Título: Seis detalles nuestros

Personajes: Albus Severus Potter/Lorcan Scamander.

Advertencias: Slash. Esta historia contiene malas palabras y narra una relación homosexual. Sino te sientes a gusto con el tema, ruego que abandones este fanfiction; dicho está. Sobre aviso no hay engaño.

Viñetas: 1/6

Harry Potter, universo, menciones, hechizos y cosas varias pertenecen a J.K. Rowling y a quienes adquirieron sus derechos. Escribo esta historia por simple diversión así que no obtengo ningún beneficio económico por esto.

Este fic ha sido creado para los "Desafíos" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"


Seis detalles nuestros

Por:

PukitChan

I

Orgullo

Septiembre

Le adoras, siempre lo hiciste, aunque tal vez no te dieras cuenta de ello al inicio. Sin embargo, ahora lo sabes y no pretendes desperdiciar más tiempo. Quizá por eso tus dedos se hunden en sus largos mechones rubios mientras tu boca va al encuentro de la suya, que te recibe con la seguridad y confianza de saberse plenamente correspondido. Bebes su aliento y succionas su sabor, percatándote de cuánto lo extrañaste durante las vacaciones de fin de curso, pese a que en realidad pasaron juntos la mayoría de éstas.

Sientes su corazón palpitar irregularmente contra tu pecho. Sabes que si alguien los descubre en esa posición los regañaran, pero no puedes evitarlo. Desde que lo viste en la estación, acompañado por sus padres y su gemelo, tuviste la imperiosa necesidad de sostenerlo entre tus brazos. Y ahora que por fin lo está, no vas a soltarlo.

Mentalmente agradeces que cada compartimiento del Expreso de Hogwarts tenga una persiana que impide cualquier visión hacia el interior del mismo, porque no quieres soltarlo. Y él parece pensar lo mismo, porque se sienta sobre ti, a horcajadas. Sus ojos grises te miran con intensidad en el momento en el que sientes un escalofrío recorrer tu cuerpo. Tus manos atrapan su cintura y lo acercas un poco más. Está sonrojado y sus labios hinchados. Te enorgulleces de haber sido el causante de aquel intenso color.

—Lysander se estará preguntando si algún Nargle me ha secuestrado—susurra Lorcan, respirando agitado sobre tus labios. Aquella oración te hace sonreír, porque recuerdas la curiosa conversación que tuviste con el gemelo de tu pareja. Y estás convencido de que no es precisamente eso lo que se estará preguntando Lysander.

—¿Le dijiste que ibas a estar conmigo? —preguntas, aunque sabes la respuesta.

—No fue necesario —replica, inclinándose para acariciar y delinear tu ceja—, él me miró y supo que estaría contigo, Albus.

Sonríes. Te agrada escuchar tu nombre en los labios de Lorcan, por muy cursi que suene eso. Así que impulsado por la emoción del momento, te agachas y buscas un camino que te lleve a su cuello, donde depositas pequeños besos, recorriendo el sendero de su piel. Intentas controlarte, porque tú eres el adulto; acabas de cumplir la mayoría de edad mientras que Lorcan apenas ha llegado a los catorce. Maldices ese hecho, pero como el buen Huflepuff que eres, cierras los ojos y piensas qué es lo mejor para todos. No es el momento ni el lugar adecuado, además de que Lorcan tiene plena confianza en ti y no piensas defraudarlo de ninguna manera. Es por eso que te separas para encontrarte nuevamente con sus labios, volviendo aquel apasionado movimiento en uno más dulce y tierno, lleno de calma. Te tomas tu tiempo para explorar su boca, llegando a la conclusión de que no importa que sea tu último año, de alguna manera lograrás encontrar la manera de pasar todo tu tiempo con él.

Un año. Ésas son las palabras que resuenan en tu mente cuando Lorcan se separa y se acomoda, aún sobre ti, alojando su cabeza rubia en la curvatura de tu cuello. Un año es todo cuanto les queda y sabes que es duro. Además, pronto presentarás los E.X.T.A.S.I.S. y todo será aún más difícil. No obstante, si hay algo que te ha enseñado Lorcan es a creer en lo imposible y tal vez, eso es justo lo que necesitas: tener la firme creencia de que todo saldrá bien.

