de una vez a punto de ser expulsada del colegio. Parecía insólito que la hija de Hermione Granger y Ron Weasley, dos ex prefectos y ante todo héroes de la guerra contra Voldemort criaran a una hija tan poco ejemplar.
Rose caminó despacio hacia el tren junto a su hermano Hugo. Miró su reloj, 10:22. Tenía tiempo de sobra. Los chicos a su alrededor se despedían de sus padres, corrían y charlaban felices. Hugo se encontró rápidamente con sus amigos, por lo que Rose siguió su camino sola. Recordó con nostalgia la primera vez que entró al andén, cuando todo se veía tan nuevo y brillante, cuando no se quería soltar de la mano de su padre, cuando, por casualidad tropezó con un par de niños rubios y sonrientes, sus primeros amigos, cuando…
- Hey, Rose -
Alguien la llamaba disimuladamente detrás de un pilar de la estación. Rose se acercó.
- Ah, eres tu- dijo Rose con indiferencia, mientras su corazón latía a mil por minuto. Por que si algo sabia hacer bien Rose Weasley era fingir.
- Quería despedirme…ya sabes, quizás no nos veamos en un tiempo…si-
- Ya -
- Ven, Rosy -
Teddy Lupin la abrazo con fuerza y Rose le correspondió.
Desde que lo vio por primera vez, siendo muy pequeña, Rose no había podido sacarse de la cabeza a Teddy. A pesar de la diferencia de edad, ellos habían entablando buena amistad y las irregulares veces en las que él se aparecía en las reuniones familiares no paraban de charlar y contarse sus vidas. Ted era de las pocas personas con las que Rose se sentía en confianza, el único que parecía entenderla y apreciarla. Se intercambiaban cartas a menudo, las cuales eran esperadas por Rose con ansias, lo cual les parecía graciosísimo a Lorcan y Lysander, quienes veían en esos momentos a Rose convertida en cualquier adolescente tonta y enamorada y no a la fría y escéptica de siempre.
- Te traje un regalo, no es la gran cosa-
Teddy le ofreció un paquete envuelto en papel café.
- Gracias – Rose finalmente sonrío. Era un paquete de cigarros muggle.
- Se que te gustan y son difíciles de encontrar Rosy, tu ya sabes –
- Gracias Ted, en serio- Rose le dio un beso en la mejilla a su amigo.
- Ojala nos veamos pronto niñita –
Rose sonrío nuevamente y su amigo despareció con un suave "Crack". Contempló la caja de cigarros, de la mejor marca que había y la guardó en su bolsillo, esta si que la haría durar, por que era especial… ¿O no?
Sin darse cuenta, el tiempo había transcurrido rápido y el blanco humo del tren se expandía por todas partes. Rose corrió hacia él, rogando que los gemelos ya estuvieran instalados en un buen lugar.
- Oye Rosy, aquí estamos – dijo risueño Lorcan
Rose se acercó hacia los gemelos, quienes la miraban riendo burlonamente.
- Hey, ¿Desde cuando me dices Rosy?-
- Ah, disculpa, ya vemos que tu príncipe encantado es el único autorizado para llamarte así – siguió Lorcan. Lysander se limitó a reír, mirándolos detrás de su libro.
- Muy gracioso, ya paren de burlarse el par de repetidos- gruño Rose
- Oh, repetidos, así es como nos llamas cuando te enojas, pobre Rosy – se burló Lorcan.
Rose les dedico una mirada seria pero luego se relajó y comenzaron a ponerse al día. Lorcan tomo la palabra contando anécdotas de su viaje a Rumania con su familia, habían ido a ver unos peligrosos dragones ya que Luna, la madre de los chicos, se dedicaba al estudio de todo tipo de criaturas mágicas. Era siempre él quien tomaba la iniciativa por los dos. Lorcan era un conocido rompecorazones en Hogwarts, era charlatan, gracioso y fiestero. Lysander, al contrario era un chico reservado y dulce, poseía un aire soñador como el de su madre y parecía estar en las nubes. Ambos chicos eran amigos de Rose desde el primer año y asistían a la misma casa, Ravenclaw. Los tres eran inseparables. Los gemelos cuidaban mucho a Rose y se preocupaban por ella, aunque a la vez participaban de sus rebeldías y escapadas.
El tiempo se les pasó volando, en lo que les pareció un santiamén ya estaban en Hogwarts, el famoso colegio de magia y hechicería. El trío alistó sus cosas y bajó del tren, admirando el hermoso e imponente castillo. La estación estaba repleta de alumnos y como era usual, Hagrid orientaba a los pequeños de primero, quienes lo seguían con cara de susto.
- Mis queridos repetidos, es nuestro último año en este colegio y como dijo mi tío George "aprovechen a hacer todo lo que no hicieron" …-
- Buena frase – asintió Lysander.
- Claro, hay que hacerle caso a los mayores ¿O no?- sonrío Lorcan.
- Eso dicen -