El resto del camino hacia Hogwarts transcurre entre pláticas, besos, sonrisas y dulces. En algún momento del viaje, Lysander llega a visitarlos, feliz de no haberlos encontrado en actividades inapropiadas, según sus palabras. Conversan, aunque los hermanos, como es natural, tienen más tema de conversación que tú; sin embargo, sabes que Lysander te ha incluido en la conversación cuando escuchas sus alegres palabras en las que te pide, con una preocupación más bien exagerada y teatral, que cuides a su hermanito mientras él no está. Y tú aceptas con facilidad aquella petición.

Antes de llegar a Hogwarts, logras ver a Scorpius, porque se asoma en el compartimiento y te sonríe burlonamente. Él sabía cuánto te gustaba Lorcan, inclusive mucho antes que tú. Y aunque no dice nada en particular, sabes que en cuanto te lo encuentres ―porque ambos son Premios Anuales de sus respectivas casas y comparten ciertas actividades juntos―, te espera una avalancha de palabras llenas de su particular humor negro. Suspiras mientras Scorpius aprovecha para dar un vistazo al compartimiento, como si buscara a alguien, aunque los únicos que están ahí son tú y Lorcan, quien, por cierto, sonríe y agita su mano, saludando a Scorpius. Y aunque Malfoy no le responde, Lorcan parece satisfecho con la mirada que le ha dedicado.

—Le agrado —dictamina Lorcan en el momento en el que se pone de pie para cerrar el compartimiento, bajar una vez más la persiana y comenzar a desvestirse. Tragas saliva, permaneciendo sentado y recordándote de una y mil maneras posibles que la intención del rubio es ponerse el uniforme de la escuela; no obstante, no puedes dejar de ver la manera en la que la tela de la ropa resbala por su piel blanca, apenas cubierta de un fino vello rubio, casi imperceptible. Tu boca está reseca y haces un esfuerzo considerable por apartar tu vista ahora que sólo trae puesto unos pantalones. Lorcan, que parece ignorar a la perfección tus estremecimientos, se acerca hacia ti y levanta sus manos, desabotonando la camisa que traes puesta. No titubea, y lo hace con tal seguridad que tú sólo puedes mirarlo mientras te inclinas para lamer una de sus tetillas, que tan expuestas y cercanas están de tu vista. Le escuchas suspirar y te alejas de inmediato, ruborizado.

—Lo… lo siento —murmuras, apartando la vista—. No quise…

—Sí querías —afirma el chico con un curioso tono de voz que te hace mirarlo. Aún no tiene el uniforme puesto y aún está cerca de ti, pero en su mirada no hay reproche alguno. Levanta la mano y acaricia tu oreja con suavidad—. ¿Quieres que me cambie en otro sitio, Albus? Te debo incomodar mucho.

—Me encantas, Lorcan, eso es todo.

Él parpadea, claramente confundido, como si eso no es lo que estuviera pensando en realidad. Se sienta a tu lado y recarga su mejilla en tu hombro, animándote así a abrazarlo. Lo notas temblar, corresponder a las caricias que las yemas de tus dedos han propiciado en su espalda. Y sólo por eso intuyes que está nervioso y asustado. Comprendes que él también sabe que aunque aún es pequeño, tampoco es un niño ya, y su cuerpo está comenzando a reaccionar ante las caricias de alguien que le gusta. Y, pese a que no es el momento más propicio, la imagen mental de Lorcan masturbándose inexpertamente, golpea tu mente con tanta fuerza que te es difícil deshacerte de ella.

—Me gustas —dice Lorcan—. Y éste es tu último año y el cuarto mío. ¿Estarás bien con eso?

Te das cuenta de cuán difícil puede ser tener tres años de diferencia. Pero sonríes, porque nunca antes habías sido tan feliz.

—Estaremos bien —dices, inclinándote para buscar sus labios—. Confía en mí.

Y Lorcan confía. Se besan durante unos segundos antes de separarse para, esta vez, sí ponerse el uniforme. Te colocas la corbata de Hufflepuff alrededor del cuello y mientras haces el nudo, alzas la mirada. Lorcan parece indeciso, como si no recordara en qué parte del cuerpo se suponía que debía estar la corbata. Recuerdas lo divertido que te pareció verlo usar su corbata como improvisado cinturón alguna vez. Sin embargo, es la primera noche del curso y sabes que Lorcan, como si fuese su tradición particular, suele usar la corbata de manera normal.

Estiras tus manos para sujetar la prenda con la que el rubio ha estado peleándose con la mirada. Bajo las yemas de tus dedos percibes la tersura de la prenda. Observas casi con curiosidad los colores que la adornan y que también anuncian la casa a la que tu pareja pertenece. Y tú no puedes hacer más que levantar tu ceja y sonreír de lado por la ironía del asunto cuando vuelves a extender tus manos para rodear con la corbata el cuello de Lorcan, acomodando con parsimonia la prenda. Él levanta el rostro para contemplarte, como si eso, el que tú estés acomodando su ropa, fuese cosa de todos los días. Y muy en el fondo, ansías que siempre sea así.

―Listo ―exclamas, sujetando la cintura de Lorcan, saboreando la piel de su cuello y así subir para acercar tus labios a su oído―. Vuelves a ser un Slytherin.

Él esboza una sonrisa que te hace imitar su acción. Sabes que Lorcan es catalogado como el Slytherin más raro de la larga historia de esa casa. Sabes que cuando él fue seleccionado para ir ahí, no pareció importarle en absoluto, como tampoco pareció importarle que su hermano gemelo, Lysander, como parte de alguna extraña sátira, fuese seleccionado para Gryffindor. Y también sabes que le gusta ser una serpiente, y que le divierte ver a Scorpius, Premio Anual de Slytherin, mirándole como si fuera una clase de bicho curioso, de esos que a Luna tanto le entretenía observar.

―Siempre lo he sido ―exclama orgulloso, tal vez sin saber que eso es exactamente lo que tú sientes por él. Por eso tomas su mano y entrelazas los dedos. Un beso suave en la punta de los mismos le hace mirarte fijamente y tú no puedes hacer más que encogerte de hombros, justo cuando la velocidad del tren comienza a disminuir, lo que indica que han llegado finalmente a Hogwarts.

Él un Slytherin y tú eres un Hufflepuff. Estás de orgulloso de él, de ti, de lo que ahora ambos han formado. Después de todo, lo suyo fue un camino lento, pero ahora que finalmente han llegado, no puedes dejar de sentirte feliz. Y tal vez Lorcan aún siga siendo menor, pero tú que ya eres un adulto, tienes una certeza golpeando lo más profundo de tu mente.

La seguridad que cuán orgulloso estarás si ese Slytherin tan único decidiera quedarse para siempre a tu lado.

Aunque tal vez haya que recorrer un largo camino para lograrlo.


Autora al habla:

¡Buenas noches! Antes que nada, muchas gracias a las personas que se animen a acompañarme en este proyecto. Se trata de una breve historia compuestas de seis viñetas que narran la relación de Albus y Lorcan, durante el último año de nuestro pequeño Potter.

Cronológicamente no sabemos cuál es en realidad la edad de Lorcan, pero lo ubiqué tres años menor de Al. De esta manera, Lorcan, con 14 años, está cursando el cuarto año y Albus, con 17, el séptimo. Ubicando su contexto, ellos iniciaron su relación a finales del curso pasado y Albus, en mi canon es un amor todo apachurrable que debe estar en Hufflepuff. Scorpius y él se conocieron en una reunión que se realizó con Prefectos en quinto año y desde entonces son amigos. De hecho, fue Scorpius quien se burló todo ese tiempo de Albus, porque sabía que le gustaba Lorcan, quien es de Slytherin. Sehhh... no es taaaan difícil. XD

Vale, muchas gracias por leer y más gracias si les nace un review para esta peculiar pareja a quien vengo trabajando en mi mente desde hace tiempo. ¡Y he dicho que Albus y Lorcan merecen estar juntos! x3!

Saludos, de parte de la escritora perdida, su textoservidora, PukitChan.